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112ª Comisión Permanente / 8 - 10 de agosto de 1995

 

 

Una "Red de Caridad"

 

 

 

1. Una vez más nos sentimos convocados por nuestro deber de pastores a ofrecer nuestras reflexiones, y nuestros esfuerzos, para responder y acompañar la grave situación que afecta y entristece a gran parte de la comunidad argentina.

 

Queremos hacer llegar nuestra palabra de cercanía y afecto pastoral a aquellos hermanos nuestros que más sufren este momento. Nuestra palabra quiere ser, también, un llamado a todos los dirigentes, para que asuman con grandeza de alma la crisis actual, y se conviertan en protagonistas de acciones concretas y políticas solidarias, que sostenga la confianza de quienes menos tienen.

 

Esta es una exhortación, dirigida ante todo a nosotros mismos, los miembros de la Iglesia, para que nuestro testimonio sea la primera palabra que digamos a los demás.

 

2. El fenómeno social de la desocupación, aunque tiene un componente coyuntural dentro de los cambios que viven el país y el mundo, no excluye -sin embargo- la responsabilidad de quienes deben orientar con equidad y previsión, la marcha del proceso económico social de nuestra patria.

 

Urgidos por estos momentos difíciles debemos acrecentar la cultura del trabajo y la solidaridad, de manera que se traduzca en actitudes firmes y eficaces en orden a crear fuentes de trabajo y acciones solidarias, para sobrellevar las necesidades de quienes más sufren.

 

En este sentido seguiremos brindando espacios de diálogo y encuentro con quienes tienen responsabilidad social, para buscar solidariamente las posibles soluciones a los nuevos y acuciantes problemas del mundo del trabajo. No olvidemos que el fundamento moral de la solidaridad es la afirmación comprometida de la fraternidad: "Todo hombre es mi hermano" ( Pablo VI).

 

3. La solidaridad, como virtud que sostiene y da fortaleza a una comunidad, debe expresarse en términos de equidad y rechazar, por lo mismo, toda exclusión en la participación de los bienes materiales y espirituales que hacen al desarrollo integral del hombre y del bien común.

 

La fraternidad y la solidaridad reclaman necesariamente de toda la sociedad -pueblo y gobernantes- comportamientos de honestidad, de austeridad y sensibilidad social, pero también, la idoneidad y creatividad que permitan superar ciertos determinismos economicistas y la real injusticia de la desocupación.

 

Dar trabajo es una expresión privilegiada de amor al prójimo; a la vez que la falta de trabajo, se convierte en la mayor pobreza del hombre, de la familia y de la sociedad.

 

4. También, y de manera apremiante, dirigimos nuestra palabra a los hijos de la Iglesia y a todos los hombres de buena voluntad.

 

Lo hacemos con la certeza que es Dios, el Padre de Nuestro Señor Jesucristo, quien nos salva de todos los males y quiere, por igual, el bien de todos sus hijos. La fe en esta verdad es la que nos lleva a invitarlos a una oración humilde y confiada, para que El nos haga más hermanos y capaces de imitar su amor providente. Dios, que nos creó sin nosotros, no quiere salvarnos sin nosotros (San Agustín).

 

5. Desde esta conciencia de creyentes, exhortamos a todos a ejercer nuestra responsabilidad social, poniendo la vida en actitud de servicio, ofreciendo nuestro tiempo o privándonos con esfuerzo de algo -alimento, vestido, dinero- para compartir con nuestros hermanos más necesitados.

 

Sabemos que esto implica desprendimiento y sacrificio, pero sabemos también, que este acto de amor sana y purifica nuestro corazón enfermo de egoísmo. La fuerza de la oración y la práctica del ayuno para hacer limosna, son pilares de la renovación personal y social en la vida de la Iglesia.

 

6. Queremos agradecer y alentar la tarea generosa de todos aquellos que viven la exigencia moral de la solidaridad. De modo especial valoramos la obra permanente de "Caritas", expresión oficial de la caridad de la Iglesia, y de otras muchas instituciones. Hoy deseamos reforzar esta presencia eclesial a través de lo que hemos llamado "Red de Caridad". Se trata de coordinar y potenciar la valiosa tarea que la Iglesia viene realizando en todas las comunidades a través de sus hijos.

 

Para lograr mejor este fin de asistencia y promoción de los más necesitados, solicitamos a Caritas que continúe y promueva la cooperación con otras instituciones de la sociedad empeñadas en el mismo propósito.

 

7. Cada parroquia, cada institución, cada comunidad de, consagrados, cada movimiento, cada persona, debe hacerse cargo en presencia de Jesucristo del sufrimiento de su hermano: debe hacerse «prójimo» de quien más lo necesite. Es necesario incentivar nuestra consagración bautismal en el ejercicio del precepto del amor fraterno.

 

Se trata de poner en marcha de las maneras más diversas y creativas, las exigencias del mandamiento del amor. Cada Obispo, en su Iglesia particular, determinará los caminos que estime más conveniente.

 

8. Ponemos bajo el amparo maternal de Nuestra Señora de Luján, esta iniciativa de la "Red de Caridad", para que en el rostro de cada argentino brille siempre la luz de la esperanza y el compromiso evangélico del amor fraterno.

 

 

112ª Comisión Permanente,

10 de agosto de 1995

 

Fiesta de San Lorenzo, Diácono

y Mártir de la Caridad