Declaración de la Conferencia Episcopal Argentina sobre la mediación del Santo Padre

en el diferendo limítrofe con la República hermana de Chile

 

         La Conferencia Episcopal Argentina ha considerado atentamente el curso de las recientes gestiones referidas a la mediación del Santo Padre en el diferendo limítrofe con la República hermana de Chile y su repercusión en los diversos ambientes de nuestro país.

         Al respecto estima necesario expresar cuanto sigue:

         1. Dada la estricta reserva asignada a la propuesta entregada por Juan Pablo II a los cancilleres de Argentina y Chile, no es posible abrir un juicio objetivo sobre el contenido de dicha propuesta.

         2. Desde el momento mismo en que el Santo Padre aceptó el pedido de los gobiernos de uno y otro país para actuar como mediador, ha sido evidente e innegable su intención de colaborar para la superación de una grave crisis y para que se llegara a una solución justa, equitativa y definitiva del problema austral.

         3. Su intervención, en tales circunstancias, ha sido asumida dentro del ámbito de su propia misión espiritual de unidad y caridad a fin de procurar el acercamiento de ambas partes por las vías del diálogo reflexivo, del derecho y de la paz.

         4. Por tal motivo, la intervención del Santo Padre se ha mantenido en todo momento dentro del marco preciso de su misión de mediador, que sugiere o propone, y no de árbitro, que resuelve o impone.

         5. Tratando la mediación acerca de una situación concreta en litigio, que puede y debe ser considerada en todos sus aspectos, es legítimo y necesario un estudio sereno y profundo de toda la cuestión por ambas partes interesadas.

         Por esta razón, las mismas tienen el derecho y la obligación de actuar con sabiduría, libertad y responsabilidad ante la mediación, que versa sobre una situación temporal y no sobre un contenido de carácter religioso.

         6. Por cuanto antecede, la Conferencia Episcopal Argentina manifiesta su más viva gratitud al Santo Padre por su benevolencia y sus esfuerzos en el curso de su misión de mediador al mismo tiempo que deplora y rechaza enérgicamente expresiones hirientes e injuriosas para su augusta persona, para los obispos y para toda la Iglesia que se han hecho públicas en nuestro país.

         7. Con plena conciencia de la responsabilidad que a todos compete, se hace un llamado a los fieles de todo el país para que en la medida de sus posibilidades colaboren positivamente y multipliquen sus oraciones a Dios Nuestro Señor, por la valiosa intercesión de la Santísima Virgen, en este importante momento de los trabajos de la mediación a fin de que la ayuda divina los oriente y los lleve al feliz término que todos deseamos.

 

Buenos Aires, 25 de marzo de 1981