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Al cerrarse el año el Episcopado tiene trazada las grandes líneas del programa referido a la visita pasto­ral de Su Santidad Juan Pablo II. Como un aconteci­miento altamente significativo, se ha reservado una reunión especial del Papa con los hombres y mujeres del mundo del trabajo, confirmando la preocupación del Santo Padre en este ámbito importante de la vida. Respondiendo a ese propósito el Equipo Episcopal de Pastoral Social emite un Mensaje haciendo constar la fecha del encuentro mencionado al tiempo que señala la trascendencia del mismo e invita a trabajadores y empleados a prepararse intelectual y espiritualmente para recibir la palabra iluminadora y amiga del Papa y exhortando a buscar solución para tantos problemas y conflictos enumerados en el mismo documento, que  se cierra con un cuadro de las cuestiones más re­levantes del trabajo en la Argentina.

 

 

A LOS HOMBRES Y MUJERES DEL TRABAJO EN LA ARGENTINA

 

Mensaje del Equipo Episcopal de Pastoral Social

 

 

Los Obispos del Equipo Episcopal de Pastoral Social, por encargo especial del Episcopado Argentino, nos dirigimos a los hombres y mujeres del trabajo en nuestro país.

Se nos ha confiado preparar junto con ustedes la impor­tantísima Jornada que habrán de tener con el Santo Padre Juan Pablo II, el próximo 11 de abril.

Lo hacemos animados de profunda solidaridad, y con decidida voluntad de prodigarles esperanzas y amplia comprensión, por lo mismo que compartimos la suerte y las vici­situdes que les afligen.

Reconocemos y ponderamos en los trabajadores, una ge­nerosa predisposición para con la fe de la Iglesia y su Doctrina Social; y un ansia nunca desmedida de paz y justicia.

Sabemos que han aceptado con especial alegría esta buena noticia de la venida del Santo Padre, y que desean ardientemente encontrarse con él.

Reconocen que les trae un fuerte mensaje de dignificación; de auténtico humanismo y de esperanzas.

No siempre el trabajo y los trabajadores han sido debidamente comprendidos y respetados. Una pesada carga fatigó las espaldas, y ensombreció un camino que debió haber sido de gozoso recorrido.

En muchos casos prevaleció el egoísmo, que llevó al desconocimiento de la dignidad del trabajo y del trabajador.

Muchos obreros quedaron librados a su propia suerte, y hasta carentes de la más elemental seguridad para ellos y sus familias.

No siempre los gremios encontraron abiertas las puertas del diálogo y de la comprensión.

Ha habido conflictos que derivaron en penosas con secuencias para grandes sectores de familias humildes, al cerrarse o disminuirse sus fuentes de trabajo.

Una Argentina que fue capaz de ser santuario de paz, de pan, y de trabajo, llegó por diversas circunstancias a conocer el desencuentro, la violencia, la pobreza y hasta la misma desocupación.

Junto con diversas opresiones, también sobrevinieron peligros y tentaciones de toda índole, llegándose al mismo desaliento.

El problema social argentino afectó igualmente a los jóvenes tanto obreros como profesionales, que aún no alcanzan a participar de la mesa del trabajo.

Tampoco los jubilados consiguen un justo reconocimiento para una ancianidad con dignidad.

Por la insuficiencia de los salarios y la falta de trabajo, muchos obreros no alcanzan a formar la familia que anhelan.

Si bien la Argentina posee un importante sector de recursos medianos, sin embargo se ha agudizado la brecha social, alejando demasiado a los pobres de las condiciones y posibilidades más elementales para la vida.

Se debe reconocer que mucho dinero que debió servir. para mantener y aumentar las fuentes de trabajo, fue lamentablemente destinado a la especulación o enviado al exterior.

La Argentina sigue lejos de haber sanado de este mal.

La especulación, la usura, el consumismo y la deuda externa, agotan sus fuerzas.

Los obreros no tienen culpas de estos fenómenos; pero tampoco deben ser sus víctimas.

Siempre han querido y quieren seguir construyendo el país, con su trabajo honrado.

No han negado ni niegan, sus mejores esfuerzos y sacrificios. Pero hoy, su dignificación y su real participación en las grandes decisiones de la Patria, son necesarias e ineludibles.

Estamos convencidos de que los obreros, integrados en sus organizaciones, son imprescindibles y eficientes para ayudar a proyectar y realizar una Argentina con esperanzas y en fraternidad. .

El Papa tendrá mucho que decirles y alentarles. Proclamará sin duda una vez más, su gran verdad: que los obreros valen no tanto por lo que producen, sino por lo que son: hijos de Dios, ellos y sus familias.

También este encuentro será propicio para que los organismos oficiales relacionados con el trabajo, se alienten en un compromiso creciente de comprensión y de servicio; y a ser siempre lugares de encuentro, de diálogo y de soluciones ágiles, para asegurar la verdadera justicia y la paz social.

Igualmente los gremios, por lo mismo que representan las esperanzas y los derechos de los trabajadores, escucharán la palabra iluminadora y amiga de este gran maestro y servidor del mundo del trabajo.

Nuestro visitante no es un simple teórico. El Papa es un testigo fiel del trabajo. Juan Pablo II fue obrero genuino en condiciones difíciles, en su país de origen.

Así como la actividad política debe ser una expresión real de amor fraterno; el Papa nos hará ver cómo el sindicalismo es otro maravilloso medio, para que la solidaridad haga prevalecer mediante la justicia, el amor de los hijos de Dios.

Invitamos entonces a preparar los ánimos, para este momento providencial que se avecina en la argentina.

Quisiéramos que ya se comience a perfilar un rostro de reconciliación y de justicia social, como corresponde a un pueblo trabajador y cristiano.

Para ello pedimos una pronta, generosa y permanente solución a todos los conflictos y problemas, que afectan a muchos sectores laborales.

También urgimos y alentamos la tan anhelada reactivación de toda la economía para que a la llegada del Santo Padre, no haya argentinos sin trabajo, sin pan y sin la alegría del salario justo, junto con una adecuada programación económica.

No dejamos de señalar asimismo, la necesidad de confrontar todas las decisiones y actitudes, con cuanto comprometen y enseñan nuestros principios declaradamente humanistas y cristianos.

Son muchas las iniciativas, las reparaciones y las generosidades que se pueden ir concretando antes de la venida del Santo Padre.

Estamos seguros de que muchas respuestas se harán realidades auspiciosas, por la buena voluntad de que todos son capaces.

De esta manera, luego de la visita del Papa, permanecerá y habrá de profundizarse todo un compromiso real, para una sociedad argentina cada vez más fraterna, solidariamente reconciliada y esperanzada.

Haremos conocer una pequeña oración, para que además de la que ya se está recitando los obreros puedan sentirse más identificados con esta Jornada, que seguramente habrá de marcar un momento muy decisivo en la vida de los argentinos. .

Junto con esa oración, alentamos el florecimiento de la plegaria en todos los hogares obreros.

El Padre Nuestro, la oración que el Señor nos enseñó para todos los tiempos, junto con el Ave María, harán vislumbrar la alborada de los tiempos nuevos, cuyo anuncio nos preparamos a celebrar en esta próxima Navidad.

 

Buenos Aires, 27 de diciembre de 1986.

 

Mons. Italo Severino Di Stéfano

Presidente del Equipo Episcopal de Pastoral Social

 

Miembros: Mons. Rodolfo Bufano

 Mons. Jorge Novak

       Mons. Rubén Di Monte

 

 

 

ORACION DE LOS OBREROS

PREPARANDO LA VISITA PASTORAL DEL SANTO PADRE

 

Señor Jesucristo, hecho Hombre y obrero por nosotros;

sabemos y agradecemos que nos mires y acompañes

con tu amor de Dios.

Con el Bautismo nos hiciste hermanos tuyos

e hijos del mismo Padre

para ser también amados y respetados como obreros.

Nos reconforta la dignidad que nos das a cada uno

y a nuestro mismo trabajo.

Pero sabemos que te siguen doliendo y lastimando

las injusticias y las aflicciones que padecemos.

Sin embargo, nos reconforta y alegra

saber que seremos visitados por el Santo Padre.

Le presentaremos nuestras almas, libres de odio

y abiertas al amor, la reconciliación y a la esperanza;

porque queremos que nuestro trabajo

sea ofrenda grata a tus ojos

y bendición para nosotros, nuestros hogares y nuestro País.

Queremos que la visita del Papa disipe

los egoísmos y las avaricias,

el orgullo y las ambiciones, para construir

una Patria de hermanos y sin marginados,

una Patria que camine siempre contigo y con la Virgen de Luján,

la gran obrera de nuestra fe,

que ha querido quedarse con nosotros,

para compartir nuestras vidas de argentinos,

humildes como ella.

Señor, los obreros argentinos, pedimos tu bendición

y nos consagramos para siempre a tí,

con nuestra Nación y nuestras familias. Amén.