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63ª Asamblea Plenaria / 23-30 de abril de 1992

 

Comunicado de Prensa

 

Una vez más -por gracia de Dios- culminamos felizmente la Asamblea Plenaria del Episcopado Argentino. Hemos querido, como siempre, expresar nuestro afecto colegial en el ejercicio de nuestra misión de Pastores de la Iglesia. Hemos orado juntos; hemos compartido, gozos y esperanzas, como también tristezas y angustias que no faltan al que quiere ser fiel, y encuentra -en primer lugar- sus propias limitaciones. Hemos coincidido en reafirmar una línea común de acción en la nueva evangelización de nuestra Patria, por encima de matices y diferencias que no nos dividen, sino que nos enriquecen y complementan mutuamente.

 

En su propia marcha la Iglesia se siente responsable de mantenerse centrada en Dios y no en objetivos de este mundo, y se renueva en su misión de vivir y anunciar a Jesucristo como Señor y Salvador de todos los hombres. Estamos seguros de contribuir con este servicio al bien de todos los argentinos.

 

En estos últimos años, y con un gran esfuerzo compartido, la Iglesia en la Argentina se ha empeñado en renovar su tarea evangelizadora. Esto es una fuente constante de alegría y de nuevas inquietudes. Más acciones se van emprendiendo en favor de la familia, de la juventud, de la educación; también en orden a mejorar y extender a todos la predicación, la catequesis, la presencia en barrios y pueblos.

 

Nuestra atención pastoral ha reconocido actualmente dos grandes desafíos que son el secularismo y la injusticia. Llamamos secularismo no sólo a la crisis de fe, sino también al modo de vivir que en la práctica prescinde de Dios. Como consecuencia de ella se dan diversas manifestaciones de injusticia: ataques a la vida, pobreza creciente y falta de solidaridad, que nos impulsan, por fidelidad al evangelio, a recordar a todos el deber de reconocer y respetar la dignidad humana, de una manera especial en nuestros hermanos pobres, débiles y sufrientes. .

 

En el-campo socio-económico los Obispos somos testigos de situaciones difíciles que viven grandes sectores del pueblo argentino; en razón de 1a pobreza, la falta de trabajo, la ocupación insuficiente para sostener a la familia, el escaso ingreso de los jubilados, etc. Si lo recordamos, es por amor al mismo pueblo y para estimular la búsqueda sostenida de soluciones efectivas, aunque no sean fáciles.

 

También atendemos a los esfuerzos que realizan en este campo los hombres de gobierno. No queremos ni podemos emitir un juicio de valor en los aspectos técnicos; mucho menos, desalentar esperanzas. Con todo sentimos, la necesidad de recordar, como parte de nuestro ministerio, la importancia de la honestidad; la eficiencia y la sensibilidad para con los más desamparados.

 

No sólo los gobernantes tienen  responsabilidad en esta materia. También han de asumir la suya los padres de familia, los empresarios y trabajadores, los profesionales y los docentes; los artistas, los científicos y los deportistas. Todos deben esforzarse por trabajar a conciencia y practicar la solidaridad.

 

Nos dirigimos finalmente a los responsables de los Medios de Comunicación Social, a quienes confiamos estas palabras al terminar nuestra Asamblea Plenaria. Los Obispos valoramos y apreciamos este servicio, pero quisiéramos también vernos más respetados, de manera que se eviten distorsiones de opinión, interpretaciones infundadas y conflictos inexistentes o exagerados. Quisiéramos que siempre se tuviera en cuenta cuál es nuestra misión: anunciar a Jesucristo con la palabra y el testimonio, deseando llegar a todos los hombres de buena voluntad.

 

San Miguel, 29 de abril de 1992