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PASTORAL ABORIGEN

Documento - Base de Trabajo

 

El "abandono trágico de los grupos" aborígenes que en número aproximado a los 450.000 pueblan el territorio Argentino es objeto de una reflexión colectiva de los Obispos. Como fruto del análisis y de la visión pastoral de esa realidad se decide la creación del Equipo Episcopal para la Pastoral Aborigen, se fijan las finalidades y tareas a su cargo, a la vez que se emite la primera pastoral colectiva referida a ese sector de la población nacional.

 

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

Este documento de trabajo que presenta la Conferencia Episcopal Argentina trata sobre la realidad de pueblos aborígenes que pertenecen a algunas de nuestras Diócesis y Prelaturas.

 

Durante muchos años -ya casi 500 -, la Iglesia ha estado de una u otra manera presente entre los indígenas llevando el Mensaje del Evangelio. Hoy, si bien minorías, significan para nosotros una presencia real en nuestras Iglesias particulares que nos invitan a nuevos desafíos en la tarea evangelizadora y que queremos poner a consideración de todos.

 

Los esfuerzos aislados durante las últimas décadas han convergido hoy, como una gracia del Señor, en el deseo de aunarlos y sentar criterios que puedan responder en fidelidad a estas culturas que llevan en sí las "semillas del Verbo" y ante quienes sentimos el deber de responder.

 

Frente a esta inquietud, se reunieron informalmente algunos Obispos durante las Asambleas de la C.E.A. tenidas el año pasado. Luego, en la Diócesis de Formosa y con la presencia de su Obispo, hubo un encuentro con los Obispos de Misiones, Sáenz Peña y Orán, con la participación del INCUPO (Instituto de Cultura Popular), que por la experiencia en el tema coordinó dicha reunión, y de agentes de pastoral que viven y trabajan con indígenas en nuestro Norte Argentino.

 

Este Documento es fruto de ese Encuentro, y hoy es asumido por la Conferencia Episcopal Argentina.

 

 

1.- REALIDAD SITUACIONAL DE LOS PUEBLOS ABORÍGENES

 

Las informaciones censales del Servicio Nacional de Asuntos Indígenas y la Asociación Indígena de la República Argentina (AIRA), llegan a precisar una cifra cercana a los 350.000 aborígenes, aunque admiten la existencia de numerosos individuos y grupos que probablemente no hayan sido tenidos en cuenta, por lo que la cifra podría llegar -estiman algunos estudiosos- a 450.000 o más personas. En América Latina el número de indígenas se estima en 40.000.000 de individuos.

 

 

1.1. Grupos étnicos y ubicación geográfica

 

1.1.1. Grupo Guaycurú

El grupo Toba que habita el Gran Chaco argentino alberga alrededor de 50.000.

 

El grupo Pilagá son aproximadamente unos 5.000 y se localizan en la provincia de Formosa.

 

El grupo Mocoví ha perdido en gran parte su unidad y características culturales, se los encuentra como peones de estancia y obreros golondrinas en la provincia de Santa Fe y el Chaco. Se estima su número en aproximadamente 1.500 individuos.

 

 

1.1.2. Grupo Mataco-Mataguayo ( de origen Lingua-Macá)

Pertenecen a este grupo los Matacos (Wichi en su idioma) que es el mayoritario -unos 60.000 individuos- que habitan el Oeste de las provincias del Chaco, Formosa y el Este de Salta.

 

También los Chorotes y Chulipies pertenecen a esta gran familia, pero se ignora el número, siquiera aproximado, de sus miembros. Habitan las mismas zonas de los Matacos.

 

 

1.1.3. Grupo Guarani

 

Los Guaraní-Caingüá en número aproximado a los 3.500 individuos, habitan la provincia de Misiones.

 

Los Chiriguanos viven en la zona llamada del "Ramal" de las provincias de Salta y Jujuy y son unos 21.000 individuos. Están muy mestizados por otro grupo -los Chanés- de origen Arawak que se encuentran en toda América, desde el Caribe a Bolivia.

 

 

1.1.4. Grupo Pampeano-Patagonico

 

Los Alcalufes, Yaganes o Yagananas y Tehuélches, habitan los dos primeros, en el extremo austral argentino-chileno. Prácticamente han desaparecido como unidad étnica sobreviviendo contados representantes de cada grupo. Los Yagananas argentinos se encuentran en la isla de Tierra del Fuego, siendo menor de doce individuos sus componentes. Los Tehuélches se hallan solamente en la provincia de Santa Cruz y parte del Chubut. El número de individuos que sobreviven es incierto y se cree que muchos están en avanzado estado de aculturación.

 

Los Mapuches o Araucanos constituyen la gran mayoría del "Complejo Patagónico Argentino" que está compuesto por más de 35.000 habitantes en total. Hay ciertas áreas de las provincias de Neuquén y Río Negro en que el porcentaje de esta población indígena con respecto al total de habitantes asciende a un promedio de alrededor del 37%.

 

 

1.1.5. Grupo Diagüito-Calchaquíes

 

Este es uno de los grupos de ubicación y descripción estadística más incierta. Se cree que habitan amplias zonas de Catamarca y Tucumán. Los datos del censo indígena nacional correspondiente a estos grupos no llegaron a procesarse. La AIRA y el Servicio Nacional de Asuntos Indígenas consideran una cifra superior a los 6.000 individuos.

 

 

1.1.6. Grupo Aymará–Quechua

 

Existen grupos aborígenes de habla aymará y quechua o "quichua" en las provincias de Jujuy y Salta. El Servicio Nacional de Asuntos Indígenas considera que son alrededor de 40.000 individuos. El CIN tampoco consiguió otorgar sistematizado los datos de estos grupos.

 

El proceso de mestizaje o la "ladinización" ha permitido la aparición de otros grupos étnicamente diferenciados: Los Cholos o Birlochas, muy numerosos en las áreas territoriales de mayor concentración aymará y quechua. Los Kollas a diferencia de los anteriores, constituyen un grupo autónomo más puro y numeroso, presumiblemente todos de habla aymará. Según el relevamiento de datos del Servicio Nacional de Asuntos Indígenas y de la AIRA de 1976, los Kollas serían el grupo más numeroso del país, alcanzando la cifra de unos 98.000. Las estimaciones de CADAL hablan de 175.000 individuos.

 

Esta rápida caracterización, permite ubicarnos en la realidad indígena de nuestro país, realidad que, como reiteradamente se ha dicho, desconocemos la mayoría de los argentinos.

 

Quisiéramos en este mosaico indígena del país señalar que la mayoría de los aborígenes argentinos, pertenecen a conformaciones tribales. Tan sólo los Guaraníes y la gran nación Kolla, provienen de las grandes civilizaciones indígenas de América.

 

También queremos señalar que hay entre los mismos indígenas quienes no se reconocen como tales por un acelerado proceso de aculturación.

 

Actualmente el fenómeno demográfico se halla en franco crecimiento ascendente, pero es difícil obtener datos estadísticos sobre este fenómeno que se evidencia en las comunidades donde hay una presencia de Iglesia.

 

 

1.2. Bosquejo histórico.

 

Desde los orígenes de la América española la Iglesia mostró su preocupación y sensibilidad social por los pueblos aborígenes, aportando a través de la fe cristiana y el Bautismo una particular penetración en la raíz cultural de los mismos, lográndose una cierta unidad espiritual a escala latinoamericana. La Iglesia al hacer esto reconocía a los aborígenes su dignidad de hijos de Dios y una básica conciencia de igualdad y de posesión de derechos comunes como el que tiene el no aborigen (I.C.N. 4-6). La Iglesia contribuyó de esa forma a lograr una evangelización constituyente del ser latinoamericano y argentino, a través de la obra misionera de Jesuitas y Franciscanos, Dominicos, Mercedarios y otros tantos agentes de pastoral.

 

Como toda obra humana, a pesar del espíritu cristiano y los buenos propósitos que la animaron, esta presencia y acompañamiento de la Iglesia tuvo a veces un carácter ambiguo y contradictorio en los hechos (I.C.N. 9-14).

 

Durante la época de la independencia de nuestro país y posteriormente en la llamada organización nacional, se elige para la Argentina un modelo de desarrollo inspirado en la "modernidad" vigente en algunos países europeos y se intenta un cambio radical en la identidad y en la gestante cultura argentina basado en una ideología sustentada en el mero progreso material y económico (I.C.N. 17-20).

 

La preocupación de promover por medio de la inmigración el crecimiento demográfico del país y su productividad, llevó a ocupar militarmente los territorios en poder de los pueblos aborígenes, dando lugar a matanzas de los mismos en las llamadas "conquistas del desierto" del Norte y del Sur del país.

 

En forma simultánea con la conquista militar y aún a posteriori, el choque cultural entre el blanco y el indio, dio lugar a masivos etnocidios que hicieron desaparecer a no menos de cincuenta étnias que poblaban nuestro territorio nacional.

 

La Iglesia se encontró enfrentada a estos nuevos problemas y simultáneamente vio disminuir sensiblemente sus fuerzas evangelizadoras debido en parte a dificultades de relación entre el Gobierno argentino con la Santa Sede, la falta de nombramientos de Obispos, la intromisión estatal en la vida y régimen de Conventos y Seminarios, etc. (I.C.N. 19).

 

No obstante en algunas regiones, la Iglesia permaneció y continuó su labor.

 

Frente a este repliegue de la Iglesia de las misiones aborígenes y acompañando en muchos casos a las corrientes inmigratorias europeas, las Iglesias separadas (Metodistas, Anglicanos, Bautistas) cubrieron en parte la acción evangelizadora de la Iglesia, sobre todo en el campo de la salud y llevando la Palabra de Dios a algunas poblaciones.

 

Desde la década del setenta, hay un fuerte resurgir de la tarea evangelizadora de la Iglesia en las comunidades indígenas y una búsqueda de una pastoral aborigen específica adaptada a la cultura de cada una de las étnias que componen el mundo indígena. Tarea, por cierto, muy ardua y difícil, no sólo por lo inhóspito de las zonas donde se encuentran las comunidades indígenas, sino también por la ausencia de una pastoral orgánica, tanto diocesana como nacional. Lo cual dificulta la tarea de evangelización que va realizando con aciertos y desaciertos.

 

Hoy estos pueblos miran, entre otros, a la Iglesia como Sacramento de Salvación a nivel personal y como grupo cultural.

 

 

1.3. Cultura

 

Una consecuencia directa de todo este devenir histórico es que muchos grupos se encuentran en un estado de fuerte indefensión cultural frente a las demás culturas de la sociedad envolvente, lo que está provocando en ellos una pérdida de su identidad y dignidad cultural, al encontrarse en una trágica transición en la que no alcanzan a lograr una síntesis que incorpore críticamente los valores de la nueva cultura, rechace sus anti-valores y rescate simultáneamente los que pertenecen a su propia cultura. Esto plantea a la Iglesia y a todos los que quieran hacer una tarea de evangelización en el mundo aborigen el desafío de rescatar y reforzar la cultura de cada etnia particular, estudiando la forma y el manejo en el aporte de los elementos evangelizadores.

 

En la Argentina se da una pluralidad de culturas especialmente en las etnias aborígenes. Estas culturas no son suficientemente conocidas en su cosmovisión: Lenguaje, costumbres, instituciones, valores y aspiraciones. La integración de estos grupos a la vida nacional se entendió con frecuencia, desgraciadamente, más como una destrucción de sus culturas -etnocidio- que como el reconocimiento de sus derechos a desarrollarse, a enriquecer el patrimonio cultural de nuestra nación y enriquecerse con él mediante el diálogo intercultural. La Iglesia ha abogado fuertemente, sobre todo a partir de Puebla, por este diálogo intercultural.

 

 

1.4. Tierra

 

"La Cultura es una relación ontológica entre una comunidad y su tierra..." (Juan Pablo II).

 

La violencia ejercida contra los pueblos indígenas, casi siempre estuvo ligada a la tierra. Sin la garantía de tierra no hay condición alguna de su sobrevivencia como pueblos y como etnias portadores de culturas originales. El aborigen sin tierra, no es aborigen.

 

Para ellos la tierra no es una simple mercancía o un bien de producción y lucro. Es como su espacio cultural, el lugar de sus mitos y su historia. Es el hábitat de vida penetrada de tradiciones y valores. Es el lugar donde reposan sus antepasados. Es la madre-tierra con quien conviven y mantienen una relación mística y religiosa. "Los aborígenes somos de la tierra como los árboles".

 

La tierra es en su concepción cultural un ámbito comunitario donde no se comprende lo "mío" ni lo "tuyo". Es don, y por ello para ser compartido por todos. Su relación con ella no es la del desequilibrio depredador, sino la de la armonía. Por eso, es tan terrible su situación actual en que se encuentran constantemente amenazados con ser expulsados de sus tierras, condenados a encerrarse en "reservas" que semejan verdaderos campos de concentración, o son víctimas de políticas gubernamentales que otorgan ínfimas parcelas individuales o familiares a los aborígenes, colaborando con ello a su etnocidio y exterminio cultural.

 

 

 

1.5. Indicadores sociales

 

La población aborigen, vive mayoritariamente, en los montes, pedreros, selvas o al pie de las cordilleras, aunque también existen grupos viviendo en zonas suburbanas de pueblos y ciudades del interior.

 

 

1.5.1. Educación

 

El sistema educativo formal que se imparte en todo el país, muestra un desajuste grave al ser aplicado en estas áreas de población aborigen. Los métodos y programas oficiales imparten una educación uniforme que deja de lado los conocimientos científicos y pedagógicos avalados por una cultura ancestral diferente a la nuestra, pero rica en contenidos y adaptada al medio donde se ha desarrollado. Este sistema educativo atenta contra el concepto comunitario y produce el desarraigo familiar y cultural.

 

El desconocimiento de las pautas culturales propias de las etnias, agravadas por el desconocimiento del idioma castellano, acarrea como consecuencia la repetición en los primeros grados, el desgranamiento escolar y un alto índice de deserción.

 

A esto debemos agregar la incorporación de mano de obra infantil al mercado de trabajo en casi todas las zonas. La desnutrición que aqueja a los niños de las agrupaciones aborígenes, es también un limitante del rendimiento escolar que pudiesen lograr.

 

 

1.5.2. Salud

 

El estado de salud de la población aborigen, guarda íntima relación con las deficientes condiciones en que viven. La precariedad de las viviendas, la falta de agua potable, la insuficiente alimentación, etc., provocan la típicas enfermedades sociales tales como: tuberculosis, venéreas, parasitosis, desnutrición, anemias y enfermedades endémicas como hidatidosis, Chagas-Mazza, bruselosis, las que contribuyen a elevar las tasas de mortalidad, especialmente infantil. A veces las enfermedades hereditarias ( consanguinidad y alcoholismo) son significativas.

 

Este cuadro de situación se ve agravado por la falta de control médico periódico, de campañas de vacunación, dificultades para la adquisición de medicamentos, faltas de medios de comunicación para trasladar enfermos en casos de urgencia.

 

 

1.5.3. Documentación

 

La ubicación geográfica de muchas comunidades alejadas de los centros poblados, hace que no se registren con frecuencia los nacimientos, casamientos y defunciones que se producen, lo cual trae como consecuencia falta de documentación o dificultades para su obtención

 

Así en la mayoría de los casos, el aborigen sin documento no puede acceder a un empleo y gozar de los beneficios sociales, ni ser beneficiario de la jubilación o pensión. También incide en el hecho de no contraer responsabilidad civil, compra de bienes, y se le dificulta el libre tránsito de una provincia a otra cuando emigran por razones de trabajo.

 

 

 

1.6. Economía y recursos

 

En general en los pueblos aborígenes prevalece una economía de subsistencia. El progresivo ingreso a la economía de mercado los afecta y deteriora gravemente en su concepción cultural y en la estructura interna de los grupos.

 

Los recursos naturales para la subsistencia de estos pueblos están siendo aceleradamente destruidos -destronques irracionales, contaminación de los ríos, eliminación de la caza, explotación del sub-suelo, etc. - condenando a muchos individuos y grupos a incorporarse en calidad de mano de obra barata al mercado de los trabajadores, cosecheros de caña y algodón, hacheros o simples changarines en los cinturones marginales de las ciudades, condenándolos a un nuevo sistema  de explotación.

 

 

1.7. Hacia el protagonismo de los pueblos aborígenes

 

Dentro de todo este panorama desolador, existen sin embargo, suficientes experiencias que exhiben resultados exitosos y nos permiten alentar esperanzas cuando el trabajo de promoción se realiza respetando los tiempos y la cultura de los distintos grupos. Todas estas experiencias de Iglesia nos han permitido ver en un plazo relativamente corto que se puede revertir la situación de quiebra cultural y abandono trágico de los grupos, lográndose un crecimiento demográfico, una revalorización de su cultura, la recuperación de su dignidad y el nacimiento y fortalecimiento de sus propias organizaciones para poder participar protagónicamente en la vida nacional.

 

Es sintomático que en su casi mayoría, los resultados exitosos provengan de grupos aborígenes acompañados por agentes pastorales de la Iglesia Católica y por los de las Iglesias separadas, siendo muy escasas las acciones positivas apoyadas desde organismos oficiales.

 

 

1.8. Organismos indigenistas e indígenas

 

Son muy contadas y de accionar muy puntual las organizaciones de personas no aborígenes ( organizaciones indigenistas) que se comprometen con esta problemática.

 

En cuanto a las constituidas por los propios indígenas (organizaciones indígenas) se empieza a ver luego de muchos años de intentos frustrados, la formación de algunas organizaciones, tales como el Centro Kolla, Movimiento Indígena Argentino (MIA), Asociación Indígena de la República Argentina (AIRA), etc.

 

Creemos que pese a las dificultades internas debido al desarraigo que muchas veces se produce en los dirigentes de estas asociaciones y las externas provenientes del manipuleo e instrumentación política que a veces se quiere ejercer sobre ellas, se debiera apoyar el nacimiento y fortalecimiento de este tipo de organizaciones.

 

 

2.- FUNDAMENTACION

 

2.1. Miseria y marginación

 

La lectura pastoral de la situación de los aborígenes en nuestro país tiene características dramáticas a la vez que esperanzadoras. La Iglesia, y en especial las Diócesis y prelaturas que cuentan con naciones aborígenes, se encuentran con graves situaciones existenciales de miseria y marginación, ante las cuales no pueden cerrar su corazón ni tampoco esquivarse. " ¿De qué sirve si uno de ustedes al ver a un hermano o hermana desnudos o sin el alimento que necesitan les dicen: 'Vayan en paz, caliéntense y coman y no les dan lo que necesitan para su cuerpo? Lo mismo pasa con la fe si no va acompañada de las obras, está completamente muerta " (Sant. 2,14-17).

 

 

2.2. Muerte cultural

 

Pero también, y quizá aún más grave, es la tremenda posibilidad que en pocos años más, la sociedad argentina se encuentre con la muerte cultural de las pocas etnias que todavía subsisten. Un etnocidio de pueblos y naciones ancestrales, ante los cuales sentirnos un desafío, no sólo de su defensa -tradición constante de la Iglesia Católica para con los pueblos indígenas-, sino también en la creación de una nueva mentalidad y de un conocimiento adecuado entre los fieles respecto a estos hermanos.

 

El llamado de los aborígenes a la Iglesia es creciente. Golpean a sus puertas en busca de solidaridad, de vida ..., encontrando en ella la garantía de su supervivencia como Pueblos Indígenas. Ellos "claman por la salvación y comunión que el Padre les ha preparado y en medio de su lucha por vivir y encontrar el sentido profundo de la vida, esperan de nosotros el anuncio de la Buena Noticia " (Puebla, No.340).

 

 

2.3. Opción por los pobres

 

Desde Puebla, los Obispos latinoamericanos hemos hecho una clara opción preferencial por los pobres, dentro de los cuales los indígenas aparecen como "los más pobres de entre los pobres" (Puebla No.34). Ellos son el "rostro sufriente del Señor, el Varón de dolores ..." "despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores y hermanado en el sufrimiento, como alguien ante quien se aparta el rostro, tan despreciado que lo tuvimos por nada" (Is. 53,3).

 

Pero sin embargo, sus culturas que aún subyacen, son "riquezas de los pueblos, medios eficaces para transmitir la fe, testigos vivenciales de la relación con Dios, con los hombres y con el mundo" (Juan pablo II a los indígenas de Quezaltenango-O Rom. 20/2/83).

 

 

2.4. Continuar con una tradición misionera

 

Cristo envió a sus discípulos a predicar y a anunciar su Evangelio a todas las personas y naciones (Mt. 28, 19) dentro de las cuales están los Pueblos indígenas. Así lo entendieron los primeros misioneros que llegaron a nuestras tierras. "Ellos sabían muy bien cuán importante era la cultura como vehículo para transmitir la fe, para que los hombres progresen en el conocimiento de Dios. En esto no puede haber distinción de razas ni culturas... No hay griego ni judío, ni esclavo ni libre, sino que Cristo es todo en todos" (Juan Pablo II en Quezaltenango O. Rom. 20/3/83; Col. 3,9-11).

 

 

2.5. Evangelización de las culturas

 

La tarea evangelizadora de la Iglesia busca penetrar no sólo en las personas, sino también en las culturas que trata de alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio, "lo que importa es evangelizar, no de una manera decorativa, como un barniz superficial, sino de manera vital, en profundidad -y hasta sus mismas raíces- la cultura y las culturas del hombre" (E.N. No. 19-20).

 

La Evangelización es el anuncio de la Buena Nueva que se revela preferentemente a los pequeños y sencillos y no a los sabios y prudentes (cfr. Lc. 10,21). Los indígenas que durante años viven situaciones de "mala noticia " con el atropello a su cultura, el despojo de sus tierras, la discriminación racial y la humillación de su dignidad, como personas y Pueblos, ponen su confianza en la Iglesia portadora de la Buena Nueva, "que pasa siempre por los que 'no son nada' a los ojos del sistema de lucro y por los que son marginados por una civilización etnocéntrica y auto-idolátrica" (Encuentro Ecum. Panamazónico de Past. Indig., Manaus 11, 1980; cfr. 1 Cor. 1,27).

 

"La Iglesia -ha dicho Juan Pablo II- os presenta el Mensaje salvador de Cristo en actitud de profundo respeto y amor. Ella es bien consciente de que cuando anuncia el Evangelio debe encarnarse en los Pueblos que acogen la fe y debe asumir sus culturas. Vuestras culturas merecen el máximo respeto, estima, simpatía y apoyo por parte de toda la humanidad. Esas culturas han dejado monumentos impresionantes -como los de los Mayas, Aztecas, Incas y tantos otros- que aún hoy contemplamos asombrados" (Juan Pablo II en Quezaltenango ,O. Rom. 20/3/83).

 

 

2.6. Compromiso de la Iglesia

 

Creemos que el Magisterio de la Iglesia en la voz del Sumo Pontífice, ha tenido palabras muy esclarecedoras y solidarias para con los indígenas de todo el mundo y los de América Latina, en especial durante sus peregrinaciones pastorales por nuestro Continente. Creemos que es el momento oportuno para hacer nuestras sus palabras a los indígenas de Guatemala: "La Iglesia conoce, queridos hijos, la marginación que sufrís, las injusticias que soportáis, la serias dificultades que tenéis para defender vuestras costumbres y tradiciones. Por ello, al cumplir su tarea evangelizadora, ella quiere estar cerca de vosotros y elevar su voz de condena cuando se viole vuestra dignidad de seres humanos e hijos de Dios; quiere acompañaros pacíficamente como lo exige el Evangelio, pero con decisión y energía en el logro del reconocimiento y promoción de vuestra dignidad y de vuestros derechos como personas" (Juan Pablo II en Quezaltenango, O. Rom. 20/3/83).

 

 

3.- RESOLUCION DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA

 

En base a la lectura pastoral de la situación y a los fundamentos de la Iglesia expresados en la Palabra de Dios, el Magisterio del Santo Padre y de los Obispos, la Conferencia Episcopal Argentina resuelve:

 

3.1. La Creación de un EQUIPO EPISCOPAL PARA LA PASTORAL ABORIGEN.

 

3.2. La finalidad de este Equipo será:

 

3.2.1. Promover que la Pastoral Aborigen del país sea asumida y respaldada por todo el Episcopado, como responsabilidad de toda la Iglesia en la Argentina, apoyando desde allí los distintos esfuerzos e iniciativas de las Iglesias particulares que tienen aborígenes.

 

3.2.2. Promover en la comunidad nacional el conocimiento de estas minorías e impulsar una nueva mentalidad con respecto a ellas.

 

3.3. Tareas concretas de este Equipo Episcopal, serán:

 

3.3.1. Elaborar un Proyecto nacional de Pastoral aborigen.

 

3.3.2. Definir criterios desde la perspectiva de la Iglesia y de la Evangelización respecto a la CULTURA, a la TIERRA, a la AUTODETERMINACION, a la INTEGRACION y demás aspectos señalados en el marco situacional con que se inicia este Documento.

 

Al finalizar ponemos este apremio pastoral en manos de María Santísima, Estrella de la Evangelización.

 

San Miguel, 9 de noviembre de 1984.