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Este documento constituye la propuesta pastoral de los obispos a las más graves cuestiones que afectan a la sociedad argentina. El Episcopado, guiado por el propósito de servir al pueblo del cual forma parte, se refiere a las condiciones para la reconstrucción del estado de derecho, el ejercicio de la sana política, la reconciliación, la situación socio-económica, la práctica de un examen de conciencia nacional. Si bien el mensaje está dirigido a todos los argentinos, señala, de manera especial, la significación que asumen los que tienen funciones dirigenciales, los gobernantes, los políticos, los sindicalistas, los que poseen poder económico, los responsables de los medios comunicación.

 

 

 

 EN LA HORA ACTUAL DEL PAIS

 

 

1. Los Obispos argentinos seguimos atentamente como Pastores los acontecimientos que suceden en esta marcha de la Nación a su pleno estado de derecho.

     Nuestra solicitud nos urge a expresar una palabra orientadora sobre algunos aspectos de la situación actual que, en conformidad con nuestro constante Magisterio, requieren ser iluminados por el Evangelio.

 

2. La Reconciliación nacional ha sido centro de nuestra enseñanza pastoral en los últimos años.

    Al predicar la Reconciliación, los Obispos somos conscientes de que estamos ofreciendo a la Nación la riqueza del Evangelio de Jesucristo. A ello nos obliga nuestro ministerio. A ello nos exhortó también el Papa Juan Pablo II, cuando nos visitó el año pasado.

 

3. La Reconciliación de la que hablamos tiene su fuente en el hecho que el mismo Hijo de Dios, Jesucristo, se hizo hijo de María y nuestro hermano, y no titubeó en sufrir la muerte en la Cruz.

    Gracias a la obra reconciliadora de Jesucristo, el hombre puede hoy llamar a Dios, con verdad, Padre. Tenemos también la garantía de que, por la sangre de Jesús, podemos ser ahora entre nosotros verdaderos hermanos.

    Pero la Reconciliación con Dios obtenida para los hombres por Jesucristo, debe ser asumida, a través de la historia, por cada uno de nosotros. Ello implica el reconocimiento de los propios yerros en toda su gravedad, la detestación de los mismos, el propósito firme de no cometerlos más, la reparación del mal causado mediante obras de penitencia y la adopción de una conducta totalmente nueva.

    La Reconciliación, como la paz, es un don de Dios, que debemos implorar por la oración; pero es un don confiado a los hombres, que exige una disposición interior y un esfuerzo de todos.

 

4. Estos nos lleva a propiciar un verdadero examen de conciencia nacional;

    a) Que nos pon ponga ante la Verdad de lo que fuimos y debimos ser y de lo que somos y debemos ser;

    b) Que nos permita descubrir el verdadero sentido de la Justicia, como base indispensable para toda convivencia, que da nueva luz a nuestras responsabilidades personales y sociales

    c) Que, finalmente, nos haga llegar al Amor fraterno, con su capacidad de arrepentimiento y perdón, ofrecido con generosidad y aceptado con humildad.

    “Si edificamos sobre estos pilares de la verdad, la justicia y el amor, podemos estar ciertos de que alcanzaremos la tan ansiada y necesaria reconciliación, y la Argentina logrará ser ámbito de auténtica libertad para todos sus hijos” (ICN. 202).

 

5. Sólo aceptando estos principios nuestro pueblo podrá encarar situaciones tan graves como el doloroso problema de los “desaparecidos”, y de las víctimas de la subversión, que también desgarra a los hogares y afecta la convivencia de los argentinos.

    Son muy esclarecedoras, a este respecto, las palabras pronunciadas por el Papa Juan Pablo II: “En todos los momentos de relaciones difíciles entre los pueblos debe valer este principio fundamental: No es el resarcimiento de las injusticias y de los sufrimientos mutuamente inferidos y provocados, sino solamente la voluntad de reconciliación y la común búsqueda de nuevos caminos para una amistosa convivencia lo que debe construir y garantizar a las naciones un futuro mejor”.

 

6. Movidos por nuestra misión de pastores, queremos acompañar a todo nuestro pueblo, especialmente a aquellos que en estas circunstancias difíciles padecen hambre, desempleo, incertidumbre y humillaciones, que son el resultado de una situación socioeconómica agobiante y penosa. Queremos también estar junto a quienes sufren las afligentes consecuencias de las inundaciones. El amor a los hermanos ya se está manifestando vivamente a que éstas intensifiquen su empeño para llegar a todos los necesitados. La reconciliación que buscamos debe expresarse en multitud de gestos, de los cuales la ayuda a los hermanos ocupa su lugar principal.

 

7. Aunque nuestra palabra está dirigida a todos los argentinos, queremos atraer la atención, muy especialmente, de todos los dirigentes, y de cuantos tienen una particular gravitación en la vida del país, para que su misión sea un verdadero servicio de reconciliación.

 

8. A los gobernantes expresamos nuestro deseo de que el camino que lleva a la institucionalización del país se caracterice por una gestión de gobierno que favorezca la recuperación de la confianza popular en la ley y en la imagen servicial de la autoridad. Ante la angustiosa situación económica de una parte de nuestra población, manifestamos nuestra inquietud por los excesivos gastos públicos, especialmente armamentos, en detrimento de necesidades indispensables y más urgentes de la salud y la educación.

 

9. A los dirigentes políticos les recordamos que el pueblo quiere creer en las promesas que le formulan. Es necesario que los partidos hagan conocer con claridad y suficiente antelación sus aspiraciones y programas. No se puede aceptar que quienes se preparan para gobernar un país no ofrezcan a los ciudadanos conceptos precisos sobre puntos fundamentales que interesan a toda la población.

 

10. A los dirigentes sindicales les recordamos la grave responsabilidad que les compete en esta hora, ya que su acción incide de gran manera en la formación de la conciencia popular. Les regamos que en la defensa de las justas reivindicaciones obreras, extremen la reflexión y la cordura para que derechos innegables, como el de huelga, -recurso extremo-, no sean desvirtuados con otros fines.

 

11. A quienes poseen un real poder económico, grande o pequeño, les pedimos que, en medio de la incertidumbre y riesgos actuales, ordenen sus bienes e iniciativas con relación al bien común, que exige no sólo salarios justos, sino también fuentes de trabajo estables y renovadas. Que no se ahonden las causas del malestar social con ganancias excesivas e intermediaciones estériles, sino que se contribuya al bien de la comunidad.

 

12. A los responsables de los medios de comunicación queremos recordarles la enorme responsabilidad que tienen en este esfuerzo por la reconciliación de los argentinos. Les pedimos que sean siempre sinceros comunicadores de la verdad, que favorezcan la comprensión y el diálogo respetuoso entre los distintos sectores, y den una nota de esperanza, introduciéndose en el corazón de los acontecimientos para ayudar a la solución de los problemas.

 

13. Como representantes de Cristo, hecho Siervo de todos, reconocemos con humildad nuestras propias limitaciones.

       Si dirigimos nuestra palabra en forma de exhortación o de magisterio, es para cumplir un deber sagrado en beneficio de toda la población y lo ofrecemos con modestia y sencillez, sintiéndonos urgidos por el espíritu de continua conversión que reclama de todos la gracia de la Redención.

       Este Año Santo debe ser especialmente propicio para hacer realidad en todo su sentido evangélico este único camino, que el Señor nos ofrece, de reconciliación.

       Como siempre, ponemos en manos de Nuestra Señora de Luján las angustias y las esperanzas de nuestra Patria.

 

 

 

 

 

XLVI Asamblea Plenaria

San Miguel, 23 de abril de 1983