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NORMAS PARA LA FORMACION SACERDOTAL

EN LOS SEMINARIOS DE LA REPUBLICA ARGENTINA

 

El Código de Derecho Canónico (1983) y la Ratio Fundamentalis Institucionis Sacerdotalis (1970) prescriben a los Episcopados dictar las normas referidas a la formación de los futuros pastores del pueblo de Dios. Conforme a ellos el Episcopado Argentino elabora en 1983 un extenso documento que abarca los aspectos generales y especiales de la formación sacerdotal en la Argentina. Debido a que las Normas para la formación sacerdotal necesitaban, antes de ser divulgadas, la aprobación de la Sagrada Congregación para la Educación Católica, son dadas a conocer en enero de 1984.

 

 

 

JUAN CARLOS, DEL TITULO DE SAN JUAN BAUTISTA DE LOS FLORENTINOS

DE LA SANTA SEDE APOSTÓLICA, ARZOBISPO DE BUENOS AIRES,

PRIMADO DE LA ARGENTINA,

PRESIDENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA

 

   La Conferencia Episcopal Argentina, siguiendo las oportunas directivas de la Santa Sede, ha preparado las presentes "Normas para la formación sacerdotal en los Seminarios de la República Argentina", que ahora, con la aprobación de la Sagrada Congregación para la Educación Católica, son publicadas para su cumplimiento.

 

   Con ello se viene a ejecutar lo preceptuado en el canon 242 del Código de Derecho Canónico promulgado por el Santo Padre Juan Pablo II.

 

   Que Dios Nuestro Señor acompañe con Su gracia a todos aquellos que, formadores o formandos, busquen con humildad en sus párrafos la expresión de la voluntad del Señor para la hermosa y comprometida tarea de dar a la Iglesia los ministros que ella necesita.

 

    Que Santa María de Luján, Reina y Madre de la Argentina, San José, protector de la Iglesia Universal y San Carlos Borromeo, patrono de los Seminarios nos ayuden con su poderoso valimiento.

 

Buenos Aires, 2 de enero de 1984

 

                                                                               + Juan Carlos Card. Aramburu

                                                                                  Arzobispo de Buenos Aires

                                                                                   Primado de la Argentina

Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina

 

 

 

Introducción

 

1.- INTENCION DEL DOCUMENTO

 

   De acuerdo al pedido de la Iglesia expresado en la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis ( 1 de las notas preliminares) y a nuestro deseo de proporcionar elementos para la formación de los futuros pastores del Pueblo de Dios en Argentina, ofrecemos este Documento.

 

   Las Normas de este Documento han de ser observadas en todos los Seminarios del Clero Diocesano; las peculiares acomodaciones de las mismas serán determinadas por los correspondientes Obispos en el reglamento propio de cada Seminario (1).

 

 

2.- CONSTATACION PASTORAL DE LA REALIDAD

 

   No podemos como pastores dejar de mirar la realidad en la cual y para la cual nos toca hoy enfrentar la formación de los futuros sacerdotes. Si el camino de la Iglesia es el hombre, es útil prestar atención a lo que hoy se piensa sobre el hombre, a quien la Iglesia va a servir en sus pastores. Toda parcialización reduce una visión integral del hombre conforme al Plan de Dios. En nuestra Patria no estamos exentos del determinismo, el psicologismo, el economismo, el estatismo y el cientificismo que hoy pululan como ideologías en América Latina. (2).

 

   Nuestro pueblo, sin embargo, conserva una tradición cristiana que hemos de valorar como sana raíz y germen de una futura civilización del amor que se presenta como proyecto eclesial ante el cambio al que hoy asistimos.

 

   Ese cambio incide principalmente en la juventud. Encontramos en nuestros jóvenes profundos valores como el hambre de Dios, el ansia de oración, el creciente interés por la Iglesia y el sentido de pertenencia a ella, la profunda devoción mariana, el deseo de comprometerse y su capacidad de reacción frente a los problemas nuevos que se presentan. Creemos que no es algo meramente coyuntural y que, si bien no es constatable constituye, sin embargo, una respuesta - propuesta de los jóvenes a un mundo en cambio.

 

   Observamos también síntomas de desorientación y fractura de los valores auténticamente humanos y cristianos. El erotismo, la falta de sentido crítico, la superficialidad, el facilismo, el permisivismo, la falta se esfuerzo y otros desvalores nos dan la pauta de que nuestra juventud vive intensamente la crisis actual. Nuestros jóvenes viven en gran medida una fractura de ilusiones que los lleva a buscar soluciones fáciles e inmediatas a sus problemas. Viven la civilización de la imagen y no del libro, de lo experimentado y no de lo pensado, el eficientísmo rápido aunque no siempre lícito.

 

   Creemos que gran parte de esta crisis se debe a la carencia de familias auténticamente cristianas, en donde se vivan las cuatro relaciones fundamentales del hombre, que son la paternidad, la filiación divina, la nupcialidad y la fraternidad. (3). La gran influencia de los Medios de Comunicación Social produce una perplejidad vital que se manifiesta en el creciente número de fracasos familiares. Nuestros jóvenes con vocación provienen muchas veces de este tipo de familias en crisis.

 

   Frente a esta realidad del mundo, observamos también que la Iglesia en la Argentina vive un despertar de renovación manifestado en la toma de conciencia cada vez mayor de los laicos de su pertenencia a la Iglesia y de su compromiso bautismal, y en el creciente número de vocaciones. Sin embargo, todavía sufrimos la escasez de clero y de medios para una evangelización eficaz.

 

 

3.- VISION EVANGELIZADORA

 

   Ante este mundo en cambio, la Iglesia se presenta nuevamente como signo e instrumento de la íntima comunión con Dios y con los hombres. Es su dicha y vocación propia la evangelización del mundo contemporáneo. (4)

 

   Al encuentro del hombre, la Iglesia es la comunidad de fe, esperanza y caridad en la cual se proclama el Evangelio de Cristo, se celebra la santificación del hombre y se vive el reinado de Cristo en el servicio. Ella quiere hoy brindar al mundo el servicio de promover la civilización del amor.

 

   Alma y corazón de este servicio en comunión y participación es el sacerdocio ministerial, cuya imagen intentamos delinear.

 

 

4. IMAGEN DEL SACERDOTE CATOLICO EN LA ARGENTINA

 

 

   Cristo, Buen Pastor, Sumo y Eterno Sacerdote, es el modelo permanente de la caridad pastoral que debe animar a todo sacerdote. Este participa ministerialrnente del sacerdocio de Cristo por el sacramento del Orden. Como y con Cristo es Maestro, dispensador de la gracia y pastor del Pueblo de Dios.

 

   Unido a su Obispo .y a sus hermanos sacerdotes en fraternidad sacramental es signo e instrumento de comunión y participación, y con ellos deberá dar testimonio de la unidad. que reinaba en el Colegio Apostólico.

 

    En nuestra Patria necesitamos sacerdotes de sólida formación humana y seguridad doctrinal, imbuídos en un gran sentido de Iglesia y con permanente disponibilidad ante sus necesidades. Para ello es necesario tener un auténtico sentido diocesano y de patria grande, a fin de vivir en verdad la catolicidad de la fe.

 

   Necesitamos sacerdotes con capacidad de conducción, firmes en la fe, resistentes frente a las adversidades, de mano paternal, sensibles. al tiempo nuevo presente en la cultura que nace y de gran creatividad apostólica, al estilo de los grandes sacerdotes argentinos que enriquecen nuestra historia eclesiástica.

 

   La espiritualidad del sacerdote en la Argentina, deberá estar marcada por las virtudes de la pobreza, la austeridad, la obediencia, la docilidad y la abnegación, junto a una gran conciencia de fraternidad en la comunión de bienes y la asistencia a sus hermanos presbíteros.

 

   Como evangelizador de la cultura argentina, deberá estar atento a todas las transformaciones y expectativas del presente, a fin de que, conservando la tradición cristiana de nuestra Patria, sepa descubrir los valores presentes en la civilización contemporánea. Conciente de las diversas tendencias e ideologías deberá gozar de una auténtica libertad cristiana frente a los poderes del mundo.

 

   Sin ideologizar el Evangelio y sin dejar de predicarlo, "con oportunidad y sin ella", será constructor activo desde ese mismo Evangelio, de una comunidad respetuosa de la auténtica dignidad humana.

 

   Atento a la diversidad de nuestro pueblo, el sacerdote católico deberá estar preparado para atender distintos grupos muy particulares como obreros, gente de la periferia de las grandes ciudades, indios, etc. Téngase en cuenta su capacitación para formar y atender las Comunidades Eclesiales de Base que puedan surgir en los distintos ambientes.

 

   Ante un país de población prevalentemente joven, deberá tener muy en cuenta la opción preferencial de los jóvenes y capacitarse para evangelizar sintonizando con dicha juventud.

 

    Finalmente, por aquello de "imitamini quod tractatis", procuren los formadores inculcar a los candidatos que su futura vida sacerdotal se forjará siempre alrededor del misterio de ese mismo sacerdocio vivido en plenitud.

 

 

5. EL SEMINARIO

 

   Para forjar este sacerdote que hoy necesitamos sigue siendo indispensable el Seminario.

 

   Este deberá ser una comunidad de caridad penetrada por el Espíritu, en donde se puede iniciar la experiencia de vida sacerdotal y en contacto con la doctrina sobre el sacerdocio se tenga la oportunidad de probar la vocación sacerdotal (5).

 

   El Seminario ha de ser el "corazón de la diócesis" en donde el espíritu de oración, estudio y disciplina imane aquella fuerza que proviene del único y mismo Espíritu.

 

   En interacción con toda la actividad diocesana sea el lugar en donde todos experimentan la corresponsabilidad pastoral.

 

 

6. DOCUMENTOS INSPIRADORES

 

   Para lograr estos objetivos, nos inspiramos en las ideas fundamentales que constan en los últimos documentos de la Iglesia, principalmente los referidos a la formación sacerdotal en sus diversos aspectos:

 

a)     Decreto "Optatam totius"

b)    Decreto "Presbyterorum Ordinis"

c)     Documento de Puebla

d)    Sínodo de 1971

e)     Encíclica "Evangelii Nuntiandi"

f)      Encíclica " Redemptor Hominis"

g)     Carta de Juan Pablo II a todos los sacerdotes 1979

h)    Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis-Roma 1970

i)       Documentos de la " Sgda Congregación para la Educación Católica"

referidos a la formación sacerdotal

 

-Formación filosófica ( 1972)

-Formación teológica ( 1976)

-Formación litúrgica ( 1979)

-Formación espiritual ( 1980)

-Orientaciones para la educación en el celibato sacerdotal (1974)

 

 

I PASTORAL VOCACIONAL

 

1.      "Entre la gran variedad de vocaciones que el Espíritu Santo suscita sin cesar en el Pueblo de Dios, goza de peculiar importancia la vocación al estado de perfección y, sobre todo, al sacerdocio, por medio de la cual el hombre cristiano es elegido por Dios para participar del sacerdocio jerárquico de Cristo y así 'apacentar la Iglesia por la palabra y la gracia de Dios' " (6). Como esta vocación se manifiesta en diversos períodos de la vida del hombre y con diversas motivaciones (niñez, juventud y edad madura), se hace necesario "reactivar una intensa acción pastoral que, partiendo de la vocación cristiana en general y de una pastoral juvenil entusiasta, dé a la Iglesia los servidores que necesita" (7).

 

2.      Toda pastoral vocacional debe estar encarnada en los momentos históricos del mundo contemporáneo, en particular de América Latina y de nuestra Patria, y debe ser diferenciada, es decir, reflejar y promover la diversidad de vocaciones en la unidad de misión y del servicio evangelizador (8).

 

3.      Es sumamente conveniente que toda la comunidad cristiana procure, sobre todo, fomentar asiduamente y con fe las vocaciones a los ministerios ordenados y a las otras formas de vida consagrada: vida religiosa, Institutos Seculares y vida misionera. "Por lo tanto, en cada diócesis deberá erigirse e incrementarse la Obra de las Vocaciones (9) en conformidad con los Documentos Pontificios sobre la materia " ( 10), de manera que todo cuanto concierne a la pastoral vocacional pueda organizarse de modo adecuado y coherente. La Obra de las Vocaciones debe coordinar su tarea con la pastoral juvenil diocesana y debe procurar que la acción vocacional se concrete en cada parroquia como un elemento esencial de la pastoral de conjunto de la comunidad parroquial. Esta labor ha de abarcar a la familia, la catequesis, los centros educacionales, la Acción Católica y otros movimientos, grupos y servicios apostólicos (11). La atención a la familia ha de ser particularmente tenida en cuenta por los responsables de  promoción vocacional.

 

   *Téngase especialmente en cuenta el Documento conclusivo del IIo. Congreso Internacional de Obispos y otros responsables de las vocaciones eclesiásticas.

 

4.      "Hay que poner en práctica todos los medios que sean necesarios para alcanzar de Dios vocaciones, en primer lugar la oración que el mismo Cristo pidió (cf. Mt. 9,39; Lc. 10,2); esto debe hacerse tanto en privado como en común, en los tiempos adecuados del año litúrgico y en las fechas mas solemnes fijadas por la autoridad eclesiástica. A este fin se orienta principalmente el 'Día Mundial de las vocaciones', establecido por la Santa Sede y que ha de celebrarse anualmente en todas partes por la Iglesia " (12).

 

5.      Promuévanse también todos los otros medios "que puedan despertar y abrir los ánimos al discernimiento y acogida de la vocación divina" (13). Para ello es necesario el ejemplo de los sacerdotes, "que pongan abiertamente de manifiesto el verdadero gozo pascual" (14), y que adviertan la obligación de presentar la grandeza de la vocación a los hombres de diversas edades (15).

 

 

Es tarea de la pastoral vocacional:

 

-Estudio y difusión de una sana doctrina sobre la vocación (Teología, Sicología, Sociología, etc.).

-Información y animación de responsables (16) y preparación de medios pastorales para utilidad común.

-Promoción y animación de vocaciones ( 17)

-Acompañamiento del proceso vocacional ( 18)

-Orientación vocacional que evite el reclutamiento masivo y las campañas improvisadas (19)

 

 

 

El SEMINARIO MENOR, LOS CENTROS AFINES Y CENTROS ESPECIALES

 

1.- EL SEMINARIO MENOR

 

A.- Introducción

 

6.      En el contexto de la Pastoral Vocacional Diocesana, y como institución cualificada, se halla el Seminario Menor. Su fin propio es el de ayudar a los niños y adolescentes que parecen poseer gérmenes de vocación sacerdotal -ora la manifiesten abiertamente, ora muestren indicios de tenerla o al menos no la excluyan como posible- a discernir más fácilmente el llamado divino y responder a él con generosidad y auténtica libertad (20); asimismo, 'asegurar una sólida formación humano -cristiana y una especial formación religiosa previa al Seminario Mayor" (21)

 

7.      "Es necesario que se atribuya al Seminario Menor la debida importancia en la vida de la Diócesis, a la que debe estar prudentemente abierto y en la que debe insertarse vital y orgánicamente, de manera que no sólo fomente una entusiasta colaboración de fieles y clero, sino también -como sostén de la pastoral de las vocaciones- ejerza una benéfica y eficaz influencia sobre la juventud y contribuya al progreso espiritual de la misma" (22)

 

8.      El Seminario Menor no puede ser concebido simplemente como centro más o menos cerrado de estudios y de cultivo de las vocaciones sino como centro de un esfuerzo global al servicio de las vocaciones, como punto de partida, punto de encuentro y símbolo de una actividad que afecta, en una diócesis o en una región, el porvenir del sacerdocio, de la vida consagrada y de las Misiones.

 

B.- Formadores

 

9.      Los formadores del Seminario Menor han de estar impregandos de las cualidades enunciadas en los números 59, 61 y 62 de estas Normas. Serán nombrados por el Obispo, previa consulta al Rector.

 

 

a) Los superiores

 

10. En cada Seminario Menor haya quienes se encarguen de su dirección en número conveniente, de acuerdo a la diversidad de funciones y a la cantidad de alumnos.

 

Los Superiores deberán observar lo indicado en los números 64, 66, 67, 68 y 69 de estas Normas.

 

b) Los Profesores

 

11. En los Seminarios Menores con estudios secundarios propios, dispóngase del suficiente número de profesores. Deberán ser competentes en su propia materia y poseer los títulos correspondientes. Asimismo, han de estar impregnados de solicitud por la pastoral vocacional, siendo capaces de integrarse activamente al trabajo del Seminario; y su vida debe ser tal que, según su propio estado, den a los alumnos ejemplos de vida cristiana.

 

12. Los Superiores y Profesores deberán formar una sola comunidad de educadores, de modo que juntamente con los alumnos ofrezcan la imagen de familia que cumple el deseo del Señor: "Que todos sean uno" (Jn. 17, 11) (23 ).

 

c) Alumnos

 

13. La selección de los. candidatos al Seminario Menor ha de realizarse con suma prudencia. Téngase en cuenta principalmente su ambiente familiar y sus cualidades naturales (sinceridad, justicia, urbanidad, lealtad, etc.) percibidas de acuerdo a su edad, pues la vocación al sacerdocio, siendo un don sobrenatural y totalmente gratuito, se apoya necesariamente en esas cualidades (24)

 

14. Normalmente, los candidatos han de estar integrados en la vida parroquial y deberán ser presentados por algún sacerdote.

 

En la medida de lo posible es conveniente que, previo a su ingreso, participen de alguna actividad del Seminario y se establezcan entrevistas con los Superiores.

 

15. Durante el transcurso de los estudios realícese una seria evaluación de cada alumno. A fin de disponer de indudables elementos sobre su idoneidad, ha de examinarse ciudadosamente: el sentido religioso, las cualidades físicas, síquicas y morales, la estructura personal adecuada a su edad, la adaptabilidad social, la conveniente capacidad intelectual y el espíritu apostólico.

 

 

D.- La tarea educativa

 

a) Finalidad

 

16. Edúquese a los candidatos de modo que respondiendo fielmente a los deseos de la Voluntad de Dios, vivan y realicen cada día más plena y concientemente las exigencias del bautismo y la confirmación, progresen en espíritu apostólico, y lleguen a descubrir, en su verdadera naturaleza, el don de la vocación sagrada y la abracen con libertad y alegría (25)

 

 

b) Formación espiritual

 

17. La formación espiritual deberá centrarse en Cristo Redentor del hombre. Por medio de ella se ayudará a los alumnos en su configuración espiritual personal de manera que, junto con el desarrollo de las virtudes naturales y cristianas, puedan prepararse más fácilmente para seguir al Señor con generosidad y pureza de espíritu y servirlo en una vida apostólica (26).

 

18. "Elemento principal y necesario en esta configuración espiritual es la vida litúrgica, en la que han de participar los alumnos con una conciencia más plena a medida que avanzan en "edad" (27). Procúrese que la celebración Eucarística sea, ya desde esta etapa, el centro de su vida. Introdúzcase también a los seminaristas en las diversas formas del culto eucarístico: visitas al Santísimo, adoraciones, veladas nocturnas, etc.

 

19. Enséñese a los seminaristas a valorar el sacramento" de la reconciliación "por el que obtienen de la misericordia de Dios el Perdón de la ofensa hecha a Él, y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia" (28). Para ello es muy conveniente su celebración comunitaria en forma periódica.

 

20. Fórmese a los alumnos en el aprecio profundo a la Palabra de Dios, brindándoles los elementos necesarios para su lectura y meditación, individual y comunitaria. Conociendo y respetando la psicología propia de la edad y su progresivo desarrollo, enséñeseles el arte de la oración, de la lectura espiritual y de la Liturgia de las Horas.

 

21. Aprendan a vivir en la aceptación gozosa de la Voluntad de Dios manifestada en las exigencias de la vida común y en la obediencia sincera y cordial, pronta y alegre a sus Superiores.

 

22. El Seminario Menor ha de ser una escuela de amor filial y profundo a María Santísima según el espíritu de la exhortación apostólica "Marialis Cultus" de Pablo VI De esta manera se les dará a los alumnos, "por los medios tradicionales de la Iglesia, un sentido del misterio mariano auténtico y una verdadera devoción interior, tal como los santos la han vivido y tal como San Luis María Grignon de Montfort la ha presentado, como un 'secreto' de salvación" (29). Apréciese especialmente la devoción del Rosario y rezo del Angelus.

 

23. Es de particular importancia para la formación de los jóvenes, la presentación de modelos de vida. Los santos son ejemplo y estímulo cuya vida nos ofrece un comentario existencial del Evangelio. Celébrese especialmente a los patronos de la juventud y del Seminario.

 

24. De acuerdo con una sana pedagogía y psicología, y con el concurso de Superiores y Profesores, cultívese en los alumnos todos los elementos que conducen a una plena formación humana. Una prudente dirección de sus conciencias tenderá a formar en ellos una vida afectiva estable; asimismo se los educará en todo lo referente a la sexualidad y a la virtud de la castidad, integrada en el desarrollo armónico de la personalidad y como preparación para la opción por el celibato. En el dominio de sí y en la capacidad de tomar decisiones, los alumnos adquieran "gradualmente un sentido más perfecto de la responsabilidad en el recto y continuo desarrollo de la propia vida y en la consecución de la verdadera libertad" (30)

 

25. La vida espiritual de los seminaristas requiere tiempos de mayor profundización que se expresarán en retiros y ejercicios espirituales, convivencias para la revisión de vida, etc.

 

26. Cuídese que la formación espiritual no consista sólo en el fomento de actos litúrgicos o de piedad, sino que también la vivencia del Evangelio marque los rumbos de la vida diaria dentro y fuera del Seminario. En efecto, las prácticas de piedad son medios que han de ayudar a crecer en las virtudes que se coronan en el amor a Cristo. "Cristo conocido, buscado, amado cada vez más a través de los estudios, de los sacrificios personales, de las victorias sobre sí mismo, en la lenta conquista de las virtudes de la justicia, la fortaleza, la templanza, la prudencia; Cristo contemplado con perseverancia paciente y fervorosa, a fin de que, poco a poco, según la admirable imagen de San Pablo (2 Cor. 3,18), se imprima el rostro mismo de Cristo sobre el creyente. Cristo ofrecido incesantemente al Padre para la salvación del mundo en el Misterio del que el sacerdote, como tarea principal, será ministro" (31).

 

c) Enseñanza

 

27. Tenga el Seminario Menor plan de estudios propios con validez oficial donde se incluyan aquellas materias que se consideren necesarias y útiles para el cumplimiento de su finalidad. En ningún caso el nivel de enseñanza podrá ser inferior al de las instituciones del mismo grado, Dentro del programa de estudios deberá incluirse la enseñanza de la lengua latina según el permanente e insistente modo de pensar de la Iglesia (32).

 

28. Aquellos Seminarios que por diversas circunstancias no tengan estudios propios, enviarán a los alumnos a otros centros, procurando que ellos respondan al espíritu de los Documentos emanados de la Sagrada Congregación para la Educación Católica.

 

29. Mediante la variedad de las disciplinas adquieran los alumnos una visión coherente del mundo, de la vida de la historia, del hombre y de Dios. Todas las disciplinas deberán cultivarse con el debido respeto al método particular de cada una. Ellas "permiten aprender técnicas, conocimientos, métodos intelectuales, actitudes morales y sociales que capaciten al alumno para desarrollar su propia personalidad" (33). Ellas presentan, "no sólo un saber que adquirir, sino también valores que asimilar y en particular verdades que descubrir" (34).

 

30. Mediante la catequesis, que les brindará la específica educación cristiana, enséñeseles a valorar cada día más el don de la fe recibido en el bautismo, mientras son iniciados gradualmente en el conocimiento del Misterio de la Salvación (35).

 

31. Adquieran también una progresiva conciencia del Misterio de la Iglesia y su pertenencia a ella, de manera que vivan la realidad y las inquietudes del Pueblo de Dios, especialmente las de la Iglesia local.

 

32. A tal fin, llévese a los alumnos a una inserción comprometida en la vida de la propia parroquia. Mediante una prudente actividad apostólica, el alumno aprende que está llamado a dar testimonio vivo del amor de Dios entre los hombres, y a comprometerse en el servicio de Dios en favor de sus propios hermanos (36).

 

33. Reciban los alumnos la conveniente educación que les permita usar rectamente de los Medios de Comunicación Social y puedan juzgarlos críticamente. (Cfr. No. 138 de estas Normas).

 

34. La educación física, la práctica de deportes y el trabajo manual, a la vez que cooperan a un sano y armónico desarrollo físico del adolescente, ayudan a conservar el equilibrio espiritual (37) y educan en la leal competencia.

 

d) Formación para la convivencia

 

35. Cada seminarista, según su edad y desarrollo, ha de estar integrado en el propio grupo y en la comunidad del Seminario, para cooperar eficazmente en la edificación del mismo formando en espíritu fraterno una verdadera comunión.

 

La disciplina de vida en el Seminario debe marcar toda la actividad y debe ser parte necesaria de la formación. Ella debe convertirse en actitud interna del alumno, de manera que las normas se acepten por convicción o conciencia y tiendan al dominio gradual de sí y al correcto uso de la libertad.

 

36. Para una sana evolución psicológica y particularmente afectiva, mantengan los alumnos un trato conveniente con su familia y con los jóvenes de su edad. El Seminario deberá prestar, a su vez, a las familias, una ayuda espiritual a fin de que éstas colaboren en el cultivo y desarrollo de las vocaciones eclesiásticas (38)

 

2.- LOS CENTROS AFINES

 

37. Sin perjuicio de la Institución del Seminario Menor, pueden arbitrarse otros medios que sirvan al mismo objetivo: cuidar, cultivar y ayudar a discernir los gérmenes de la vocación sacerdotal en niños, adolescentes y jóvenes (39).

 

A este respecto cabe enumerar las siguientes iniciativas: Círculos Vocacionales y Centros de Orientación Vocacional Parroquiales o Diocesanos, Cursos o Jornadas Seriadas de Formación Vocacional, etc.

 

38. Cumple también la misma finalidad el acompañamiento vocacional de los jóvenes que se preparan a ingresar al Seminario Mayor y que están realizando todavía los estudios medios o han ingresado a alguna carrera universitaria o instituto de nivel terciario.

 

Este acompañamiento podrá realizarse por medio de entrevistas periódicas, individuales o grupales con un sacerdote(s) responsable(s) designado a tal efecto por el Obispo; de retiros vocacionales; etc. ( 40).

 

3.- CENTROS ESPECIALES

 

39. La acción del Espíritu Santo que no conoce límite de edad y condición y "sopla donde quiere" (Jn. 3,8) (41) ha suscitado y multiplicado en numerosas diócesis de nuestra Patria, vocaciones de jóvenes y adultos*, que provenientes de  diversos medios -rurales, obreros, etc.- no han tenido oportunidad de comenzar o terminar los estudios medios requeridos para iniciar los estudios propiamente eclesiásticos.

 

*Entendemos por jóvenes aquellos que poseen entre los 16 y 25 años y adultos los mayores de esa edad

 

 

40. Tales vocaciones, presupuesto un prudente discernimiento, plantean un problema particular que no puede ser dejado de lado. Por tanto, donde se juzgue conveniente o necesario, eríjanse y foméntense con fraternal ayuda, por el Obispo u Obispos interesados, Casas o Centros Especiales Diocesanos, Interdiocesanos y/o Regionales para la formación de estos candidatos ( 42).

 

41. Conviene que estas Casas o Centros Especiales tengan plan propio, seriamente elaborado, de piedad, disciplina y estudio, para que, teniéndose en cuenta la formación anterior de cada uno, reciban con método y didáctica adecuados la formación espiritual y académica que parezca necesaria para comenzar los estudios eclesiásticos (43).

 

4.- CONCLUSIÓN

 

42. En cualquiera de los casos antes descriptos: Seminarios Menores, Centros Afines y Centros Especiales, se ha de procurar que se cumplan las condiciones que verifiquen la autenticidad del procedimiento en asunto de tanta trascendencia para el bien de la Iglesia y de la misma institución sacerdotal, como por ejemplo: que la vida espiritual de los candidatos se desarrolle hacia la madurez en la fe y en el compromiso cristiano, impregnando de sentido y equilibrio sus relaciones familiares y sociales, su vivencia eclesial y apostólica, sus obligaciones temporales, etc. ; que se garantice el discernimiento de la vocación que ha de fundarse en motivaciones religiosas, verdaderas y adecuadas al ideal sacerdotal, asegurando un conocimiento suficiente de la naturaleza y exigencias del mismo; que puedan dar lugar a un juicio objetivo acerca de la idoneidad de los candidatos, según los normas de la Iglesia; que cuente con el aval de la autoridad: eclesiástica competente, etc.

 

43. Las tareas formativas realizadas por estas Instituciones, constituyen una etapa en la formación vocacional, cuya meta es el ingreso de los candidatos a la formación eclesiástica propiamente dicha. Por tanto, han de coordinarse con la Institución del Seminario Mayor en el que, previo a su ingreso, deberán someterse al discernimiento y prudente selección de los Superiores, tal como se indica en los números 83 y 84 de estas Normas.

 

III SEMINARIOS MAYORES

 

44. El Seminario Mayor, inserto en la vida de la Iglesia y del mundo, acoge a los alumnos que, habiendo terminado los estudios medios o equivalentes aspiran a una formación estrictamente sacerdotal. El Seminario tiene como objetivo cultivar más clara y plenamente la vocación de los candidatos y formar verdaderos pastores a ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo, Maestro, Sacerdote y Pastor; con una fuerte experiencia de Dios y una clara visión de la realidad diocesana Argentina y de América Latina, en íntima comunión con su Obispo, maestro de la verdad, y con los otros presbíteros, con quienes han de evangelizar, animar y coordinar los diferentes carismas del Pueblo de Dios en orden a la construcción del Reino. ( 44 ).

 

45. "Para que haya un Seminario digno de este nombre, tal como se deduce de los Documentos de la Iglesia y de su constante modo de pensar, se requieren de modo absoluto estas condiciones:

 

a)     Comunión de caridad penetrada por el espíritu, abierta a las necesidades de nuestro tiempo y estructurada como un todo orgánico, es decir, en la cual la autoridad del legítimo Superior se ejerza de corazón y según el ejemplo de Cristo, y, con la colaboración de todos, se fomente realmente la madurez humana y cristiana de los alumnos;

 

b)    Capacidad para iniciar experiencias de vida sacerdotal por medio de relaciones, tanto de fraternidad como de dependencia jerárquica;

 

c)     Exposición de la doctrina sobre el sacerdocio hecha por los Superiores en cuanto delegados del Obispo, y, al mismo tiempo, información sobre la vida del sacerdote y sobre todos los requisitos necesarios para llegar al Sacerdocio, requisitos que los alumnos deben conocer y aceptar poco a poco, bien los que se refieren a la fe y a la doctrina, bien los que se refieren al estilo de vida;

 

d)    Oportunidad de probar la vocación sacerdotal y de confirmarla con signos y cualidades inequívocos, de forma que se pueda dar al Obispo un juicio seguro acerca de la idoneidad del candidato al sacerdocio" ( 45).

 

46. Se comprende, pues, bajo el término de "Seminario Mayor" y a los efectos de estas Normas:

 

a)     Los Seminarios Diocesanos, sea que cuenten o no con Centro propio para los estudios eclesiásticos;

 

b)    Los Seminarios Interdiocesanos y/o Regionales erigidos en las diversas provincias y/o Regiones eclesiásticas;

 

c)     Las Casas de Formación o Colegios eclesiásticos erigidos por la autoridad competente para los seminaristas de una o varias diócesis o provincias eclesiásticas que concurren a Centros de Estudios Eclesiásticos (Facultades de Teología, Institutos de Estudios Teológicos, etc.).

 

47. Para fundar y mantener un Seminario Mayor se requiere:

 

a)     Un suficiente número de alumnos, con Superiores bien preparados para su cargo y unidos fraternalmente en un trabajo conjunto (Cfr. No. 59,61,62,63,64,66,67, 68,69,72, 73 de estas Normas); un edificio adecuado, dotado de biblioteca y de todos los elementos que son exigidos según el grado y naturaleza de la formación;

 

b)    Donde el Seminario cuenta con Centro propio de estudios" eclesiásticos -enseñanza filosófica-teológica-, se requiere también suficientes Profesores en número y preparación, teniendo en cuenta las disciplinas a explicar (46). (Cfr. No.70, 71,75-80 de estas Normas)

 

48. Cuando varias diócesis de una misma provincia eclesiástica de una misma región no puedan reunir estas condiciones, se hace conveniente la creación de un Seminario Interdiocesano y/o Regional. Según las circunstancias de cada lugar se necesitará igualmente la colaboración fraternal del clero secular y religioso para que, unidas las fuerzas y posibilidades y respetados convenientemente los derechos y obligaciones de ambos cleros, puedan crearse más fácilmente dichos Seminarios, o bien, Centros aptos de Estudios Eclesiásticos a los que puedan asistir los alumnos de uno y otro clero, los cuales recibirán en sus respectivas Casas la formación espiritual y pastoral adecuada ( 47).

 

49. "Dado que el objetivo de la formación y educación del Seminario es el que los candidatos, una vez hechos participantes del mismo Sacerdocio y Ministerio de Cristo, entren en comunión jerárquica con el Obispo propio y con los demás hermanos en el sacerdocio, formando el único presbiterio diocesano, es muy conveniente que, ya desde los años del Seminario, se creen estrechos lazos de unión entre los alumnos y sus propios Obispos, a la vez que el clero diocesano, basados en una caridad recíproca, diálogo frecuente y toda clase de colaboraciones" ( 48).

 

50. Procúrese también relacionar entre sí a los Seminarios Mayores con los Institutos dedicados a la formación de Ministros laicos, Lectores y Acólitos, y de Diáconos Permanentes, de manera tal que se logre un conocimiento mutuo entre Superiores, Profesores y aspirantes, se realicen retiros conjuntos, jornadas complementarias de estudio e intercambio de experiencias en el ejercicio de los sagrados ministerios.

 

51. "Cuando el número de alumnos lo aconseje, y para promover mejor la formación personal de cada uno, pueden formarse provechosamente grupos distintos en el mismo edificio o en edificios adyacentes, con objeto de no impedir la continuidad de las relaciones mutuas. Sin embargo, ha de mantenerse una eficiente unidad de régimen, de dirección espiritual y de formación científica " ( 49).

 

52. "El número de integrantes debe ser prudencial, teniendo en cuenta que un grupo muy reducido puede empobrecerse y un grupo demasiado numeroso podría masificarse. La eficacia de estos grupos dependerá de su verdadera y eficiente inserción en toda la vida del Seminario y de la Iglesia particular" (50).

 

53. "En lo posible tenga cada uno de los grupos su propio sacerdote responsable, bien preparado para su oficio, que mantenga una estrecha y constante unión con el Rector del Seminario, con los alumnos del propio grupo y con los responsables de los demás grupos, para promover por medio de un trabajo conjunto todo lo que conduzca a una mejor formación de los alumnos" (51).

 

54. "Para organizar y perfeccionar la vida del Seminario y para fomentar la iniciativa y el sentido de responsabilidad en los alumnos, procúrese la cooperación de éstos con los Superiores, que debe ir aumentando poco a poco en amplitud y forma, en relación con la progresiva madurez de los alumnos, pero de tal manera que quede claramente delimitada y garantizada la específica responsabilidad de Superiores y alumnos en este modo común de proceder" (52).

 

55. "Por tanto, foméntese por todos los medios una confianza mutua entre educadores y alumnos con vistas a establecer un diálogo eficaz de modo que las decisiones, que por derecho pertenecen a los Superiores, sean tomadas después de una razonable búsqueda del bien común" (53).

 

56. "Tenga cada Seminario un reglamento disciplinar aprobado por el Obispo (o, si se trata de un Seminario Interdiocesano, por los Obispos interesados), en el que estén indicados los puntos principales de la disciplina que se refieren a la vida diaria de los alumnos y al orden de todo el Seminario" (54).

 

57. Estas normas disciplinarias deben ser pocas y referidas a puntos esenciales (55): los horarios, el silencio, el régimen de salidas, las tareas comunes, las ejercitaciones pastorales, etc.

 

Encuadradas en sus justos límites, deberán, sin embargo, ser exigidas en razón :

 

a.      Del bien personal de cada uno. Desarrollo del espíritu de fe, ascesis personal, autodominio, educación en la libertad, formación de la personalidad;

 

b.     Del bien común del Seminario. Salvaguarda del orden, ambiente de serenidad, necesidad de concentración para el estudio y clima de oración (56).

 

58. "Cumplan todos con magnanimidad y disponibilidad lo establecido en el reglamento y en otras decisiones, persuadidos de lo necesario que es esto, no sólo para lograr una verdadera vida de comunidad, sino también para desarrollar y fortalecer las aptitudes propias de cada uno. Por eso -concediendo el conveniente margen de libertad- las normas de la vida común o privada no han de aceptarse por inercia o coacción, sino espontánea y alegremente, por persuación íntima y con caridad. Sin embargo, a medida que pase el tiempo, es decir, al crecer los alumnos en madurez y sentido de responsabilidad, han de atenuarse gradualmente de forma que aquellos aprendan lentamente a gobernarse a sí mismos" (57).

 

 

 

IV LOS FORMADORES

 

1.- MISIÓN Y CUALIDADES DE LOS FORMADORES

 

59. En el Evangelio encontramos delineada en Cristo la figura del formador. El eligió a sus apóstoles (Lc. 6, 12-16), les dio a conocer su intimidad, les comunicó su Espíritu (Jn. 14, 17-20; 17,2ss.) y todo lo que el Padre le había dado a conocer (Jn. 15,15), y oró para que sean uno como el Padre y El son uno (Jn. 17,21).

 

60. Incumbe al Obispo la responsabilidad de ser el primero y principal formador en el Seminario, con una acción positiva sobre los Superiores, los Profesores (cuando el Seminario cuenta con Centros de Estudios propios) y los alumnos mediante la presencia frecuente y el diálogo (58).

 

61. Los presbíteros elegidos por el Obispo para desarrollar la misión de formadores en el Seminario, deberán, a ejemplo de Cristo, introducir a los seminaristas en la intimidad con el Señor. Su paternidad adquiere así una mayor profundidad, pues participan entonces de la relación más íntima, vital y creativa de Jesús con los apóstoles.

 

62. Se ha de procurar que los sacerdotes elegidos estén revestidos de las siguientes cualidades:

 

a)     Como presbíteros y pastores: vida interior con profunda experiencia de Dios, sincera y filial unión con el Obispo, alegría y generosidad en su sacerdocio, abnegación y espíritu de sacrificio, suficiente experiencia pastoral y capacidad para conocer las necesidades del pueblo fiel y solidarizarse evangélicamente con él;

 

b)    Como pedagogos: suficiente madurez afectiva que les permita aceptarse a sí mismos y a los demás, sólida formación doctrinal, adecuado conocimiento de la psicología juvenil y capacidad de renovarse y conciencia de que se enseña más con el testimonio que con la palabra (59);

 

c)     Como integrantes del Equipo Formador: capacidad para integrarse en el trabajo en equipo con los demás formadores y sabiduría para compartir y unificar criterios, experiencias, etc. (60).

 

2.- EQUIPO DE SUPERIORES

 

63. "En cada Seminario, haya quienes se encarguen de su dirección, es decir: Rector, Vicerrector, Director o Directores Espirituales, Prefecto de Estudios, Responsables de la práctica pastoral, Prefecto de Disciplina, Administrador, Bibliotecario.

 

En Seminarios más reducidos, con menor número de alumnos, no se requiere estrictamente que a cada uno de estos cargos se le asignen otras tantas personas" (61).

Pertenece al Obispo, previa diligente consulta, nombrar a los Superiores, salvo en el caso de los Seminarios Interdiocesanos y/o Regionales, cuando el Estatuto de estos disponga otra cosa (62).

 

64. Es necesario que entre los Superiores, se dé una auténtica comunidad eclesial, fruto de la fraternidad sacramental que los une ( 63) y de la misión común que se les ha encomendado. Han de procurar crear un clima de familia manteniendo un trato frecuente con los alumnos y participando comunitariamente con ellos en los actos que más importan para la vida de los mismos.

 

65. Los Superiores procurarán mantener una adecuada relación con el Presbiterio a fin de informarlo convenientemente acerca de la marcha de la tarea formativa. También han de buscarse los medios para que la comunidad eclesial (parroquias, movimientos apostólicos, religiosos, familiares, etc) puedan sentir al Seminario como suyo y verdadero "corazón de la diócesis".

 

a) El Rector

 

66. El Rector es la primera autoridad y sobre él re cae la más grave responsabilidad en la dirección del Seminario.

 

Su misión específica consistirá en:

 

a)     Mantener una constante relación con el Obispo, por medio de la cual pueda informarle y tratar con él:

      -la marcha del Seminario y de los alumnos; ,

      -los planes de formación según las diversas etapas;

      -la institución de los ministerios de Lectorado y Acolitado y la promoción a las                                   Sagradas Ordenes (Cfr. No.87 de estas Normas);

      -los permisos especiales y opciones concretas que hubiera que decidir en casos       particulares (Cfr. por ej. el No. 90 de estas Normas) etc. ;

 

b)    Coordinar y dirigir la acción de todos los Superiores fomentando con caridad fraternal una estrecha cooperación con ellos para promover la formación de los alumnos con un trabajo armónico. Frecuentemente, por ejemplo, una vez al mes, deberá reunir el equipo de Superiores para planificar su acción común, abordar las dificultades y asuntos del Seminario y encontrar las oportunas soluciones ( 64) ;

 

c)     Dialogar periódicamente con cada alumno en particular; este será uno de los preferentes actos de servicio, recordando siempre que para la vida interna de la Casa él ha de ser como un padre de familia.

 

 

b) El Director Espiritual

 

67. El Director Espiritual- o Directores Espirituales -, eficaz sostén de la perseverancia en la vocación, deberá ayudar a los alumnos en su configuración espiritual individual, de forma que desarrollen armónicamente sus cualidades físicas, morales, intelectuales y afectivas ( 65 ).

 

68. Si hubiera pluralidad de Directores, debe designarse un Director que se responsabilice de un modo especial de la formación espiritual de los alumnos en su aspecto colectivo (ejercicios espirituales, retiros. conferencias, revisiones, etc.) y garantice, además, según la orientación del Obispo, la unidad de criterios entre todos los Directores en orden a la selección y orientación de los futuros sacerdotes. Esto podrá lograrse, entre otras formas, por medio de reuniones de estudio e intercambio de ideas entre los diversos directores, que, normalmente serán sugeridas por el Director principalmente responsable (66).

 

69. Para cumplir su tarea de principal colaborador de la formación espiritual (67) ha de estar lo más posiblemente integrado en el equipo de los demás formadores del Seminario, y convivir cuanto pueda con los alumnos que dirige (68).

 

c) El Director o Prefecto de Estudios

 

70. El Prefecto o Director de Estudios, siempre bajo la guía del Rector, deberá asumir la responsabilidad inmediata de la organización académica de los estudios en conformidad con las normas prescriptas por la Santa Sede, y por este Documento. Esta tarea, si se juzga conveniente podrá encomendarse a un organismo erigido por el Obispo a tal efecto, que funcione bajo la dirección del Prefecto de Estudios.

 

71.  La responsabilidad del Prefecto de Estudios o del organismo antedicho, no se reducirá a hacer observar las normas que rigen la actividad escolar. Deberá extenderse a todos los elementos que intervienen en el proceso de formación intelectual, buscando, por tanto, entre otros, los siguientes objetivos:

 

a)     Elaborar un plan de estudios que responda, dentro de las líneas generales hoy vigentes, a las necesidades concretas de la diócesis;

 

b)    Procurar que todos los Profesores formen un equipo armónico y eficaz y convocar reuniones frecuentes para revisar conjuntamente las cuestiones académicas;

 

c)     Colaborar con el resto del Equipo de Superiores, contribuyendo así a que la formación tenga carácter unitaria.

 

d)    Interesarse por las dificultades de los alumnos estimulando las posibilidades que quizás ellos mismos desconocen y encausando sus iniciativas;

 

e)     Ayudar al Obispo en la preparación de futuros Profesores, seleccionando y promoviendo a aquellos alumnos que den señales de una clara vocación intelectual. (69)

 

72. En aquellos Seminarios que no cuentan con Centro de Estudios propios, haya quien se encargue de llevar a cabo la tarea mencionada en los puntos d) y e) del número anterior.

 

 

d) El Responsable o Prefecto de Pastoral

 

73. El Responsable o Prefecto de Pastoral, bajo la dirección del Rector, deberá organizar y planificar las ejercitaciones pastorales de los alumnos en consonancia con lo establecido en los números 165-168 de estas Normas, cuidando siempre que todas estas actividades tengan la armonía y conexión necesarias entre sí y con los planes pastorales de la Diócesis.

 

Procure además, revisar oportunamente estas prácticas con los alumnos, estar en contacto con los sacerdotes y laicos responsables de las comunidades cristianas donde aquellos actúen y mantener la suficiente conexión con los organismos o movimientos donde se elabora la pastoral diocesana.

 

 

 

3.- EQUIPO DE PROFESORES*

 

74. Pertenece al Obispo nombrar a los Profesores previa consulta al Rector y al Claustro de Profesores, quienes pueden proponer candidatos idóneos.

 

En el caso de los Seminarios Interdiocesanos y/o Regionales y de los Centros de Estudios Eclesiásticos mencionados en el número 48 de estas Normas serán nombrados de acuerdo a lo que dictaminen sus propios Estatutos. (70).

 

*Este acápite explicita las cualidades, tareas y objetivos que han de tener y realizar los Profesores de los Seminarios y Centros de Estudios Eclesiásticos mencionados en los números 47 b y 48 de estas Normas

 

75. Para las ciencias sagradas, los Profesores deben ser normalmente sacerdotes; sin embargo todos -sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos -gustosa y fraternalmente colaboren unos con otros, y sea su vida tal que, según su propio estado, den a los alumnos ejemplo de vida cristiana y sacerdotal. (71)

 

76. "Cada Profesor debe ser verdaderamente competente en su propia materia y debe poseer el suficiente conocimiento de las materias afines. Por ello es necesario que hayan tenido la debida preparación y estén en posesión de los correspondientes grados académicos: para enseñar las ciencias sagradas y la filosofía deben tener al menos la Licencia o un título académico equivalente, en cambio, para las restantes disciplinas, deberán poseer las oportunas calificaciones académicas" (72).

 

Estén, además, perfectamente informados sobre los hechos atinentes a la vida de la Iglesia y a la realidad del mundo, para ayudar a los actuales alumnos a ser, en un futuro no muy remoto, presbíteros del tiempo para el que Dios los ha llamado.

 

77. "Es igualmente necesario que posean dotes pedagógicas y, por ello, ha de procurarse que tengan una adecuada preparación en este campo y se formen en los métodos didácticos activos con los que puedan enseñar mejor a los alumnos por medio de la cooperación y el diálogo" (73).

 

78. “Preocúpense los Profesores de completar constantemente su propia preparación científica por medio de la lectura de revistas y libros recientes, de una frecuente relación con personas especializadas, y de la participación en congresos científicos" (74)

 

79. Los Profesores no acepten ocupaciones que les impidan el debido cumplimiento de su misión, para lo cual debe asignárseles una adecuada retribución con el fin de, que puedan dedicarse plenamente a su propia e importante misión. Sin embargo sería deseable que ejercieran con moderación algunos ministerios para que la experiencia pastoral les ayude a conocer más a fondo los problemas de nuestro tiempo, especialmente los de la juventud, y a explicar sus materias con vistas a una formación más adecuada de los futuros pastores de almas" (75).

 

80. "Examínense verdaderamente a sí mismos sobre el cumplimiento de su misión y, para eso, tengan presentes las Normas que más adelante se indican sobre la doctrina a transmitir y el modo de enseñar; procuren la educación de cada uno de los alumnos y la formación sacerdotal general, para que estos crezcan en ciencia y vida espiritual; reúnanse con frecuencia, para revisar conjuntamente las cuestiones académicas, con el fin de promover la instrucción y formación de los alumnos mediante un trabajo diligente y concorde".

 

"Fomenten también una estrecha y asidua cooperación con el Equipo de Superiores del Seminario, para poder colaborar más eficazmente no sólo a la formación científica de los alumnos, sino también a su formación sacerdotal integral. Finalmente formen los Superiores y Profesores una verdadera comunidad de educadores, de modo que juntamente con los alumnos, ofrezcan realmente la imagen de una familia que cumple el deseo del Señor: 'que todos sean uno' (Jn. 17,11)" (76).

 

 

4.- ACTUALIZACION PERMANENTE DE LOS FORMADORES (77).

 

81. a) "Por ser la tarea de los formadores un arte que supera a todos los demás y que no admite un modo de actuar improvisado y fortuito" (78) y puesto que la cultura contemporánea tiene cambios profundos, universales y rápidos, deberán los mismos renovar continuamente su preparación espiritual, pedagógica y técnica.

 

b) .Para ello la Conferencia Episcopal procurará promover y facilitar cursos, encuentros, convivencias, etc. ; a nivel regional o nacional.

 

c) Téngase en cuenta otros cursos organizados por las Facultades de Filosofía y Teología de la U.C.A.; por el C.E.L.A.M. o similares, especialmente a nivel Latinoamericano; por los Colegios y Facultades Romanas (79).

 

V LOS ALUMNOS

 

82. "Para la adecuada formación de los alumnos, no sólo se requiere una prudente selección, sino también un serio examen de cada joven durante el transcurso de los estudios, que podrá hacerse con el asesoramiento de peritos, para conocer con certeza la Voluntad de Dios respecto de su vocación" (80).

 

 

1.- SELECCION Y ADMISIÓN

 

83. Todo candidato deberá ser presentado por algún sacerdote que tenga conocimiento del mismo y pueda dar garantías de su idoneidad.

 

A los Superiores del Seminario, de acuerdo con el juicio del Obispo, compete el grave deber de realizar la selección de los candidatos al sacerdocio.

 

Para ello, deberán procurar un profundo conocimiento de sus cualidades humanas y cristianas, de su ambiente familiar, educación recibida, recta intención y libre voluntad de abrazar el sacerdocio. Examinen también el estado de su salud física y síquica y las posibles influencias hereditarias (81), recurriendo si fuera menester, a la asistencia y ayuda de un médico o de un psicólogo competente, (82) conocedores de la problemática vocacional y con claro compromiso con la Iglesia.

 

Los medios que los Superiores han de arbitrar para esta prudente selección podrán ser, por ejemplo, los siguientes: entrevistas periódicas de discernimiento con los candidatos, encuentros vocacionales en que se examine la grandeza del Orden Sagrado, información sobre vida y costumbres proporcionadas por quienes los hayan tratado y conoció, etc.

 

84. "Ningún seminarista que abandone un Seminario, salvo excepciones contempladas por ambos Obispos, podrá ser admitido en otro, sino después de un año de espera. En todos los casos será imprescindible el previo pedido de informes" (83).

 

Aún en los casos lamentables de gran escasez de clero, cuídese bien en no admitir a quienes han sido considerados ineptos para el ministerio sacerdotal, pues Dios no permitirá que su Iglesia carezca de suficientes ministros (84 ).

 

2.- EXAMEN PERIODICO DE LOS ALUMNOS

 

85. Durante todo el transcurso de los estudios deberá hacerse un examen periódico de la situación individual de cada uno de los alumnos.

 

Ayúdese a los mismos a que con seriedad y sinceridad piensen con frecuencia delante de Dios si realmente se sienten llamados al sacerdocio y a discernir las razones que les impulsan a él, con el fin de que, si esa es la Voluntad de Dios, se acerquen al ministerio sacerdotal con voluntad recta y libre.

 

"Pídase gustosamente, en esta búsqueda sincera de la Voluntad de Dios, la participación de los candidatos a examinar, para conseguir más rápida y seguramente su mayor bien espiritual" (85).

 

"En este asunto, para poder juzgar si son aptos para el ministerio sacerdotal o no lo son, han de tenerse en cuenta las cualidades humanas y morales de los jóvenes, por ejemplo: sinceridad, madurez afectiva, urbanidad, fidelidad a las promesas, constante afán de justicia, sentido de la amistad, de la justa libertad y responsabilidad, espíritu de iniciativa, deseo de colaboración, etc.; espirituales como: amor a Dios y al prójimo, espíritu de fraternidad y abnegación, docilidad, castidad probada, espíritu de fe y sentido de Iglesia, preocupación apostólica y misionera; e intelectuales, por ejemplo: recto y sano juicio, suficiente capacidad para realizar los estudios eclesiásticos, concepción exacta del sacerdocio y de sus exigencias, etc." (86).

 

86. Los alumnos "que se descubran física, psíquica o moralmente ineptos, deben ser inmediatamente apartados del camino del sacerdocio: sepan los educadores que éste es para ellos un gravísimo deber; no se abandonen a falaces esperanzas ni a peligrosas ilusiones y no permitan en modo alguno que el candidato las nutra, con resultados dañosos para él y para la Iglesia" (87).

 

87. "Especial importancia ha de darse a los escrutinios prescriptos antes de recibir las Ordenes Sagradas. Por lo cual el Rector, consciente de su tarea, reúna por sí mismo y por medio de otras personas que hayan conocido bien a los alumnos, en especial párrocos, sacerdotes y seglares selectos (respetando siempre escrupulosamente el foro interno), datos precisos sobre cada uno de ellos y comuníquelos al Obispo para que pueda juzgar con seguridad sobre la vocación de los candidatos. En caso de existir dudas, ha de seguirse la opinión más segura" (88).

 

88. Toda la comunidad cristiana de la diócesis es responsable de colaborar con su Pastor en la promoción de quienes han de servirles como maestros, ministros y guías. El Ordinario, pues, antes de ordenar a un candidato, fomente la participación de la comunidad por los medios que estime convenientes.

 

3.- CURSO INTRODUCTORIO, MINISTERIOS Y DIACONAOO,

 

89. Para una mejor formación y más madura preparación para las Ordenes Sagradas, se establecen como normativos los siguientes puntos:

 

a)     Al comienzo del período filosófico-teológico deberá desarrollarse el Curso Introductorio (89), de acuerdo a lo que se establece en los números 130a y 131 de estas Normas;

 

b)    Antes de concluir los estudios filosóficos-teológicos los Superiores brindarán a los candidatos, en acuerdo con el Obispo y Ordinario respectivo la oportunidad para ejercer los Sagrados Ministerios. Esta práctica pastoral servirá para lograr una mayor seguridad sobre las aptitudes del aspirante, al Orden Sagrado;

 

c)     Una vez concluídos los cursos de formación filosófica-teológica, un período prudencial de práctica pastoral y ejercicio del Diaconado, antes de la ordenación presbiteral. El intervalo entre el diaconado y el presbiterado nunca ha de ser menor de seis meses.

 

90. Queda a criterio del Ordinario la posibilidad de que durante los estudios filosófico-teológicos  algún candidato a solicitud del mismo o por consejo de los formadores, pase un tiempo fuera del Seminario y orientado convenientemente, se le pueda ofrecer un margen de libertad interior y exterior para cultivar más sólida y diligentemente su propia vocación. Durante la interrupción de la vida y/o estudios en el Seminario, continuará vinculado al mismo a efectos de que los formadores puedan garantizar la finalidad de dicha prueba o experiencia.

 

4.- EDAD EXIGIDA PARA LAS SAGRADAS ÓRDENES

 

91. La C.E.A., ha establecido como edad mínima para el Diaconado los 23 años cumplidos, y para el Presbiterado los 25 años cumplidos.

 

Cuiden los Ordinarios de no admitir a las Sagradas Ordenes a candidatos sin la edad y madurez convenientes.

 

VI LA FORMACION ESPIRITUAL

 

1.- INTRODUCCION

 

92. La formación espiritual estrechamente unida a la doctrinal y pastoral deberá darse de tal forma que los alumnos aprendan a vivir en trato familiar y asiduo con el Padre, por su Hijo Jesucristo, en el Espíritu Santo. Esta vida íntima de los seminaristas con Dios, recibe su configuración principal de Cristo Sacerdote, "a quien el Padre santificó y envió al mundo" (Juan 10,36). Con El, quedarán configurados por la unción del Espíritu Santo, recibida en el sacramento del Orden, para construir y edificar todo su Cuerpo, que es la Iglesia, como cooperadores del Orden Episcopal en el oficio de enseñar, santificar y apacentar el Pueblo de Dios.

 

Su vida y formación espiritual deberá, pues, encaminarse a desarrollar progresivamente:

 

a)     Un conocimiento y amor cada vez mayor a Cristo, que los ha llamado a participar estrechamente en su misión redentora. El Seminario, a semejanza del Colegio Apostólico en torno a Jesús, será un tiempo privilegiado, por la docilidad al Espíritu Santo, para alcanzar una íntima amistad con el Señor, de modo que la configuración con El, que se realiza plenamente por la Sagrada Ordenación, se vaya preparando también en el corazón;

 

b)    Un conocimiento y amor cada vez mayor a al Iglesia, que los alimenta y guía con la gracia y la verdad, y que los enviará, como otros Cristos, a distribuir los dones de Dios entre los hombres;

 

c)     Un conocimiento y amor cada vez mayor al hombre, cuyo misterio sólo se ilumina perfectamente por la fe en Jesucristo que "conocía lo que hay en el hombre" (Jn. 2,25) y que no vaciló en "tomar la forma de esclavo, haciéndose semejante a los hombres" (Fil. 2,7) para restaurar desde dentro su dignidad (90).

 

93. La espiritualidad del sacerdote secular surge de una singular solicitud por la salvación de los hombres a través del ministerio. Los futuros sacerdotes, por tanto, deberán ir plasmando en su corazón la imagen del Buen Pastor, sabiendo que en el mismo ejercicio de la caridad pastoral es donde "hallarán el vínculo de la perfección sacerdotal" (91 ).

 

Consideren también que, en virtud de la grandeza de la misión a que los destina el Orden, están llamados de manera especial a alcanzar la propia perfección y santidad (92).

 

2.- LA PALABRA DE DIOS

 

94. "El pueblo de Dios se congrega primeramente por la Palabra de Dios vivo, que con toda razón es buscada en la boca de los sacerdotes". Estos "tienen por deber primero el de anunciar a todos el Evangelio de Dios". (93) Los seminaristas, futuros ministros de su proclamación, deberán alimentarse con ella, principalmente en la mesa que les ofrece la Liturgia de la Alabanza y de la Acción Eucarística de cada día. Al recibirla con actitud de escucha humilde y apertura de corazón, sepan que antes de maestros han de ser siempre sus discípulos.

 

95. Esta lectura cotidiana y la costumbre de meditarla en comunidad serán un medio aptísimo para el crecimiento en la fe y el conocimiento del Misterio de Cristo. Pero también, recuerden los alumnos que "la Escritura no puede interpretarse por cuenta propia" (94), su recta comprensión se logrará siguiendo el espíritu y las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, "a quien Dios encomendó el oficio de interpretarla auténticamente" (95).

 

 

3.- LA SAGRADA LITURGIA

a) Importancia de la Liturgia en la formación de los futuros presbíteros.

 

 

96. Es evidente la importancia de la Liturgia en la formación sacerdotal. Los sacerdotes son consagrados por Dios por manos del Obispo, no sólo para anunciar el Evangelio y guiar a los fieles, sino también para presidir las celebraciones litúrgicas, en cuanto partícipes de manera especial en el sacerdocio de Cristo que actúan como ministros de Cristo Cabeza, el cual en la Liturgia ejerce sin interrupción en favor nuestro su función sacerdotal por medio del Espíritu Santo.

 

La Liturgia, mediante la cual se actualiza la obra de nuestra redención, contribuye en sumo grado a que los fieles expresen en la vida y manifiesten a los demás el Misterio de Cristo y la genuina naturaleza de la verdadera Iglesia; por eso el cuidadoso ejercicio y el estudio de la Liturgia ofrecerán a los futuros sacerdotes un conocimiento más sólido y un reforzamiento en la fe, y les abrirán una experiencia viva de la Iglesia. (96)

 

97. Ya desde el comienzo, proporcióneseles a los alumnos una breve y conveniente iniciación (Cfr. No. 131b de estas Normas).

 

Será muy provechoso que, también desde el comienzo, se les entregue el Libro de la Liturgia de las Horas y se les vaya explicando el orden y estructura del Misal Romano para que se inicien, progresiva y profundamente en la piedad litúrgica, fuente fecunda de su vida interior como presbíteros. Acompáñese también una adecuada explicación de los signos, palabras y gestos que les permitan comprender su hondura teológica.

 

98. Procúrese además, a lo largo de la vida del Seminario aprovechar la sana variedad y riqueza que las normas litúrgicas ofrecen de modo que, dentro del respeto de las mismas, se preparen para el futuro ministerio. (97)

 

b) La Misa y el Culto Eucarístico

 

99. El Misterio Pascual de Cristo, celebrado en la Liturgia, se renueva y actualiza plenamente en el Sacrificio Eucarístico. Por tanto, la celebración diaria de la Eucaristía, con participación de todos los alumnos y una adecuada preparación y acción de gracias, debe constituir el centro y el acto más importante de toda la vida del Seminario. Esta participación culmina con la comunión sacramental, recibida dignamente y con plena libertad (98). Por ella, los seminaristas se van identificando más plenamente con Cristo (99).

 

Cuiden los Superiores en elegir, para la celebración Eucarística, el momento mejor y más holgado del día que posibilite una participación serena, plenamente conciente y fructuosa de la misma.

 

100.                    Promuévase también otras expresiones de culto y devoción Eucarística: adoración, exposición, visitas al Santísimo Sacramento, horas santas, etc. de modo que crezcan siempre en la fe y el amor a Jesús sacramentado (100). Búsquese, finalmente, que la Santa Misa y todas las celebraciones litúrgicas unan a los seminaristas en un espíritu común y sean verdadera oración de la comunidad; háganlas objeto de meditación y aprendan a gustar en ellas un alimento siempre nuevo para el espíritu.

 

 

c) La Liturgia de las Horas

 

101.                    Procúrese introducir a los seminaristas en la oración de la Liturgia de las Horas por medio de la cual la Iglesia alaba al Señor e intercede por la salvación de todo el mundo (101). Cuídese iniciarlos tanto en los principios doctrinales cuanto en la comprensión de los Salmos, de manera que aprendan a discernir el Misterio de Cristo en ellos encerrado. ( 102)

 

102.                    Favorézcase además, la habitual celebración comunitaria de algunas de las horas -principalmente las Laudes, Vísperas y Completas -y, en cuanto sea posible. hágase, con canto.(103)

 

En esta recitación de los Salmos, siéntanse los alumnos en la verdadera escuela de oración mantenida por el Espíritu Santo. Ninguna oración es más abarcadora de toda la gama exigida por el corazón o por la comunidad que la de los Salmos. Cristo, María y la: primera comunidad cristiana, hallaron en ellos la expresión más plena y perfecta de sus sentimientos religiosos.

 

 

4.- EL SENTIDO DE LA IGLESIA

 

103.                    "El ministerio sacerdotal, por el hecho de ser ministerio de la Iglesia misma, sólo puede cumplirse en comunión jerárquica con todo el cuerpo". (104) Comunión que deberá expresarse viva en una relación más íntima con el Obispo y por él, con el Vicario de Cristo, que les lleve a una atenta consideración y amorosa adhesión de lo que la Iglesia enseña a través de sus pastores. Esfuércense, pues, los seminaristas en amar cada día más a la Iglesia, con una fidelidad creciente a su doctrina, a su tradición, a su jerarquía; sabiendo comprender sus deseos, sus necesidades, sus sufrimientos, y flaquezas y recordando que "en la medida que uno ama a la Iglesia de Cristo posee el Espíritu Santo". ( 105) ,

 

104.                    Los Formadores deberán iniciarlos desde el comienzo, libro en mano, en la letra y el espíritu de los Documentos del Concilio Vaticano II; igualmente en la aplicación posterior de la renovación conciliar (instituciones, nuevos documentos complementarios, etc.).

 

De un modo especialísimo manténgase a los seminaristas actualizados en la vida y enseñanzas de la Iglesia:

 

a) Lectura guiada de documentos pontificios (Encíclicas, Exhortaciones Apostólicas, Mensajes etc.) y acontecimientos eclesiales (viajes apostólicos del Papa, encuentros ecuménicos, etc.);

 

b) No se omita informarles: sobre cuanto atañe al Colegio Episcopal (Sínodos Romanos), Conferencias Generales del CELAM, y Asambleas Plenarias de la Conferencia Episcopal Argentina.

 

5.- LA ORACION PERSONAL

 

105.                    A ejemplo de Cristo, que gustosamente buscaba la soledad para entregarse a la oración al Padre con intensidad, esfuércense los alumnos en cultivar una íntima amistad con el Señor (106), a la que no se llega sin un esfuerzo paciente y bien orientado. Enséñese por ello, a los alumnos que el arte de orar supone una constante y fiel docilidad a la acción del Espíritu Santo, verdadero Maestro interior, y una educación lenta y difícil, en la que "hay que desconfiar de los 'medios inmediatos' que prometen demasiado y demasiado pronto" (107).

 

106.                    La oración comunitaria, el estudio y los trabajos cotidianos nunca podrán reemplazar el encuentro directo, silencioso y personal con Cristo. Es conveniente que dicho encuentro se busque frente a la presencia del Señor sacramentado. Por esta razón, invíteseles con insistencia a permanecer cada día algún tiempo en esta oración, con fiel perseverancia (108) y no obstante las dificultades.

 

107.                    Aprendan a vincular siempre su oración con los estudios bíblicos y teológicos, pues el conocimiento de Dios y sus Misterios la enriquecerán y le darán mayor consistencia.

 

Asimismo procúrese con insistencia que los alumnos se familiaricen con los verdaderos maestros de la vida espiritual y con los Santos Padres antes de dejar el Seminario. Ellos les permitirán adquirir el "sentido del verdadero clima espiritual, el gusto de Dios y del silencio interior que no engaña y que da sensibilidad para detectar las notas falsas" ( 109).

 

108.                    Acostúmbrense también, ya desde el Seminario, a interceder por aquellos que les serán encomendados, sabiendo que el Buen Pastor es el que ora mucho por su pueblo y que una fecunda vida apostólica depende de una asidua contemplación de Dios.

 

109.                    Por último, preocúpense todos de lograr un clima de silencio exterior y recogimiento, necesario para el silencio interior, la meditación y la unión más íntima con Dios (110).

 

6.- EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACION, LA VIRTUD DE LA PENITENCIA Y LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

 

110.                    Los seminaristas, necesitados al igual que todos los hombres de la misericordia divina, amen y veneren el sacramento de la Reconciliación que con diligencia y celo pastoral tendrán que dispensar. Acostúmbrense por tanto ellos mismos a acercarse frecuentemente a él.

 

111.                    Recomiéndese la práctica del examen diario a fin de adquirir la necesaria conciencia de los propios pecados y flaquezas y poder sentir compasión hacia los ignorantes y extraviados (111)

 

           Por lo mismo, ha de inculcarse en ellos la virtud tan necesaria de la penitencia, por la cual se  unen más íntimamente a la pasión redentora de Cristo. ( 112)

 

112.                    Elijan con plena libertad su director espiritual y su confesor de entre aquellos que el Seminario les ofrece. Ábranle su conciencia con humildad y confianza. Obedezcan sus indicaciones sabiendo que por medio de ellos el Señor les concede su Gracia.

 

 

7.- LA OBEDIENCIA

 

113.                    "La estrecha y amistosa familiaridad a que debe tender el alumno con la persona y misión de Cristo, que llevó a cabo su obra con humilde sumisión a la Voluntad del Padre (Cfr. Jn. 4,34), exige necesariamente que el candidato al sacerdocio sepa entregar con fe sincera 'su voluntad propia por la obediencia al servicio de Dios y de los hermanos' (P.O. 15)".

 

"Corresponde a los Superiores formar a los jóvenes para una verdadera y madura obediencia, configurándose a Cristo, que exigió obediencia a los suyos, pero, después de haberse mostrado él como ejemplo de esa misma virtud y de haberse hecho, por su gracia, principio de obediencia en nosotros" (113).

 

El ejercicio de la autoridad con prudencia y respeto a las personas y la presentación de la obediencia en su verdadero sentido, permitirá a los alumnos amar y valorar positivamente esta virtud y descubrir en ella un seguro camino de imitación de Cristo, de santificación y de comunión eclesial. ( 114)

 

Con espíritu de fe y piedad filial, acepten y ejecuten los seminaristas "lo que se manda o recomienda por parte del Sumo Pontífice, Vicario de Cristo, y del propio Obispo" ( 115) y también por los Superiores que intervengan en su formación.

 

8.- EL CELIBATO SACERDOTAL

 

114.                    "El celibato por el Reino de los Cielos es un don dado por Jesucristo a su Iglesia", y aunque "no es un carisma que pertenezca esencial y exclusivamente al sacerdocio ( 116), la Iglesia de rito latino se impuso la norma avalada por una venerable tradición, de elegir para este ministerio solamente a aquellos que, con la gracia de Dios, quieran abrazarlo libremente.

 

115.                    "Esta forma de vida, enraizada en el mensaje evangélico y en la genuina tradición de la Iglesia, está en múltiple armonía con el sacerdocio. Efectivamente, la misión del sacerdote está íntegramente dedicada al servicio de la nueva humanidad que Cristo, vencedor de la muerte, suscita en el mundo por medio de su Espíritu; es el estado en el que los presbíteros se unen más fácilmente a Cristo con corazón indiviso, se entregan más libremente al servicio de Dios y de los hombres ( 117), y así se hacen más aptos para recibir una más dilatada paternidad en Cristo" ( 118).

 

De este modo, es decir , eligiendo el estado virginal por el Reino de los Cielos manifiestan el "amor virginal de Cristo a su Esposa, la Iglesia, y la virginal y sobrenatural fecundidad de esta unión, por la cual los hijos de Dios no son engendrados ni por la carne ni por la sangre (Juan I, 13)" ( 119); asimismo, "se convierte en signo vivo de aquél mundo futuro, que se hace ya presente por la fe y la caridad, en el que los hijos de la resurrección no tomarán, ni las mujeres maridos, ni los hombres mujeres (Cfr. Lucas 20,35-36)" ( 120).

 

116.                    Téngase en cuenta en la formación de los candidatos que para poder recibir y guardar con alegría e integridad este don, han de alcanzar el grado necesario, de madurez afectiva y sexual. Manifestaciones de esta madurez son: la abnegación, la aceptación de sí mismo y de los demás, el ejercicio de una sana disciplina del espíritu, el control emocional, el casto amor de las personas, la ecuanimidad en los juicios y apreciaciones, etc.

 

Para lograr este equilibrio psicológico y madurez, los formadores han de ayudar a los aspirantes al sacerdocio a cultivar: la amistad, el trato cordial y el gozo de servir a los demás; el sano optimismo y la seguridad en su paz interior; la serenidad de espíritu ante los acontecimientos de la vida, la práctica de deportes, etc., "avísenles, también acerca de los peligros que acechan su castidad, máxime en la sociedad actual" (121).

 

Presten singular atención a la relación y contactos de los alumnos con la propia familia, según la edad y situación de los mismos, para lograr así una recta educación de la afectividad y de los sentimientos.

 

Enséñeseles a tener un trato adecuado y prudente con la mujer, de acuerdo siempre a la opción vocacional realizada.

 

Recuérdese que la educación de la castidad no puede ir aislada del crecimiento de todo el conjunto de las virtudes sobrenaturales y humanas. Por lo mismo deben utilizarse para ella los medios de una adecuada ascesis espiritual como el recurso de los medios naturales y el auxilio de las ciencias humanas.

 

 

 

 

9.- LA POBREZA

 

117.                    Imitando al Señor, que "siendo rico se hizo pobre por amor nuestro" (122), aprendan los seminaristas no sólo de palabra sino con hecho, el espíritu de pobreza tan insistentemente exigido hoy por la Iglesia. Mediante una sana educación en el desapego de las cosas terrenas, adquirirán la libertad del corazón y una recta postura ante el mundo y sus riquezas (123). De este modo, ayudados por la Providencia divina, podrán, sin angustias "pasar necesidad y vivir en la abundancia" ( 124) el amor a una vida pobre favorecerá el ejercicio de la caridad pastoral, en la que los pobres y más débiles deben ocupar un lugar privilegiado. ( 125)

 

118.                    Acostúmbrense a privarse generosamente de las cosas superfluas, e incluso de las lícitas pero innecesarias ( 126) y procuren todos vivir alegremente en un clima de austeridad. Como el espíritu de pobreza implica no sólo el desapego sino también el aprecio de lo que Dios da, aprendan a cuidar diligentemente como propios los bienes, e instalaciones del Seminario que la Iglesia pone a su servicio. Invítese a los alumnos a compartir fraternalmente entre ellos, no sólo los dones espirituales, sino también los materiales, según el espíritu de una sana comunidad de bienes como la que se alaba en la Iglesia primitiva. ( 127)

 

10.- LA VIDA COMUNITARIA

 

119.                    El sacerdote, ministro de la comunión de los hombres con Dios y entre sí, es, por excelencia, el hacedor de la comunidad. La vida comunitaria no es, 'por tanto, un elemento circunstancial en la formación de los seminaristas,' sino componente fundamental en su crecimiento humano y cristiano. Guiados por sus Superiores y junto con ellos deben formar, a ejemplo de los primeros creyentes, una verdadera familia "con un solo corazón y una sola alma". (128)

 

120.                    El crecimiento de la comunidad como tal depende fundamentalmente del adelantamiento de cada uno de sus integrantes en virtud y santidad. Pero, evitando todo aislamiento, esta búsqueda de la propia perfección ha de conducirlos al interés por los demás, germen de la caridad pastoral. Por ello, sientan como propios los problemas y alegrías de los hermanos de comunidad, sus prójimos más inmediatos, y ayúdense unos a otros con generosa solicitud. Por encima de todo revístanse de "la caridad, que es la síntesis de la perfección"

 

121.                    Tengan en especial estima la revisión de vida y la corrección humilde y fraterna, que les permitirá alcanzar un conocimiento sincero y personal y consideren siempre que la vida comunitaria, verdadera escuela de amistad, los prepara para ingresar en el presbiterio diocesano donde unidos en íntima fraternidad sacramental han de dar testimonio de aquella unidad que atrae a los hombres a Cristo (130).

 

 

11.- LA RELACION CON EL MUNDO

 

122.                    Los presbíteros, "no podrían ser ministros de Cristo si no fueran testigos y dispensadores de una vida distinta a la terrenal ni tampoco podrían servir a los hombres si permanecieran ajenos a la vida y condiciones de los mismos (131 ).

 

Deberán pues, conocer las culturas que han de evangelizar para desarrollar su acción ministerial así, con realismo (132). Pero a la vez, se ve hoy una especial exigencia de formación para una vida interior sólida y profunda que les permita evitar todo peligro de secularización y estar en el mundo con presencia siempre sacerdotal.

 

12.- OTROS MEDIOS DE LA FORMACION ESPIRITUAL

 

123.                    La vida de comunión con Dios, siendo un don gratuito de Él, exige de nuestra parte un constante esfuerzo por mantenerla y acrecentarla. Por eso los Formadores han de promover el desarrollo espiritual de los alumnos con medios apropiados a este fin: retiros anuales y mensuales, pláticas espirituales, lecturas que orienten en particular a cada uno de los candidatos; así como los ejercicios de piedad recomendados por la venerable costumbre de la Iglesia. Si bien la formación espiritual no consiste solamente en estas prácticas (133) tengan presentes los alumnos que les ayudarán en gran manera "a adquirir el espíritu de oración, a robustecer y defender su vocación, a adquirir el vigor de las demás virtudes, y a crecer en el celo de ganar a todos los hombres para Cristo" (134)

 

13.- LA DEVOCION A LA SANTISIMA VIRGEN MARIA Y A LOS SANTOS

 

124.                    Por designios de Dios, María Santísima está asociada de un modo especial a la persona de Cristo y así a su obra redentora. Es madre del Sumo Sacerdote y de su Iglesia; es la que creyó a Dios y fue fidelísima cumplidora de su Palabra, la servidora de Dios y de los hombres, la Reina de los Apóstoles. La espiritualidad del seminarista debe ser profundamente mariana para ser auténticamente cristiana y sacerdotal (135).

 

125.                    Preocúpense los seminaristas en fomentar fervientemente el afecto filial hacia ella y principalmente la imitación de sus virtudes. Durante el tiempo de Seminario cultiven especialmente aquella virtud por la cual María guardaba las palabras y obras de su Hijo meditándolas en su corazón. ( 136)

 

126.                    Las fuentes bíblicas y la vida de la Iglesia han acumulado múltiples manifestaciones de sólida piedad mariana: las festividades litúrgicas, el santo rosario, las peregrinaciones a sus santuarios, el mes de María ( 137). Prácticas de piedad comunes al Pueblo de Dios que deben ser también comunes a los futuros sacerdotes, miembros del mismo Pueblo (138).

 

127.                    Aprendan también a venerar la memoria de los santos, amigos y coherederos de Cristo, hermanos también y eximios bienhechores nuestros. "El ejemplo de su vida, la participación de su intimidad y la ayuda de su intersección" (139) los unirá más íntimamente al Señor, "de quien, como Fuente y Cabeza, dimana toda gracia y la vida del mismo Pueblo de Dios" (140).

 

 

VII LA FORMACION INTELECTUAL

 

1.- LA FORMACION CIENTIFICA EN GENERAL

 

128.                    El Seminario tiene como finalidad la de formar verdaderos pastores. Dentro de esta misma finalidad debe enmarcarse la formación doctrinal (141)

 

Esta ha de tender a "la adquisición por parte de los alumnos de una amplia y sólida instrucción en las ciencias sagradas a la par de una cultura general en consonancia con nuestro tiempo" ( 142) que les permita una profunda comprensión del Misterio de Cristo, de la realidad del hombre argentino y de la misión de la Iglesia en nuestra Patria ( 143). Así se capacitarán para anunciar adecuadamente el mensaje del Evangelio, iluminando con él la propia cultura. Esta formación doctrinal comprende: (144)

 

a)     Si fuera necesario, un complemento científico-literario, una vez terminados los estudios medios;

b)    La formación filosófica;

c)     La formación teológica.

 

129.                    Las diversas posibilidades de coordinación de estos estudios pueden reducirse principalmente a dos:

 

a)     Posibilidad de su realización en etapas diversas y sucesivas: los estudios medios (cuando no se hayan hecho antes), los filosóficos, los teológicos;

 

b)    Unión de los estudios medios con los de filosofía; finalmente se cursan los de teología.

 

130.                    Cualquiera que sea el modo de organizar los estudios, ha de tenerse muy en cuenta lo siguiente: (145)

 

a)     Comiéncese siempre por un Curso Introductorio al Misterio de Cristo, del que se trata en el número siguiente;

 

b)    Ha de procurarse la coordinación entre las materias filosóficas y las teológicas; sobre todo entre la teología natural y el tratado dogmático sobre Dios, entre la ética y la teología moral, entre la historia de la filosofía, la historia de la Iglesia, la historia de los dogmas, etc. ( 146)

 

De esta manera podrán percibir el nexo que existe entre los argumentos filosóficos y los Misterios de la Salvación, que la teología considera a la luz superior de la fe;

 

c)     El período dedicado principalmente a los estudios filosóficos debe durar dos años como mínimo y deberá incluir todas las materias de la filosofía sistemática, la historia de la filosofía y ciencias afines (psicología, sociología, pedagogía, etc.); estos estudios filosóficos podrán realizarse también en aquellos institutos que, manteniendo el mismo plan de materias, otorguen títulos habilitantes para la docencia;

 

d)    El período de los estudios teológicos debe comprender al menos cuatro años de forma que los estudios de filosofía y teología abarquen en conjunto un mínimo de seis años;

 

e)     Inclúyase siempre en el programa de estudio la enseñanza de la lengua latina según el permanente e insistente modo de pensar de la Iglesia ( 147) ; sería muy conveniente incluir también la enseñanza de, al menos, una lengua moderna.

 

 

131.                    El Curso Introductorio ha de preceder al período de enseñanza filosófica-teológica y deberá reunir las siguientes características:

a)    Finalidad :

 

Brindar a los alumnos una conveniente propedéutica espiritual e intelectual (148) que les ayude a:

 

- fundamentar su propia fe y empapar en ella toda su vida personal ;

- entender con mayor profundidad la vocación sacerdotal y consolidar su decisión de abrazarla con la entrega personal y la alegría del espíritu;

- comprender mejor el sentido, orden y finalidad apostólica de los estudios eclesiásticos;

- iniciar la experiencia de vida comunitaria, indispensable en la educación de la propia personalidad.

 

b)   Contenido: (149)

 

Las asignaturas que deberán impartirse, sin ser materias de promoción son las siguientes: Introducción al Misterio de Cristo y a la Historia de la Salvación, Introducción a la Vida Espiritual (la oración y sus métodos, ascética, dirección espiritual, etc.), Sacerdocio Católico, Iniciación al Misterio de la Sagrada Liturgia (catequesis preliminar sobre el Misterio Litúrgico, especialmente sobre la Santa Misa, el Año Litúrgico, el Sacramento de la Penitencia y la Liturgia de las Horas). También se deberá exponer una sólida introducción a los documentos del Concilio Vaticano II y facilitar la lectura de los principales documentos post-conciliares del Sumo Pontífice y del Colegio Episcopal (Cfr. No. 104 de estas Normas).

 

c)    Responsable:

 

Incumbe al Obispo, previa consulta al Rector del Seminario, nombrar al sacerdote Director o responsable de este Curso y a sus colaboradores (profesores, directores espirituales, etc.). La tarea de dicho Director consistirá en coordinar, orientar y promover la realización de esta etapa formativa. La convivencia con los alumnos y la atención personal a cada uno le permitirá ser testigo de su evolución y crecimiento.

 

d)   Lugar:

 

Sería ventajoso que esta preparación se diera en un lugar distinto al del Seminario Mayor o, en su defecto, en local con cierta independencia dentro del mismo Seminario.

 

e)    Duración:

 

Este curso deberá tener, como regla general, un año de duración. Queda a criterio del Ordinario la posibilidad de aumentar o reducir su duración (por ejemplo a un semestre o trimestre), de acuerdo a los resultados de las experiencias realizadas y teniendo en cuenta la procedencia y preparación anterior de los candidatos.

 

132.                    "Los Profesores deben preocuparse constantemente por mostrar en la explicación de sus materias, la unidad y armonía internas de toda la doctrina de la fe, esclareciendo su aspecto salvífico. Pero para perfeccionar esta tarea se escogerá oportunamente la ocasión conveniente, prolongada también durante cierto tiempo bien al terminar el período de estudios o bien después de algunos años de experiencia pastoral; durante ese tiempo, una vez cursadas todas las materias, bajo la dirección de los Profesores y con la ayuda de los conocimientos adquiridos, tengan los alumnos la posibilidad de captar mejor la Palabra de Dios, de llegar en cierto modo a contemplarla y a tener experiencia de su sencilla unidad, en la que ha de comunicarse a los fieles, haciendo converger en cada una de sus partes la luz de cada una de las materias que le habían sido enseñadas por separado. Se recomienda con el máximo empeño este tiempo dedicado a esta visión de conjunto para que los conocimientos adquiridos no queden de ningún modo desconectados entre sí y separados unos de otros, sino que se unan entre ellos para el progreso espiritual de los fieles y de los mismos sacerdotes, los cuales, habiendo tomado conciencia de la utilidad de la ciencia adquirida, apreciarán las disciplinas sagradas" ( 150).

 

Queda a criterio del Ordinario el asociar esta síntesis teológica a la preparación inmediata al Sagrado Orden del Presbiterado para los casos de un ejercicio prolongado del Ministerio diaconal.

 

2.- LOS ESTUDIOS DE FILOSOFIA Y DE LAS CIENCIAS AFINES *

 

133.                    Los estudios de filosofía y de las ciencias afines, que deben tener una duración mínima de dos años, tienen cómo objetivo el perfeccionamiento de la formación humana de los jóvenes, agudizando en ellos el sentido crítico intelectual y proporcionándoles un conocimiento más profundo de la sabiduría antigua y moderna con la que ha sido enriquecida la humanidad en el transcurso de los siglos. Al mismo tiempo, organícense de tal manera que ayuden al alumno a penetrar y vivir más profundamente su fe ya que, a la vez que lo preparan para los estudios teológicos, lo dispongan de tal modo para el cumplimiento del ministerio apostólico, en el que pueda entablar mejor un diálogo más efectivo con los hombres de hoy. ( 151 )

 

134.                    Téngase en cuenta que la formación filosófica ha de ir impregnada de una cosmovisión cristiana de la realidad, y abierta también a las diversas corrientes del pensamiento contemporáneo para poder llegar a que los alumnos elaboren una verdadera síntesis entre fe y cultura.

 

135.                    "Dése especial importancia a la Filosofía Sistemática en todas sus partes, ya que lleva a la adquisición de un sólido y coherente conocimiento del hombre, del mundo y de Dios.

 

Esta formación filosófica debe apoyarse en el patrimonio filosófico siempre válido, cuyos representantes son los más grandes filósofos cristianos que han transmitido los primeros principios filosóficos, que poseen fuerza perenne por estar fundados en la naturaleza misma.

 

Una vez puesto este firme cimiento, han de tenerse en cuenta las corrientes filosóficas de los tiempos modernos, principalmente aquellas que ejercen mayor influencia en la propia nación y téngase también presente el progreso de las ciencias modernas, de modo que los alumnos una vez conocidas las características de la época actual, se preparen adecuadamente para el diálogo con los hombres" ( 152).

 

136.                    "La Historia de la Filosofía debe enseñarse con el mismo cuidado, de forma que no sólo se haga ver el origen y desarrollo de los problemas más importantes, sino también se capaciten los alumnos para discernir los elementos verdaderos, y descubrir y rebatir los falsos que están contenidos en las soluciones propuestas en el curso de los tiempos". ( 153)

 

Introdúzcase al alumno en la visión profunda de la historia- Filosofía y Teología de la historia -especialmente en la de América Latina y, en particular , de la Argentina.

 

137.                    Procúrese enseñar también, aunque con la debida proporción las ciencias afines, como son: la sicología, sociología, pedagogía, las ciencias naturales y matemáticas, en aquellas cuestiones relacionadas con la filosofía, con objeto de que sirvan de útil complemento a las materias principales, pero evitando la erudición enciclopédica y superficial. ( 154 ).

 

138.                    Dado que en la cultura de hoy, los hombres se forman y mueven cada día más por los medios audiovisuales y, en general por todos los medios de comunicación social, es necesario que los seminaristas reciban una adecuada preparación teórica y práctica para que, sin adoptar una postura pasiva ante ellos, sino estando siempre preparados para enjuiciarlos críticamente, pueden valerse por sí mismos y formar a los fieles en lo referente a estos medios y utilizarlos eficazmente en el apostolado. ( 155).

 

139.                    "En la exposición de todas las materias, ha de tenerse en cuenta no sólo la importancia intrínseca de cada uno de los temas, sino también su actualidad, según las circunstancias de los alumnos y de las regiones". (156)

 

140.                    La Conferencia Episcopal Argentina elaborará un plan general de las materias pertenecientes al período de filosofía que habrán de impartirse en todos los Seminarios.

      

*Nota 148 de la R.F.I.S.  “La situación actual de las cosas exige por diversas razones que se dé una verdadera formación filosófica. En efecto:

a)        Bien por la finalidad de los estudios de filosofía, bien por las circunstancias que exigen hoy una formación más esmerada, aparece claro que estos estudios no sólo no son ajenos a la búsqueda de la fe, sino que son más bien una ayuda para ello. Conviene, por tanto, poner en claro cada vez más esta relación, sea en el modo de exponer la materia, sea en la labor conjunta de los Profesores de filosofía y teología, sea en la ordenada distribución de los tratados de una y otra ciencia, de forma que los estudios filosóficos no alejen casi a la fuerza a los futuros sacerdotes de la verdad y del amor de Cristo, sino que más bien comprueben  que progresan en esa verdad y en ese amor. El  mismo Concilio Vaticano II  en diferentes documentos, sobre todo en la Cons. Past. “Gaudium et Spes” demuestra con creces como los principios de una sana filosofía contribuyen a la conservación, aprovechamiento y mayor progreso, para el bien de toda la humanidad, de los verdaderos valores cristianos en medio de la actual vida social y cultural. (Cfr. nn.23 ss. 53 ss).

b)       Además de la necesaria determinación del método y de las materias que se han de enseñar, hay que       comprender claramente el fin último de la formación filosófica y, como lo demuestra la experiencia  hay que volver sobre él una y otra vez. Es necesario que los ministros de la fe logren alcanzar el sentido del “ser”, que ofrezca solidez a la afirmación;  la capacidad de discernir la verdad y de comprenderla y aceptarla venga de donde viniere. Del mismo modo es necesario que logren un juicio sólido, de forma que puedan comprender y juzgar rectamente los problemas y las situaciones de la vida.  Es necesario que adquieran todo esto para que los futuros sacerdotes se capaciten mejor para enseñar , para alentar un diálogo eficaz, no sea que se vean zarandeados por cualquier sentencia con grave detrimento para su ministerio. De donde la preocupación de la Iglesia por buscar caminos aptos con la debida prudencia y experimentarlos con el fin de que la formación filosófica de los Seminarios sea más eficaz.

c)        La tarea  de la enseñanza  de la filosofía exige Profesores realmente preparados. Pues sucede a veces que, al faltar esta peculiar competencia en la enseñanza, los jóvenes ni aprenden las materias ni saben elegir rectamente entre las diversas sentencias, considerando la diversidad de sentencias filosóficas como un juego.

d)       Para que la formación filosófica sea eficaz y útil, se requiere al  mismo tiempo el estudio de la estrecha conexión con los problemas de nuestro tiempo. Por lo cual, es necesario tener en cuenta v. gr. la actual creciente inclinación hacia el ateísmo y los intentos de separar la fe de la religión; los principios filosóficos que ponen en juicio la verdadera interpretación de la Palabra de Dios y la importancia que tiene entre los hombres de nuestro tiempo la sicología, la sociología y las ciencias humanas” (Cfr.S.C. Ed. cat.: EFS, Roma 20/1/72

 

 

 

3.- LOS ESTUDIOS TEOLÓGICOS (157)

 

141.                    "Los estudios de teología, que deben tener una duración mínima de cuatro años, tienden a que los alumnos penetren más profundamente en la doctrina -deducida cuidadosamente de la Revelación con la luz de la fe y bajo la dirección de la autoridad del magisterio -convirtiéndola en alimento de la propia vida espiritual y capacitándose para defenderla en su ministerio y para anunciarla y exponerla en utilidad de los fieles" ( 158)

 

142.                    "Enséñense de tal modo las disciplinas teológicas, atendiendo a sus diversos aspectos (ecuménico, misional, etc.), que se manifieste claramente la conexión existente entre ellas, se esclarezca debidamente el Misterio de la Iglesia, y tengan todas como objetivo -cada una a su modo -la explicación del Misterio de la Salvación que se realiza constantemente en la vida de la Iglesia y en los acontecimientos del mundo". (159)

 

143.                    "La 'Sagrada Escritura' es como el alma de toda la teología y, como tal debe informar la totalidad de las disciplinas teológicas. Por lo cual, dése la debida importancia a la formación bíblica. Previa la conveniente introducción, iníciese a los alumnos, apoyados en las ciencias auxiliares, en los métodos exegéticos. Sean instruidos por los Profesores en la naturaleza y solución de los problemas más importantes y ayúdenles eficazmente a conseguir una visión general de toda la Escritura y a examinar más profundamente los temas principales de la Historia de la Salvación. Al mismo tiempo, esfuércense los Profesores en ofrecer a los alumnos una síntesis teológica de la Revelación, con vistas a basar en sólidos cimientos su vida espiritual y su futura predicación ". ( 160)

 

144.                    Hoy debe situarse a la 'Sagrada Escritura' (161) entre las principales disciplinas, que deben enseñarse en conexión con las restantes asignaturas, y no solamente bajo el aspecto jurídico, sino principalmente bajo los aspectos teológicos e históricos, así como en el pastoral y espiritual, para que los alumnos conozcan, en primer lugar, de qué forma están presentes y operan los misterios de la salvación en las acciones litúrgicas. Además, Una vez explicados los ritos tanto orientales como occidentales, hágase ver en la Liturgia el principal lugar teológico en que se manifiesta la fe y la vida espiritual de la Iglesia.

 

Finalmente, deben exponerse a los alumnos las directrices de la renovación litúrgica, para que comprendan mejor las adaptaciones y cambios decretados por la Iglesia; capacítense también para concebir otras que puedan legítimamente elegirse y, entre las cuestiones más graves y difíciles debatidas hoy en diversos lugares, estén en disposición de distinguir la parte de la Liturgia que por ser de institución divina, es inmutable, de las partes que son susceptibles de cambio.

 

145.                    Enséñese con orden y completamente la ‘Teología Dogmática', exponiendo en primer lugar los textos bíblicos, mostrando a continuación lo que han aportado los Padres de la Iglesia de Oriente y de Occidente a la transmisión de las verdades reveladas, explicando el desarrollo de la historia de los dogmas y, por último, aprendan los alumnos, mediante un trabajo especulativo, y bajo el magisterio de Santo Tomás, a profundizar más plenamente en los Misterios de la Salvación y a ver la conexión que existe entre ellos; aprendan igualmente a reconocerlos presentes y operantes en las acciones litúrgicas; a buscar, además, la solución de los problemas humanos con la ayuda de la Revelación, a descubrir las verdades eternas insertas en la contingencia de lo humano, y a comunicarlas de modo apropiado a los hombres.

 

Nada impide, sin embargo, que, utilizando el 'método regresivo', se comience por las definiciones conciliares, remontándose a través de la doctrina de los Santos Padres, hasta la Sagrada Escritura, la cual, de este modo, puede ser leída y entendida a la luz de la tradición viva de la Iglesia.

 

Enséñese la doctrina sólida sobre las fuentes de la Teología, con buen método y ya desde el principio de la formación teológica, y no se olvide explicar, con espíritu ecuménico y de forma apropiada a las circunstancias de hoy, las cuestiones que antes se incluían bajo el nombre de 'Apologética' y que hacen referencia a la fe y a su fundamentación racional y vital, teniendo en cuenta los factores de orden sociológico que influyen de modo especial en la vida cristiana.

 

146.                    La 'Teología Moral' debe inspirar también su doctrina en la Sagrada Escritura, y poner de relieve la vocación cristiana de los fieles fundada en la caridad, especificando todas sus obligaciones de un modo científico. Deberá asimismo, encontrar la solución de los problemas humanos a la luz de la revelación y aplicar las verdades eternas a las diversas situaciones humanas; esfuércese también en contribuir al reestablecimiento del sentido del pecado y de la virtud en las conciencias, sin omitir para ello los descubrimientos más recientes de la sana Antropología. Esta enseñanza moral se completa con la 'Teología Espiritual' que, además de otras cosas, debe comprender también el estudio de la teología y de la espiritualidad del sacerdocio y de la vida consagrada a través de los consejos evangélicos, para poder dirigir a cada hombre según su propio estado en el camino de la perfección.

 

147.                    La 'Teología Pastoral' debe poner en claro los principios teológicos de la acción por la que se lleva a efecto la Voluntad salvífica de Dios en la Iglesia de hoy por medio de los diversos ministerios e instituciones.

 

Dado que una sólida formación en lo social contribuye no poco al resultado más fecundo del ministerio pastoral, debe por lo menos dedicarse un número fijo y suficiente de clases al estudio de la 'Doctrina Social de la Iglesia', para enseñar a los alumnos con qué criterio ha de acomodarse a la vida social la doctrina del Evangelio y de los principios. ( 162)

 

En estrecha vinculación con esta enseñanza, agréguense algunas clases en las que se les brinden nociones básicas de Economía y de Política, que los ayudarán en la interpretación de la realidad; y algún conocimiento mínimo de la legislación civil argentina, principalmente en aquellos aspectos relacionados con la práctica pastoral.

 

148.                    La 'Historia Eclesiástica', examinando científicamente las fuentes históricas, debe mostrar el origen y desarrollo de la Iglesia como Pueblo de Dios que crece a través del espacio y del tiempo. Es necesario tener en cuenta en su explicación, no sólo el progreso de las doctrinas teológicas, sino también la verdadera situación social, económica y política, sin olvidar las opiniones y sistemas que más hayan incluido, analizando su mutua dependencia, su conexión y su evolución; finalmente, analícese también la admirable conjunción de la acción de Dios y del hombre y el auténtico sentido de la tradición, que ha de fomentarse en los alumnos. Estúdiese con especial interés la Historia Eclesiástica de América Latina y, en particular la de nuestro país, cuya cultura no puede negar su raigambre evangélica pues la presencia de la Iglesia ha sido una constante tanto en el período hispánico como, superadas las primeras dificultades, en la época independiente (163).

 

Conozcan asimismo, la vida y obras de aquellos obispos y sacerdotes de América Latina que han dado un preclaro ejemplo en el ejercicio de su ministerio sacerdotal (Sto Toribio de Mogrovejo, Mons Orzali, el Cura Brochero, etc.).

 

149.                    "Enséñese el 'Derecho Canónico', teniendo presente el Misterio de la Iglesia, que el Vaticano II ha estudiado más profundamente. En la exposición de las leyes y principios, hágase ver, entre otras cosas, cómo todo decreto y norma disciplinar debe estar en armonía con la Voluntad salvadora de Dios, buscando en todo el bien de las almas". (164)

 

150.                    "Fíjense también las disciplinas auxiliares y los cursos especiales y especifíquese cuáles son libres y cuáles son obligatorios. Al mismo tiempo, dése a los alumnos la posibilidad de aprender las lenguas hebrea y griego-bíblica, para que, por medio de ellas puedan acudir a los textos bíblicos originales, examinarlos y explicarlos.

 

151.                    Ha de tenderse, más que a multiplicar las asignaturas, a introducir, con método apropiado, nuevas cuestiones o nuevas orientaciones en las ya programadas.

 

Búsquese el modo adecuado de llevar a los alumnos a un mayor conocimiento de las Iglesias y comunidades eclesiales separadas de la Sede Apostólica, para promover el retorno a la unidad, teniendo presentes el decreto 'De Oecumenismo' y el 'Directorium Oecumenicum ' publicados por la Santa Sede; ha de procurarse igualmente introducir a los alumnos en el conocimiento de las otras religiones más extendidas en cada región, para que reconozcan lo que en ellas hay de bueno y verdadero, rechacen los errores y puedan comunicar la luz de la verdad a los que carecen de ella.

 

No ha de prestarse menor atención al estudio, bajo diversos aspectos, de los problemas que plantea el ateísmo actual, con el fin de que los futuros sacerdotes salgan más preparados para resolver con mayor facilidad las graves consecuencias pastorales que de ellos se derivan" (165).

 

152.                    La Conferencia Episcopal Argentina elaborará un plan general de las materias pertenecientes al período de teología que habrán de impartirse en todos los Seminarios.

 

4.- LA DOCTRINA QUE HA DE ENSEÑARSE

 

153.                    "La base principal y el verdadero contexto de toda la formación sacerdotal es la Revelación Divina, a la que los alumnos han de entregarse y servir con fidelidad. Por ello, tanto los profesores como los alumnos adhiéranse fielmente a la Palabra de Dios, contenida en la Escritura y en la tradición, ámenla, medítenla constantemente y conviértanla en alimento espiritual de la propia persona. Deduzcan principalmente de las obras de los Santos Padres el verdadero sentido de la Tradición -que junto con la Sagrada Escritura constituye un sólo depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia -estimando sumamente su doctrina y la de los demás Doctores venerados por la Iglesia. Consideren a Santo Tomás de Aquino como uno de los más grandes maestros de la Iglesia y den la debida importancia a los autores modernos". ( 166)

 

154.                    "Los Profesores de ciencias eclesiásticas, titulares de un cargo sumamente honorífico pero lleno de responsabilidad, no enseñan en nombre propio, sino en nombre de la Iglesia, de la que han recibido la misión. En consecuencia, teniendo presente su lugar especial en el Cuerpo de Cristo, manifiesten siempre sentido de Iglesia con una dócil sumisión a su magisterio, de modo que puedan contribuir a la edificación de la fe tanto en los alumnos como en todos los fieles". (167)

 

155.                    "Preocúpense los Profesores de la situación doctrinal actual y de su progreso; utilicen la justa libertad de investigación y de apertura de su pensamiento, procediendo siempre, sin embargo, 'como cooperadores que son de la verdad' (PO No.8), con la prudencia y seriedad que exige la dignidad de su misión y de la misma verdad revelada.

 

Enseñen con claridad las cosas que se prueban como doctrina de fe y las probadas por el consentimiento de los doctores; esto no puede hacerse con eficacia sino se aduce un texto fundamental válido. Una vez asegurada la doctrina cierta, propongan con sencillez las explicaciones probables, las nuevas y las suyas propias". (168)

 

156.                    "En bien de una mayor eficacia formativa -sobre todo de una preparación sistemática, completa y doctrinalmente segura- es recomendable que se pongan libros de texto, que estén al día, para cada asignatura, que constituyan la base para las clases y para el estudio privado de los alumnos" (F .T . F.S. No. 126).

 

"Junto con la doctrina de la Iglesia, que ha de ser estudiada con mayor profundidad, procúrese que los alumnos se abran adecuadamente y con moderación a la cultura moderna. Los Profesores, teniendo la mirada puesta en este objetivo, tiendan a formar a los candidatos al sacerdocio en el debido equilibrio y discernimiento, para que aprendan a proceder críticamente en el enjuiciamiento y en la lectura de los autores, reteniendo lo admisible y rechazando lo inadmisible. A esto puede contribuir muy eficazmente la lectura en común con los Profesores de libros y revistas, a la que siga una discusión crítica". (169)

 

5.- EL METODO DIDÁCTICO

 

157.                    "Revísese en épocas determinadas el contenido de las asignaturas, para suprimir las cuestiones ya superadas y para tratar mejor y más extensamente las que continúan siendo actuales.

 

Como ya se ha dicho (Cfr. No. 151 de estas Normas), no se introduzcan tan fácilmente asignaturas nuevas sino, más bien, procúrese introducir en lugar oportuno temas nuevos entre las asignaturas que habitualmente se explican.

 

Tengan los Profesores la conciencia y el deseo de formar entre ellos un cuerpo compacto, pues sólo se conseguirá la deseada unidad en la exposición doctrinal, si, al mismo tiempo, esa unidad existe entre los mismos maestros. Preocúpense de las relaciones mutuas entre las asignaturas y su unidad, de modo que los jóvenes se den cuenta de que no están aprendiendo muchas ciencias, sino una sola, a saber: la ciencia de la fe y del Evangelio.

 

Para obtenerlo más fácilmente, deberá existir en cada Seminario una persona que dirija totalmente la estructuración de los estudios". ( 170)

 

158.                    "Han de revisarse también los métodos didácticos; para conseguirlo, téngase en cuenta lo siguiente:

 

a)     En los cursos oficiales ha de tenerse un número determinado de clases de todas las asignaturas, de acuerdo con la decisión común de los Profesores, con objeto de explicar y aclarar los principales puntos doctrinales, de dar normas generales para el trabajo privado de los alumnos y de proporcionar la bibliografía adecuada;

 

b)    Promuévanse seminarios y trabajos de investigación para estimular la participación activa de los alumnos; los Profesores que deban dirigir estos trabajos tengan conciencia de la importancia de su cargo que no ha de cumplirse con menor interés que las clases;

 

c)     Foméntese igualmente el trabajo realizado en pequeños grupos bajo la dirección de un Profesor, y también el estudio privado bajo la orientación de los Profesores por medio de frecuentes diálogos, con el fin de que los alumnos adquieran un método personal de trabajo intelectual;

 

d)    Iníciese, finalmente, a los candidatos al sacerdocio, por medio de investigaciones adecuadas, en los diversos problemas de la pastoral diocesana, que se analizarán científicamente, para que, a través del estudio teológico común de los hechos y acontecimientos, se manifieste más claramente la íntima conexión que existe entre la vida misma, la piedad y la enseñanza procedente de las clases y contribuya a la preparación teológica más completa de los alumnos.

 

Para satisfacer realmente todas estas exigencias metodológicas y de estudio personal, es necesario que se disponga de un número suficiente de Profesores debidamente preparados para sus cometidos". (171)

 

 

159.                    Un requisito esencial para mantener un nivel académico adecuado es la existencia de una biblioteca bien dotada y de fácil acceso para el estudio de Profesores y alumnos.

 

La seriedad que hoy debe tener la formación de los aspirantes al sacerdocio les exige, además del conocimiento de los manuales de estudio recomendados, el acceso directo a las obras de los Santos Padres y de los autores clásicos y modernos. Y esto con una preocupación y un trabajo personal que les enseñe a valorar bajo la dirección de los Profesores, los planteamientos y las soluciones que a lo largo de la historia han recibido las grandes cuestiones teológicas.

 

En especial, la biblioteca debe contar con una sección de revistas científicas relativamente amplia, ya que éstas presentan los más recientes avances de las disciplinas.

 

En cada Seminario, confíese, pues, a un bibliotecario competente y preparado la organización de la Biblioteca, que conservará y, con la ayuda de todos los responsables, enriquecerá continuamente con los fondos que anualmente dedique con generosidad el presupuesto anual.

 

Instrúyase a los alumnos en la utilización de la Biblioteca, valiéndose de la metodología reciente. (172)

 

 

VIII LA FORMACIÓN PASTORAL

 

1.- INTRODUCCIÓN

 

160.                    El Seminario tiene como tarea primordial formar verdaderos Pastores (173) y proporcionar al Obispo los futuros colaboradores y consejeros necesarios para su ministerio ( 174). Por tanto, todos los aspectos -humano, espiritual e intelectual -de la educación de los futuros presbíteros han de converger armónicamente en su formación pastoral (175).

 

De ello han de estar persuadidos todos los que intervienen en la formación de los alumnos, principalmente el Rector quien deberá, como una de sus tareas específicas, coordinar todos estos elementos. Los seminaristas, por su parte, tomarán progresiva conciencia de que la. finalidad pastoral unifica toda su formación.

 

 

2.- EL PASTOR, OBJETIVO FUNDAMENTAL DE LA FORMACIÓN SACERDOTAL

 

161.                    El Señor Jesucristo, Buen Pastor que dio su vida por las ovejas, ha de ser siempre el modelo que inspire la formación pastoral de los alumnos. Sólo revistiéndose de sus mismos sentimientos podrán alcanzar la necesaria madurez -humana, cristiana y sacerdotal- para anunciar el Evangelio, santificar y regir la porción de la grey del Señor que a ellos se les encomendará.

 

162.                    Por lo cual las cualidades del Pastor que los formadores han de intentar forjar en cada uno de los futuros sacerdotes serán:

 

a)     Imitación de Jesucristo que caminó delante de sus ovejas, conociéndolas y siendo conocido por ellas, y que entregó su vida para que tuvieran Vida en abundancia;

 

b)    Sentido de Iglesia para comprender, estudiar, asimilar y vivir el mensaje evangélico según la mente de la Iglesia (Cfr. No. 103-104 de estas Normas);

 

c)     Obediencia filial a su Obispo y a sus Superiores; amor casto, generosidad y disponibilidad para con todos, pobreza y espíritu de renuncia a sus propios criterios, a las comodidades, privilegios, títulos y honores;

 

d)    Oración perseverante y llena de fe, para que pueda ser maestro de oración y sepa dar a su vida ministerial una profunda dimensión contemplativa;

 

e)     Humildad para conocerse a sí mismo, corregirse a tiempo y corregir a los demás;

 

f)      Prudencia en el discernimiento de las situaciones y dificultades que ha de afrontar y en la programación de las etapas progresivas que ha de recorrer tanto él mismo, cuanto cada miembro de la comunidad, cada grupo y la comunidad entera;

 

g)     Encarnación en la realidad concreta que ha de evangelizar que supone capacidad de diálogo, de escucha y de comprensión para estar cerca de todos los hombres, especialmente de los que sufren;

 

h)    Espíritu católico y universal que le capacite para superar las fronteras de la propia diócesis, nación o rito;

 

i)       Alegría y esperanza que contagie el gozo pascual de vivir en Cristo, que congregue la asamblea de los fieles y que promueva vocaciones de total consagración a Dios;

 

j)       Finalmente, caridad pastoral, "vínculo de la perfección sacerdotal" (176), que resume todas las cualidades del Buen Pastor y que reduce a unidad su vida y acción.

 

3.- LA INSTRUCCIÓN PASTORAL

 

163.                    La instrucción pastoral abarca todas las asignaturas, tanta teóricas como prácticas.

 

La enseñanza de la Teología Pastoral, deberá impartirse "ya como dimensión de todas las materias teológicas, ya como ciencia que interpreta y estimula las genuinas instancias del ministerio pastoral y orienta su cumplimiento en las circunstancias actuales según las exigencias de la fe, a la luz de la Revelación "( 177).

 

164.                    La enseñanza de las asignaturas más prácticas, que convendrá impartirse en el último año del Seminario, mediante cursillos o trabajos especiales, (Cfr. No. 171 b de estas Normas), debe tender a brindar a los alumnos los siguientes elementos:

 

a.      Iniciación pastoral práctica al ministerio litúrgico, insistiendo sobre todo en las prescripciones pastorales y en las indicaciones dadas por la Conferencia Episcopal Argentina y por el propio Obispo sobre la preparación y administración de los Sacramentos; los Profesores se pondrán de acuerdo con la comisión litúrgica de la diócesis o de la región ( 178) ;

 

b.     Formación catequética y homilética que les ayude en todo lo que implica la transmisión de la Palabra de Dios que ilumina la existencia cristiana en todas las etapas de la vida -niñez, adolescencia, juventud y edad madura - para que la fe se torne viva, explícita y activa; debe darse especial atención al arte de leer, escribir y argumentar correctamente, a los métodos actuales de enseñanza catequética y a .la preparación de buenos catequistas ( 179).

 

c.      Capacitación para orientar personal y espiritualmente a los fieles según los diversos estados de vida; esto es exigido sobre todo por el ejercicio del sacramento de la reconciliación y por la dirección espiritual ( 180) ;

 

d.     Conciencia de que, junto con el Obispo y los diáconos, han de ejercer con la palabra y el ejemplo, la presidencia de la caridad, integrando la promoción y defensa de la dignidad humana con el anuncio explícito del Evangelio;

 

e.      Conocimiento, y valoración de los distintos movimientos de apostolado laico (Acción Católica, Movimiento Familiar Cristiano, Cáritas, Unión Scouts Católicos Argentinos, Cursillos de Cristiandad, Movimientos Juveniles Diocesanos, etc.) que les permita trabajar orgánicamente con ellos, suscitando y fomentando su propio dinamismo apostólico;

 

f.       Apertura para servir y colaborar con todos los agentes de pastoral y así valorar auténticamente: lo específico del ministerio presbiteral, la peculiaridad de las congregaciones religiosas e institutos seculares; la identidad ministerial del diaconado permanente; el sentido de los ministerios no ordenados del lectorado y acolitado; el campo propio y específico del apostolado seglar;

 

g.      Conocimiento de las necesidades y principales problemas de toda la Iglesia, en especial lo que se refiere a las misiones y al ecumenismo como también otros más urgentes en la propia diócesis o región; asimismo, preparación para entablar diálogo con los no creyentes;

 

h.     Formación para el recto uso de los medios de Comunicación social e iniciación en el empleo de los mismos con fines apostólicos (Cfr. No. 138 de estas Normas).

 

 

 

 

4.- LAS EJERCITACIONES PASTORALES

 

165.                    La modelación según el Espíritu de la imagen del Buen Pastor y la instrucción pastoral han de ir acompañadas por una conveniente ejercitación pastoral a lo largo de toda la formación sacerdotal, de acuerdo con las diversas etapas formativas (Curso Introductorio, Filosofía, Teología, Diaconado) y edades de los alumnos.

 

166.                    Cuídese especialmente que el tiempo dedicado a estas prácticas no menoscabe las exigencias propias de la vida espiritual, de los estudios y de la vida comunitaria. Asimismo, recuérdese siempre que su finalidad no es cubrir necesidades del Pueblo de Dios, sino la formación pastoral del futuro presbítero.

 

167.                    En la organización y realización de esta ejercitación pastoral ha de tenerse siempre en cuenta lo siguiente:

 

a)     En cada Seminario, haya un Responsable o Prefecto de Pastoral, cuya tarea ha sido señalada en el número 73 de estas Normas;

 

b)    Los seminaristas han de asumir progresivamente las prácticas pastorales en su doble condición de cristianos, ( que los constituye en apóstoles y de futuros pastores; por tanto, tales prácticas no han de considerarse como meros ensayos sino como verdadera preparación sacerdotal.

 

c)     En la medida de lo posible no trabajen aisladamente sino en equipos, constituidos por dos, tres o más alumnos bajo la guía de un párroco y/o sacerdote especialmente designado;

 

d)    Dichos sacerdotes busquen especiales momentos para dialogar, compartir, planificar y realizar las actividades con los seminaristas; con su prudencia y experiencia les enseñarán el modo de actuar y de tratar a las diversas personas. Sin esta acción prudente de los sacerdotes, la misma práctica pastoral podría ir en perjuicio de la formación de los alumnos;

 

e)     Cuídese que los ministerios del Lectorado y Acolitado y el Orden Sagrado de Diaconado, que la Iglesia quiere que reciban antes de la ordenación presbiteral, no pierdan su identidad sino que se valoren mediante una preparación adecuada y el ejercicio de los mismos en el Seminario y en las prácticas pastorales;

 

f)      A lo largo de los años del Seminario bríndese a cada alumno la posibilidad de conocer y entrenarse en los principales campos de su futuro ministerio: la Palabra (catequesis, animación de grupos, etc.), el Culto (preparación y participación activa en las funciones litúrgicas parroquiales), el Servicio (visita a los enfermos, asistencia a los pobres y encarcelados, etc.). Evítese que queden encerrados en una sola experiencia pastoral.

 

168.                    Si fuere conveniente, corresponde a los Superiores organizar en las vacaciones, en particular las de verano, la realización de alguna experiencia pastoral (misiones, convivencia en alguna parroquia, campamentos, cursillos especiales, etc.). Si así se decidiera, será muy útil hacer participar a los mismos alumnos en su programación (181).

 

5.- LA ESPECIALIZACION CON VISTAS A MINISTERIOS ESPECIALES

 

169.                    El acrecentamiento y las diferentes necesidades pastorales en el mundo actual exigen cada día más que, junto a la formación general común para todos y de la que se ha hablado anteriormente, se adquiera una preparación especial ajustada al ministerio que ha de ejercer cada uno (182).

 

170.                    Una vez asegurada para todos una sólida formación general filosófico-teológica, la preparación especial puede ser doble:

 

A)   Una que es muy útil para los sacerdotes en su actividad pastoral y que puede ir adquiriéndose ya desde el Seminario, sin que sea necesario asistir a Centros especiales. Podría ser, por ejemplo, la preparación para trabajar apostólicamente:

 

-         en algún sector humano (obrero, rural, etc.)

-         en alguna actividad más específica (Catequesis, Liturgia, Cáritas, etc.)

-         en las prioridades pastorales de la propia diócesis, región o nación (juventud, familia, vocaciones, comunidades eclesiales de base, etc.)

-         en los Medios de Comunicación Social (gráficos y audiovisuales)

 

B)   Otra, imprescindible para los sacerdotes destinados a ejercer ministerios que exigen una preparación específica en Centros peculiares, podría ser por ejemplo, la capacitación para la enseñanza de ciencias sagradas o profanas. (183)

 

171.                    En cuanto al apartado A) procúrese que se lleve a cabo dentro de los seis años de filosofía y teología, lo cual puede conseguirse, por ejemplo, de las siguientes formas:

 

a)     Por medio de la explicación, en adecuada y conveniente unión con la formación general, de materias especiales, bien durante el año escolar, bien durante las vacaciones, haciéndose con orden y en proporción con las disciplinas principales:

 

b)    Por la distribución de todas o casi todas las asignaturas necesarias para la común formación sacerdotal, en los primeros cinco años, dando especial lugar, durante el sexto, a la enseñanza de la teología pastoral y a la formación especial antedicha mediante cursillos, jornadas de estudio y reflexión, asignaturas especiales, etc.

 

Con estos y otros métodos que pueden hallarse los distintos grupos de alumnos recibirán la formación especial adecuada a sus aptitudes individuales, y, sobre todo, a las peculiares necesidades de la diócesis indicadas por el Obispo. (184)

 

172.                    En cuanto al apartado B) es necesario que los candidatos, después de haber terminado la formación general y de haber realizado también alguna experiencia pastoral, sean enviados a centros especializados, nacionales e internacionales: Facultad de Teología de la U.C.A., Colegios y Facultades Romanas, etc., donde puedan lograr esta formación especial junto con los correspondientes diplomas o grados académicos.

 

Para este fin han de elegirse los que por su carácter, virtud y capacidad intelectual sean más aptos; y ha de procurarse con empeño que se complete su formación espiritual y pastoral, sobre todo si todavía no son sacerdotes. ( 185)

 

"Los Seminarios Mayores con estudios teológicos científicamente organizados examinen la posibilidad de afiliarse a alguna facultad de teología con el fin de que, bajo su dirección un buen número de alumnos del Seminario, pueda conseguir el primer grado académico en Teología (Bachillerato)" ( 186).

 

IX LA FORMACION PERMANENTE

 

173.                    "La naturaleza de la formación del sacerdote es tal, que debe perfeccionarse cada día más, durante toda la vida, pero sobre todo en los primeros años siguientes a la ordenación. Por lo cual, el decreto 'Optatam Totius' prescribe en el No. 22 que, al dejar el Seminario, ha de proseguirse y perfeccionarse la formación en sus aspectos espiritual, intelectual y, sobre todo, en el pastoral, para que los nuevos sacerdotes puedan iniciar y continuar mejor su trabajo apostólico. Foméntese para esto el trabajo en equipo el cual puede proporcionar, sobre todo actualmente, muchas ventajas al ministerio pastoral". (187)

 

174.                    Dada la situación actual del mundo en que los sacerdotes deben desempeñar su ministerio, cuídese diligentemente de proporcionar a los presbíteros la posibilidad de una formación permanente que abarque todas las áreas de su ministerio.

 

Que cada Ordinario, juntamente con su presbiterio, y en contacto con el Seminario y otros Centros de Estudios Eclesiásticos, coordine dicha formación. Para ello téngase en cuenta las sugerencias que indica la RFIS. No.101, y la Instrucción de la Sagrada Congregación para el Clero sobre la formación permanente (188).

 

 

SIGLAS

 

A.- Documentos del Concilio Vaticano II

 

O.T. Decreto "Optatam Totius", sobre la formación sacerdotal.

P.O. Decreto "Presbyterorum Ordinis", sobre el ministerio y vida de los presbíteros.

L.G. Constitución dogmática "Lumen Gentium", sobre la Iglesia.

D.V. Constitución dogmática "Dei Verbum", sobre la Divina Revelación .

S.C. Constitución "Sacrosantum Concilium", sobre la Sagrada Liturgia.

G.S. Constitución pastoral "Gaudium et Spes", sobre la Iglesia en el mundo actual.

G.E. Declaración "Gravissimum educationis", sobre la educación cristiana de la juventud.

I.M. Decreto "Inter mirifica", sobre los medios de comunicación social.

 

B.- Encíclicas y exhortaciones apostólicas

 

Sac. Cael. Encíclica "Sacerdotalis Caelibatus", 24 de junio de 1967.

E.N. Exhortación Apostólica de S.S. Pablo VI: "Evangelii Nuntiandi", acerca de la Evangelización del mundo contemporáneo, Roma, 8/XII/75.

C.T. Exhortación Apostólica de S.S. Juan Pablo II: "Catechesi Trandedae", sobre la Catequesis en nuestro tiempo, Roma, 16/X/79.

 

C.- Documentos de la Sagrada Congregación para la Educación Católica

 

R.F.I.S. "Ratio Fundamentalis institutionis sacerdotalis", Normas básicas para la formación sacerdotal, Roma 1970.

E.F.S. Carta Circular sobre la enseñanza de la filosofía en los Seminarios, Roma 1972.

O.E.C.S. Orientaciones para la educación en el celibato sacerdotal, Roma 1974.

F .T .F .S. La formación Teológica de los futuros sacerdotes, Roma 1976.

I.F.L.S. Instrucción sobre la formación litúrgica en los Seminarios, Roma 1979.

C.C.F.E.S. Carta Circular sobre algunos aspectos más urgentes de la formación espiritual en los Seminarios, Roma 1980.

Esc.Cat. "La Escuela Católica", Roma 1977.

 

D.- Otros Documentos

 

Carta JP II Carta del Sumo Pontífice Juan Pablo II todos los sacerdotes de la Iglesia con ocasión del Jueves Santo, Roma 1979.

D.C.P.V. "Pastoral de las Vocaciones" , Documento Conclusivo del II Congreso Internacional de Obispos y otros responsables de las vocaciones eclesiásticas, realizado en Roma, 1981.

D.C.G. "Directorio Catequístico General", de la Sagrada Congregación para el Clero, Roma 1971.

D.P. Documento de Puebla: "La Evangelización en el presente y en el futuro de América Latina", III Conf. Gral. del Episcopado Latinoamericano; Puebla 1979.

I.C.N. "Iglesia y comunidad nacional", Conferencia Episcopal Argentina, San Miguel, 1981.

N.S.A. "Normas Generales para los seminarios argentinos", Conf. Episcopal Argentina, Bs. As. 1969.

R.I.S. "Ratio Institutionis Sacerdotalis" de la Conferencia Episcopal Española, aprobada por la Santa Sede el 6 de junio de 1968.