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Comunicado de la comisión permanente

de la Conferencia Episcopal Argentina,

sobre los hermanos minusválidos

 

El mundo ha enfocado este año la situación de millones de hermanos minusválidos. Es un reconocimiento muy sabio de la dignidad del hombre, de cualquier hombre, sean cual fueran sus limitaciones corporales o mentales.

La Iglesia ha puesto su saber evangélico en esa llamarada de respeto al hombre, hombre que para ella es un hijo de Dios.

En las diócesis argentinas desparramadas a lo largo de nuestro inmenso territorio se han multiplicado las iniciativas cristianas para ayudar la situación de esos hermanos: catequesis especial para algunos, capacitación laboral para otros, acción familiar, peregrinaciones, centros de recreación, oración y tantas otras cosas.

Podemos alegramos, pero no quedar tranquilos. La masa de necesidades es inmensa.

Queda por lo tanto muchísimo que hacer. La comisión permanente quiere decirles hoy, al término de su reunión, a los cristianos agrupados en Caritas, catequesis, en tantas obras educativas, asistenciales o a quienes actúan personalmente, que multipliquen su creatividad, su esfuerzo, su sacrificio, en una palabra: su caridad, para ayudar, animar, solucionar situaciones, de nuestros hermanos minusválidos que llevan, en sus vidas una astilla grande de la cruz de Cristo para que conviertan esa limitación de vida, en vida plena de resurrección pascual.

Sigamos con nuestro esfuerzo en lo que falta de este 81 y más allá, hasta. ... siempre.

 

Buenos Aires, 7 de agosto de 1981.