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LOS MENORES CONFIADOS A NUESTRO CUIDADO

 

Documento de la Comisión Episcopal de Pastoral Familiar

 

8                                  En los últimos años ha reaparecido un fenómeno social que se consideraba dominado por las políticas de justicia social y previsión. Ese nuevo hecho se lo conoce por la genérica denominación de “los chicos de la calle”, expresión que engloba al conjunto de niños y adolescentes que deambulan de día y de noche por las calles de todas las ciudades mostrando un cuadro desolador de disolución familiar, miseria, abandono, desnutrición, ignorancia, delincuencia drogadicción, patotas, entre otras manifestaciones. Bajo el impulso de la “opción por la vida”, el Episcopado elabora desde la perspectiva evangélica, un documento referido a ese amplio sector de la estructura social, que tiende a agravarse sin que sean suficientes las respuestas ofrecidas hasta la fecha. Este documento es el primero que en su género elabora el Episcopado con el propósito de crear conciencia y contribuir a establecer una política integral de la minoridad a la luz de la doctrina social de la Iglesia. Al darlo a conocer considera hacerse intérprete de las “voces de los que aún no saben expresarse”.

 

 

 

INTRODUCCIÓN: ¿Por qué de este documento?

 

Los niños, un desafío a la sociedad y a la sensibilidad de cada generación.

 

         “De hecho, la misión y el deber de servicio de la Iglesia a la familia humana la hace especialmente sensible a las necesidades de los niños, ese precioso tesoro, merecedor del mayor amor y respeto, que se da a cada generación como un reto a su sabiduría y sensibilidad”. (1)

 

         “...En realidad Cristo llega incluso a identificarse a sí mismo con los niños: “el que recibe a un niño en Mi nombre, a Mi me recibe”. (2) Cada niño de este mundo es un signo viviente de ese misterio de vida y esperanza que se reveló en Jesucristo...” (3).

 

         Esto lo afirma el Documento de Puebla cuando dice: “La situación de extrema pobreza generalizada, adquiere en la vida real rostros muy concretos en los que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor, que nos cuestiona e interpela: rostros de niños, golpeados por la pobreza antes de nacer, por obstaculizar sus posibilidades de realizarse a causas de deficiencia mentales y corporales irreparables... los chicos de la calle muchas veces explotados en nuestras ciudades, fruto de la pobreza y desorganización moral familiar” (4).

        

         “...a las exigencias de la conciencia no se puede responder con vagas promesas y mucho menos, con la explotación política del dolor humano” ... “niños con un futuro mejor, al cual tienen derecho”. (5)

 

         El niño es hoy, no mañana. El mañana es demasiado tarde. Todo lo que se deje de hacer en el presente redunda en una generación deteriorada que compromete el futuro de la sociedad. La esperanza de un país es un pueblo sensible al desarrollo de sus niños.

 

Condensación de acelerados y profundos cambios.

 

         El hombre se encuentra ante una crisis humana general. Su crisis, la del hombre moderno, guiada por una mentalidad secularista, niega la relación esencial del hombre con Dios. Por lo mismo, el hombre no se reconoce como hombre, ignora su dignidad trascendente.

 

         Hay una generalizada crisis de valores, la cual se manifiesta en una sociedad consumista, materialista. Esta crisis de valores de la persona conlleva el ataque a la célula de la sociedad: la familia con la consiguiente ausencia de modelos de identificación.

 

         Esta falta de conciencia de la dignidad humana genera las desarmonías del desarrollo social, entre las cuales señalamos la marginación de la familia y del menos, como hecho relevante y digno de consideración.

 

         Nos abocamos a ese trabajo con renovada opción por “LA VIDA” y enfrentando con esperanza los desafíos de los tiempos presentes. “En las últimas décadas no sólo hemos asistido en nuestro país y en el mundo, a intensos y acelerados cambios, sino que hemos tomado conciencia de su importancia y de las insoslayable responsabilidad de ser protagonistas lúcidos, críticos y positivamente directivos de todos ellos”. (6).

 

 

DESTINATARIOS DEL DOCUMENTO

 

El Pueblo de Dios

 

         La Iglesia tiene un amplio campo de evangelización con los niños y jóvenes en situación de riesgo, tanto moral como material. Niños y jóvenes que por diversas causas no han seguido el camino del desarrollo humano integral que los capacita para cumplir el plan de Dios sobre ellos, al haber sido llamados a la vida en calidad de personas: acción concreta de promoción humana ya que la evangelización “tiene lazos muy fuertes con la promoción humana en sus aspectos de desarrollo y liberación”. (7).

 

         La Iglesia quiere estar presente en esta realidad como lo ha estado siempre en el pasado a través de sus instituciones, pero con la conciencia clara de la gravedad que revisten hoy los niños moralmente carenciados y la necesidad imperiosa de buscar soluciones que no pueden ni deben postergarse.

 

         Este documento busca reunir a todos los cristianos y hombres de buena voluntad en un problema de tanta trascendencia para el país. Sean estas reflexiones como un lugar de “encuentro pastoral” para todos los que trabajan en este campo al par que un estímulo para no cejar en el esfuerzo pese a los sacrificios y a las muchas frustraciones que conllevan.

 

         Todo el Pueblo de Dios debe sentirse convocado por esta realidad: Obispos, Sacerdotes, Religiosos/as, laicos respondiendo a sus ministerios y carismas: en fin, toda la Iglesia como Símbolo del AMOR DEL PADRE, para quienes en la tierra les ha sido negada o menguada esta paternidad imprescindible y necesaria en la formación integral del niño (hombre).

 

Nuestros conciudadanos

 

         Todo hombre de buena voluntad “debe sentir” este mismo llamado porque cada niño es “un signo de las esperanzas de una nación y un pueblo” (8).

 

Los especialmente dedicados a Minoridad

 

         Merecen una mención especial quienes convocación de servicio están dedicados a la minoridad, mujeres y varones de buena voluntad, laicos, religiosos y sacerdotes.

 

Medios de comunicación

 

         Les cabe una tarea de capital importancia por su ingerencia en la mente de los ciudadanos y en la vida familiar, como formadores de opinión. Desgraciadamente muchas veces resultan escuela de instigación y motivación al delito para nuestros menores, de lo que tendrán en definitiva que hacerse cargo. La responsabilidad histórica que les cabe por la desestructuración social y personal que se ocasiona, por la transmisión de noticias deformadoras y falaces de lo que algún día tendrán que rendir cuenta. Nadie duda de la posibilidad educadora de estos medios y del rol positivo que pueden desarrollar y que muchas veces lo realizan, pero, desgraciadamente, no siempre.

 

Los poderes públicos

 

         En este como en otros campos tienen las autoridades civiles una responsabilidad específica a la que no pueden renunciar. La labor de sacar a un niño del submundo oculto y extraño en que vive desvalido, para reeducarlo e integrarlo a la sociedad, es deber ineludible que requiere la participación de los recursos humanos más potenciados de la comunidad.

 

         Es necesario resguardar por todos los medios, el valor “familia”. Su disolución social marca el ritmo del empobrecimiento moral de un país y consiguientemente el deterioro de sus hijos.

 

         Es una urgencia dramática de esta hora, la decisión política de aunar todos los esfuerzos para resolver un problema que no admite más dilación.

 

 

 

LA INTENCIÓN DEL DOCUMENTO

 

·        Ofrecer un documento para promover el diálogo en torno a un tema tan prioritario.

·        Concienciar en todos los niveles del espectro social acerca del valor del menor como persona: todo niño aún en las circunstancias más difíciles es sujeto, persona capaz de reeducación, si se le brinda un ambiente de amor, un proyecto de vida y los medios sicosociopedagógicos adecuados.

·        Ofrecer criterios, a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia, para iluminar los problemas y descubrir posibilidades para responder a los desafíos de las voces de los que aún no saben expresarse. Es el grito existencial de pequeñas vidas que reclaman nuestra respuesta.

·        Aunar los esfuerzos de todos los comprometidos en esta área sin distinción de credos, para el logro de una política nacional coherente y armónica.

Partimos de una concepción cristiana de la persona humana, su dignidad y grandeza al mismo tiempo que sus derechos de iguales posibilidades de desarrollo como ser humano y como hijo de Dios.

 

 

CAPITULO I

 

VICION DE LA REALIDAD SOBRE LA FAMILIA Y LOS MENORES MARGINADOS

 

         Los menores en situación irregular y sus grupos familiares, viven, en medio de situaciones concretas, verdaderos dramas en los que proliferan los problemas que ocupan el área de Minoridad. Conocer estas situaciones implica también relacionarlas acertadamente con su CONTEXTO MUNDIAL, LATINOAMERICANO Y NACIONAL, para interpelarlas como resultado de una crisis mucho más amplia de nuestra civilización.

 

         La comprensión de la realidad en la que vive la familia, célula social y básica de la sociedad, requiere una reflexión profunda en el marco de la Doctrina Social de la Iglesia, para comprender a cada familia, a cada hijo que vive en este tiempo, envueltos en una cultura, en una sociedad que la rodea, en una geografía determinada y en una historia con características sociales, políticas y económicas bien concretas. Sería riesgoso olvidar el contexto. Sería errado el camino a recorrer si no se lo considerara. Es indispensable escrutar los signos de esta época e interpretarlos a la luz de lo que es el hombre y de lo que la Doctrina Social de la Iglesia dice de él, de la familia y sus menores marginados, todo lo cual exige una actitud pastoral específica. (1).

 

        

CONTEXTO MUNDIAL

 

         Estos signos, según el mismo Juan XXIII, no sólo describen realidades presentes, sino que nos hacen pensar acerca de lo bueno y lo malo, lo verdadero o lo falso, en fin: sobre los designios de Dios. (2).

        

         Creemos que los signos más salientes de nuestro tiempo en los que se ven envueltos la familia, los menores, el hombre, de acuerdo al documento “L Iglesia en el Mundo Actual” del Vaticano II son:

 

 

MUCHO PODER................................ no siempre al servicio del hombre.

 

DESE DE CRECIMIENTO

INTERIOR............................................pero gran sensación de vacío.

 

DESCUBRIMIENTO DE

COMPORTAMIENTOS

SOCIALES............................................pero sin orientación adecuada.

 

DISPOSICIONES DE

ENORMES RIQUEZAS...................pero gran parte de la humanidad

                                                         muere de hambre y miseria.

 

GRAN PROGRESO

INTELECTUAL.................................creciente muchedumbre de analfabetos.

 

ANSIAS DE UNIDAD Y

SOLIDARIDAD.................................gravísimas fuerzas de división.

 

CLAMOR POR LA PAZ...................amenazas de guerra total.

 

BÚSQUEDA DE

BIENESTAR TEMPORAL.............deterioro de los espíritus (3).

 

 

 

CONTEXTO LATINOAMERICANO

 

         Por ello nuestros Obispos en Puebla han reconocido los rostros sufrientes de Cristo, también en niños y jóvenes (4). Como consecuencia directa de esta desintegración familiar:

 

·        “La familia es una de las instituciones en que más ha influido el proceso de cambio en los últimos tiempos”. En ella “repercuten los resultados más negativos del subdesarrollo” (5).

·        “El desempleo, la situación crónica de los sectores populares, afecta a la estabilidad familiar” (6).

·        “La familia aparece como víctima de quienes convierten en ídolos al poder, la riqueza y el sexo” (7).

 

CONTEXTO NACIONAL

 

         La Familia sigue siendo en nuestro medio, pese a los ataques que ha sufrido en su historia, un valor a conservar, defender y acrecentar.

 

         Es ella “formadora de personas, educadora de la fe y promotora del desarrollo” (8).

 

         Señalamos sin embargo graves deficiencias en su seno.

 

·        Un concepto del niño como cosa privada de sus padres que impide reconocerlo plenamente en su calidad de persona

·        La crisis que sufre la familia por el divorcio entre sus sanas raíces culturales, su fe tradicional y la influencia del medio ambiente, le imposibilita el cumplimiento de sus función educadora para con sus hijos.

·        Los malos tratos y la violencia familiar dejaron de ser hechos aislados para la crónica sensacionalista y son un flagelo que se repite con frecuencia.

·        La delincuencia a edad precoz se ha extendido en los niveles sociales medio y altos de la sociedad, como un fenómeno numéricamente nuevo.

·        Disminuye la capacidad de reacción ante los acontecimientos adversos, acentuando la situación de riego de las familias y de los menores.

-         la masificación de todas sus expresiones:

-         el estilo de vida sometida a los determinismos de los procesos económicos e históricos (9); el fatalismo enquistado en la sufrida población americana (10).

-         La carencia de una EDUCACIÓN INTEGRAL y del ejercicio responsable de la POLÍTICA.

·        Muchas familias sufren el abandono y la frustración en sus necesidades fundamentales como consecuencia de la angustiosa situación económica que padecen. Podemos hablar entonces de familias en situación de riesgo y abandono.

·        La inmoralidad pública vivida, el facilismo económico; el vuelco en todos los niveles a la especulación y a lo superfluo, contribuyó a alterar la jerarquía de los valores familiares tradicionales y acabó por desprestigiar el esfuerzo personal en el trabajo honrado (11).

·        Dentro de este marco social la familia y en ella los menores son los primeros afectados.

 

La problemática del menor en situación de riesgo tiende a agravarse:

 

-         Proliferación de niños en la calle

-         Aumento de conductas delictivas tanto infantiles como juveniles

-         Oficios callejeros

-         Drogadicción y patotas

-         Delitos graves

-         Madres menores solteras

-         Fugas del hogar

 

De acuerdo a las estadísticas elaboradas sobre el Censo Nacional de Población 1980, existen en nuestro país 1.586.697 hogares con necesidades básicas insatisfechas lo que representa 7.603.332 personas afectadas (12).

Creemos que éstas han crecido con la decadencia económica de los últimos años.

 

-         Los niños son los que sufren en grado más alto las consecuencias de la situación económica y sus concomitancias en lo social, cultural y moral: el 40% de los niños menores de 5 años, el 29% de los niños en edad escolar y el 28% de jóvenes, carecen de los medios necesarios para su desarrollo integral humano con las consecuencias que esto origina en el país: ello compromete seriamente el futuro de la Nación.

 

Resulta menester modernizar la legislación actual, en lo que al menor se refiere: hacer eficiente por una parte la función del Patronato del Estado, eje central en la tutela del  menor en situación irregular, y controlar por otra, las causas que generan las crisis familiares que llevan a esa situación.

 

El fenómeno es de tal magnitud, que hoy en día se duda sobre cómo tratarlo, yendo las opiniones especializadas, desde un liberalismo que apela sólo a la sociedad responsable y hacer pagar a los jóvenes sus inconductas, hasta un paternalismo, que estriba en el reclamo al Estado de medidas de seguridad.

 

Se ha perdido coherencia y capacidad de dominio en el funcionamiento del sistema, por lo que es frecuente escuchar a los Magistrados denunciar las carencias institucionales, que no sólo afectan al tratamiento y prevención del tema, sino que tornan imposible el cumplimiento de las funciones de Patronato del Estado.

 

La función del Patronato del Estado debe ser revitalizada con una legislación más flexible que permita en la práctica el ejercicio pleno de la tutela del menor en situación irregular.

 

“La complejidad social de nuestra época trae consigo que los poderes públicos se vean obligados a intervenir con más frecuencia en materia social, económica y cultural, con el fin de crear condiciones más favorables, que ayuden a los ciudadanos y a las asociaciones intermedias en la búsqueda libre del bien integral del hombre” (13).

 

Sin embargo es necesario advertir que el Estado “...no ha de realizar lo que pueden hacer los individuos y comunidades” (14). Más bien debe alentar y promover las iniciativas de la comunidad.

 

Es importante que las instituciones intermedias tengan un lugar reconocible desde el Poder Judicial en el ejercicio de toda actividad tutelar, también en el Patronato de Menores.

 

En cuanto a los medios de comunicación, la carencia de normas específicas de defensa de la familia y del menor como ser en formación, han contribuido al deterioro de los valores supremos del ser humano, al privilegiar las conductas transgresoras, agresivas y consumistas. Ello favorece los conflictos generacionales y las situaciones de violencia y maltrato familiar, sin que el Estado pueda defender como corresponde dichos valores.

 

Para abordar soluciones de una manera integral, es preciso modificar nuestra visión del niño como sujeto de Derecho. El avance de las ciencias sociales y la observación directa del menor en situación de abandono, llevan a considerar a éste como sujeto de necesidades primarias y fundamentales que deben ser satisfechas de manera indefectible. Negar esta realidad, u ocultarla, es olvidar que todo niño es un ser en evolución con etapas a cumplir, cada una de las cuales tiene sus propias exigencias y condicionamientos.

 

Debemos comprender que todo aquello que haga a la esencia de la persona como ser trascendente, supera lo meramente normativo, para penetrar en la esfera de la justicia.

 

Esto permitirá el surgir de una ética inspirada en un concepto tutelar de las necesidades básicas del menor, que en definitiva y como punto incontestable, constituye el conjunto de los derechos inalienables, en su condición de persona humana.

 

Las familias apoyadas en uno solo de los miembros de la pareja son una realidad cada vez más generalizada, no llegan a satisfacerlas necesidades siquisociales completas.

 

En ellas el niño, sicológicamente marcado por una situación familiar deficiente en su conformación, tiende a reproducir esos mismos modelos.

 

 

LAS INSTITUCIONES DE LA IGLESIA

 

Especialmente las Congregaciones religiosas, de acuerdo a sus carismas, procuraron cubrir, durante mucho tiempo en muchas regiones, las necesidades de las familias carenciadas, con especial atención a niños y jóvenes en situación de abandono.

 

El crecimiento demográfico, las migraciones internas, sumadas a la disminución de vocaciones religiosas desbordaron las posibilidades de estas instituciones para responder a las exigencias de estos menores abandonados.

 

Muchas otras instituciones de la Iglesia, tanto parroquiales como privadas, además de las Congregaciones Religiosas, abordaron en sus programas de vida la atención de los menores. Faltó en muchos casos coordinación, unidad de criterios, como también recursos mínimos e indispensables para estas obras.

 

La revisión del espíritu y del carisma fundacional, adaptado a los tiempos actuales, la puesta en marcha de una pastoral de caridad organizada en las distintas comunidades eclesiales, abren una esperanza para un mundo más justo que todos anhelamos.

 

 

LA REALIDAD DEL MENOR

 

La crisis, de un modo u otro, es de todos, pero la sufren particularmente LOS NIÑOS Y LAS FAMILIAS ABANDONADAS.

 

Los niños carenciados son muchas veces los frutos de familias que ellas mismas viven en situación de abandono, como consecuencia de males inabordados.

 

La problemática del menor, comúnmente conocida como Minoridad es una realidad, una consecuencia de causas, que analizadas, estudiadas, pueden ser evitadas o disminuidas en sus efectos. ¿Cuántos chicos tienen una familia y cuántos no tienen una verdadera familia? ¿Cuántas familias procrean las causas o efectos que dan origen a la Minoridad: desintegración familiar, deserción de roles, desocupación, matrifocalismo, trabajo de menores, mendicidad, vagancia, etc.?

 

Decir que la crisis familiar actual reconoce una Causa Moral no significa atribuirla al descuido de las normas morales exclusivamente, sino darse cuenta de que esto último es mero efecto, seguramente agravante de un OLVIDO PRACTIVO DE LA VOCACIÓN A SER PERSONAS.     

 

Todo esto provoca en el hombre, en la familia, UNA PERDODA DE IDENTIDAD, PERSONAL Y FAMILIAR.

 

Perder la noción de padres, de hijos, de hermanos, provoca inquietud, angustia, desorden, tormento, esclavitud, marginación, desigualdades, aprovechamientos, egoísmos, ... posibilidad permanente de vivir cerca del delito, alejamiento de Dios.

 

El menor no es culpable de su situación de abandono, la causa está en la crisis familiar y también en el desinterés obstinado de la sociedad.

 

“Toda comunidad es responsable de esta situación y por lo tanto corresponde a toda la comunidad buscar los medios de solución” (15).

 

Atender como “corresponde” a los menores del presente es primordialmente una exigencia de la dignidad de la persona humana, pero a la vez, un problema sociopolítico porque estos niños son el recambio de la sociedad y constituyen necesariamente su futuro.

 

No “intervenir” en ellos hoy, traerá como consecuencia ingentes frustraciones sociales y gastos asistenciales en el mañana. Y sobre todo debilitará la mayor riqueza de la nación que es su Pueblo.

 

Se echa de menos en el trabajo sociopastoral con la familia y los menores una propuesta pastoral de conjunto de la Iglesia que promueva la unidad de criterios metodológicos en el tratamiento de las personas y en los objetivos de esta promoción humana y de evangelización; criterios para ser implementados por sacerdotes, religiosos y laicos.

 

La falta de unidad de criterios produce la disminución de instituciones dedicadas a esta labor y obstaculiza la búsqueda de una pastoral específica que integre los aportes de la Pastoral de Familia, de Matrimonio, de Juventud y Educativa.

 

Ninguna pastoral convenientemente planificada puede olvidar en sus objetivos la realidad de la familia deteriorada y de los niños y jóvenes marcados por esa situación.

 

También resulta necesario la integración de los aportes del avance científico, sin desconocer las nuevas formas de dependencias que conllevan cuando las disciplinas no se integran entre sí o se las separa de la fe.

 

Es imperioso convocar a la Iglesia a reasumir su testimonio en este campo, porque somos testigos de una realidad: el debilitamiento de la acción de promoción de los más pobres en nuestros niños y jóvenes carenciados.

 

El llanto del niños se oye a poca distancia (16), es el llanto existencial de los menores, que nos interpela en las calles de nuestras ciudades en demanda de protección y que nosotros las más de las veces, ni siquiera advertimos, o pasamos junto a él sin decidirnos a hacer algo, como lo muestra Jesús en la parábola del Buen Samaritano.

 

 
 
CAPITULO II

 

DESIGNIO DE DIOS: “Todo menor es mi hermano”

 

-   El menor es persona

 

Debemos proclamar que todo ser humano es persona (1) única e irrepetible, dotada de inteligencia y voluntad libre, necesitada de ser amada y de amar, que se perfecciona con el conocimiento de la Verdad y el ejercicio del Amor.

 

De esa misma naturaleza nacen derechos y deberes que son inviolables, inalienables y no pueden renunciarse por ningún concepto.

 

Todos iguales en dignidad y necesidades fundamentales.

 

Todos creados a imagen y semejanza de Dios.

 

-   El menos es hijo de Dios

 

En Dios se da también una comunidad de Personas unidas en el AMOR, que se conocen y se aman infinitamente.

 

Dios es un misterio de COMUNIÓN Y PARTICIPACIÓN.

 

Dios hizo la familia a imagen y semejanza de este misterio.

 

Creándola a su imagen y conservándola continuamente en el ser, Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación, y consiguientemente la capacidad y responsabilidad del amor y de la comunión. El amos es por lo tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano (3).

 

El hombre gracias al amor, se constituye en núcleo y constructor de relaciones y la libertad es la capacidad de disponer de nosotros mismos para la comunión y la participación. Esta comunión y participación ha de realizarse en la totalidad de estos planos que son inseparables (4).

 

La relación del hombre con DIOS, como PADRE reconociéndose HIJO DE DIOS.

 

La relación del hombre con las PERSONAS como HERMANOS.

 

La relación del hombre con el MUNDO, como SEÑOR DEL MISMO.

 

EL PECADO enfermó estas relaciones y descubrimos esos rostros deformados de hijos, hermanos y señores que perdieron su dignidad.

 

El pecado no sólo afecta la interioridad del hombre sino que malogró todas sus relaciones (5). Producto de estas relaciones enfermas, son los menores y sus familias sufrientes con carencias, conflictos y desviaciones. Sólo componiendo al hombre podremos recomponer la familia y la sociedad.

 

El hombre no es intrínsecamente malo: Por la Gracia de Cristo, puede alcanzar y de hecho alcanza más plenamente su realización de hombre. El menor carenciado, por la gracia de Cristo puede alcanzar su dignidad y la capacidad de relacionarse si vive la experiencia del amor de Dios, en sus hermanos.

 

“ES UN PROBLEMA MORAL” dicen los Obispos Argentinos, como Iglesia nos cabe una mayor responsabilidad en este tema porque tenemos:

 

La palabra de Dios que nos ilumina: Estaba necesitado y me ayudasteis... (6). Esta palabra nos esfuerza a motivar al Pueblo de Dios para que busque y de respuesta a la familia carenciada y a los menores que sufren conflictos y desviaciones.

 

La caridad de Cristo que nos urge: (7) “No bastan hechos aislados socialmente buenos. Son necesarias actitudes permanentes, que es lo que llamamos virtudes sociales” (8).

 

En esta tarea cada familia debe asumir su papel irremplazable como primer agente dela educación de los hijos.

 

La ayuda extraordinaria de la sociedad y del Estado se harán presente solamente en aquellos casos en que la familia prácticamente no existe o no puede cumplir dignamente su función.

 

-   La solidaridad humana convoca a todos:

 

“Esto no es un sentimiento superficial por los males de tantas personas (en el caso, menores) cercanas o lejanas.

 

Al contrario, es la determinación firme y permanente de empeñarse por el bien común; es decir por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos” (9).

 

“Los mecanismos perversos y las situaciones de pecado sólo podrán ser vencidas mediante el ejercicio de la solidaridad humana y cristiana a la que la Iglesia invita y promueve incansablemente” (10).

 

Una formación integral del menor carenciado supone el trabajo mancomunado de todos los sectores de la comunidad.

 

“Las comunidades intermedias (municipios, sociedades vecinales, gremiales, empresariales, deportivas y partidos políticos) pueden ayudar mucho a desarrollar los grandes hábitos de solidaridad que harán alcanzar mejor el fin que anima a todos, de comunión y participación” (11).

 

La Iglesia, la Comunidad Parroquial y las Congregaciones Religiosas e Instituciones en general debieran ser centro de coordinación y animación de programas de asistencia y prevención, para la rehabilitación de la familia carenciada.

 

Esta acción se encuadra en la recomendación que hace Puebla al expresar las características de la educación evangelizadora:

“Humanizar y personalizar al hombre para crear en él el lugar donde pueda revelarse y ser escuchada la Buena Nueva: el designio salvífico del Padre en Cristo y su Iglesia” (12).

 

La actividad Sociopastoral no es sólo servicio de promoción social, es el dolor interior de los cristianos que asumen el dolor de sus hermanos que están insertos en esa realidad.

 

URGE A LA COMUNIDAD CRISTIANA revitalizar las obras dedicadas a la protección de menores, y promoción de la familia dando testimonio de solidaridad humana y denunciando en casos necesarios, las injusticias que provocan esta situación.

 

 

 

CAPITULO III

 

CORRESPONSABILIDAD FRENTE AL PROBLEMA DEL MENOR

 

LA FAMILIA

 

         Sobre la base fundamental e ineludible del amor, la familia tiene que asumir su rol esencial que es hacer y promover la educación entre padres, hijos, hermanos. Es el ámbito adecuado donde el hijo puede llegar a experimentar lo necesario para desarrollarse, como persona. (1).

 

NECESITA LA FILIACIÓN: atendido, apreciado, singularmente.   

 

NECESITA HERMANDAD: respirando el clima de amor y de familia.

 

NECESITA LA                      aprende a valorar y compartir los bienes y el SOLIDARIDAD:                    dominio necesario.

 

 

         Estas relaciones son fundamentales para el desarrollo del hombre y debieran recibirse inicialmente en el hogar familiar. (2).

        

         De esta manera la familia es “imagen de Dios para sí, para los hijos, para la sociedad, para el mundo.

 

         El niño necesita mucho más que un techo donde estar, un abrigo con qué cubrirse, un pan para alimentarse, NECESITA EXPERIMENTAR EFICAZMENTE EL AMOR FAMILIAR, por cuanto la ausencia de esta experiencia lo limita para establecer relaciones sanas y espontáneas con sus semejantes.

 

         El niño es una persona, llamado a una vocación maravillosa.

 

         En un palabra, la familia no puede estar ausente en el desarrollo humano de un niño. En su seguridad, educación, “en primer término de sus padres”. (3).

 

         En caso de ausencia o destrucción del hogar natural, el niño debe encontrar el núcleo afectivo familiar adecuado, que lo lleve a su realización humana: adopción, tenencia, familia sustitutiva, mini-hogares...

 

         “Especial protección para los huérfanos y niños privados de la asistencia de sus padres o tutores, al igual que los niños minusválidos”. (4).

 

EL ESTADO

 

         El estado debe reconocer que la familia es una “sociedad que goza de un derecho propio y primordial” y por lo tanto en sus relaciones con la familia (E}el Estado) está obligado al principio de subsidiaridad, en su doble aspecto completivo y supletorio.

 

         En virtud de este principio, el Estado no puede ni debe quitar a las familias aquellas funciones que pueden igualmente realizar bien, por sí solas o asociadas libremente, sino favorecer y estimular la iniciativa responsable de las mismas.

 

         Las autoridades públicas, convencidas que el bien de familia, constituye un valor indispensable e irrenunciable de la comunidad civil deben hacer cuanto puedan para asegurar a las familias carenciadas aquellas ayudas, económicas, sociales, educativas, políticas, culturales, que necesiten para afrontar de modo humano todas sus responsabilidades. (5).

 

         Pertenece a la función “preventiva” que reviste tanta importancia en el trabajo social.

 

         La familia carenciada es por tanto un reclamo angustioso de la hora. Creemos conveniente la revisión y adecuación de las leyes relativas a la familia, por cuanto los cambios sociales obligan legislar las nuevas situaciones.

 

         El Estado debe reconocer su tarea propia y específica en esta materia ya que la familia lo precede en el orden natural.

 

        

LA IGLESIA       

 

         A la Iglesia le compete por propia misión la educación y cuidado integral de la familia.

 

         Para la Iglesia, esta institución sagrada (la familia) fundada por el mismo Dios, constituye una preocupación constante.

 

         Los primeros Padres de la Iglesia, clamaban a la sociedad de su tiempo por la atención del huérfano, la viuda, el pobre, el extranjero, y hoy nos lo piden a nosotros, inclusive con una opción preferencial por ellos. (6).

 

         Una pastoral de conjunto en materia de Minoridad, organizada desde la misma Conferencia Episcopal llevará a los Obispos a dar pautas de trabajo pastoral, asumiendo un mayor compromiso, y unificando al mismo tiempo el trabajo de todos los miembros de la comunidad cristiana. Esta pastoral de conjunto, dentro de la Iglesia facilitará la coordinación con organismos estatales a fin de llevar una acción de mutua colaboración y de acuerdo con las necesidades de cada región.

 

 

INSTITUCIONES RELIGIOSAS DEDICADAS A MINORIDAD

 

         La Iglesia en Argentina hace un llamado particular a las Congregaciones Religiosas que tienen en su origen el carisma de la atención a los más necesitados, para que en este momento en que el problema de la minoridad ha desbordado, multipliquen los esfuerzos –las personas y las casas– y se dediquen a la solución de esta problemática.

 

         Creemos ver en esto una respuesta vocacional a los signos de los tiempos.

 

         Es una necesidad imperiosa replantear y dinamizar la acción de los Hogares, Institutos y Obras Sociopastorales. Esta sería una concreción al aporte de los Documentos de la Doctrina Social de la Iglesia y a la vigencia profética de los carismas y mensajes de los fundadores de Congregaciones femeninas y masculinas, en la orientación de niños y jóvenes carenciados. La integración de la ciencia y la técnica iluminadas por la fe son una herramienta que debiera utilizarse en beneficio de nuestros hermanos desprotegidos.

 

         Reflexionar y buscar alternativas posibles de concretar en corto y mediano plazo es una necesidad, para evitar la improvisación y ser fieles al carisma. Esta sería una respuesta coherente a los mandatos de la Iglesia de hoy.

 

         Lo económico no debe constituir un obstáculo para la realización de estas tareas cristianas a favor de los más necesitados.

 

         La inserción de los laicos, la aceptación de su capacidad y eficiencia, los aportes creativos que puedan volcar en las instituciones deben ser reconocidos por los religiosos y recibidos con realismo.

 

         Los Superiores Mayores debieran hacerse eco de este llamado, para que dentro de los años de formación de sus religiosos, se presente la labor de promoción humana y cristiana a favor de los niños carenciados, como una opción eclesial privilegiada, capaz de comprometer una vida, en la vigencia profética de su carisma.

 

         No duden con este mismo fin promover a sus miembros para esta obra a favor de los menores carenciados, especializándolos para desarrollar su actividad idóneamente.

 

EL LAICO

 

         La misión de educación, promoción y asistencia de la familia y la minoridad, la realizan los laicos como misión propia, meritoria y creciente. (7).

 

         Los laicos por su inserción en la sociedad están llamados a crear diversas formas de asistencia y promoción a favor de la niñez abandonada.

 

         En unión con los religiosos dediquen sus esfuerzos al estudio de los problemas socioeconómicos de la región y busquen los caminos de la solución.

 

         Un llamado muy especial a las familias cristianas: abran sus puertas a los niños que no tienen casa, gocen a través de ellos la alegría de una nueva filiación, dando a estos niños el inmenso don de una paternidad que desconocen.

 

         “Porque era peregrino y me recogisteis... cuantas veces lo hicisteis con uno de estos los más pequeños, conmigo lo hicisteis”. (8).

 

         “En todos los casos, el laico deberá buscar y promover el bien común en defensa de la dignidad del hombre y de sus derechos inalienables en la protección de los más débiles y necesitados, en la construcción de la paz, de la libertad, de la justicia, en la creación de estructuras más justas y fraternas”. (9).

 

        

CAPITULO IV

 

PROPUESTAS

 

         Nuestra responsabilidad expuesta genéricamente en los párrafos anteriores comporta una serie de urgencias que puntualizamos de esta manera.

 

A las Universidades, Centro de Estudios Terciarios, y Centros de Investigación

 

         La Iglesia en Argentina dispone de Universidades, Escuelas Universitarias, Centros de Investigación, Escuelas de Servicio Social. Al respecto dice Puebla:

 

         ”La Universidad debe formar ...  constructores de una nueva sociedad... haciéndose presente en la educación política y social de sus miembros, iluminando la Investigación científica”. (1).

 

         Corresponden a estas Casas de altos estudios e investigación, iluminar científicamente el camino y el trabajo que realizan concretamente los hombres y mujeres dedicados especialmente con el menor.

 

 

A los Institutos de Vida Consagrada

 

         Trabajan en la actualidad en Argentina 178 Congregaciones femeninas y 90 Ordenes y Congregaciones masculinas, de las cuales sólo 38 femeninas y 11 masculinas atienden específicamente hogares de menores carenciados.

 

         Dice Puebla: “Despertar la disponibilidad de los consagrados APRA asumir dentro de la Iglesia Particular (Diócesis) los puestos de vanguardia evangelizadora en comunión fiel con sus pastores y con su comunidad y en fidelidad al carisma y adaptación de su fundación”. (2).

 

         “Estimular la fidelidad al carisma original y su actualización y adaptación a las necesidades del Pueblo de Dios, para que las obras logren mayor fuerza evangelizadora”. (3). Una vez más insistimos con Puebla en la necesidad de integrar el carisma fundacional con sus obras a favor del menor. Es una urgencia del momento actual.

 

A las Diócesis:

 

         En las Diócesis la creación de una comisión específica de minoridad favorecería un mejor servicio de:

 

-         alentar el trabajo de la comunidad

-         compartir experiencias

-         coordinar recursos

-         dar pautas para la unificación de criterios metodológicos

-         sensibilizar a la Iglesia particular con proyección parroquial.

 

A las Parroquias

 

         Dentro de su actividad pastoral tenga una atención preferencial por los menores abandonados, marginados o en situación de riesgo. Sensibilice, organice y suscite acciones concretas en la comunidad parroquial. Se podrían brindar por ejemplo servicios de:

 

v    guarderías para hijos de madres que trabajan,

v    pequeños hogares para menores abandonados o en situación de riesgo,

v    clubes juveniles, apoyo escolar, etc.

 

A ellos corresponde también tomar las iniciativas necesarias que conforman los diversos rubros de un “Voluntariado” organizado. Trabajando en conexión con las diversas instituciones de orden público o privado, pueden brindar un apoyo eficaz para que las obras en bien de los menores no caigan en la rutina y pierdan su fuerza de rehabilitación.

 

 

A la Catequesis

 

         “La Catequesis debe ofrecer a dichos sujetos la posibilidad de vivir la vida de fe conforme a su situación. Esta es tarea eminentemente evangélica y un testimonio de gran importancia, que la Iglesia cuidó en todo tiempo. La educación de estos jóvenes en la fe tiene un valor pastoral sin duda de gran importancia”. (4).

 

         La catequesis planificada de acuerdo a las necesidades puede llegar a muchas familias carenciadas.

 

A los Laicos

 

         Los laicos en sus distintas Asociaciones no han descubierto la urgencia de dedicar sus celos apostólicos al campo prioritario de la minoridad en situación de riesgo.

 

         Dentro de la comunidad eclesial compete a los laicos una tarea de concientización que trascendiendo al ámbito parroquial llegue a los propios ambientes del barrio y de la ciudad, haciendo tomar conciencia dela envergadura del problema social del menor marginado.

 

         Asimismo, coordinarán su propia acción con el trabajo parroquial, catequístico y diocesano.

 

         Condición indispensable para este trabajo será conocer el alcance de este problema dentro de su jurisdicción y los medios necesarios para solucionarlo. Es de desear también, que las familias cristianas reciban en sus hogares, como a un hijo más, a un niño desvalido: adopción, familia sustituta, hogar de tránsito, padrinazgo, son algunas de las muchas posibilidades jurídicas para rescatar a un niño.

 

         Todo esto podrán hacerlo en la medida que procuren una formación integral tanto evangélica como en el orden de las ciencias humanas sociales o de la pedagogía y sicología.

 

A las Autoridades Públicas

 

         Es necesario modificar la naturaleza de la situación jurídica del menor en riego, par que deje de ser concebido sólo como titular de derechos subjetivos y sean reconocidas sus necesidades subjetivas, que deviene de una concepción científica superadora del concepto tradicional del menor. Ello exige:

 

v    Concienciar sobre el daño que implica el tráfico de niños y las entregas ilegales, violando o ignorando los principios de la legislación minoril.

v    Actualizar la legislación vigente, vigorizando la función del Patronato del Estado, para determinar con nitidez los roles que le corresponden a cada uno de sus integrantes: jueces, organismos administrativos, públicos o privados, instituciones de la comunidad.

 

A todos los comprometidos en la tarea de Minoridad

 

         Se procure la formación continua y permanente de todos los que trabajan con los menores.

 

         Se promuevan acciones tendientes a la unificación de criterios y metodologías entre sacerdotes, religiosos y laicos.

 

         Solicitar  a las Congregaciones y Ordenes que tienen mayor experiencia en el país en el tratamiento de la problemática del menor, el apoyo y asesoramiento para la formación de recursos de toda índole.

          

 

CONCLUSIÓN 

 

“DEJAD QUE LOS NIÑOS VENGAN A MI”

 

         Los “Menores confiados a nuestros cuidados” es el título de este documento. Las palabras de Jesús “Dejad que los niños vengan a Mi” nos llevan a una doble reflexión.

 

         Los niños imagen más clara del rostro de Dios por una parte, y los hombres que no cuidamos de embellecerla por otra.

 

         Dentro de los movimientos espontáneos del ser humano brota un grito de alabanza al Creador cuando contempla lo creado, obra de sus manos. “Oh Señor Nuestro Dios, qué admirable es tu nombre en toda la tierra”. (1).

 

         Pero no hay duda que la obra maravillosa de Dios en el mundo visible es el hombre. Para él hizo Dios todas las cosas. A él lo concibió y creó como hijo suyo, y por él envió a la tierra a su propio Hijo, imagen de sus sustancia y gloria y esplendor del mismo hombre.

 

         El segundo mandamiento es semejante al primero: amar al hermano es amar la imagen de Aquél cuya paternidad ha dejado en él rastros indelebles. El mal del mundo es la falta de amor; es la indiferencia con que vemos tantos “rostros sufrientes de Cristo, el Señor” (2) que ya no nos cuestionan ni interpelan, aunque estén a nuestro lado.

 

         El rostro del niño que sufre y languidece es hoy “un rostro de Cristo doliente” que en todos los rincones del mundo interpela a la sociedad y la cuestiona. La interpela desde su debilidad y pequeñez, desde sus necesidades imperiosas que otros le deben cubrir para que pueda llegar a ser; y la cuestiona, ante su indiferencia por ser todo niño persona e imagen de Dios.

 

         “Cuidad de no escandalizar a uno de estos pequeñitos” (3). Escándalo grave cuando un niño no llega a ser, o es disminuido porque le faltó el “pan de cada día” que Dios con largueza da haciendo llover sobre buenos y malos.

 

         También hoy en el mundo son millones “los pequeños que piden pan y nadie se lo reparte”. (4).

 

         Os aseguro que “sus ángeles en el cielo están siempre viendo el rostro de mi Padre celestial (5)”. La Providencia no los abandona. Alguien los mira con la mirada de Padre. Todo niño necesita para crecer un rostro de Padre que sea reflejo de aquel rostro del único Padre. Se habrá cumplido el mandamiento máximo de la Ley: Todo es amor y amar al prójimo es semejante al amor de Dios.

 

         En la sociedad tan distorsionada que vivimos, se oirá nuevamente, como un grito de esperanza, de un futuro nuevo que despierta aquella invitación: “DEJAD QUE LOS NIÑOS VENGAN A MI”. (6).

 

NOTAS

 

INTRODUCCIÓN

 

1)       Discurso e JUAN PABLO II al Consejo Educativo de la UNICEF el 26 de abril de 1984.

2)       Mt. 18,5

3)       Cfr. Discurso Ibid.

4)       Cfr. D.P. 31,32

5)       Cfr. Discurso Ibid.

6)       Discurso Ibid.

7)       Cfr. E.N. 31.

8)       Discurso Ibid.

 

CAPITULO I

 

1)       Cfr. CC.S. 4.

2)       Cfr. P.T. 38-48; G.S. 11.

3)       Cfr. G.S. 4.

4)       Cfr. D.P. 32.33.

5)       D.P. 571.

6)       D.P. 576.

7)       D.P. 573.

8)       Cfr. D.N.C. 68; 58; 74; 76; 79-86.

9)       Cfr. D.P: 274. 279.

10)   Cfr. D.P. 308, 309.

11)   Cfr. I.C.N. 36 y D.H.C. 107.

12)   INDEC – “La Pobreza en la Argentina” Noviembre 1985.

13)   I.C.N. 99.

14)   I.C.N. 96.

15)   Cfr. I.C.N. 92 y 107.

16)   Cfr. Juan Pablo II, Navidad 1978.

 

CAPITULO II

 

1)       2) Cfr. P.T. 8, 9 y 10.

     (G.S. 12,18)

     (p. 316, 320)

     (I.C.N. 40)

        3)  Cfr. F.C. 11.

        4)  Cfr. I.C.N. 64.

        5)  Cfr. D.P. 31, 39.

        6)  S. Mt. 25, 37

        7)  Cfr. Cor. 1, 26.

        8)  I.C.N. 67.

        9)  Solicitudo rei Socialis N. 38.

       10)  Idem 40.

       11)  I.C.N. 74.

       12)  D.P. 1027.

 

 

 

CAPITULO III

 

 

1)       Cfr. G.S. 47 y 55.

2)       Cfr. D.P. 582 a 584.

3)       UNESCO. “Redacción de los Derechos del Niño”. Principio No 7.

4)       Carta de los Derechos de la Familia.

5)       F.C. 45.

6)       Cfr. D.P. 1134 y 1135.

7)       F.C. 79.

8)       San Mt. 29, 37 y 55.

9)       D.P. 192.

 

 

CAPITULO IV

 

1)       D.P. 1054.

2)       D.P. 771.

3)       D.P. 772.

4)       Directorio Catequístico General, 1977 No 91.

 

 

CONCLUSIÓN

 

1)       Salmo 8.

2)       Cfr. D.P. 31.

3)       Mt. 18, 10.

4)       Jer. lamentaciones.

5)       San Mt. 18. 10.

6)       San Mt. 19, 14.