CATEQUESIS SOBRE LA MISA

 

En ocasión de presentar el "Nuevo Ordinario de la Misa" en lengua española, que se utilizará en la Argentina desde el 3 de diciembre de 1989

 

 

Comisión Episcopal de Catequesis

 

En oportunidad de entrar en vigencia el Nuevo Ordinario de la Misa, la Comisión Episcopal de Catequesis considera oportuno ofrecer a los fieles un documento, el primero en su género que se elabora en el país, que bajo la denominación de Catequesis de la Misa, se propone explicar el sentido profundo de la celebración eucarística. El texto examina, a partir de un versículo bíblico, cinco partes de la liturgia de la Misa, comenzando por el rito, inicial y prolongándose por el sentido de la Palabra, las ofrendas y plegarias eucarísticas, el Padre Nuestro, la comunión y los ritos finales. La reflexión que acompaña a cada una de esas partes incluye varios interrogantes dirigidos al examen de conciencia personal y comunitaria de los fieles.

 

 

I. "VENGAN A MI TODOS..." (Mt. 11,28)

 

CATEQUESIS SOBRE LOS RITOS INICIALES

DE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA

 

1                    En toda vida humana es sumamente importante, por un lado el saberse miembro de un grupo y por otro el reunirse con otras personas para festejar determinados acontecimientos importantes. Se celebra la venida de alguien ausente durante. mucho tiempo; se celebra los quince años de la hija, el cumpleaños, el casamiento, el reencuentro, o simplemente se celebra el encuentro.

 

            Cada una de estas celebraciones tiene sus ritos, tiene su "liturgia" propia: los regalos expuestos en el casamiento, el baile con la quinceañera, el lugar de mayores y menores en la mesa, la vestimenta de los participantes. Y para un sano crecimiento dentro de una familia o un grupo, la participación de estas fiestas es vital. Aquel que nunca es invitado o no participa, termina como un marginado.

 

            No todas las fiestas son iguales. Sin embargo, algunos gestos o actitudes se repiten como por ejemplo, los saludos, la expresión de la alegría de todos (risas, cantos, bailes), el intento de superar "roces" , o ciertas tensiones que pudieran existir, etc.

 

            Dios en su bondad le dio tanta importancia a la fiesta, que quiso expresar por medio de una mesa familiar -alegre y festiva- la culminación de su obra salvadora: esto es para nosotros la Eucaristía.

 

2.        Al reunirnos, por lo tanto, para la Celebración de la Misa es importante que tengamos en cuenta:

 

- Se trata de una fiesta de creyentes (comienza con alegría, mediante el Canto de Entrada);

 

            - que comprenden que la vida del hombre es una peregrinación, un caminar hacia el Padre (expresada en la Procesión de Entrada).

 

Este canto y esta marcha no son solamente para las celebraciones "especiales": CADA MISA ES LA GRAN FIESTA DE LA SALVACION, OBRADA POR DIOS PADRE EN CRISTO.

 

El mismo Señor -con su palabra- nos invita a menudo a manifestar externa y públicamente la alegría que llevamos dentro, por medio del canto y la acción de gracias. Así Col. 3,12-17 nos aclara cómo debe ser nuestra actitud cuando los cristianos nos encontramos en esta fiesta de fe.

 

"Como elegidos por Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonando; hagan ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor que es el vínculo de la perfección. Que la paz de Cristo reine en sus corazones; esa paz a la que han sido llamados porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias”.

 

            "Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salimos, himnos y cantos inspirados. Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre" (Col. 3,12-17).

 

a)       En la misa "cantamos a Dios con gratitud y de todo corazón".

 

b)      Recordamos "todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús dando gracias`. por él a Dios Padre" (la señal de la cruz).

 

c)       El saludo del sacerdote nos recuerda que Dios nos ayuda para que nos revistamos "del amor que es el vínculo de la perfección".

 

d)      En el rito penitencial practicamos la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Nos perdonamos mutuamente y el Señor nos perdona. También nos comprometemos a corregirnos los unos a los otros.

 

            Todo eso se expresa de un modo similar en la liturgia de la misa en el mundo entero. De

            modo similar, porque la celebración es la misma universalmente. No de modo absolutamente uniforme, porque las culturas son distintas. El contenido es idéntico; su expresión puede variar de época en época, de cultura en cultura.

 

Veamos nuestras formas:

 

             -La alegría inicial se suele expresar en el canto que acompaña a la entrada procesional de los que van a hablarnos en nombre de Dios y que van a dirigirse a Dios en nombre nuestro.

 

            -El saludo inicial nos constituye en reunión cristiana, convocada por Cristo cabeza que se expresa en el sacerdote.

 

NOTA: Existen ahora nuevas respuestas al saludo del sacerdote, además de la conocida.

 

            -El acto penitencial nos pone en nuestro justo lugar, ante Dios y los hombres: nos recuerda el perdón del bautismo, y el sacramento de la reconciliación. El silencio penitencial ayuda al recogimiento que permite recibir el llamado a la conversión y pedir perdón. La Asamblea, presidida por el sacerdote que también lo necesita, exclama: "Señor, ten piedad". (No diciendo ya: Señor, ten piedad de nosotros).

 

                 -La aspersión del agua (propuesta para sustituir el rito penitencial) recuerda: el bautismo      es el sacramento por el cual Dios nos hizo de su familia.

 

      -El Gloria expresa la alabanza a Dios que nos salva: es el grito de alegría de la Comunidad que se sabe salvada por Dios.

 

      -En nombre de todos, el sacerdote se dirige a Dios, recogiendo intenciones, deseos y súplicas de los participantes (oración colecta).

 

3. A raíz de lo dicho quedan varias preguntas:

 

-         ¿qué podemos hacer en nuestra comunidad para que la misa sea vivida como una fiesta?;

 

-         ¿qué hace nuestra comunidad para dar la bienvenida (en la entrada del templo) a los nuevos, a los ocasionales, a la gente que pasa?;

 

-         ¿que espera la comunidad del sacerdote para hacer de la misa una verdadera fiesta?;

 

-         ¿tratamos de reconciliarnos de verdad al empezar la celebración de nuestra Misa?

 

 

II. "MI PALABRA ES DEL QUE ME ENVIÓ" (Jn. 7,16)

 

CATEQUESIS SOBRE LA LITURGIA DE LA PALABRA

 

1.                                        El hombre, la familia, la sociedad, un país, necesitan tener conciencia de su historia para poder seguir viviendo plenamente como humanos. Quienes no tienen en cuenta la propia historia pasada, terminan sin capacidad para construir el futuro (por no asumir -en el presente- las experiencias vividas, las raíces de su identidad). Ninguna persona, ninguna comunidad, puede olvidarse de esta misión o tarea que le toca realizar en el mundo...

 

Dios -autor de la vida-, que creó al hombre a su imagen y semejanza, hizo de él un ser histórico, y lo salva en la historia, Aún más, Dios suele aprovechar las cosas que pasan (grandes momentos, para un pueblo, para una comunidad; o las pequeñas realidades de la vida cotidiana ) para darse a conocer y mostrar sus planes para con las personas, comunidades, la humanidad entera...

 

Es común que en cada fiesta familiar haya un "¿te acordás ...? que reaviva los lazos de los presentes. En la fiesta de la salvación siempre Dios actualiza todo su obrar desde la PALABRA VIVA que se proclama.

 

La memoria de la comunidad de los fieles no es un simple recordar. Porque Dios –en su sabiduría eterna- se hace presencia actual y viva (a partir de esta memoria); es eficaz, y acerca, hace llegar, a los que están congregados y al mundo, su obra salvadora (aquí y ahora).

 

           En la fiesta de los hombres cada uno suele recordar que participar de un grupo implica una  misión, y que tener determinado apellido supone ser digno de éste... Ser cristiano es ser "otro Cristo". La Palabra de Dios construye y reconstruye, día tras día, esta realidad salvadora: la Palabra nos reviste de Cristo.

 

                  2. Varios textos en la Biblia nos muestran, desde la actualidad, la importancia de la memoria del pasado para poder construir el futuro y esperar algo de él.

 

“Pero ten cuidado, no olvides al Señor, tu Dios, ni dejes de observar sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, que yo te prescribo hoy. Y cuando comas hasta saciarte, cuando construyas casas confortables y vivas en ellas, cuando se multipliquen tus vacas y tus ovejas, cuando tengas plata y oro en abundancia y se acrecienten todas tus riquezas, no te vuelvas arrogante, ni olvides al Señor tu Dios que te hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud, y te condujo por ese inmenso y temible desierto entre serpientes abrasadoras y escorpiones. No olvides al Señor, tu Dios, que en esa tierra sedienta y sin agua, hizo brotar para ti agua de la roca y en el desierto te alimentó con el maná, un alimento que no conocieron tus padres. Así te afligió y te puso a prueba, para que tuvieras un futuro dichoso. No pienses entonces: 'Mi propia fuerza y el poder de mi brazo me han alcanzado esta prosperidad’. Acuérdate del Señor, tu Dios, porque él te da la fuerza necesaria para que alcances esa prosperidad, a fin de confirmar la alianza que juró a tus padres, como de hecho hoy sucede. Pero si llegas a olvidarte del Señor, tu Dios, y vas detrás  de otros dioses, si los sirves y te postras delante de ellos, yo les  aseguro solemnemente que ustedes perecerán. Perecerán como esas naciones que el Señor va destruyendo delante de ustedes, por no haber escuchado la voz del Señor, tu Dios”(Deut. 8,11-20).

 

            Vale la pena, al leer y volver a leer estos textos, tener en cuenta el tiempo de los verbos y los mismos verbos:

 

-        cuando comas hasta saciarte, cuando construyas casas, confortables y vivas en ellas, cuando multipliques tus vacas y ovejas, cuando tengas plata y oro en abundancia Y se acrecienten todas tus riquezas: un condicional referido al futuro;

 

-        no te vuelvas arrogante (hoy) ni olvides al Señor que te hizo salir de Egipto (en el pasado);

 

-        te afligió y te puso a prueba (en el pasado) para que tuvieras un FUTURO dichoso.

 

           En el encuentro festivo de los cristianos (la Celebración Eucarística) hay una parte dedicada exclusivamente a escuchar a Dios que habla de manera actual, a su pueblo. No sólo se trata de recordar. Su Palabra es revelación de su eterna Y actual intimidad. Dios es el gran desconocido pero se revela a través de su Palabra en algo que siempre es Buena Noticia. Al mismo tiempo su Palabra es un juicio sobre la Vida, el ser y el actuar de todos los que quiere salvar. Por eso, su Palabra es cortante como una espada: anuncia su presencia salvadora y denuncia las situaciones que eliminan esta presencia o la hacen imposible. Pero también su Palabra implica una propuesta para construir, desde el pasado, a partir de hoy, su futuro.

 

            Generalmente en las celebraciones dominicales, la primera y tercera lectura implican y contienen el juicio (anuncio y denuncia) y la segunda lectura hace referencia a las propuestas.

 

El SALMO RESPONSORIAL quiere suscitar, a través de lo respuesta de la comunidad, los sentimientos y vivencias de nuestros antepasados en la fe, para hacerlos actuales y rezarlos hoy como Palabra inspirada por Dios mismo.

 

       3.  La PALABRA DE DIOS no es algo externo al hombre, ni una simple sugerencia moral. Su Palabra se actualiza, se hace fuerza salvadora AQUI Y AHORA, al ser proclamada. ¿Qué significa esto? Significa que despierta y hace crecer la fe de la comunidad, produciendo la adhesión del corazón. Dicho de otro modo: da la gracia para vivir como amigos de Dios, como "hombres nuevos" al estilo de Jesús, como hijos, de Dios y hermanos de todos los hombres.

 

Por eso la Palabra anunciada -una vez recibida, meditada y respondida- debe terminar en la PROFESION DE FE o CREDO.

 

El Credo no puede ser un recitado a secas... Porque:

 

-Es la respuesta del pueblo salvado al llamado del Señor, que hace crecer en la fe al mismo tiempo.

 

            -Es el reconocimiento que hace la comunidad de las maravillas obradas por Su amor, centradas en Cristo y reveladas por la Iglesia.

 

            -Es la aceptación y adhesión del corazón a lo que Dios hizo y hace para salvarnos a todos.

 

                 -Es el ejercicio de la memoria de fe, que compromete a vivir el presente con la mirada en    el futuro: la Vida para siempre.

 

            NOTA: Al final de la proclamación del Evangelio, se indican otras respuestas, a la “Palabra del Señor". También hay cambios en el credo Apostólico (breve), y se añade además el Credo Niceno.

 

 

                        La ORACION DE LOS FIELES es la súplica del Pueblo para que Dios también se siga comprometiendo con el futuro de ese Pueblo que tiene dificultades, proyectos, esperanzas y  angustias, y ruega para que la historia entera pueda seguir siendo historia de salvación.

 

Podemos preguntarnos:

 

-         ¿cuál es mi actitud ante la PALABRA?;

 

-         ¿qué significa el CREDO en mi vida práctica?

 

 

 

III. "HE DESEADO ARDIENTEMENTE..." (Lc. 22,15)

 

CATEQUESIS SOBRE LAS OFRENDAS

Y PLEGARIAS EUCARISTICAS

 

                     1 La situación de la humanidad puede definirse como cargada de "gozos y esperanzas, de angustias y tristezas ... “ Todos los hombres sentimos la alegría y también en otros momentos, la desesperanza.

 

Del mismo modo, ocurre en la fiesta familiar: la familia reunida vive la alegría del encuentro y del momento, siente el gozo de la unidad y la esperanza de que sigan creciendo...Pero siempre, el recuerdo, la memoria, asocia a los ausentes: los que se fueron a la Casa de Dios Padre, los que no vinieron a la fiesta, los que no sabían que tenían las puertas abiertas, los que no tuvieron ningún interés en venir...

 

      2      Dios Padre, por su parte, tiene también "sus gozos y esperanzas". ¿Y las tristezas  y angustias? NO. ¿Por qué? Porque Dios Padre tiene memoria:

 

Su propio Hijo Jesucristo había muerto (compartiendo así el dolor y sufrimientos de los hombres) pero ha resucitado para hacer nueva la Vida...

 

         -¿Saben cómo es la "memoria" del Padre Dios? Un eterno presente, un recuerdo siempre     actual que quiere hacer llegar a los hombres de todos los tiempos.

 

          Así la fuerza de la memoria y recuerdo del Hijo puede alcanzar nuestra historia y transformarla.

 

         -Hoy, por tanto, Jesús resucitado, viene a decirnos en cada Eucaristía, como a los Apostóles... (lo leemos en Lc. ..22,7-20):

 

" Llegó el día de los Ácimos en el que se debía inmolar la víctima pascual. Jesús envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: “Vayan a prepararnos lo necesario para la comida pascual". Ellos le preguntaron: ¿dónde quieres que lo preparemos?. Jesús les respondió: "Al entrar en la ciudad encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo hasta la casa dónde entre y digan a su dueño- El Maestro manda preguntarte: ¿ dónde está la sala en que podré comer la Pascua con mis discípulos? El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones; preparen allí lo necesario". Los discípulos partieron, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua...

 

Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo: "He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios". Y tomando una copa dio gracias y dijo: "Tomen y compártanla entre ustedes. Porque les aseguro que desde ahora no beberán más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios".

 

            Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Esto es mi Cuerpo que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía". Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: "Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre que se derrama por ustedes" ( Luc. 22,7-20).

 

                      - A partir del texto proclamado, podemos entender el sentido y el alcance de la Plegaria Eucarística, que ha tenido algunas modificaciones y se ha enriquecido con nuevos textos ( Cf Comentario Nuevo Ordinario, p. 55).

 

                      - Como los Apóstoles, los cristianos preparamos la Pascua: se traen el pan y el vino, las limosnas para los pobres y las necesidades de la comunidad.

 

           -Las oraciones con que el sacerdote presenta a Dios Padre nuestros dones son –en el sentido bíblico de la Palabra- una bendición al Señor, dador de los bienes creados, quien los transforma para nosotros -una vez ofrecidos- en el Sacramento de Salvación (NO HAY AQUI OFERTORIO, sino PRESENTACION; el ofertorio se da durante la Plegaria Eucarística).

 

           -Luego, juntamente con Cristo, el sacerdote se ofrece a sí mismo con todos los presentes, a Dios Padre.

 

           -La exhortación a rezar ("Orad hermanos...") pone de manifiesto el carácter sacrificial de la Celebración y la unidad del acto realizado por el sacerdote y la asamblea. Se dan tres variantes que puede hacer el sacerdote para invitar a rezar, pero la respuesta del Pueblo es siempre la misma.

 

            -La oración sobre las ofrendas se concentra en este ofrecimiento como preparación a la plegaria eucarística.

 

- Esta Plegaria eucarística -presidencial por excelencia exige una proclamación clara y festiva, porque se hace presente la "memoria de Dios". Es la oración de alabanza y acción de gracias, de consagración y ofrenda.

 

              -Una vez  rezado el Prefacio que expresa el reconocimiento de lo que Dios ha hecho entre nosotros, la asamblea prorrumpe con el “Santo...” que debe ser cantado y proclamado por todos. Luego, el silencio sagrado del pueblo expresa la necesidad de que las Palabras de Cristo sean acogidas con verdadera fe y esperanza.

 

 

 

 

            NOTA: El nuevo texto incorpora varias Plegarias Eucarísticas nuevas que indican la riqueza y variedad de las situaciones que cada comunidad celebra... (por ejemplo, las Plegarias de la Reconciliación, de Niños, etc.).

 

 

                          -La Invocación especial (o epiclesis) que realiza el sacerdote implora el poder creador y transformante del Espíritu Santo, porque el relato de la Institución Eucarística del que se hace "memoria" se convierte en presencia nueva: entre los hombres está el Cuerpo y la Sangre de Cristo, la Pascua que él desea ardientemente compartir con todos.

 

               -Así, cumpliendo el mandato de Jesús, la Iglesia celebra la memoria (anámnesis) de Cristo, de su Pasión y Resurrección, de su Ascensión a la Casa del Padre. Y junto con Él, y al ofrecerlo como Víctima de Salvación, la Iglesia asume su papel sacerdotal e intercesor recordando a los presentes y ausentes:

 

- La Virgen María y los Santos, que ya están participando de la herencia de Dios Padre.

 

-Todos los que participan de una misma fe (especialmente la asamblea presente).

 

-Los hermanos que nos precedieron con la fe y duermen el sueño de la paz.

 

-Los que no vinieron.

 

-Los que no saben que fueron invitados (los no creyentes).

 

-Los que no les interesa ...

 

Por último, la doxología final "Por Cristo, con Él y en Él" expresa la glorificación de Dios Padre que nos ha salvado por el Hijo uniéndonos por el Espíritu Santo. Toda la asamblea ratifica, finaliza y manifiesta su adhesión con el AMÉN vibrante, que es el más significativo de toda la Celebración.

 

De esta manera, el gozo y la esperanza de Dios Padre, el deseo ardiente del Hijo de compartir su Pascua con todos, por la acción transformadora del Espíritu Santo, es una realidad, y todos estamos realizando  -como protagonistas de diversas formas- lo que el Señor Jesús nos dijo "Hagan esto en memoria mía".

 

         3 Necesitamos vivir más conscientemente nuestra Celebración de la fe en la Eucaristía...

 

-   ¿Qué celebramos? Cómo entendemos las palabras del Señor: “¿He deseado ardientemente              comer esta Pascua con ustedes...?

 

-         ¿De qué manera preparamos nuestro corazón a la alabanza y acción de gracias de toda la        comunidad?

 

-         ¿Cuál es la actitud que tomamos cuando  la Palabra de Jesús es proclamada sobre nuestros dones y sobre nuestra vida?

 

¡Es preciso dejar claro que Cristo en su Iglesia puede seguir entregándose para que llegue la salvación!

 

-         ¿Cómo vamos tomando conciencia de nuestra responsabilidad de ser intercesores de la salvación para todos los hombres?

 

 

IV  “EN MEMORIA MIA” (1 Cor. 11,24 b)

 

 

CATEQUESIS SOBRE EL PADRENUESTRO

Y  LA COMUNIÓN

 

1.                ¡Qué bien se siente uno cuando alguien nos hace llegar una invitación para una fiesta! Es cierto... Nos gusta que nos tengan en cuenta, también nos gusta encontrarnos con aquellas  personas que queremos... Nuestra imaginación “vuela”: ¿irá Fulano?, ¿irá Mengano? Seguramente habrá invitado a...¿Cómo será el banquete?

 

                  Cada fiesta es la ocasión que revela el amor y la amistad que une al que invita con sus invitados, y a los invitados entre sí. Comer juntos es signo de amistad, de agradecimiento compartido, de alegría.

 

                   La fiesta de la Eucaristía se da en el marco de una comida. Por Cristo muerto y resucitado sabemos que  Dios Padre nos invita a la comunión con el Reino, al Gran Banquete al final de la historia, donde quiere tenernos a todos juntos.

 

2.      Y Jesús quiere anticiparnos el gusto de ese banquete en cada Eucaristía. Por la fe nos une profundamente a Ël y entre nosotros para participar de su Cuerpo y Sangre, “ofrecidos por nosotros”, fuente de paz y libertad.

 

-         En su liturgia, la Iglesia sabiamente nos prepara a este gesto íntimo y comunitario a la vez, invitándonos a rezar juntos la oración que Jesús mismo quiso enseñarnos:

 

                                               “Padre nuestro que estás en el cielo,

                                               santificado sea tu nombre;

                                                venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo;

danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas, como también nosotros

perdonamos

a los que nos ofenden;

 no nos dejes caer en la tentación,

 y líbranos del mal

 

-         Las pequeñas modificaciones del texto tienen su explicación: la Iglesia buscó una mayor fidelidad al texto evangélico, y al mismo tiempo, resaltar su profundo mensaje:

 

-         En una invocación a Dios Padre, a fin de lograr una actitud de fidelidad semejante a la de Jesús.

 

-         Se declara comunitariamente que somos hijos de Dios y hermanos entre nosotros.

 

-         Se expresan dos grandes deseos: que Dios sea reconocido por lo que es, y que su Reino, por el cual somos salvados y congregados, se cumpla realmente.

 

-         Se hacen tres peticiones: el pan, el perdón y la liberación del mal, tres caminos por los cuales Dios comunica su vida a los hombres.

 

-         El desarrollo de la última petición del Padrenuestro (embolismo) pretende avivar en la asamblea el deseo y la esperanza del Reino –la venida gloriosa del Señor Jesús. Esto provoca la antiquísima aclamación que proclama el Reino y el poder salvador de Dios Padre.

 

-         La oración siguiente que dice el sacerdote, retoma el augurio de la paz de Cristo, con un notable valor ecuménico al pedir por la Iglesia –a pesar de las infidelidades humanas-, la unidad y la paz. Pero la paz y la unidad no son solamente, regalo de Dios (don) sino también al mismo tiempo, una tarea a la que son llamados todos los presentes.

 

Este deseo de felicidad pasa del sacerdote a los fieles, a quienes se invita a intercambiar mutuamente un signo de paz y caridad; esto expresa el sentimiento profundo que ha de animar los corazones de quienes participan de este único Pan.

 

        -     Luego el sacerdote repite el gesto de Cristo que -en los tiempos apostólicos- dio nombre a     la Eucaristía: "La fracción del Pan". Tiene un significado muy hondo: muchos participan del mismo Pan de Vida y por ello forman un solo y único Cuerpo (cf. 1 Cor. 10, 17).

 

  -   El canto o proclamación reiterada del "Cordero de Dios" expresa el valor  sacrificial del banquete Eucarístico y anima la fe de la asamblea.

 

-     La presentación del Pan de la Eucaristía va seguida de una aclamación que es también una invitación. Sigue "el grito del centurión" (cf. Mt. 7,8) para expresar un sentimiento de alegre estupor por recibir al Cristo entregado por todos los hombres.

 

-        A continuación los fieles se acercan procesionalmente (por lo general, cantando, que es una alegre y fraternal manera de rezar), expresando su propia fe (el Cuerpo de Cristo, AMEN) y su compromiso (edificar el Cuerpo de Cristo), en un clima peregrinante de pueblo que marcha hacia el encuentro del Señor.

 

  -      Después de la Comunión, se suele hacer un momento de silencio para la alabanza y acción de gracias. Conviene dar lugar a la oración íntima compartiendo ese silencio, si bien puede también cantarse un himno adecuado...

 

  -     Se concluye con la oración después de la Comunión, cuyo objetivo consiste en pedir a Dios Padre copiosos frutos del misterio celebrado.

 

3.    Comunión, significa para los creyentes, vivir en Cristo una profunda unión con Dios y    con los hombres, que se ha de traducir en actitudes y acciones en la vida concreta.

 

-¿Cómo entiendo la oración del "Padrenuestro"? ¿En qué manifiesto haberla rezado "con la vida"?

 

-¿Cuál es mi actitud frente al Reino de Dios?

 

-¿De qué manera me comprometo a construir la paz y la unidad?

 

-¿Qué significado doy a la comunión con el Cuerpo y la sangre de Cristo?

 

Es necesario que nuestra participación acreciente la fe, a fin de que en la fiesta eucarística se haga más profunda la relación con Dios Padre que nos reúne y nos salva con los demás hermanos, invitados como nosotros.

 

 

V. “VAYAN Y HAGAN DISCIPULOS" (Mt. 28,19)

 

CATEQUESIS SOBRE LOS RITOS FINALES

 

1         La pertenencia a una familia marca a la persona para toda la vida y tiene su repercusión para bien o para mal. “Digno hijo de su padre. .." “De tal palo tal astilla...”  “Quien lo hubiera pensado, ¡y en esta familia!. . ." son expresiones comunes que expresan esta realidad.

 

             Toda pertenencia a una determinada familia expresa no sólo vínculos (afectivos y otros); también implica de alguna manera participación en una tarea, una misión común. Y aunque no se diga muy a menudo, conciente o inconscientemente, en la vida de cada uno está presente una constante referencia a los padres, primero a la esposa, al esposo, después a los hijos, a la familia política.

 

Y cada fiesta familiar incluye un fortalecimiento de estos vínculos y de la misión común.

 

2          Este fortalecimiento del vínculo (véase la palabra comunión) y de la misión común son aspectos esenciales de la celebración  de la Eucaristía, La palabra "misa" tiene la misma raíz de la misión: somos enviados con la bendición de Dios.

 

             "Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de despertarse porque la salvación está ahora más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está muy avanzada y se acerca el día. Abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz. Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida, basta de lujuria y libertinaje; no más peleas, ni envidias. Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la carne". (Rom. 13,11-14).

 

             "Ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere para sí. Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor; tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor. Porque Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los vivos y de los muertos". (Rom. 14,7-9).

 

              A partir del bautismo todo cristiano es un revestido de Cristo, y esta realidad se expresa bíblicamente de muchas maneras. "Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí", dice S. Pablo en Gál. 2,20.

 

Todos somos miembros de la familia del Padre Dios, marcados con "un sello imborrable y definitivo". Por eso, ya no vivimos para nosotros: vivimos para el Señor. En la vida y en la muerte pertenecemos al Señor.

 

            Sin embargo, la vocación recibida en el bautismo que nos hizo miembros de esta familia, no puede dejarnos pasivos ni instalados. Exige un compromiso y una misión. Quienes participamos de la Celebración Eucarística somos enviados: "Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes" (Jn. 20,21).

 

La Iglesia -Cuerpo de Cristo- y cada uno de los cristianos, somos enviados a cumplir la misión de Cristo. Nos acompaña su bendición...

 

          ¿Qué significa la BENDICION que se brinda en la Misa? Toda bendición mira principalmente a Dios, cuya grandeza y bondad ensalza. Pero, por el hecho de comunicar los beneficios del Señor, mira también a los hombres y a sus cosas.

 

En la Celebración Eucarística la bendición:

 

-Evoca las acciones salvadoras del Señor y la comunicación de la fe (signo de la cruz).

 

-Expresa que somos invitados a alabar a Dios, y a glorificar su Nombre.

 

-Nos anima a pedir su protección y el feliz resultado en la misión encomendada.

 

            -Nos exhorta a ser dignos de su misericordia por medio de una vida de auténticos hijos suyos (que Dios "diga-bien" = ben-diga).

 

-Significa, también, que Dios nos santifica y renueva en Cristo por el Espíritu Santo.

 

Por ello, es necesario:

 

            -Afianzar la fe y la actitud interior a fin de responder a lo que su bendición quiere significar y expresar:

 

-Apoyarse en la esperanza que no defrauda, como nos dice la Palabra del Señor (cf. Rom.5,5).

 

-Estar vivificados por la Caridad que urge a vivir de acuerdo a la Palabra....

 

             NOTA: La bendición sacerdotal en la Misa puede hacerse con las fórmulas solemnes conocidas del Misal; el Nuevo Ordinario las ha enriquecido con nuevas fórmulas (de origen hispano-galicano).

En oportunidad de entrar en vigencia el Nuevo Ordinario de la Misa, la Comisión Episcopal de Catequesis considera oportuno ofrecer a los fieles un documento, el primero en su género que se elabora en el país, que bajo la denominación de Catequesis de la Misa, se propone explicar el sentido profundo de la celebración eucarística. El texto examina, a partir de un versículo bíblico, cinco partes de la liturgia de la Misa, comenzando por el rito, inicial y prolongándose por el sentido de la Palabra, las ofrendas y plegarias eucarísticas, el Padre Nuestro, la comunión y los ritos finales. La reflexión que acompaña a cada una de esas partes incluye varios interrogantes dirigidos al examen de conciencia personal y comunitaria de los fieles.

 

 

 

CATEQUESIS SOBRE LA MISA

 

En ocasión de presentar el "Nuevo Ordinario de la Misa" en lengua española,

que se utilizará en la Argentina desde el 3 de diciembre de 1989

 

 

Comisión Episcopal de Catequesis

 

 

 

I. "VENGAN A MI TODOS..." (Mt. 11,28)

 

CATEQUESIS SOBRE LOS RITOS INICIALES

DE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA

 

1                    En toda vida humana es sumamente importante, por un lado el saberse miembro de un grupo y por otro el reunirse con otras personas para festejar determinados acontecimientos importantes. Se celebra la venida de alguien ausente durante. mucho tiempo; se celebra los quince años de la hija, el cumpleaños, el casamiento, el reencuentro, o simplemente se celebra el encuentro.

 

            Cada una de estas celebraciones tiene sus ritos, tiene su "liturgia" propia: los regalos expuestos en el casamiento, el baile con la quinceañera, el lugar de mayores y menores en la mesa, la vestimenta de los participantes. Y para un sano crecimiento dentro de una familia o un grupo, la participación de estas fiestas es vital. Aquel que nunca es invitado o no participa, termina como un marginado.

 

            No todas las fiestas son iguales. Sin embargo, algunos gestos o actitudes se repiten como por ejemplo, los saludos, la expresión de la alegría de todos (risas, cantos, bailes), el intento de superar "roces" , o ciertas tensiones que pudieran existir, etc.

 

            Dios en su bondad le dio tanta importancia a la fiesta, que quiso expresar por medio de una mesa familiar -alegre y festiva- la culminación de su obra salvadora: esto es para nosotros la Eucaristía.

 

2.        Al reunirnos, por lo tanto, para la Celebración de la Misa es importante que tengamos en cuenta:

 

- Se trata de una fiesta de creyentes (comienza con alegría, mediante el Canto de Entrada);

 

            - que comprenden que la vida del hombre es una peregrinación, un caminar hacia el Padre (expresada en la Procesión de Entrada).

 

Este canto y esta marcha no son solamente para las celebraciones "especiales": CADA MISA ES LA GRAN FIESTA DE LA SALVACION, OBRADA POR DIOS PADRE EN CRISTO.

 

El mismo Señor -con su palabra- nos invita a menudo a manifestar externa y públicamente la alegría que llevamos dentro, por medio del canto y la acción de gracias. Así Col. 3,12-17 nos aclara cómo debe ser nuestra actitud cuando los cristianos nos encontramos en esta fiesta de fe.

 

"Como elegidos por Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonando; hagan ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor que es el vínculo de la perfección. Que la paz de Cristo reine en sus corazones; esa paz a la que han sido llamados porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias”.

 

            "Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salimos, himnos y cantos inspirados. Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre" (Col. 3,12-17).

 

a)       En la misa "cantamos a Dios con gratitud y de todo corazón".

 

b)      Recordamos "todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús dando gracias`. por él a Dios Padre" (la señal de la cruz).

 

c)       El saludo del sacerdote nos recuerda que Dios nos ayuda para que nos revistamos "del amor que es el vínculo de la perfección".

 

d)      En el rito penitencial practicamos la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Nos perdonamos mutuamente y el Señor nos perdona. También nos comprometemos a corregirnos los unos a los otros.

 

            Todo eso se expresa de un modo similar en la liturgia de la misa en el mundo entero. De

            modo similar, porque la celebración es la misma universalmente. No de modo absolutamente uniforme, porque las culturas son distintas. El contenido es idéntico; su expresión puede variar de época en época, de cultura en cultura.

 

Veamos nuestras formas:

 

             -La alegría inicial se suele expresar en el canto que acompaña a la entrada procesional de los que van a hablarnos en nombre de Dios y que van a dirigirse a Dios en nombre nuestro.

 

            -El saludo inicial nos constituye en reunión cristiana, convocada por Cristo cabeza que se expresa en el sacerdote.

 

NOTA: Existen ahora nuevas respuestas al saludo del sacerdote, además de la conocida.

 

            -El acto penitencial nos pone en nuestro justo lugar, ante Dios y los hombres: nos recuerda el perdón del bautismo, y el sacramento de la reconciliación. El silencio penitencial ayuda al recogimiento que permite recibir el llamado a la conversión y pedir perdón. La Asamblea, presidida por el sacerdote que también lo necesita, exclama: "Señor, ten piedad". (No diciendo ya: Señor, ten piedad de nosotros).

 

                 -La aspersión del agua (propuesta para sustituir el rito penitencial) recuerda: el bautismo      es el sacramento por el cual Dios nos hizo de su familia.

 

      -El Gloria expresa la alabanza a Dios que nos salva: es el grito de alegría de la Comunidad que se sabe salvada por Dios.

 

      -En nombre de todos, el sacerdote se dirige a Dios, recogiendo intenciones, deseos y súplicas de los participantes (oración colecta).

 

3. A raíz de lo dicho quedan varias preguntas:

 

-         ¿qué podemos hacer en nuestra comunidad para que la misa sea vivida como una fiesta?;

 

-         ¿qué hace nuestra comunidad para dar la bienvenida (en la entrada del templo) a los nuevos, a los ocasionales, a la gente que pasa?;

 

-         ¿que espera la comunidad del sacerdote para hacer de la misa una verdadera fiesta?;

 

-         ¿tratamos de reconciliarnos de verdad al empezar la celebración de nuestra Misa?

 

 

II. "MI PALABRA ES DEL QUE ME ENVIÓ" (Jn. 7,16)

 

CATEQUESIS SOBRE LA LITURGIA DE LA PALABRA

 

2.                                        El hombre, la familia, la sociedad, un país, necesitan tener conciencia de su historia para poder seguir viviendo plenamente como humanos. Quienes no tienen en cuenta la propia historia pasada, terminan sin capacidad para construir el futuro (por no asumir -en el presente- las experiencias vividas, las raíces de su identidad). Ninguna persona, ninguna comunidad, puede olvidarse de esta misión o tarea que le toca realizar en el mundo...

 

Dios -autor de la vida-, que creó al hombre a su imagen y semejanza, hizo de él un ser histórico, y lo salva en la historia, Aún más, Dios suele aprovechar las cosas que pasan (grandes momentos, para un pueblo, para una comunidad; o las pequeñas realidades de la vida cotidiana ) para darse a conocer y mostrar sus planes para con las personas, comunidades, la humanidad entera...

 

Es común que en cada fiesta familiar haya un "¿te acordás ...? que reaviva los lazos de los presentes. En la fiesta de la salvación siempre Dios actualiza todo su obrar desde la PALABRA VIVA que se proclama.

 

La memoria de la comunidad de los fieles no es un simple recordar. Porque Dios –en su sabiduría eterna- se hace presencia actual y viva (a partir de esta memoria); es eficaz, y acerca, hace llegar, a los que están congregados y al mundo, su obra salvadora (aquí y ahora).

 

           En la fiesta de los hombres cada uno suele recordar que participar de un grupo implica una  misión, y que tener determinado apellido supone ser digno de éste... Ser cristiano es ser "otro Cristo". La Palabra de Dios construye y reconstruye, día tras día, esta realidad salvadora: la Palabra nos reviste de Cristo.

 

                  2. Varios textos en la Biblia nos muestran, desde la actualidad, la importancia de la memoria del pasado para poder construir el futuro y esperar algo de él.

 

“Pero ten cuidado, no olvides al Señor, tu Dios, ni dejes de observar sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, que yo te prescribo hoy. Y cuando comas hasta saciarte, cuando construyas casas confortables y vivas en ellas, cuando se multipliquen tus vacas y tus ovejas, cuando tengas plata y oro en abundancia y se acrecienten todas tus riquezas, no te vuelvas arrogante, ni olvides al Señor tu Dios que te hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud, y te condujo por ese inmenso y temible desierto entre serpientes abrasadoras y escorpiones. No olvides al Señor, tu Dios, que en esa tierra sedienta y sin agua, hizo brotar para ti agua de la roca y en el desierto te alimentó con el maná, un alimento que no conocieron tus padres. Así te afligió y te puso a prueba, para que tuvieras un futuro dichoso. No pienses entonces: 'Mi propia fuerza y el poder de mi brazo me han alcanzado esta prosperidad’. Acuérdate del Señor, tu Dios, porque él te da la fuerza necesaria para que alcances esa prosperidad, a fin de confirmar la alianza que juró a tus padres, como de hecho hoy sucede. Pero si llegas a olvidarte del Señor, tu Dios, y vas detrás  de otros dioses, si los sirves y te postras delante de ellos, yo les  aseguro solemnemente que ustedes perecerán. Perecerán como esas naciones que el Señor va destruyendo delante de ustedes, por no haber escuchado la voz del Señor, tu Dios”(Deut. 8,11-20).

 

            Vale la pena, al leer y volver a leer estos textos, tener en cuenta el tiempo de los verbos y los mismos verbos:

 

-        cuando comas hasta saciarte, cuando construyas casas, confortables y vivas en ellas, cuando multipliques tus vacas y ovejas, cuando tengas plata y oro en abundancia Y se acrecienten todas tus riquezas: un condicional referido al futuro;

 

-        no te vuelvas arrogante (hoy) ni olvides al Señor que te hizo salir de Egipto (en el pasado);

 

-        te afligió y te puso a prueba (en el pasado) para que tuvieras un FUTURO dichoso.

 

           En el encuentro festivo de los cristianos (la Celebración Eucarística) hay una parte dedicada exclusivamente a escuchar a Dios que habla de manera actual, a su pueblo. No sólo se trata de recordar. Su Palabra es revelación de su eterna Y actual intimidad. Dios es el gran desconocido pero se revela a través de su Palabra en algo que siempre es Buena Noticia. Al mismo tiempo su Palabra es un juicio sobre la Vida, el ser y el actuar de todos los que quiere salvar. Por eso, su Palabra es cortante como una espada: anuncia su presencia salvadora y denuncia las situaciones que eliminan esta presencia o la hacen imposible. Pero también su Palabra implica una propuesta para construir, desde el pasado, a partir de hoy, su futuro.

 

            Generalmente en las celebraciones dominicales, la primera y tercera lectura implican y contienen el juicio (anuncio y denuncia) y la segunda lectura hace referencia a las propuestas.

 

El SALMO RESPONSORIAL quiere suscitar, a través de lo respuesta de la comunidad, los sentimientos y vivencias de nuestros antepasados en la fe, para hacerlos actuales y rezarlos hoy como Palabra inspirada por Dios mismo.

 

       3.  La PALABRA DE DIOS no es algo externo al hombre, ni una simple sugerencia moral. Su Palabra se actualiza, se hace fuerza salvadora AQUI Y AHORA, al ser proclamada. ¿Qué significa esto? Significa que despierta y hace crecer la fe de la comunidad, produciendo la adhesión del corazón. Dicho de otro modo: da la gracia para vivir como amigos de Dios, como "hombres nuevos" al estilo de Jesús, como hijos, de Dios y hermanos de todos los hombres.

 

Por eso la Palabra anunciada -una vez recibida, meditada y respondida- debe terminar en la PROFESION DE FE o CREDO.

 

El Credo no puede ser un recitado a secas... Porque:

 

-Es la respuesta del pueblo salvado al llamado del Señor, que hace crecer en la fe al mismo tiempo.

 

            -Es el reconocimiento que hace la comunidad de las maravillas obradas por Su amor, centradas en Cristo y reveladas por la Iglesia.

 

            -Es la aceptación y adhesión del corazón a lo que Dios hizo y hace para salvarnos a todos.

 

                 -Es el ejercicio de la memoria de fe, que compromete a vivir el presente con la mirada en    el futuro: la Vida para siempre.

 

            NOTA: Al final de la proclamación del Evangelio, se indican otras respuestas, a la “Palabra del Señor". También hay cambios en el credo Apostólico (breve), y se añade además el Credo Niceno.

 

 

                        La ORACION DE LOS FIELES es la súplica del Pueblo para que Dios también se siga comprometiendo con el futuro de ese Pueblo que tiene dificultades, proyectos, esperanzas y  angustias, y ruega para que la historia entera pueda seguir siendo historia de salvación.

 

Podemos preguntarnos:

 

-         ¿cuál es mi actitud ante la PALABRA?;

 

-         ¿qué significa el CREDO en mi vida práctica?

 

 

 

III. "HE DESEADO ARDIENTEMENTE..." (Lc. 22,15)

 

CATEQUESIS SOBRE LAS OFRENDAS

Y PLEGARIAS EUCARISTICAS

 

                     1 La situación de la humanidad puede definirse como cargada de "gozos y esperanzas, de angustias y tristezas ... “ Todos los hombres sentimos la alegría y también en otros momentos, la desesperanza.

 

Del mismo modo, ocurre en la fiesta familiar: la familia reunida vive la alegría del encuentro y del momento, siente el gozo de la unidad y la esperanza de que sigan creciendo...Pero siempre, el recuerdo, la memoria, asocia a los ausentes: los que se fueron a la Casa de Dios Padre, los que no vinieron a la fiesta, los que no sabían que tenían las puertas abiertas, los que no tuvieron ningún interés en venir...

 

      2      Dios Padre, por su parte, tiene también "sus gozos y esperanzas". ¿Y las tristezas  y angustias? NO. ¿Por qué? Porque Dios Padre tiene memoria:

 

Su propio Hijo Jesucristo había muerto (compartiendo así el dolor y sufrimientos de los hombres) pero ha resucitado para hacer nueva la Vida...

 

         -¿Saben cómo es la "memoria" del Padre Dios? Un eterno presente, un recuerdo siempre     actual que quiere hacer llegar a los hombres de todos los tiempos.

 

          Así la fuerza de la memoria y recuerdo del Hijo puede alcanzar nuestra historia y transformarla.

 

         -Hoy, por tanto, Jesús resucitado, viene a decirnos en cada Eucaristía, como a los Apostóles... (lo leemos en Lc. ..22,7-20):

 

" Llegó el día de los Ácimos en el que se debía inmolar la víctima pascual. Jesús envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: “Vayan a prepararnos lo necesario para la comida pascual". Ellos le preguntaron: ¿dónde quieres que lo preparemos?. Jesús les respondió: "Al entrar en la ciudad encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo hasta la casa dónde entre y digan a su dueño- El Maestro manda preguntarte: ¿ dónde está la sala en que podré comer la Pascua con mis discípulos? El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones; preparen allí lo necesario". Los discípulos partieron, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua...

 

Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo: "He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios". Y tomando una copa dio gracias y dijo: "Tomen y compártanla entre ustedes. Porque les aseguro que desde ahora no beberán más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios".

 

            Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Esto es mi Cuerpo que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía". Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: "Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre que se derrama por ustedes" ( Luc. 22,7-20).

 

                      - A partir del texto proclamado, podemos entender el sentido y el alcance de la Plegaria Eucarística, que ha tenido algunas modificaciones y se ha enriquecido con nuevos textos ( Cf Comentario Nuevo Ordinario, p. 55).

 

                      - Como los Apóstoles, los cristianos preparamos la Pascua: se traen el pan y el vino, las limosnas para los pobres y las necesidades de la comunidad.

 

           -Las oraciones con que el sacerdote presenta a Dios Padre nuestros dones son –en el sentido bíblico de la Palabra- una bendición al Señor, dador de los bienes creados, quien los transforma para nosotros -una vez ofrecidos- en el Sacramento de Salvación (NO HAY AQUI OFERTORIO, sino PRESENTACION; el ofertorio se da durante la Plegaria Eucarística).

 

           -Luego, juntamente con Cristo, el sacerdote se ofrece a sí mismo con todos los presentes, a Dios Padre.

 

           -La exhortación a rezar ("Orad hermanos...") pone de manifiesto el carácter sacrificial de la Celebración y la unidad del acto realizado por el sacerdote y la asamblea. Se dan tres variantes que puede hacer el sacerdote para invitar a rezar, pero la respuesta del Pueblo es siempre la misma.

 

            -La oración sobre las ofrendas se concentra en este ofrecimiento como preparación a la plegaria eucarística.

 

- Esta Plegaria eucarística -presidencial por excelencia exige una proclamación clara y festiva, porque se hace presente la "memoria de Dios". Es la oración de alabanza y acción de gracias, de consagración y ofrenda.

 

              -Una vez  rezado el Prefacio que expresa el reconocimiento de lo que Dios ha hecho entre nosotros, la asamblea prorrumpe con el “Santo...” que debe ser cantado y proclamado por todos. Luego, el silencio sagrado del pueblo expresa la necesidad de que las Palabras de Cristo sean acogidas con verdadera fe y esperanza.

 

 

 

 

            NOTA: El nuevo texto incorpora varias Plegarias Eucarísticas nuevas que indican la riqueza y variedad de las situaciones que cada comunidad celebra... (por ejemplo, las Plegarias de la Reconciliación, de Niños, etc.).

 

 

                          -La Invocación especial (o epiclesis) que realiza el sacerdote implora el poder creador y transformante del Espíritu Santo, porque el relato de la Institución Eucarística del que se hace "memoria" se convierte en presencia nueva: entre los hombres está el Cuerpo y la Sangre de Cristo, la Pascua que él desea ardientemente compartir con todos.

 

               -Así, cumpliendo el mandato de Jesús, la Iglesia celebra la memoria (anámnesis) de Cristo, de su Pasión y Resurrección, de su Ascensión a la Casa del Padre. Y junto con Él, y al ofrecerlo como Víctima de Salvación, la Iglesia asume su papel sacerdotal e intercesor recordando a los presentes y ausentes:

 

- La Virgen María y los Santos, que ya están participando de la herencia de Dios Padre.

 

-Todos los que participan de una misma fe (especialmente la asamblea presente).

 

-Los hermanos que nos precedieron con la fe y duermen el sueño de la paz.

 

-Los que no vinieron.

 

-Los que no saben que fueron invitados (los no creyentes).

 

-Los que no les interesa ...

 

Por último, la doxología final "Por Cristo, con Él y en Él" expresa la glorificación de Dios Padre que nos ha salvado por el Hijo uniéndonos por el Espíritu Santo. Toda la asamblea ratifica, finaliza y manifiesta su adhesión con el AMÉN vibrante, que es el más significativo de toda la Celebración.

 

De esta manera, el gozo y la esperanza de Dios Padre, el deseo ardiente del Hijo de compartir su Pascua con todos, por la acción transformadora del Espíritu Santo, es una realidad, y todos estamos realizando  -como protagonistas de diversas formas- lo que el Señor Jesús nos dijo "Hagan esto en memoria mía".

 

         3 Necesitamos vivir más conscientemente nuestra Celebración de la fe en la Eucaristía...

 

-   ¿Qué celebramos? Cómo entendemos las palabras del Señor: “¿He deseado ardientemente              comer esta Pascua con ustedes...?

 

-         ¿De qué manera preparamos nuestro corazón a la alabanza y acción de gracias de toda la        comunidad?

 

-         ¿Cuál es la actitud que tomamos cuando  la Palabra de Jesús es proclamada sobre nuestros dones y sobre nuestra vida?

 

¡Es preciso dejar claro que Cristo en su Iglesia puede seguir entregándose para que llegue la salvación!

 

-         ¿Cómo vamos tomando conciencia de nuestra responsabilidad de ser intercesores de la salvación para todos los hombres?

 

 

IV  “EN MEMORIA MIA” (1 Cor. 11,24 b)

 

 

CATEQUESIS SOBRE EL PADRENUESTRO

Y  LA COMUNIÓN

 

3.                ¡Qué bien se siente uno cuando alguien nos hace llegar una invitación para una fiesta! Es cierto... Nos gusta que nos tengan en cuenta, también nos gusta encontrarnos con aquellas  personas que queremos... Nuestra imaginación “vuela”: ¿irá Fulano?, ¿irá Mengano? Seguramente habrá invitado a...¿Cómo será el banquete?

 

                  Cada fiesta es la ocasión que revela el amor y la amistad que une al que invita con sus invitados, y a los invitados entre sí. Comer juntos es signo de amistad, de agradecimiento compartido, de alegría.

 

                   La fiesta de la Eucaristía se da en el marco de una comida. Por Cristo muerto y resucitado sabemos que  Dios Padre nos invita a la comunión con el Reino, al Gran Banquete al final de la historia, donde quiere tenernos a todos juntos.

 

4.      Y Jesús quiere anticiparnos el gusto de ese banquete en cada Eucaristía. Por la fe nos une profundamente a Ël y entre nosotros para participar de su Cuerpo y Sangre, “ofrecidos por nosotros”, fuente de paz y libertad.

 

-         En su liturgia, la Iglesia sabiamente nos prepara a este gesto íntimo y comunitario a la vez, invitándonos a rezar juntos la oración que Jesús mismo quiso enseñarnos:

 

                                               “Padre nuestro que estás en el cielo,

                                               santificado sea tu nombre;

                                                venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo;

danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas, como también nosotros

perdonamos

a los que nos ofenden;

 no nos dejes caer en la tentación,

 y líbranos del mal

 

-         Las pequeñas modificaciones del texto tienen su explicación: la Iglesia buscó una mayor fidelidad al texto evangélico, y al mismo tiempo, resaltar su profundo mensaje:

 

-         En una invocación a Dios Padre, a fin de lograr una actitud de fidelidad semejante a la de Jesús.

 

-         Se declara comunitariamente que somos hijos de Dios y hermanos entre nosotros.

 

-         Se expresan dos grandes deseos: que Dios sea reconocido por lo que es, y que su Reino, por el cual somos salvados y congregados, se cumpla realmente.

 

-         Se hacen tres peticiones: el pan, el perdón y la liberación del mal, tres caminos por los cuales Dios comunica su vida a los hombres.

 

-         El desarrollo de la última petición del Padrenuestro (embolismo) pretende avivar en la asamblea el deseo y la esperanza del Reino –la venida gloriosa del Señor Jesús. Esto provoca la antiquísima aclamación que proclama el Reino y el poder salvador de Dios Padre.

 

-         La oración siguiente que dice el sacerdote, retoma el augurio de la paz de Cristo, con un notable valor ecuménico al pedir por la Iglesia –a pesar de las infidelidades humanas-, la unidad y la paz. Pero la paz y la unidad no son solamente, regalo de Dios (don) sino también al mismo tiempo, una tarea a la que son llamados todos los presentes.

 

Este deseo de felicidad pasa del sacerdote a los fieles, a quienes se invita a intercambiar mutuamente un signo de paz y caridad; esto expresa el sentimiento profundo que ha de animar los corazones de quienes participan de este único Pan.

 

        -     Luego el sacerdote repite el gesto de Cristo que -en los tiempos apostólicos- dio nombre a     la Eucaristía: "La fracción del Pan". Tiene un significado muy hondo: muchos participan del mismo Pan de Vida y por ello forman un solo y único Cuerpo (cf. 1 Cor. 10, 17).

 

  -   El canto o proclamación reiterada del "Cordero de Dios" expresa el valor  sacrificial del banquete Eucarístico y anima la fe de la asamblea.

 

-     La presentación del Pan de la Eucaristía va seguida de una aclamación que es también una invitación. Sigue "el grito del centurión" (cf. Mt. 7,8) para expresar un sentimiento de alegre estupor por recibir al Cristo entregado por todos los hombres.

 

-        A continuación los fieles se acercan procesionalmente (por lo general, cantando, que es una alegre y fraternal manera de rezar), expresando su propia fe (el Cuerpo de Cristo, AMEN) y su compromiso (edificar el Cuerpo de Cristo), en un clima peregrinante de pueblo que marcha hacia el encuentro del Señor.

 

  -      Después de la Comunión, se suele hacer un momento de silencio para la alabanza y acción de gracias. Conviene dar lugar a la oración íntima compartiendo ese silencio, si bien puede también cantarse un himno adecuado...

 

  -     Se concluye con la oración después de la Comunión, cuyo objetivo consiste en pedir a Dios Padre copiosos frutos del misterio celebrado.

 

3.    Comunión, significa para los creyentes, vivir en Cristo una profunda unión con Dios y    con los hombres, que se ha de traducir en actitudes y acciones en la vida concreta.

 

-¿Cómo entiendo la oración del "Padrenuestro"? ¿En qué manifiesto haberla rezado "con la vida"?

 

-¿Cuál es mi actitud frente al Reino de Dios?

 

-¿De qué manera me comprometo a construir la paz y la unidad?

 

-¿Qué significado doy a la comunión con el Cuerpo y la sangre de Cristo?

 

Es necesario que nuestra participación acreciente la fe, a fin de que en la fiesta eucarística se haga más profunda la relación con Dios Padre que nos reúne y nos salva con los demás hermanos, invitados como nosotros.

 

 

V. “VAYAN Y HAGAN DISCIPULOS" (Mt. 28,19)

 

CATEQUESIS SOBRE LOS RITOS FINALES

 

1         La pertenencia a una familia marca a la persona para toda la vida y tiene su repercusión para bien o para mal. “Digno hijo de su padre. .." “De tal palo tal astilla...”  “Quien lo hubiera pensado, ¡y en esta familia!. . ." son expresiones comunes que expresan esta realidad.

 

             Toda pertenencia a una determinada familia expresa no sólo vínculos (afectivos y otros); también implica de alguna manera participación en una tarea, una misión común. Y aunque no se diga muy a menudo, conciente o inconscientemente, en la vida de cada uno está presente una constante referencia a los padres, primero a la esposa, al esposo, después a los hijos, a la familia política.

 

Y cada fiesta familiar incluye un fortalecimiento de estos vínculos y de la misión común.

 

2          Este fortalecimiento del vínculo (véase la palabra comunión) y de la misión común son aspectos esenciales de la celebración  de la Eucaristía, La palabra "misa" tiene la misma raíz de la misión: somos enviados con la bendición de Dios.

 

             "Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de despertarse porque la salvación está ahora más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está muy avanzada y se acerca el día. Abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz. Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida, basta de lujuria y libertinaje; no más peleas, ni envidias. Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la carne". (Rom. 13,11-14).

 

             "Ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere para sí. Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor; tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor. Porque Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los vivos y de los muertos". (Rom. 14,7-9).

 

              A partir del bautismo todo cristiano es un revestido de Cristo, y esta realidad se expresa bíblicamente de muchas maneras. "Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí", dice S. Pablo en Gál. 2,20.

 

Todos somos miembros de la familia del Padre Dios, marcados con "un sello imborrable y definitivo". Por eso, ya no vivimos para nosotros: vivimos para el Señor. En la vida y en la muerte pertenecemos al Señor.

 

            Sin embargo, la vocación recibida en el bautismo que nos hizo miembros de esta familia, no puede dejarnos pasivos ni instalados. Exige un compromiso y una misión. Quienes participamos de la Celebración Eucarística somos enviados: "Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes" (Jn. 20,21).

 

La Iglesia -Cuerpo de Cristo- y cada uno de los cristianos, somos enviados a cumplir la misión de Cristo. Nos acompaña su bendición...

 

          ¿Qué significa la BENDICION que se brinda en la Misa? Toda bendición mira principalmente a Dios, cuya grandeza y bondad ensalza. Pero, por el hecho de comunicar los beneficios del Señor, mira también a los hombres y a sus cosas.

 

En la Celebración Eucarística la bendición:

 

-Evoca las acciones salvadoras del Señor y la comunicación de la fe (signo de la cruz).

 

-Expresa que somos invitados a alabar a Dios, y a glorificar su Nombre.

 

-Nos anima a pedir su protección y el feliz resultado en la misión encomendada.

 

            -Nos exhorta a ser dignos de su misericordia por medio de una vida de auténticos hijos suyos (que Dios "diga-bien" = ben-diga).

 

-Significa, también, que Dios nos santifica y renueva en Cristo por el Espíritu Santo.

 

Por ello, es necesario:

 

            -Afianzar la fe y la actitud interior a fin de responder a lo que su bendición quiere significar y expresar:

 

-Apoyarse en la esperanza que no defrauda, como nos dice la Palabra del Señor (cf. Rom.5,5).

 

-Estar vivificados por la Caridad que urge a vivir de acuerdo a la Palabra....

 

             NOTA: La bendición sacerdotal en la Misa puede hacerse con las fórmulas solemnes conocidas del Misal; el Nuevo Ordinario las ha enriquecido con nuevas fórmulas (de origen hispano-galicano).