La vigencia de las libertades
constitucionales hizo posible un resurgimiento y a la vez libre debate en tomo
a violación de los derechos humanos en el período político que le precedía
(1976-1983). La Iglesia, constante defensora de la dignidad de la persona
humana, había llevado a cabo una activa gestión en favor de tales derechos, en
especial en los últimos años, pero consideró que su intervención no era
suficientemente conocida por todo el país. Con el propósito de refrescar la
memoria de ese protagonismo, el Episcopado resolvió publicar un extracto de los
principales documentos que avalaban su postura desde 1970 a 1982.
Por resolución de la XLVIII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina se dan a publicidad ahora estas páginas que, como su carátula indica, son extractos de algunos documentos e intervenciones de la misma Conferencia.
Puede ser útil al lector una breve explicación:
Extractos: Porque los textos de los correspondientes documentos de la C.E,A. han sido dados a conocer íntegramente (años 1965-1981), y en el respectivo volumen los podrá encontrar quien los busque.
Algunos documentos: porque no todos los de la C.E,A. han sido publicados (hay algunos "pro memoria" en el archivo cuya estructura necesitaría verdaderas glosas con riesgos de transmitir sólo la visión del comentarista; y hay muchas cartas referentes a los temas de esta publicación que no podrían tener cabida ni todos los documentos publicados hacen al objeto de este librito.
Algunas intervenciones: porque lamentablemente no todas las de la C.E,A. como tal en el campo al que se refiere esta publicación han quedado registradas .en el archivo de la misma, ni tampoco, por supuesto, están consignadas las de los Obispos hechas en forma individual.
Acerca de la violencia: puesto que el tema debe ser abarcado en forma algo más global para poder ser comprendido históricamente.
Sobre diversos derechos humanos: porque el interés pastoral de la Conferencia se ha reflejado en intervenciones de muy diverso tipo. Es oportuno recordar que los derechos humanos no son sólo los que tienen alguna relación con el ámbito de lo político, o ejercen sobre el repercusión, sino que abarcan toda la vida del hombre, comenzando por el derecho- deber de adorar a Dios, hasta el de morir en paz y ser sepultado.
1970-1982: los límites-parecen ser los de un período en sí mismo de la vida argentina; desde un año de particular violencia como fue 1970 hasta el de 1982 con el proceso político ya marchando hacia la reinstitucionalización.
El objetivo de esta publicación no es sino el de ofrecer un material breve de fácil consulta a quien le interese. No otro.
Por otra parte, ya se ha dicho en "Democracia, responsabilidad y esperanza". "El Episcopado Argentino pudo no acertar en todo lo que dijo e hizo. Los Obispos somos hombres limitados,. pero podemos afirmar que siempre procuramos obrar y hablar de acuerdo a los dictados de nuestra conciencia de pastores".
+ CARLOS GALAN
Obispo t. de Cedie y Aux. de Morón
Secretario General del Episcopado Argentino
Buenos Aires, Pascua de 1984
LA PAZ ES OBRA DE LA JUSTICIA
De la Comisión Ejecutiva de la C.E.A.
(10/VI/1970)
... “Los hechos delictuosos que conmueven al país, no pueden ser aprobados por la Iglesia que repudia la violencia y reafirma el valor y la dignidad de la persona, así como el don supremo de la paz, para construir, sobre esas bases, una sociedad más humana y más justa. Hechos que con frecuencia ponen en juego vidas y bienes, constituyen nuevas injusticias que nada contribuyen a lograr el consenso social para el cambio a que se aspira”
La Paz a lograr es, ante todo, obra de la justicia. Ella será posible mediante la instauración de un orden justo, en el que los hombres puedan realizarse plenamente, en donde su dignidad personal sea respetada, sus legítimas aspiraciones satisfechas, su acceso a la verdad reconocido, su libertad personal garantizada.
La paz social no es simple ausencia de violencia y derramamiento de sangre. La opresión ejercida por los grupos de poder puede dar la impresión de mantener la paz y el orden, pero en realidad no es sino un germen de rebeldía. La paz social se obtiene creando un orden nuevo, que comporta una justicia más perfecta. De lo contrario no debe extrañarnos la violencia.
Es menester que todos asumamos la grave responsabilidad que nos toca.
Esto requiere que toda la comunidad nacional asuma su papel en el cambio cuantitativo de nuestra sociedad.
NO ES JUSTO EL CAMBIO SOCIAL
AL PRECIO DE LAS VIDAS
De la comisión Permanente de la C.E.A.
(12/VIII/1970)
..."Los últimos acontecimientos de violencias, secuestros y asesinatos han desatado oleadas de protestas y negaciones, que han perturbado el ambiente, aumentado la confusión y desorientación. En estas circunstancias es fácil hacer cargos pero no pocas veces sin las condiciones necesarias de objetividad, justicia, equidad y sin la cordura que exige la prudencia"
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"Finalmente ante los acontecimientos que han
conmovido las conciencias, hiriendo los sentimientos más profundos de humanidad
y fraternal convivencia en todo el país, con actos de terrorismo, asaltos, asesinatos,
secuestros y violencias, creemos es nuestro deber recordaros las palabras que
el Episcopado Argentino, en abril de 1969, al término de la 'Reunión de San
Miguel', os dirigió: Ante las crecientes manifestaciones de violencia, de
distinto origen, hacemos un llamado a los padres, a las instituciones
educativas, a la prensa y a los demás medios de comunicación social y a las
autoridades competentes que reflexionen seriamente sobre su propia
responsabilidad frente a las manifestaciones delictivas juveniles. Si bien
alentamos todos los esfuerzos orientados a lograr la transformación anhelada,
señalamos la necesidad de no equivocar el camino; las vidas y bienes que con
relativa frecuencia se ponen en juego son un injusto precio y un grave
obstáculo para lograr el mayor consenso en las tareas del cambio social.
'Además, no podemos menos que deplorar, con S.S. Pablo VI, que se erijan en sistemas de lucha métodos de terror que la conciencia civil rechaza con toda justicia. No es con nuevas injusticias como se combaten aquellas contra las cuales se protesta; como tampoco se restablece el orden, turbado con acciones incluso delictivas, violando los derechos del hombre' (Discurso a los miembros del Sacro Colegio Cardenalicio, 18/5/1970)".
PENSANDO EN LOS MAS SUMERGIDOS
De la Comisión Permanente de la C.E.A.
(6/VIII/1971)
"La situación dramática que vive el país, lleva a esta Comisión Permanente del Episcopado Argentino a decir una palabra, con cristiano espíritu de servicio.
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...Los argentinos aparecemos, en ciertos aspectos, como hermanos que luchan enconadamente entre sí.
..., Esta problemática ha
generado expresiones de violencia en las actitudes, las palabras, llegando en
los hechos -secuestros, asaltos, torturas y asesinatos - a niveles
absolutamente injustificables y condenables, que conmueven la sensibilidad de
nuestro pueblo y amenazan la seguridad misma del país...
Este, nuestro total repudio,
no nos hace, empero, dejar de juzgar las graves situaciones de injusticias
existentes...
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Pensamos en los obreros,
empleados y peones, para quienes el poder adquisitivo se ve seriamente
deteriorado...; en los jubilados y pensionados, en muchos empresarios pequeños
y medianos, impedidos de desenvolverse con eficacia frente a la
desfavorable evolución de la economía nacional.
Pensamos en quienes se encuentran incapacitados para conseguir trabajo -sobre todo si son padres de familia numerosa en aquellos cuyos salarios no alcanzan para una alimentación conveniente y una vestimenta adecuada. En todos los afectados por la situación alarmante del agro; en los que no pueden acceder a condiciones humanas de vivienda...
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Queremos también señalar las plagas de la usura... y el juego...
No podemos aceptar que el peso del sacrificio sea soportado principalmente por los más pobres e indefensos...
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No podemos omitir la consideración de otro problema importante -delicado y complejo -; nos referimos a la administración de la justicia en el país, cuya imagen -a veces -no aparece suficientemente clara, rápida y eficaz.
La educación y la salud de la ciudadanía importan también una situación que reclama transformaciones profundas...
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Pedimos encarecidamente a las autoridades públicas, en todos sus órganos y grados, a los partidos y movimientos políticos, a las asociaciones gremiales, a los medios de comunicación masiva -prensa, radio, televisión, etc.- y a los particulares, especialmente a nuestros hijos católicos -sean clérigos, religiosos o seglares- que eliminen de sus procedimientos, actitudes y palabras todo lo que pueda significar encono violencia y desunión: que luchen enérgicamente, pero sin odios, contra las situaciones de injusticia existentes y promuevan de una manera constructiva todo lo que contribuya al desarrollo integral de los habitantes del pais.
Todo el Pueblo de Dios debe comprometerse a esta tarea: Obispos, sacerdotes, religiosos y seglares aunque de diversa manera según su función en la Iglesia..."
De la Comisión Ejecutiva de la C.E.A.
(6/IX/1971)
“...conocida la detención de tres sacerdotes de Rosario y uno de Resistencia, el último 3 de agosto y su puesta a disposición del Poder Ejecutivo, esta Comisión (Ejecutiva) creyó deber suyo pedir que, acabadas las indagaciones indispensables - y según éstas - o fueran liberados, o pasaran para su juzgamiento al tribunal competente. Esta preocupación fue permanente y este pedido fue reiterado......
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Pero además, esta Comisión Ejecutiva no sólo se interesó por la situación de los sacerdotes, sino que también lo hizo por todos los que se hallaban en condiciones similares -y especialmente por quien habla sido detenido en idénticas circunstancias- habiéndosele dicho a esta Comisión Ejecutiva que sería considerado su pedido".
De la Conferencia Episcopal Argentina
(16/III/1972)
"... sobre el clima alarmante de violencia que aumenta en nuestro país, los Obispos de la Argentina nos sentimos obligados a reiterar la enseñanza permanente de la Iglesia, en una forma breve, clara y firme:
1) Someter a una persona a la tortura para arrancarle informaciones o confesiones, no sólo cuando se usa aquella contra inocentes, sino también cuando se la emplea contra personas sospechosas e incluso reconocidamente culpables de delitos políticos o comunes, siempre es ilícito.
2) El homicidio, el secuestro, el uso de explosivos y toda otra forma de violencia física empleados por personas u organizaciones privadas, ya sea contra personas que ejercen autoridad, ya sea contra cualquier particular, aunque se perciba la defensa de causas justas, son ilícitos en nuestra situación actual, como lo ha sido siempre.
...”Pedimos a todos que sigan el buen camino de la serenidad y del respeto y exhortamos, nuestros hijos católicos a recurrir a la oración y ofrecer el testimonio de la unidad y de la paz".
De la Comisión Ejecutiva de la C.E.A.
(29/III/1972)
"Los integrantes de la Comisión Ejecutiva del
Episcopado Argentino nos encontramos ante dos hechos contradictorios: los
misterios propios de la Semana Santa, y un estado de agudizada violencia con la
contrapartida de la represión.
Inspirados en los Sublimes ejemplos de la Cruz nos permitimos pedir a todo el pueblo de la Nación un esfuerzo generoso y grande para restablecer desde ahora el vínculo de amor fraterno entre todos los argentinos.
A las Autoridades públicas
séanos lícito decirles que la clemencia es compatible con el deber, y el
ejercicio de la clemencia es virtud cristiana.
A los grupos que patrocinan la
violencia queremos recordarles que no es propia de cristianos, y queremos
pedirles pasos positivos para la pacificación interior".
UNICA OPCIÓN:
O VENCER AMANDO O DESTRUIRNOS
De la Comisión Ejecutiva de la C.E.A.
(11/IV/1972)
"Nuevamente el crimen ha sacudido a toda la Nación. Una cadena de crímenes inhumanos y de inconcebibles hechos delictivos nos advierte que estamos viviendo en una hora de extrema gravedad. Los hechos se repiten y se perfeccionan las técnicas contra vidas y bienes.
Lamentamos y condenamos toda muerte violenta en cualquier campo que ocurra. Nos duele porque toda muerte injusta es abominable para Dios y es horrenda para la conciencia humana. Nos duele porque se comete una injusticia mayor que el mal que va a destruir. Nos duele porque tarde o temprano el crimen se vuelve contra sus autores.
Pero nos preocupa aún más descubrir de qué modo se ha generado en el corazón de algunos argentinos esta absurda pasión por la violencia, este desprecio por la vida humana, este frío coraje para el crimen.
La Nación se desangra, se destruyen sus reservas, se la empuja al terror y al caos, se crea un clima cercano al odio.
Pablo VI, quien como nadie está empeñado en suprimir toda injusticia, amargamente denunció el domingo 'la delincuencia tiránica y organizada'.
Y, ¿cuál debe ser nuestra inmediata reacción?: nos interpelan nuestra Fe cristiana y nuestra Historia. La respuesta debe dictarla sobre todo el amor, a ejemplo de Cristo que pasó por la tierra haciendo el bien y quiso morir para salvarnos.
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Pedimos a todos, cualquiera sea su poder o la misión que cumpla, un esfuerzo para ver al hombre y a los hombres con los ojos de Dios. Pedimos grandeza de alma para perdonar y conciencia evangélica para disuadir o persuadir.
Cada cristiano está doblemente comprometido a ser difusor de paz y de amor. Con mayor razón todo sacerdote. Nos queda esta opción: o vencer amando o destruirnos. La Fe y la Historia nos piden lo primero".
TODOS CONSTRUCTORES DE LA PATRIA
(11/V/1973)
..."Todos han de sentirse constructores de la Patria y todos han de tener posibilidad de construir.
La coyuntura no tolera actitudes de simple espera, indiferencia, impaciencia ni exclusión; tampoco la obstrucción sistemática o la violencia de cualquier género".
Y LA CONSTRUYE
De la Conferencia Episcopal Argentina
(27/VI/1973)
..."La construcción del país ha de hacerse en forma pacifica, por una única vía, que es la de la vía legal, con una exigencia total de autoridad; no cabe la intolerancia, el caos, ni los partidismos cerrados en la gestión gubernamental...
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Se habla y se practica todavía la violencia, a pesar de que puedan comprenderse las naturales sacudidas de un cambio de sistema y de las medidas tomadas en estos días.
Los secuestros adquieren proporciones cada vez más alarmantes.
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...Tanto los valores proclamados -reconstrucción pacífica sin precio de muerte, necesidad de la autoridad, unidad nacional, responsabilidad del deber, repudio de anarquía e intolerancia, afirmación de la libertad y la justicia- como también la visión dinámica y en clave de futuro de la actual coyuntura, pueden recibir desde una perspectiva cristiana, una trascendencia y consistencia que no tendrían al margen del tronco vital del cristianismo.
...Es profunda su concepción (la del cristianismo) de la paz : don inefable que Cristo da a quien la pide, se dispone, la merece y la construye".
REFLEXION DEL EPISCOPADO ARGENTINO
SOBRE LA VIOLENCIA
De la Conferencia Episcopal Argentina
(24/V/1974)
Nos dirigimos a todos los habitantes de la Nación. Nuestro Mensaje Pastoral llega a vosotros en medio de las esperanzas renovadoras del Año Santo y en vísperas de nuestra gran fiesta nacional, pero apesadumbrados por el cruento y doloroso camino que ha emprendido la violencia.
Nuestro Mensaje quiere contribuir a despertar un nuevo espíritu de amor y de unidad fraterna entre todos los hijos de este suelo, e invita a deponer generosamente todo rencor y todo violento antagonismo, mediante la reconciliación evangélica con Dios y con todos los hermanos.
Para ello queremos reflexionar junto a vosotros.
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Nos encontramos ante hechos
reiterados de graves consecuencias para la vida de nuestro pueblo, pero si bien
protagonizan algunos grupos de muy diverso signo, sin embargo nos afectan a
todos. Nos referimos a la violencia que hoy desune a la familia argentina.
Sabemos que en el quehacer nacional se dan otros aspectos necesitados de orientación pastoral, pero consideramos que la reconciliación de los argentinos exige en esta ocasión un tratamiento preferencial y prioritario.
También nos preocupan ciertas interpretaciones y aplicaciones particulares que se hacen de la Doctrina Social de la Iglesia.
En nuestro permanente esfuerzo pastoral frente al pecado, vemos que subsisten y se agudizan hechos conflictivos, situaciones dolorosas y actitudes injustas, no obstante los muchos esfuerzos que se hacen en pro de la justicia y del esclarecimiento de las mentes.
En realidad son formas diversas del pecado que nacen del interior del hombre.
El egoísmo que tiene sus formas propias de violencia, de dura avaricia y de ambición desmedida, debe dar lugar mediante el cambio interior a una nueva posibilidad, que asegure las esperanzas de los muchos que esperan y merecen un mañana mejor.
Pero la reacción de tipo insurreccional que puede darse ante esta realidad de pecado, conducirá también, por su parte, necesariamente, a una mayor confusión y a un acentuado desencuentro entre los argentinos.
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La paz y la justicia constituyen dos grandes bienes que Dios quiere y ofrece al mundo.
Pero es innegable que, tanto una como otra, se ven de continuo amenazadas por la violencia y los abusos.
Ante estos últimos -que se dan crónicamente en muchos órdenes- además de recordar el camino de la conversión que señala el Año Santo, también corresponde tener presentes las palabras preliminares de Pablo VI antes de Medellín, sobre la necesidad de llevar a cabo "cambios urgentes, audaces y profundos", para asegurar la vigencia de la justicia.
Como Pastores, repetidas veces, en documentos públicos, en exhortaciones de toda índole y en gestiones especiales, hemos insistido en las exigencias de la Doctrina Social de la Iglesia. Pensamos que nuestro esfuerzo y nuestros aportes no han sido inútiles.
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No dejaremos de insistir pidiendo justicia, comprensión y respeto a los derechos de cada uno, en especial de los más débiles.
Pero también debemos advertir paternalmente los graves peligros que encierra la violencia, sobre todo por las formas inusitadas que ha adquirido, por lo que significa para la doctrina cristiana y por lo que supone para la seguridad y unidad de la Nación.
Existen ideologías que incluyen la violencia en sus esquemas, como instrumento necesario para su concreción y para la consecución de los fines preestablecidos.
Por la observación, a veces excesivamente crítica, de situaciones injustas o anormales y de estructuras que se consideran defectuosas, algunos -jóvenes y adultos- se definen o se inclinan al menos por un tiempo en favor de la violencia: convencidos unos, ilusionados otros. No todos alcanzan a comprender la conexión intrínseca de esas ideologías con la violencia.
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Consecuencias de la violencia:
Resultan imprevisibles las consecuencias del egoísmo y de esta formación ideológica hacia la violencia, si de veras se quiere lograr un día una auténtica paz y una vigorosa justicia para el país.
Cuando la paz se pierde y se hiere la justicia, se deterioran la persona humana y las condiciones fundamentales para su propia vida.
El subdesarrollo, la ignorancia, la morbilidad endémica, la desocupación y muchas otras limitaciones y carencias, son efectos directos de un estado de cosas que no coincide con el plan que Dios tiene para los hombres.
Por otra parte cuando desaparecen la paz y la unión, como resultados de odios y de luchas sangrientas, son enormes los peligros y los males que sobrevienen para todos.
Por eso no podemos considerar
como patrióticos los ideales que pudieran pregonarse en este aspecto.
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Está comprobado también que el precio de la violencia para .un presunto éxito final, no justifica el elevado costo de vidas, mutilaciones, destrucciones, angustias y zozobras que deben sufrir tantas personas y familias. Como tampoco la anulación de valiosas energías y posibilidades para el progreso, el estudio, la investigación, el amor, el hogar y la alegría. "No se puede combatir un mal real al precio de un mal mayor" (Pop. Prog. No.31).
La violencia, por ser la expresión radicalizada de una doctrina, genera a su vez una drástica represalia o represión por parte de sectores afectados.
Este estado de cosas, cualquiera sea su signo, produce una penosa serie de sospechas, delaciones, venganzas y diversas formas de persecuciones.
Por eso debemos señalar que resultan igualmente dolorosas ciertas denuncias de procedimientos que lesionan principios de elemental humanidad, como torturas y muertes que no siempre se esclarecen debidamente a la opinión pública.
No menos condenable es la violencia cuando es ejercida por grupos opuestos entre sí: ideológicos unos, dependientes de intereses o de sectores de poder, otros.
El Concilio Vaticano II "exhorta a los cristianos a cumplir con fidelidad sus deberes temporales, guiados siempre por el espíritu del Evangelio" (G.et S. , IV-43).
Afirma luego el mismo documento la pluralidad de las opciones sociales y políticas, pero con fidelidad al Evangelio y obediencia a la Iglesia.
El mismo Pablo VI -frente a esta nueva tentación- dijo claramente en Bogotá que "la violencia no es ni cristiana ni evangélica" (Discurso 23-VIII-68).
A continuación, los Obispos del Continente, reunidos en Medellín, aplicaron esta sabia orientación a la realidad latinoamericana pidiendo el compromiso de toda la Iglesia para lograr el orden social justo que necesitan los pueblos.
Al señalar que la justicia asegura la paz, llaman a todos a la conversión; es decir, a adquirir primeramente la justicia de Cristo, como virtud interior por la acción de la gracia.
Con esta afirmación cualifican específicamente la acción pastoral, ya que "los cambios bruscos o violentos de las estructuras serían falaces, ineficaces en sí mismo, y no conformes a la dignidad del pueblo, la cual reclama que las transformaciones necesarias se realicen desde dentro" (Pablo VI: Alocución Día del Desarrollo. Bogotá, 23/VIII/68).
Por su parte, el Documento sobre ”la Justicia en el Mundo” del Sínodo de los Obispos de 1971. dice:
“los cristianos deben cumplir con competencia y fidelidad sus deberes temporales. Deben actuar como fermento del mundo en la vida familiar, profesional, social, cultural y política. Toca a ellos asumir sus propias responsabilidades en todo este campo bajo la guía del Evangelio y del espíritu de la iglesia”.
Despojarse del egoísmo,
deponer los antagonismos y comprometerse en grandes ideales de bien común ,
debieran ser la gran consigna de hoy para hacer posible la verdadera
liberación.
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Pero no podemos desconocer que en el afán de concretar la llamada
liberación del pueblo y los consiguientes cambios, hombres y mujeres de la
Iglesia, han asumido posiciones mentales y de hecho dentro de la violencia.
Vemos que hay lenguaje, métodos y hechos alejados de la imagen que presentara el Antiguo Testamento sobre Jesús; que también usara el mismo Señor y que enseñara siempre su iglesia.
La violencia como cualquier otro pecado que puede inficionar a los miembros de la Iglesia, penetra dolorosamente en ella. Algunas de sus normas e instituciones han sido desoídas y subvertidas, y ciertas estructuras indebidamente violentadas con no poco daño, inseguridad y confusión.
El cristiano, frente a la realidad del mal, debe recurrir a la eficacia del amor transformador de Cristo. Este amos es inagotable y su poder irresistible.
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La realidad de la Cruz nos obliga a purificar el corazón erradicando el pecado – principio de todas las esclavitudes humanas – De este modo será más fácil vivir el mandamiento del amor mutuo.
Consideramos finalmente que es necesario expresar en hechos y compromisos concretos la voluntad constructiva de toda la Iglesia y del país en orden a la justicia y a la paz.
Por eso, partiendo de los conceptos que hemos expuesto, queremos pedir:
Que los cambios que necesita la Nación se realicen con la mayor celeridad posible.
Que los hombres y mujeres renuncien en generosa decisión a cualquier acción y método de violencia, no sólo porque destruye la unión de la familia humana, sino también porque traba y frena la reconstrucción nacional.
Que los partidos políticos y las organizaciones que agrupan a los ciudadanos y a los trabajadores, hagan una serena y patriótica labor de reflexión y de entrega total a la solución de los grandes problemas del país.
Que cuantos integran la Iglesia de Jesucristo, tengan siempre una plena disponibilidad y espíritu de servicio, para hacer realidad la reconciliación del Año Santo, como fruto del amor y como fundamento que posibilite el despegue del país hacia las grandes metas que se propone.
HAY UN GRAN MARGINADO ENTRE NOSOTROS ...:
ES DIOS
De la Conferencia Episcopal Argentina
(30/XI/1974)
Estremecen el ánimo general la llamada guerrilla, los secuestros y otras violencias de diversos signos, que han de ser condenados en todos los casos.
Posibilitan esta situación el desconocimiento de las vías del amor y del derecho, la persistencia de situaciones imitativas en la vida diaria, la carencia de valores y válidos fundamentos doctrinarios desde el momento que se incorpora la fuerza a una ideología, y la vigencia de defectos organizativos, los cuales suman a la represión métodos inaceptables y elementos anónimos.
Nadie duda que ni la fuerza ni
el terror puedan imponer legítimamente una opción política o asegurar algún
tipo de orden.
Sin embargo, la expansión alcanzada, las características asumidas, el doloroso saldo de víctimas y la destrucción de bienes públicos y privados, nos llevan a descubrir, a la luz de la fe, las causas profundas de pecado que subyacen.
Los cristianos sabemos que la paz es un bien que se merece como fruto de la caridad y la justicia.
Pero es evidente que en vastos sectores del pueblo argentino y en muchas de sus Instituciones han decaído virtudes y valores morales.
Señalamos aquellos signos que
configuran una endémica crisis moral, con hechos y situaciones que ciertamente
irritan a Dios y alejan su paz.
NO SOLO TREGUA, SINO PAZ Y ABRAZO DE HERMANOS.
¡HERMANOS ARGENTINOS! la violencia desaparecerá si todos nos comprometemos a luchar contra los males que hemos señalado con preocupación pastoral.
Comencemos por reconocer que hay un Gran Marginado entre nosotros... Es Dios...
No basta que se atenúe o desaparezca la violencia externa.
Si no hay conversión según Cristo, subsistirán el odio y el mal, que la encenderán nuevamente.
Este llamado a la conversión lo hacemos a toda la población en nombre de Dios, porque estamos seguros que es Él quien lo pide.
También a quienes persisten en las formas violentas, estén donde estén. Y evocando -si nos permiten- el corazón de sus propias madres y las lágrimas y zozobras de muchas familias angustiadas o enlutadas, les hacemos esta súplica:
¡Escuchen esta voz de paz. Escuchen la voz de nuestro pueblo, de sus niños, de su historia y de su futuro. No pedimos tregua o armisiticio: pedimos paz y abrazo de hermanos!
COMUNICADO DE LA COMISION
EJECUTIVA
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL
ARGENTINA
SOBRE LOS ÚLTIMOS ACTOS DE VIOLENCIA
(5/X/1975)
Los medios periodísticos nos han traído otro cuadro de
fría e inhumana dramaticidad. Una joven mujer próxima a ser madre,
violentamente fue arrancada de los suyos y luego asesinada.
El Episcopado Argentino por su Comisión Ejecutiva deplora amargamente este crimen, que se suma a otros consumados con inexplicable crueldad y que nos obligan a formular estas preguntas: ¿Podemos continuar con esta lenta guerra de exterminio? ¿No habrá otra senda que conduzca al reencuentro de todos los argentinos, como hijos de Dios y como hermanos?
Acabábamos de escribir este mensaje cuando la radio nos informa de los hechos de Formosa. Su proyección y su gravedad nos eximen del ulterior comentario.
El Episcopado apela a la conciencia de toda la Nación y pide un claro y positivo esfuerzo -hasta heroico si fuere necesario- para devolver la paz y la seguridad interior, e insiste que la violencia no es cristiana.
Y apela también a las armas del espíritu -en particular a la oración y al santo rosario- a fin de lograr vencer el mal con el bien.
Buenos Aires, 5 de octubre de 1975
Adolfo Tortolo
Arzobispo de
Paraná
Presidente de la Conferencia
Episcopal Argentina
SUPEREMOS LA FRUSTRACION Y LA DESESPERANZA...
De la Conferencia Episcopal Argentina
(21/XI/1975)
..."Junto con la comunidad nacional tenemos clara conciencia de las graves dificultades políticas, económicas, sociales y espirituales que se viven, y nos preocupa que esta acumulación de problemas origine un clima general de frustración y desesperanza...
Indudablemente transitamos por una crisis profunda, pero no necesariamente insoluble.
Es un momento grave de nuestra historia...
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Necesitarnos renovarnos en la justicia y en la libertad, para asegurar 'un nuevo orden social -difícil pero posible- donde los débiles sean defendidos; los violentos, castigados; el deber, exigido, y la libertad, asegurada' (Pablo VI).
Necesitamos renovarnos en la Fe, en la Esperanza y el Amor, porque son las fuentes incontaminadas para superar no sólo la crisis histórica del país, sino la tentación de frustración y el riesgo de ser devorados por los problemas inmediatos.
Pero para esta renovación y reconciliación necesitamos de Dios, de su luz, de su gracia, de su poder..."
ASESINATO SACRÍLEGO
De la Comisión Ejecutiva de la C.E.A.
(17/II/1976)
"Esperábamos un decrecer de la violencia y de su
luctuoso saldo de muertes. Los hechos de cada día nos advierten que este
decrecer no se ha dado aún.
A esta triste caravana de víctimas se suman ahora
sacerdotes. El asesinato de un sacerdote reviste una especial gravedad: es
un sacrilegio. Pese a nuestro barro, los sacerdotes somos, por
condescendencia divina, ungidos del Señor y pertenencia suya. Estas muertes
ensombrecen aún más el cielo de la Nación.
Jesucristo, a quien la fe fervientemente llama 'nuestro
Salvador', por la materna protección de María, nos libere de esta larga noche
de angustias y convierta la sangre de los hermanos muertos, en la tan ansiada
pacificación ".
CARTA PASTORAL COLECTIVA
(15/V/1976)
"El bien común y los derechos humanos son
permanentes, inalienables y valen en todo tiempo-espacio concreto, sin que
ninguna emergencia, por aguda que sea, autorice a ignorarlos; pero la forma de
vivirlos es distinta, según las variaciones de lugar y momento histórico en el
cual se ejercen".
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"En un momento tan difícil, creemos que nuestra
misión es pedir a cada uno el cumplimiento estricto de su deber y a cada uno,
también, la máxima comprensión y tolerancia hacia los errores involuntarios del
otro".
.....................................................................................................................................................................................
"Hay hechos que son más que error: son pecado y los
condenamos sin matices, sea quien fuere su autor:
-
es
el arrinconar a otros contra el hambre, para ganar descontroladamente;
-
es
el asesinar -con secuestro previo o sin él - y cualquiera sea el bando del
asesinado".
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" Además, se podría errar:
-
si
en el afán por obtener esa seguridad que deseamos vivamente, se produjeran
detenciones indiscriminadas, incomprensiblemente largas, ignorancia sobre el
destino de los detenidos, incomunicados de rara duración, negación de auxilios
religiosos;
-
si,
con el mismo fin, se suprimiera alguna garantía constitucional, se limitara o
postergara el derecho de defensa;
-
si,
en la justa búsqueda de la indispensable recuperación económica -no damos
juicios técnicos-, se llevara gente al borde de la miseria o a la miseria
misma, por el juego de precios y salarios o por despidos y cesantías, a veces,
de muy difícil justificación;
-
si,
para evitar los culpables abusos de los medios de comunicación de masas, se
optara por la solución simplista de impedirles que digan la verdad necesaria,
aunque en algunos casos duela;
-
si,
buscando una necesaria seguridad, se confundieran con la subversión política,
con el marxismo o la guerrilla, los esfuerzos generosos de raíz frecuentemente
cristiana, para defender la justicia, a los más pobres o a los que no tienen
voz".
CARTA DEL PRESIDENTE DE LA C.E.A. AL
MINISTRO DEL INTERIOR
GRAL. HARGUINDEGUY
(14/VI/1976)
..."los Obispos recibimos con frecuencia
últimamente, doloridas quejas de familiares de personas desaparecidas,
secuestradas o también detenidas.
...La Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal
Argentina, que me honro en presidir, en su reunión de la fecha me ha
encomendado hacerle presente el vivo dolor con que los Obispos argentinos hemos
visto el asalto realizado por elementos no identificados y armados, a las
oficinas de la Comisión Católica Argentina de Inmigración... Dicha Comisión es
un organismo de la Conferencia Episcopal y, por tanto, el daño sufrido moral y
materialmente nos afecta a todos. No alcanzamos a imaginar quienes, ni con qué
propósitos, han decidido y podido realizar tal atropello, que, por la falta de
seguridad que significa, va directamente en contra del prestigio del Estado
Argentino...
...la posterior irrupción en lugares donde la Comisión
aludida aloja a los refugiados que están bajo su amparo, llena de
desconcierto".
CARTA DE LA COMISION EJECUTIVA
DE LA C.E.A. A LA JUNTA MILITAR
(7/VII/1976)
Recientes graves
hechos de violencia
"Nos referimos, naturalmente, al incalificable
asesinato de una comunidad religiosa en la parroquia de San Patricio, en Buenos
Aires. Sabemos, por la palabra del señor Ministro del Interior y por la
presencia en las excequias del señor Ministro de Relaciones Exteriores y Culto
y de altos jefes militares, cómo el gobierno y las fuerzas armadas participan
de nuestro dolor y, nos atreveríamos a decir, de nuestro estupor.
Pero no podemos ni queremos hacer sólo hincapié en aquel
luctuoso crimen, porque además todos los días la crónica periodística nos trae
la noticia de otras muchas muertes sobre las cuales el tiempo pasa y nunca se
sabe cómo ocurrieron, quién o quiénes son los responsables. Todo ello causa en
nuestro pueblo inquietud y desasosiego. Nos preguntamos, o mejor dicho, las
gentes se preguntan, a veces sólo en la intimidad de su hogar o del círculo de
amigos, porque el temor también cunde, qué significa todo esto; qué fuerzas tan
poderosas son las que con toda impunidad y con todo anonimato pueden obrar a su
arbitrio en medio de nuestra sociedad. También surge la pregunta: ¿qué
garantía, qué derecho le queda al ciudadano común?".
"Fundados en la experiencia cotidiana del recurso a
la Iglesia de toda clase de personas, quisiéramos asimismo reiterar el pedido
del documento de la XXXIII asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal
Argentina sobre la situación de los presos y la posibilidad de alguna
información que tranquilice a su familia"
REUNION DE LA COMISION EJECUTIVA DE LA C.E.A.
CON LA JUNTA MILITAR
(15/IX/1976)
Se manifestó al Gobierno que a través de la constante
actividad pastoral, de la vida de los ministros en medio del pueblo... se
perciben con gran claridad muchas inquietudes y sentimientos, y se reciben no
pocos pedidos:
1)
Ante
todo parecería que personas constituidas en autoridad civil o militar han
perdido la serenidad de discernimiento ecuánime, o de distinguir los matices
(todo lo ven, o rojo o blanco ).
2)
De
allí proviene una actitud de sospecha frente a la Iglesia y a sus instituciones
y hombres, que a veces lleva a discriminaciones en juicio acerca de Obispos, o
de sacerdotes.
3)
Esa
actitud de sospecha, lleva en algunos casos a la intención proclamada de querer
"purificar" a la Iglesia, ayudarla a "restaurar su
disciplina".
4)
Falta
una justa valoración de documentos de la Iglesia, lo cual provoca actitudes que
causan confusión. También se olvida quiénes tienen el magisterio de la Iglesia.
5)
Pareciera
que se quiere medir la vida de la Iglesia con un criterio castrense, con la
consiguiente distorsión.
6)
El
problema de los derechos humanos:
-
se
reciben continuos pedidos por presos o secuestrados;
-
se
habla de personas con problemas de conciencia porque han debido intervenir en
torturas;
-
la
ignorancia sobre el destino de las personas...
-
la
vehemente sospecha de que a veces se actúa por simples denuncias anónimas.
7)
La
sensación de falta de libertad para la acción de la Iglesia:
-
se
han estado grabando las predicaciones;
-
se
controlan reuniones habituales de instituciones o movimientos de la Iglesia;
-
pareciera
haberse vuelto sospechoso hablar de la Doctrina social de la Iglesia;
-
el
trabajo en medio de los Pobres es visto con malos ojos por algunos,
constituidos en autoridad.
8)
La
situación económica:
-
parece
pesar demasiado sobre los obreros y trabajadores en general;
-
los
trabajadores son dejados de lado, al parecer, mientras se consulta y se tiene
en cuenta a los empresarios.
REUNION DE REPRESENTANTES DE LA C.E.A.
CON REPRESENTANTES DE LA JUNTA MILITAR
(15/IX/1976)
El 15 de noviembre de 1976
representantes de la Conferencia Episcopal Argentina hablando con
representantes de la Junta Militar, expresaron que si bien la Iglesia tiene
cuidado de no ser instrumentalizada por nadie en campañas de tipo político con
ocasión de la defensa de los derechos humanos, no puede ceder nada en este
campo.
ENCUENTRO DEL PRESIDENTE DE LA C.E.A.
CON EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA GRAL VIDELA
(3/XII/1976)
El 3 de diciembre de 1976, en
audiencia al Presidente de la República, Gral. Videla se manifestó, entre otras
cosas:
-
preocupación
por la situación económica del pueblo;
-
preocupación
por los presos sin término ni indagatoria aparente; sin defensa visible; con
incomunicación absoluta en algunos lugares...
-
preocupación
por las desapariciones que son denunciadas;
-
preocupación
por las inhabilitaciones para trabajar que sufren los presos políticos cuando
salen en libertad.
CARTA DE LA COMISION PERMANENTE DE LA C.E.A.
AL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA GRAL. VIDELA
(3/XII/1976)
El 3 de diciembre de 1976 el Sr. Cardenal Primatesta, se
dirigió al Sr. Presidente de la Nación por carta, pidiendo, con motivo de la
proximidad de Navidad:
"... se agiliten los trámites pertinentes, a fin de
que obtengan la libertad quienes fueran acreedores a ella, o se disminuyan las
penas, a quienes fueran merecederos de tal gracia. Reitera, así, las
inquietudes que, en mayo pasado, le hiciera llegar el Episcopado sobre la
situación de los detenidos que, desde hace meses, aguardan una sentencia o la
libertad...
"Quiere impetrar igualmente medidas que permitan
mayor acceso a los familiares de quienes, en estos días de alegría cristiana,
desean encontrarse con sus seres queridos".
REUNION DE REPRESENTANTES DE LA C.E.A.
CON REPRESENTANTES DE LA JUNTA MILITAR
(23/II/1977)
El 23 de febrero de 1977, en entrevista de delegados de
la Conferencia Episcopal Argentina con delegados de las Fuerzas Armadas, se
hizo notar que el tema de los derechos humanos acuciaba a los obispos, no sólo
por la presiones que experimentaban por la situación, sino por su propio deber
de conciencia, en el que se sienten particularmente urgidos y del que no pueden
renunciar.
CARTA DE LA COMISION PERMANENTE DE LA C.E.A.
A LA JUNTA MILITAR
(17/III/1977)
(Inquietudes que de todas partes llegan a los Obispos
desde tiempo atrás).
"Ellas se refieren a la situación de no pocos
conciudadanos a quienes el reclamo de sus parientes y amigos presenta como
secuestrados o desaparecidos, por la acción de grupos de personas que dicen ser
de las Fuerzas Armadas o policiales y obrar en su nombre, sin que sea posible,
en la gran mayoría de los casos, ni a aquellos sus deudos, ni a las autoridades
eclesiásticas que tantas veces han intercedido, lograr siquiera una información
a su respecto.
A ello se añade el hecho de muchos presos a disposición
del Poder Ejecutivo Nacional -cuya autoridad para proceder a detenciones
reconocemos dentro del marco legal vigente- y de otros detenidos bajo proceso
que, según sus declaraciones o las de sus familiares, han sido sometidos a
apremios ilegales, de calidad y características tales, que hubiéramos siempre
juzgado inconcebibles en el modo de ser argentino y que, por cierto, son para
el cristiano inaceptables en conciencia. En verdad que de esto, Excelencias,
hay un clamor creciente en el país, que no nos es dable desconocer.
Aún otro punto todavía: los mismos presos bajo proceso
ven su causa a veces prolongarse por años, sin llegar a una sentencia que
aclare definitivamente su situación.
Sobre los presos habría que señalar también las
dificultades que se nos indican en cuanto a su posible asistencia espiritual si
lo desean.
Como punto que complete este cuadro, que no intenta ser
destructivo, debemos notar los casos que nos son presentados de abusos contra
la propiedad en las operaciones de represión: desaparecen todo tipo de objetos
que nada pueden tener que ver con una adecuada averiguación policial".
.....................................................................................................................................................................................
"Pero fuerza es reconocer que los hechos, de los que
a nosotros nos han llegado noticias, han dado pábulo suficiente para el
nacimiento de rumores y quejas, algunas de ellas más allá de toda sospecha y
nacidas sólo del anhelo de ver respetada en el hombre la imagen de Dios.
Bien sabemos que ha habido desde hace años en nuestro
país un accionar de las fuerzas del mal, que se tradujo en todo tipo de
atentados contra la vida y la fama de las personas -de los cuales fueron
víctimas no pocas veces los militares- así como contra la propiedad, todo lo
cual hemos condenado particular y colectivamente más de una vez. Nadie puede
ignorar la posición del Episcopado Argentino a dicho respecto.
Mas ahora, pasado un año del comienzo del presente
proceso nacional, nos encontramos, al recibir las proposiciones de los señores
Obispos para esta reunión de la comisión permanente, con que de todas partes de
la República arriban quejas similares, que se traducen filialmente en un pedido
algo mezclado de reproche: ¿por qué los obispos no hemos hablado denunciando
claramente una situación de hecho -aunque se ignoren los responsables de las
acciones individuales- que hiere la conciencia cristiana? .Hoy como siempre y
como en toda circunstancia conserva su valor el principio que el fin no
justifica los medios.
Los obispos, a quienes representamos en esta comisión, no
hacen con dichas propuestas sino recoger el anhelo de tantos de sus fieles y
sobre todo de sus sacerdotes. Son los sacerdotes en contacto inmediato con el
pueblo fiel, con sus avatares, con sus necesidades, con sus angustias, quienes
sienten en toda su intensidad este llanto desconcertado de tantas familias que
no saben, en muchísimos casos, si su pariente vive o está muerto, no conocen ni
alcanzan a sospechar de qué pueda ser acusado, viven la lacerante perplejidad
de no tener amparo al cual acudir, como si el ordenamiento legal, condición de
toda civilización hubiera desaparecido de entre nosotros.
Asimismo, se nos dice no pocas veces que se anuncian
muertes que parecen no avenirse a enfrentamientos con las fuerzas de
represión".
.....................................................................................................................................................................................
"Nosotros quisiéramos sinceramente, a fuer de
argentinos y de amantes del orden, poder llegar a aquel momento de la asamblea,
con un caudal de nuevos hechos que nos pusiera a todos, claramente, ante la
prueba de que la Argentina es siempre un país donde la fe cristiana produce en
todos y en su ordenamiento legal y práctico, el fruto del respeto por las
normas –así sean ellas de veras, si la necesidad lo pide que garanticen a cada
ciudadano contra la arbitrariedad o la pasión ciega, por muy buenas finalidades
o intenciones que ésta pueda argumentar.
Por ello es que nos atrevemos a pedir, muy
respetuosamente, a Vuestras Excelencias, seguros, por otra parte, de ser oídos,
la concreción de medidas que restauren la confianza en tantos de nuestros
conciudadanos que se ven golpeados, sin saber a qué atribuirlo y que comprenden
que los culpables sean castigados, pero dentro de normas reconocidas. Ello será
también paz y serenidad para el pueblo, que sigue con esperanzada ansiedad el
accionar del gobierno, del que Vuestras Excelencias detentan la suprema
responsabilidad".
REUNION DE REPRESENTANTES DE LA C.E.A.
CON REPRESENTANTES DE LA JUNTA MILITAR
(30/III/1977)
El 30 de marzo de 1977 se volvió a manifestar en una
reunión de representantes de la Conferencia Episcopal Argentina con
representantes de las Fuerzas Armadas cuanto estaba dicho en la carta del 17
del mismo mes.
REUNION DE LA COMISION EJECUTIVA DE LA C.E.A.
CON LA JUNTA MILITAR
(14/IV
/1977)
En esa ocasión el Presidente de la Conferencia Episcopal
Argentina hizo notar que debido a los casos de detenidos, secuestrados y
desaparecidos, se ha creado una gran incertidumbre en diversos grupos de la
población.
La situación económica es causa de zozobra, llegándose a
situaciones de hambre (esto no fue aceptado por algunos de los jefes) a causa
de los bajos salarios; asimismo se apuntó la gravedad del costo de las
medicinas.
CARTA PASTORAL COLECTIVA
"REFLEXION CRISTIANA PARA EL PUEBLO DE LA PATRIA"
De la
Conferencia Episcopal Argentina
Carta
Pastoral colectiva
(7/V/1977)
INTRODUCCION
"1. Los Obispos argentinos como conductores del
pueblo de Dios en nuestra patria, después de ponernos delante del Señor en
oración y de haber reflexionado sobre la situación que nos toca vivir
sabiéndonos intérpretes, a pesar de nuestras limitaciones personales y de
nuestra propia debilidad, "de los gozos y las esperanzas, de las tristezas
y las angustias de los hombres de nuestro tiempo", creemos que
traicionaríamos nuestra misión de pastores si no dijésemos una palabra, que
intenta no ser nuestra, sino del Espíritu Santo a quien servimos y a la cual
tienen grave derecho los cristianos, como hijos de Dios y miembros de su
Iglesia.
2. En mayo del año pasado, la Conferencia Episcopal
Argentina dio a conocer un documento que pretendía, con respeto y humildad,
orientar según la doctrina católica a todos para trabajar unidos, gobernantes y
gobernados, en la búsqueda y promoción del bien común.
3. Desde entonces y durante este tiempo los obispos hemos
multiplicado las gestiones personales, a través de distintos canales de
comunicación con los Poderes públicos; alguna vez nos hemos dirigido a éstos
mediante documentos de carácter reservado, tratando siempre de señalar
inquietudes de la Iglesia sobre diversos puntos, con la voluntad de no entorpecer
la ya difícil y ardua tarea de gobierno.
4. Sin embargo, en el momento presente, por hondas e
irrenunciables razones pastorales, nos parece necesario hacer público nuestro
pensamiento, con el mismo ánimo e idéntico deseo de servir a la comunidad y de
ayudar a todos con la fuerza invencible de la palabra de Dios y la luz del
magisterio de la Iglesia".
.....................................................................................................................................................................................
"9. Es más, hoy "crece la conciencia de la
excelsa dignidad que pertenece a la. persona humana, al estar por encima de
todas las cosas y al ser sus derechos y obligaciones universales e
inviolables".
10. Por eso ninguna teoría acerca de la seguridad
colectiva, a pesar de la importancia de ésta, puede hacer naufragar los
derechos de la persona, "ya que el orden social y su progreso, así como el
orden de las cosas, deben subordinarse al orden de las personas y no al contrario".
11. La alteración de este orden, así como un concepto
equivocado de la seguridad personal o social han llevado a muchas conciencias a
tolerar y aún a aceptar la violación de elementales derechos del hombre, creado
a imagen y semejanza de Dios y redimido por Cristo; así como ha llevado también
a admitir la licitud del asesinato del enemigo, la tortura moral y física, la
privación ilegítima de la libertad o la eliminación de todos aquellos que
pudieran presumirse que son agresores de la seguridad personal o colectiva, en
contradicción al principio de Pablo VI “si quieres la paz, defiende la vida”.
12. Para superar esta dificultad, quizás la más grave de
este proceso que nos toca vivir, hay un solo principio liberador, la plena
vigencia de la ley justa y un solo camino para llegar a ello, la verdad plena y
sin disfraz.
.....................................................................................................................................................................................
“14. Recordemos que la ley es el refugio y protección de
los débiles y desposeídos y metro para medir la actuación de todos, honestos y
criminales, poderosos y desvalidos.
.....................................................................................................................................................................................
“16. No será vano tampoco reiterar que para todo
cristiano, no excluidos quienes ejercen autoridad, aún a costa de la eficacia
inmediata, hoy como siempre y en toda circunstancia conserva su valor el
principio ético: el fin no justifica los medios, vigorosamente expresado por
San Pablo.
.....................................................................................................................................................................................
“Hemos escuchado muchas veces manifestar el carácter
cristiano que el gobierno de las Fuerzas Armadas quiere imprimir a su gestión.
Esto nos obliga a recordar que el ser cristiano incluye en su esencia, un
abnegado compromiso práctico.”
19. Es, a la luz de estas consideraciones, que nos
atrevemos a manifestar los siguientes hechos, entre otros, que provocan en
nuestro ánimo serias inquietudes.
a)
Las
numerosas desapariciones y secuestros, que son frecuentemente denunciados, sin
que ninguna autoridad pueda responder a los reclamos que se formulan, lo cual
parecería manifestar que el gobierno no ha logrado aún el uso exclusivo de la
fuerza.
b)
La
situación de numerosos habitantes de nuestro país, a quienes la solicitud de
familiares y amigos presentan como desaparecidos o secuestrados por grupos
autoindentificados como miembros de las Fuerzas Armadas o policiales, sin
lograr, en la mayoría de los casos, ni los familiares, ni los obispos, que
tantas veces han intercedido, información alguna sobre ellos.
c)
El
hecho de que muchos presos, según sus declaraciones o las de sus familiares,
habrían sido sometidos a torturas que, por cierto, son inaceptables en
conciencia para todo cristiano y que degradan, no sólo al que las sufre, sino
sobre todo al que las ejecuta.
d)
Finalmente,
algo que es muy difícil de justificar: las largas detenciones sin que el
detenido pueda defenderse o saber, al menos, la causa de su prisión; tanto más,
cuanto que la situación carcelaria a veces no contempla primordiales
necesidades humanas, sin excluir las religiosas.
20. Debemos también expresar nuestra preocupación
-compartida por el pueblo en general- ante la difícil situación económica que
padecen nuestros hermanos de menores recursos y que corre el peligro de
convertirse en un fermento de subversión marxista.
21. Reconocemos la situación de extrema gravedad en la
que nuestro país se hallaba en materia económica y financiera; tampoco
pretendemos, porque no somos técnicos, hacer crítica de ninguna metodología
para sanear la economía del país; simplemente señalamos un hecho inquietante:
son muchos los trabajadores de nuestra patria que, a pesar del esfuerzo
realizado y de su contribución al proceso de recuperación -puntos estos
reconocidos por las mismas autoridades del sector- no logran aún superar las
dificultades para acceder a una vida más digna, como su condición de hijos de
Dios reclama, viendo comprometido su trabajo, su alimentación, su vivienda, su
educación y su salud".
REUNION DE REPRESENTANTES DE LA C.E.A.
CON REPRESENTANTES DE LA JUNTA MILITAR
(18/VIII/1977)
El 18 de agosto de 1977 en una reunión con representantes militares, los delegados del Episcopado insistieron sobre la conveniencia a su parecer y el de muchos, de la publicación de los nombres de las personas detenidas, o al menos que cada familia supiera que su pariente está detenido y dónde, aunque en la eventualidad de encontrarse incomunicado, no pudieran establecer correspondencia.
(26/XI/1977)
"Hoy, a seis meses de dada a conocer aquella Reflexión cristiana al pueblo de la patria, nos vemos precisados a manifestar nuestra ratificación a todo lo entonces expresado.
Ya en julio de 1976, en carta privada a la excelentísima Junta Militar, habíamos señalado una sensación de miedo que cundía por diversos sectores del país: lamentablemente, debemos indicar hoy lo mismo. Existe una especie de convicción, subyacente en amplios estratos de la población, de que el ejercicio del poder es arbitrario, de que se carece de adecuada posibilidad de defensa, de que el ciudadano se encuentra sin recursos frente a una autoridad de tipo policial, omnipotente. No es nuestra intención indicar que tal modo de ejercicio de la autoridad sea imputable a todos y cada uno de los funcionarios del poder policial o represivo del Estado; por otra parte, comprendemos también muy claramente que las excepcionales circunstancias por las que ha atravesado el país exigían una autoridad firme y un ejercicio severo. Pero todo ello, para ser cristiano, tiene que ir indisolublemente ligado con la virtud de la justicia, sin la cual no se podría invocar la protección de Dios, ni pretender, con fundamento, establecer nuevas bases para una auténtica convivencia nacional".
.....................................................................................................................................................................................
"Lejos estábamos entonces de sospechar el cuadro que después se nos ha hecho dolorosamente familiar: miles de denuncias de desapariciones de personas, de las que, en la mayoría de los casos se carece posteriormente de toda noticia. Este hecho, tan lamentable y que nos vimos precisados a indicar en nuestra exhortación del mes de mayo de 1977, sigue hoy tan vigente como entonces. No sólo no se ha tenido una explicación valedera de lo anteriormente sucedido, no sólo no se ha levantado, aunque fuera en parte substancial, el manto del silencio sobre lo ocurrido a tantas personas, sino que con un ritmo si se quiere algo menor, lo reconocemos, los secuestros y desapariciones han continuado, sembrando la inquietud, el desconcierto y una honda sensación de angustiosa desesperación -tan propicia en el hombre para todo sentimiento irracional- en muchas familias argentinas".
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"Pero, con la misma claridad, debemos reiterar que "para todo cristiano, no excluidos quienes ejercen autoridad, aún a costa de la eficacia inmediata, hoy como siempre y en toda circunstancia, conserva su valor el principio ético: el fin no justifica los medios".
a) El secuestro de una persona, y su detención anónima, no es admisible; por lo mismo, las autoridades deberían dar cuanto antes aviso a los familiares respectivos; de la calidad de detenidos sobre quienes lo están aún cuando -por razones de seguridad que a veces pueden ser válidas- no se pueda indicar dónde se hallan detenidos.
b) Los familiares de las personas desaparecidas, o las diversas instituciones que se han ocupado de ellas, la misma Iglesia, al recurrir con todo derecho ante las autoridades, o no reciben a menudo respuesta alguna, o, si no, se les indica que no hay datos sobre tal persona. Dicha respuesta, como es muy natural, si bien pudiera ser comprensible en algunos casos, cuando los ejemplos se multiplican hasta ser miles, engendra en los recurrentes una muy explicable desconfianza en la veracidad de la información e indica, en el mejor de los casos, una falla inaceptable en los organismos que el Estado debe tener para defensa de los derechos de los ciudadanos.
c) Asimismo, dentro de este tema, las autoridades deberían extremar los medios a su alcance para dar a las familias respectivas noticias fehacientes de quienes hubieran resultado muertos en todo tipo de acción de represión, puesto que, aparte del derecho natural de tener acceso a tales noticias, hay no pocas situaciones humanas de cónyuges y de hijos que necesitan saber cuál es su estado legal.
d) El hecho de que muchos detenidos continúen sin que se les instaure proceso, tampoco contribuye a una necesaria distensión y es, en sí mismo, también una lesión de la justicia, pues si bien nuestras leyes reconocen la posibilidad de detenciones a disposición del Poder Ejecutivo, ello siempre debería ser un recurso excepcional y no prolongarse, so pena de adquirir una apariencia de arbitrariedad.
Pero hay aún en este campo otra nota que debemos señalar con hondo dolor y preocupación: pareciera que en determinados ambientes -aún de las Fuerzas Armadas- cualquier clase de intervención en favor de los derechos humanos fuera inmediatamente sospechable de connivencia con la guerrilla, o con organizaciones subversivas, o con ideologías contrarias al ser nacional. No ignoramos que pudiera fácilmente suceder -y, aparentemente, ha acontecido en algunos casos- que se use la defensa de los derechos humanos como un arma en contra de la actual organización nacional, de sus autoridades o aún de sus mismas esperanzas de supervivencia como comunidad civilizada y cristiana. Y sin embargo ello no justifica que la lógica preocupación de los familiares, la benemérita actividad de alguna institución más allá de toda sospecha y, finalmente la intervención irrenunciable de la Iglesia (que faltaría a su deber si no se ocupara de este problema) sean calificadas duramente, cuando no calumniosamente. La mejor defensa de las autoridades, del Estado y de la nación misma, en estos casos, sería, a nuestro parecer, la verdad, es decir, la claridad de la información sobre lo sucedido a tantas personas de las que no hay noticias".
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“- al parecer hay sectores de la población que pueden expresarse libremente, mientras otros, no. Así se conocen declaraciones o tomas de posición de empresarios, mientras no se dan de las organizaciones de trabajadores.
-sobre este mismo aspecto, la posición de la Iglesia acerca de las organizaciones sectoriales o sindicales es bien conocida; el mismo episcopado argentino ha dado muy claras expresiones de dicha doctrina más de una vez, entre otras con una especial carta pastoral. Parecería que fuera deseable que dentro de la doctrina justa, y con metas claras y alcanzables, se acelerara la formulación de la legislación pertinente para que los sectores de trabajadores asalariados puedan encontrar su modo de expresión adecuado.
-hay otro punto que también es resistido entre no pocos grupos de población: parecería que el gobierno casi no pudiera tolerar la crítica, de tal modo que también sobre este tema habría cundido el temor, y no hubiera, de hecho, una efectiva libertad de expresión para los ciudadanos. Si bien es verdad que las restricciones a este derecho son, en algunas circunstancias, admisibles, tampoco se debe olvidar que una sana crítica es normalmente indispensable para todo buen gobierno".
(Algunas causas de la disminución de prestigio del gobierno).
- “la sensación de falta de garantías;
- una imprecisión en las metas que se pretenden alcanzar;
- la persistencia de un burocratismo de efecto pernicioso, aunque reconocemos el loable esfuerzo realizado por no provocar una desocupación masiva;
- los comentarios acerca de la pervivencia de la dádiva (que el pueblo llama "coima") como medio para obtener soluciones;
- gastos injustificables, como los provocados por el Mundial 78, enteramente desproporcionados con los recursos y necesidades actuales de la nación (aunque haya sido heredado de resoluciones anteriores a las actuales autoridades)".
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(Problemas que afectan a la sociedad).
- “el problema de los salarios. Este problema continúa siendo central en toda consideración económico-social. Aún en los mejores casos, todo salario ha disminuido su poder real de adquisición de bienes, con la secuela lógica de la desazón causada. Pero, sin desconocer el notable avance representado por la consideración del salario familiar, que constituye una auténtica conquista social, el esfuerzo hecho por el trabajador argentino sería mejor aceptado si se conociera la meta por alcanzar; por otra parte el deterioro del salario conspira contra la evolución económica del país: nadie invierte donde no se puede colocar la producción.-las obras sociales se van empobreciendo, o porqué no se les pagan las deducciones hechas o porque, como efecto de la práctica de los salarios "negros", la contribución que se percibe sobre los salarios oficiales ya no resulta suficiente para el mantenimiento de las prestaciones.
- la salud de la población se ha ido desmejorando, en parte por efecto de la política arancelaria de los hospitales, que en casos no se diferencia mucho de las tarifas de las clínicas privadas; en parte porque el salario no es suficiente para poder proveerse de las medicinas.
- la educación se ha resentido, tanto por ausentismo o deserción escolar como por falta de maestros en algunos casos. Al respecto, es sabido que el sueldo de maestros y profesores es sensiblemente escaso. Nos permitimos señalar esta preocupación, sin duda compartida por las autoridades, auspiciando una pronta solución, para el bien general.
- la vivienda se ha hecho inaccesible para grandes sectores asalariados, sea por el hecho de los alquileres desmesurados que se aplican, sea por el elevado costo de la construcción. Rogamos vehementemente a las autoridades que no dejen de atender a este grave problema, que presenta en los momentos actuales agudas aristas de dolorosa preocupación para muchos, especialmente las familias en formación, los ancianos jubilados y personas solas".
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"cuando se trata de la exposición de la doctrina, la Iglesia es en ello maestra de la fe, y, por lo mismo puede requerir la adhesión de sus fieles cuando enseña auténticamente. Por eso mismo nos duele cuando, al presentar la doctrina sobre el respeto al Quinto Mandamiento de la Ley de Dios, con todas sus consecuencias, dicha doctrina sea no recibida o hasta menospreciada. No podemos, como cristianos, admitir que la respuesta para el odio sea el odio, sino el amor, con todas las implicancias que el bien común representa para esta doctrina.
Por otra parte, y fuerza es señalarlo, el "bien común", tan trabajado hoy en la óptica cristiana, no es el bien nacional, sino el conjunto de cosas que permiten al hombre alcanzar su realización personal en plenitud (incluido, por supuesto, su fe trascendente). Ningún derecho que emana de la naturaleza del hombre cede ante el bien del Estado: admitirlo, sería admitir el totalitarismo".
REUNION DE DELEGADOS DE LA C.E.A.
CON REPRESENTANTES DE LA JUNTA MILITAR
(15/XII/1977)
El 15 de diciembre de 1977 en reunión de representantes de la Conferencia Episcopal Argentina con los de las Fuerzas Armadas se refirmó el pro-memoria del 30 de noviembre anterior y se reclamó por el secuestro de algunas personas la semana anterior, entre ellas dos religiosas francesas.
CARTA DE LA COMISION PERMANENTE DE LA C.E.A.
AL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA GRAL. VIDELA
(14/III/1978)
"Pero nos vemos precisados a reiterar, con las
variaciones antes apuntadas, que sentimos la necesidad, para la tranquilidad
del pueblo, de que sea aclarada, lo antes posible, la situación de tantas
personas de las que no se tienen noticias. El dolor de las familias, muchas
veces sin siquiera atisbos del por qué pueda haber sido aprehendido su padre,
hijo o hermano, no es semilla de paz para el futuro, porque la incertidumbre es
mala consejera".
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"Por lo demás, no nos encontramos solos en este pedido. Hermanos en la fe, de todo el mundo, nos hacen llegar cada día su dolorosa preocupación por la falta de justicia en los procedimientos, y finalmente el Santo Padre, por la autoridad de su misión de pastor universal y de su vida consagrada paladinamente al bien de los hombres, nos urge solicitar de Vuestra Excelencia, con el respeto que le debemos, pero también con la serenidad y firmeza de nuestro oficio pastoral, y por el lazo de fe común que nos une, una decidida acción para que cada familia argentina que se encuentre en la aludida situación, sepa (y ello no sería necesario públicamente, pero sí concretamente) qué ha sido de su integrante desaparecido, con claridad y justicia".
REUNION DE REPRESENTANTES DE LA C.E.A.
CON REPRESENTANTES DE LA JUNTA MILITAR
(30/III/1978)
Nuevamente el 30 de marzo de 1978 en reunión de
representantes de la Conferencia Episcopal Argentina, con representantes de las
Fuerzas Armadas, se enfatizó la doctrina de la Iglesia sobre los derechos de la
persona humana y la inaceptabilidad de métodos que menoscaben su dignidad.
REUNION DE LA COMISION EJECUTIVA DE LA C.E.A.
CON EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA
GRAL. VIDELA
(10/IV/1978)
Otra vez, el 10 de abril de 1978, en una entrevista de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina con el Presidente de la República, Gral. Videla, se expuso la situación que se plantea a los Obispos que reciben quejas de familiares de presos o desaparecidos; y se presentaron casos como el de las religiosas francesas o el "operativo" por Pascua en San Justo.
(29/IV/1978)
(Los Obispos Argentinos)
“Continúan en sus gestiones para lograr la pacificación de la familia argentina conmovida por muchas situaciones dolorosas. Sus esfuerzos no sólo se enfrentan con la violencia, en sus diversas formas, sino también con sus consecuencias.
Por eso, hacen un llamado a la conversión y a desistir de métodos y doctrinas contrarias al evangelio; como también, por otra parte, en la legítima preservación de los derechos de la sociedad, piden tener siempre en cuenta una serena ecuanimidad.
Consideran ciertamente que la justicia debe definir las situaciones planteadas, muchas veces de modos sumamente complejos.
Ello llevará la consiguiente tranquilidad a muchos hogares.
- En lo referente al aspecto institucional, alientan a que, mediante un sereno juicio y una acción eficiente, se busquen caminos que faciliten la paz, la esperanza y el justo ejercicio de los derechos y deberes ciudadanos".
REUNION DE REPRESENTANTES DE LA C.E.A.
CON REPRESENTANTES DE LA JUNTA MILITAR
(18/V /1978)
En entrevista con los representantes de las Fuerzas Armadas del 18 de mayo de 1978, los delegados de la Conferencia Episcopal Argentina mencionaron el discurso de un alto Jefe Naval donde se habría referido de una manera indirecta pero muy clara a algunos sectores eclesiásticos; hicieron notar que es inadmisible que la autoridad militar se arrogue el derecho de determinar qué es lo que es cristiano y qué es lo que no es cristiano.
REUNION DE REPRESENTANTES DE LA C.E.A.
CON REPRESENTANTES DE LA JUNTA MILITAR
(20/VII/1978)
El 20 de julio de 1978 en entrevista similar a la anterior, se habló largamente sobre el problema de los desaparecidos y la necesidad de dar noticias a las familias; se acotó que no se puede pensar que las familias porque pase el tiempo vayan a olvidar su dolor sino que más vale sucederá que continúe latente. Se hizo notar asimismo que nadie que diga seguir fielmente al Papa puede ignorar la clarísima enseñanza del Santo Padre acerca de las torturas y de los secuestros.
REUNION DE REPRESENTANTES DE LA C.E.A.
CON REPRESENTANTES DE LA JUNTA MILITAR
(28/IX/1978)
En reunión del 28 de septiembre de 1978 de representantes de la Conferencia Episcopal Argentina con representantes de las Fuerzas Armadas, nuevamente se reclamó por la situación de los derechos humanos, y por la ineficacia de tales reuniones.
"LA PAZ ES OBRA DE TODOS"
(18/XI/1978)
"Cuando el hombre se siente. desplazado de la vida común o carece de participación activa, sufre; sí ello ocurre porque alguien ilegítimamente se lo impide, hay injusticia y la paz peligra.
La autoridad, en toda sociedad constituida según el plan del creador, es servidora del bien común, que ha de procurar con todos los medios legítimos de que dispone, teniendo muy en cuenta que el bien común no es lo mismo que el bien del Estado, sino es aquello que procura el desarrollo y plenitud de la persona en su realidad individual y social".
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"Cuando la autoridad antepone intereses distintos, aún muy válidos, a la procura de este bien, o cuando los ciudadanos no contribuyen en su medida, buscando por el contrario intereses sectoriales o individuales, la comunidad padece y la paz se resquebraja".
"Las palabras del señor " Amaos como Yo os he amado" deberán ser en estos momentos las que con más fuerza golpeen la conciencia de todos los argentinos, sin excepción, pues "la paz es una victoria constante del amor sobre las pasiones".
Se ha dicho ya que la paz es obra de la justicia; todos hemos de trabajar denodadamente por la justicia. Sin ella, la paz no es más que una corta tregua. Deben combatirse con vigor, los egoísmos personales y sectoriales que impiden una equitativa distribución de los bienes.
Aquí cabe señalar la afligente situación de las familias de menos recursos. Reiteramos que no somos técnicos en materia económica; sólo vemos y oímos a nuestros hermanos y pretendemos expresar su inquietud. La situación de muchos es hoy realmente difícil, el sacrificio que se les pide se torna con frecuencia heroico.
No es posible hablar de la paz sin hablar de la vida humana. "Este binomio 'paz y vida' puede parecer casi una tautología, un slogan retórico: pero no lo es. Representa una conquista por la que se ha combatido sin cesar a lo largo del camino del progreso humano: un camino que no ha llegado todavía a su meta final. ¡Cuántas veces, en la dramática historia de la humanidad, el binomio 'paz y vida' encierra no un abrazo fraterno, sino una lucha feroz de los dos términos!. La paz se busca y se conquista con la muerte y no con la vida: y la vida se afirma no con la paz, sino con la lucha, como un triste destino necesario para la propia defensa".
"La paz interior requiere la exclusión de todos los obstáculos que se oponen a ella. "Por eso recordamos que, cuando se viven circunstancias excepcionales y de extraordinario peligro para el ser nacional, las leyes podrán ser excepcionales y extraordinarias, sacrificando, si fuese necesario, derechos individuales en beneficio del bien común, pero ha de procederse siempre en el marco de la ley, bajo su amparo, para una legítima represión, la cual no es otra cosa, cuando así se la practica, que una forma del ejercicio de la justicia"
Un régimen de legalidad judicial plena hará posible que nadie permanezca largo tiempo detenido, sin que se le haya abierto un proceso ante la justicia. Asimismo, evitará se demore innecesariamente la resolución de las causas ya iniciadas.
Los obispos tenemos conciencia de las dificultades que entraña la acción legal frente a los extremismos. Por ello pedimos también una actitud creativa en orden a obtener una legislación adecuada, que por otra parte evite la tentación de actuar fuera de la ley en la represión.
Los caminos de la paz exigen que el trato que en las cárceles se dé a los detenidos, cualquiera sea la causa de su prisión, tenga en cuenta las necesidades normales de la existencia humana, incluida la atención espiritual, y evite todo lo que lesione y destruya la persona, porque, aún en el peor de nosotros, donde la humanidad puede aparecer más oculta y deteriorada, siempre yace la imagen de hijo de Dios y la dignidad de su destino eterno.
Las autoridades deberán asegurar firmemente la exclusión absoluta de apremios violatorios a la integridad y dignidad del hombre.
El Papa Pablo VI nos decía este año, en su discurso al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, hablando sobre los derechos humanos, de los que fue infatigable defensor: " ¿Cómo no sentirse turbado, cuando se sabe que muchas familias angustiadas hacen en vano súplicas en favor de sus seres queridos y que, incluso sus peticiones de información, se acumulan sin recibir respuesta?".
Coincidiendo en esta preocupación del gran pontífice desaparecido, pedimos vivamente a las autoridades que, como decisiva contribución a la paz interna, se diga una palabra esclarecedora a los familiares de los desaparecidos, quienes se ven afectados, tanto por el dolor de la ausencia como por la incertidumbre ante la suerte corrida por sus seres queridos.
La verdad de los hechos, por dura que sea, siempre será preferible a la angustia permanente de la duda.
Esta palabra, en cuanto sea posible, será una humanitaria respuesta que ha de aquietar a los que hoy viven en el desasosiego y una causa de mayor serenidad para la comunidad toda".
REUNION DEL PRESIDENTE DE LA C.E.A.
CON EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA
GRAL. VIDELA
(4/XII/1978)
El 4 de diciembre de 1978, el Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina en entrevista con el Señor Presidente de la Nación hizo notar, según el respectivo "Pro Memoria", que es permanente y viva la preocupación de los Obispos Argentinos por la situación creada a partir de la desaparición de tantas personas, en estos últimos años, en el país; sin que sus familiares logren obtener ninguna clase de noticias.
En su reciente carta pastoral los señores Obispos han procurado usar un lenguaje mesurado al señalar ese doloroso problema, pero ello no significa que no sientan hondamente que la justicia debe prevalecer incluso para con los delincuentes, y que la desaparición de las personas hiere los derechos que a las mismas dimanan de su creación por Dios.
Asimismo sienten los Obispos el reclamo por la situación de muchos presos, sin causa ni proceso conocido. Pareciera que una aceleración de sus causas, o la liberación de los que no las tengan, podría contribuir eficazmente a aliviar muchas tensiones, al par que en sí mismo sería obra de justicia.
CARTA DEL PRESIDENTE DE LA C.E.A.
POR ENCARGO DE LA ASAMBLEA PLENARIA,
AL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA
GRAL. VIDELA
(4/V/1979)
El 4 de mayo de 1979, el señor Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina dirigió una carta al Presidente de la Nación, y al referirse en primer lugar a los dirigentes sindicales últimamente detenidos dice; que:
"Claramente, una de las aspiraciones del pueblo en general, y nuestra de Pastores, es que toda persona que sea acusada de una acción contra la ley, esté pronta y ecuánimemente bajo la potestad de sus jueces naturales, así como anhelamos que la Justicia en el país sea amparo de todos los ciudadanos en el legítimo respeto de sus derechos y guarda del Bien Común. Por tanto, nada más ajeno a nuestra intención que prevenir o condicionar la acción de los Magistrados. Tampoco podemos ni queremos pronunciarnos sobre la representatividad de los dirigentes detenidos, ni tenemos elementos de juicio para conocer en todos sus puntos el proceso de la cuestión que llevó a este resultado. Más bien, y en esto queremos recoger el parecer de mucha gente, esta detención pudiera aparentar como una reacción defensiva meramente económica del Gobierno, ante dirigentes que han estado procurando por caminos generalmente reconocidos como válidos, el mejoramiento del nivel de vida de muchos trabajadores. No hacemos nuestra esta opinión, sólo la señalamos como existente, y por lo mismo, como germen de mayor disconformidad y descontento entre el pueblo. Quizás una oportuna decisión del Gobierno Nacional de desistir de la causa que les ha comenzado ante la Justicia, pudiera provocar un necesario alivio a tensiones que no le hacen falta al País, y allanar soluciones que atiendan a las justas exigencias, obligaciones y derechos de los individuos, como a la debida ubicación de las asociaciones en su ámbito específico".
La segunda inquietud es sobre la situación económica, y, - entre otras cosas -, se dice:
"Tampoco en esto quisiéramos aparecer como maestros que no somos, ni pretendemos proponer soluciones mágicas, que nosotros tampoco tenemos. Reconocemos, por otra parte, la licitud genérica del esfuerzo que se requiere al País. Pero también somos testigos, y debemos esta verdad a V .E. - aunque ya la conozca muy bien por otras fuentes -que buena parte del pueblo está sufriendo fuertemente el impacto de la situación económica, que el alba del nuevo tiempo prometido se va retardado ya demasiado, y que quizás, y éste también es un sentir bastante: común, el Estado no parece hacer en sí mismo el esfuerzo que pide a la población (v.g. burocracia, exceso de armamentos, impuestos...)".
"La tercera inquietud, y que nos duele particularmente... es la que se refiere a la situación de numerosas personas desaparecidas o detenidas sin proceso, o a disposición del Poder Ejecutivo...".
REUNION. DE REPRESENTANTES DE LA C.E.A.
CON REPRESENTANTES DE LA JUNTA MILITAR
(7/VI/1979)
El 7 de junio de 1979 en reunión de representantes de la Conferencia Episcopal Argentina con representantes de las Fuerzas Armadas se presentó aún otra vez el problema de los desaparecidos y el deber irrenunciable de la Iglesia de defender la dignidad de la persona humana, y se reclamó por nuevos casos que habían aparecido en los diarios de la fecha; y se hizo ver lo inadmisible, desde la moral, del método de represión.
PRO-MEMORIA, POR ORDEN DE
LA COMISION EJECUTIVA DE LA C.E.A.
(16/VIII/1979)
El 16 de agosto de 1979 representantes del Episcopado en
su reunión con las Autoridades Superiores del Estado manifestaron según el
Pro-Memoria extendido en esa fecha, por orden de la Comisión Ejecutiva:
..."En reuniones de la Honorable Junta Militar con la Comisión Ejecutiva
de la Conferencia Episcopal Argentina, o del Excelentísimo señor Presidente de
la República con la misma Comisión, o con el Presidente de dicha Conferencia,
así como en los encuentros periódicos de los representantes de las Fuerzas
Armadas con los de la Conferencia, el Episcopado ha tratado de expresar con
claridad la doctrina de la Iglesia respecto de la persona humana, y sobre la
necesidad de la aplicación de la misma para el bien de la comunidad, así como
ha reiterado el conocido principio ético que el fin no justifica los medios, y
la inaceptabilidad moral de procedimientos extralegales.
...No se puede ocultar, sin embargo, el desasosiego que
inquieta el corazón de los Obispos al comprobar que, a pesar del tiempo
transcurrido, sigue sin que sea aclarada la situación de tantas personas y, al
parecer al menos, sin que se comprueben esfuerzos eficaces por proporcionar
alguna información fehaciente a muchas familias atribuladas.
Los mismos organismos directivos de la Santa Sede han
hecho llegar al Episcopado Argentino su preocupación al respecto, pues reciben
constantemente el pedido de los familiares de "desaparecidos"
solicitando que aquella los ayude en la búsqueda de noticias sobre sus parientes.
El Episcopado Argentino conoce bien las dificultades de
todo orden que han tenido y tienen que afrontar quienes gobiernan el País, y
nunca han querido agravarlas más allá de lo que los mismos problemas de que ha
tenido que ocuparse entrañaban. Con ese mismo espíritu de sincera colaboración
para el bienestar general de la comunidad nacional, es que hace presente la
urgente necesidad de una clarificación lo más amplia posible sobre aquel
doloroso y grave problema".
REUNION DE REPRESENTANTES DE LA C.E.A.
CON REPRESENTANTES DE LA JUNTA MILITAR
(18/XI/1979)
El 18 de octubre de 1979 en reunión con representantes de
las Fuerzas Armadas, y en nombre del Episcopado los representantes de la
Conferencia Episcopal Argentina suscitaron otra vez el tema del respeto a los
derechos humanos, presentando una vez más el deber de la Iglesia de defender
los principios, entre ellos aquél de que el fin no justifica los medios,
haciendo ver también la inquietud de los Obispos al respecto y señalando que
sin embargo cada vez que han hablado públicamente del tema no ha faltado, aún
en el ámbito de las Fuerzas Armadas, quienes los interpretaran mal.
Insistiendo en lo dicho hicieron ver la necesidad de
atenerse a los principios porque si bien a veces se puede llegar a comprender;
sin justificarla, una falta, quien niega los principios no podría considerarse
cristiano.
Se señaló que a la Jerarquía de la Iglesia en la
Argentina le hubiera sido más fácil tomar una actitud de pública condena
constante del Gobierno de las Fuerzas Armadas, y que sin embargo no lo ha
hecho, no por apoyar al Gobierno, sino por el bien de la comunidad, tratando de
impedir la entrada en juego de un elemento más de confusión.
REUNION DE REPRESENTANTES DE LA C.E.A.
CON REPRESENTANTES DE LA JUNTA MILITAR
(23/XI/1979)
En reunión con representantes de las Fuerzas Armadas del
23 de noviembre de 1979, los representantes de la Conferencia Episcopal
Argentina expusieron el tema del próximo vencimiento de la ley de alquileres
con la consiguiente alarma que ha creado en algunos medios por la posibilidad
de que numerosas personas encuentren difícilmente vivienda adecuada a sus
medios económicos. Se dijo también que habría que: tener en cuenta los
elementos que pueden suscitar reacciones en distintos núcleos de población, entre
ellos v.g. el cierre de talleres por racionalización de empresas públicas.
Respecto de las palabras pronunciadas por el Santo Padre
en el Angelus del domingo 28 de octubre, se expresó que, por supuesto, la
adhesión de los Obispos a las palabras del Papa era total, que por otra parte
el Santo Padre había hablado muy claramente de problemas existentes dentro de
un contexto general de cosas referentes a nuestro país. Se hizo notar que el
Papa uniendo los dos discursos, el del Angelus y el dicho inmediatamente
después a los Obispos argentinos, ha querido plantear toda una problemática
desde la perspectiva de la familia y que al hablar de la pastoral familiar
presentó los inconvenientes que obstaculizan a la misma, entre ellos el grave
problema de los desaparecidos. En otra parte de la reunión se manifestó que era
inaceptable que se dijera sin más que seguramente todos los presos eran
culpables. Advirtió, además, de la injusticia de dividir a las gentes en
"buenas" y "malas", siendo buenos todos los militares y
malos todos los presos, aún sin juicio.
"LLAMADO A UNA MAYOR RECONCILIACION"
Declaración de la Comisión Permanente
(14/XII/1979)
"Hermanos:
I. MOTIVACION
1. Los obispos argentinos acabamos de cumplir con la
visita Ad Limina Apostolorum en la
que estrechamos nuestra comunión con el sucesor de Pedro, expresamos nuestro
agradecimiento por su oportuna intervención y valiosa mediación en el litigio
limítrofe con el país hermano de Chile y en actitud filial acogimos sus
orientaciones pastorales, que, con respecto a la reconciliación en nuestra
patria concreta en los siguientes puntos:
-
los
obispos debemos proceder con todo celo en el cumplimiento de nuestros deberes
pastorales;
-
se
ha de exponer y difundir la sana doctrina moral pública en plena consonancia
con la línea marcada por la enseñanza social de la Iglesia;
-
el
incumplimiento de estos principios es una de las causales de la violencia cuya
desaparición definitiva se anhela vivamente;
-
se
han de salvaguardar los derechos humanos;
-
se
ha de procurar que la sociedad y la familia se integren a la civilización del
amor;
-
con
respecto al .problema de los desaparecidos, el supremo pastor confía en su
esclarecimiento, y pide, no sólo oraciones, sino también que se comparta el
dolor de aquellos que ya no tienen esperanza de abrazar a sus seres queridos;
-
y
por último, refiriéndose el Santo Padre a los encarcelados, solicita que se
defina su estado actual, y se tutele la observancia de las leyes, el respeto a
la persona física y moral, incluso la de los culpables y la de los presuntos
infractores".
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"Recordemos en primer lugar que el 15 de mayo de
1976 afirmamos: el bien común y los derechos humanos son permanentes; casi un
año después, el 7 de mayo de 1977, señalábamos:
La alteración (del orden social), así como un concepto
equivocado de la seguridad personal o social, han llevado a muchas conciencias
a tolerar y aún a aceptar la violación de elementales derechos del hombre
creado a imagen de Dios y redimido por Cristo; así como ha llevado también a
admitir la licitud del asesinato del enemigo, la tortura moral y física, la
privación ilegítima de la libertad o la eliminación de todos aquellos de los
que pudiera presumirse que son agresores de la seguridad personal y colectiva.
Para superar esta dificultad hay un solo principio liberador, la plena vigencia
de la ley justa y un sólo camino para llegar a ello, la verdad, plena y sin
disfraz. Cuando se viven circunstancias excepcionales y de extraordinario
peligro para el ser nacional, estas leyes podrán ser también excepcionales;
pero ha de procederse siempre en el marco de la ley y bajo su amparo para una
legítima represión, la cual no es otra cosa, cuando así se la practica, que una
forma del ejercicio de la justicia.
Finalmente, el 18 de noviembre de 1978, al hablar de la
paz interior, pedíamos vivamente a las autoridades que, como contribución a la
paz interna, se dijera una palabra esclarecedora a los familiares de los
desaparecidos".
III. SITUACION ACTUAL
"1. Desaparecidos
Si bien es cierto que el gobierno nacional ha aclarado y
publicado la situación de muchos; y que la ley 22.068 regula la ausencia con
presunción de fallecimiento, intentando así resolver algunos problemas
jurídico-patrimoniales; sin embargo todavía subsiste el problema de personas
desaparecidas, sea por la subversión o por la represión o también por libre
determinación".
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"A todos los que viven en esta, nuestra patria,
solicitamos un esfuerzo personal y comunitario, para erradicar las divisiones y
el odio e implantar la reconciliación que exige justicia y que lleva a la
civilización del amor, eliminando las causas y modificando las condiciones que
son disculpa o pretexto para la violencia.
Solicitamos, por lo tanto, un total respeto de los
derechos humanos.
Con referencia a la apertura y diálogo pedimos también a
todos que se haga en sinceridad y verdad, de tal modo que suscite en los
interlocutores idéntica actitud".
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(A las autoridades, se solicita)
“- aunque comprendemos las dificultades enormes del reordenamiento
económico y reconociendo sus logros, pedimos que las cargas y sacrificios, que
él exige, sean más llevaderas para los sectores de menos recursos;
- quisiéramos se acentuara una actitud más comprensiva
ante quienes sufren la desaparición de seres muy queridos; no perdemos la
confianza de que problemas tan dolorosos sean esclarecidos, en la medida de lo
posible, con fortaleza y prudencia cristianas, para bien de los familiares
interesados y de la paz interna de nuestra comunidad;
- en la necesaria defensa del bien común y orden público,
con la consecuente represión, recordamos que ella no debe realizarse sino con
medios lícitos y legales, según el estado de derecho;
- finalmente rubricamos el pedido de Su Santidad
referente a los encarcelados, en el sentido de que se acelere su proceso y se
respeten sus personas".
"EVANGELIO, DIALOGO Y SOCIEDAD"
Carta Pastoral Colectiva
(3/V/1980)
"Como nos señalara el Santo Padre (20/X/1979), la
incertidumbre angustiosa sobre los desaparecidos, la situación de los detenidos
sin proceso, cuentan entre las causas profundas que impiden el mayor encuentro
de los argentinos y que esperan sin demora alguna una solución que nosotros,
como Obispos, no sólo aconsejamos sino pedimos, y que, como verdad, aún
dolorosa, será siempre fuerza para la paz".
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"El diálogo debiera ser instrumento para que algunos
se hicieran voz de los que muchas veces no tienen voz: niños y ancianos,
familias y obreros, inmigrantes y regiones deprimidas, pobres y enfermos.
Debiera comprender también, siempre en la verdad y en la
sinceridad, la búsqueda de caminos para incorporar al mismo a los que
eventualmente pudieron tener posiciones desacertadas. Mal podría preciarse de
cristiana una sociedad que no supiese incluir en sus leyes y en su convivencia
el espíritu de reconciliación de Cristo".
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"4. El bien
común
Pertenecen al bien común: la defensa de la dignidad de la
persona, sus derechos y su libertad, especialmente la libertad religiosa. El
derecho a la vida, aún antes de nacer. El derecho a la salud y a la vivienda.
El derecho al trabajo, El derecho de propiedad y su función social. La defensa
de la familia, hogar del amor y de la vida nueva. Las sociedades intermedias y
el principio de subsidiariedad. El acceso a los bienes de la educación y la
cultura, con igualdad de oportunidades para todos. El establecimiento de la
justicia por un orden jurídico que defienda a todos, pero especialmente a los
más débiles y desamparados y procure la participación de todos en los bienes
materiales y espirituales. La custodia de las múltiples libertades cívicas. El
establecimiento de un Estado que, no sólo defiende los derechos de las
personas, sino que intervenga positivamente cuando lo requiera el bien común;
que despierte la responsabilidad y garantice la participación de los ciudadanos
en la gestión de la cosa pública para que constituyan un verdadero pueblo y no
acepten vivir en la demagogia ni en la masificación".
REUNION DE VARIOS OBISPOS
CON EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA
GRAL. VIDELA
(25/VI/1980)
El 25 de junio de 1980 en reunión con el Presidente de la
República, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y otros señores
Obispos, se habló del diálogo que el gobierno estaba conduciendo con
personalidades, y sobre las bases políticas publicadas por las Fuerzas Armadas.
Todos los eclesiásticos fueron hablando a título personal de dichas bases. Se
puso gran énfasis en la impulsión de la participación para una adecuada
reestructuración del País, siguiendo, se dijo, la enseñanza tan rica dejada por
Puebla. Además se aclaró que la Iglesia no puede dejar de insistir en la
dignidad de la persona humana con todas sus consecuencias, siguiendo el Magisterio
de la Iglesia. En tal sentido se subrayó la inaceptabilidad de expresiones como
la oída últimamente que "la Victoria justifica lo actuado". También
se habló sobre la llamada teoría de la "seguridad nacional" y las
discordancias que habría con la enseñanza de la Iglesia. Finalmente se insistió
mucho sobre la participación en distintos niveles y sectores.
REUNION DE REPRESENTANTES DE LA C.E.A.
CON REPRESENTANTES DE LA JUNTA MILITAR
(7/VIII/1980)
El 7 de agosto de 1980 en otra reunión de representantes
de la Conferencia Episcopal Argentina con representantes de las Fuerzas
Armadas, se volvió a recordar que estaba en pie la cuestión de presos y
desaparecidos, haciendo notar que es preocupación constante del Episcopado y
que se expresaba por encargo de la Comisión Permanente.
REUNION DE REPRESENTANTES DE LA C.E.A.
CON REPRESENTANTES DE LA JUNTA MILITAR
(25/IX/1980)
El 25 de septiembre de 1980 se volvió, en reunión de
representantes de la Conferencia Episcopal Argentina con los de las Fuerzas
Armadas a presentar la viva preocupación de los Obispos Argentinos por los
presos y desaparecidos.
REUNION DE REPRESENTANTES DE LA C.E.A.
CON REPRESENTANTES DE LA JUNTA MILITAR
(30/IV/1981)
El 30 de abril de 1981 en reunión de representantes de la
Conferencia Episcopal Argentina con representantes de las Fuerzas Armadas se
presentó el problema de los presos que están a disposición del Poder Ejecutivo
aún después de cumplidas sus condenas o de haber sido sobreseídos.
Luego se habló de las madres de los desaparecidos,
diciendo los eclesiásticos que aunque fuera cierto -como se había argüido- que
son instrumentalizadas políticamente, sigue siendo cierto que las madres tienen
un dolor real y verdadero. Se señaló también el grave hecho de algunas semanas
atrás varias de esas madres habían sido llevadas presas por una simple
manifestación en Plaza de Mayo, y que eso constituía aparte de una injuria, un
error.
REUNION DEL PRESIDENTE DE LA C.E.A.
CON EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA
GRAL. VIOLA
(5/V/1981)
El 5 de mayo de 1981 el Presidente de la Conferencia
Episcopal Argentina se entrevistó con el Presidente de la República Gral.
Viola, y entre otros temas, se trató el de los desaparecidos y la necesidad de
encararlo por parte del Estado como correspondía.
"IGLESIA Y COMUNIDAD NACIONAL"
Carta Pastoral Colectiva
(8/V/1981)
"También se debe discernir entre la justificación de
la lucha contra la guerrilla, y la de los métodos empleados en esa lucha.
La represión ilegítima también enlutó a la patria. Si
bien en caso de emergencia pueden verse restringidos los derechos humanos,
estos jamás caducan y es misión de la autoridad, reconociendo el fundamento de
todo derecho, no escatimar esfuerzos para devolverles la plena vigencia.
No es confiando en que el tiempo trae el olvido y el
remedio de los males como podemos pensar y realizar ya el destino y el futuro
de, nuestra patria.
34. Porque se hace urgente la reconciliación argentina,
queremos afirmar que ella se edifica sólo sobre la verdad, la justicia y la
libertad, impregnadas en la misericordia y en el amor.
35. Presupuesta la necesidad de la reconciliación de los
argentinos, por lo menos como intención de los gobernantes y del pueblo, será
necesario ponernos de acuerdo en aceptar un estado de derecho, que el país juró
hace más de un siglo, dentro de una república federal y representativa".
(Problemas que afectan a la reconciliación)
"Y de un modo especial, la situación angustiosa de
los familiares de los desaparecidos, de la cual ya nos hicimos eco desde
nuestro documento de mayo de 1977, y cuya preocupación hoy reiteramos; así como
también el problema de los que siguen detenidos sin proceso o después de haber
cumplido sus condenas, a disposición indefinida del Poder Ejecutivo Nacional.
Esta mención no significa que olvidemos el dolor de las víctimas del terrorismo
y la subversión. A ellos llegue también nuestra palabra de consuelo y
comprensión".
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"97. Una Sociedad muestra su vigor cuando se
sostiene en el marco de la ley y no rompe la continuidad de sus autoridades por
intervenciones revolucionarias injustas. Aunque pueda haber revoluciones
justas, sin embargo es preciso insistir que una sociedad debe normalmente
crecer sin esas intervenciones, las cuales, por ser medidas de fuerza que no
tienen los controles normales de la autoridad, puedan dar lugar a injusticias
tan grandes como las que se quiso combatir".
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"133. Sin embargo, los responsables de la autoridad no
pueden justificar, en virtud del estado de excepción, un proceder que no se
ajustara a elementales criterios éticos, individuales o sociales. Entre dichos
criterios se encuentran los siguientes:
134. a) Nunca el bien común puede permitir la supresión, sino
tan sólo la restricción del ejercicio de algunos derechos humanos. Como
recuerda la enseñanza de la Iglesia y acaba de repetirlo Juan Pablo II:
"aún en situaciones excepcionales, que pueden surgir a veces, no se puede
jamás justificar violación alguna de la dignidad fundamental de la persona
humana o de los derechos básicos que salvaguardan su dignidad".
135. b) No todos los medios se justifican. Ni el estado
de excepción, o aun de guerra interna, ni motivos de eficacia militar o de
seguridad interna o externa, pueden ser invocados para herir esos mismos
derechos. La teoría de la llamada "guerra sucia" no puede suspender
normas éticas fundamentales que nos obligan a un mínimo respeto del hombre,
incluido el enemigo. Los responsables de la noble autoridad del Estado, que
tiene la obligación de defender la sociedad, aun con el uso de la fuerza,
cuando fuere necesario, no pueden valerse de los mismos métodos irracionales de
que se vale la violencia subversiva, dejándose así atrapar, de hecho, por la
práctica o la teoría de la ideología de la violencia. "Cualquier conflicto
que surja entre las exigencias de la seguridad y las de los derechos
fundamentales de los ciudadanos debe ser resuelto de acuerdo con el principio
fundamental -defendido siempre por la Iglesia- de que una organización social
existe sólo para el servicio del hombre y para la protección de su dignidad, y
que no puede pretender servir al bien común cuando los derechos humanos no
quedan salvaguardados".
"RECONSTRUCCION NACIONAL Y ORDEN MORAL"
Exhortación Pastoral
(14/XI/1981)
"3. Ya hemos señalado que existe un grave problema
ético en la raíz de la crítica situación que vivimos. Hemos exhortado, además,
a un sincero examen de conciencia sobre el comportamiento moral de las personas
y grupos sociales, al cual queremos someternos nosotros mismos en primer
lugar".
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"6. La solidez de una Nación está dada por la verdad
y riqueza de sus valores y por la cohesión lograda entre sus ciudadanos.
Defendamos la dignidad de la persona, el valor sagrado de la familia, la
grandeza de la patria. Fortalezcamos la comunidad nacional por la confianza
mutua que se va creando en la sinceridad de la palabra y en el cumplimiento de
las promesas. Cuando la desconfianza reina se resiste el tejido social.
No podríamos dejar de recordar aquí, aun a riesgo de ser
reiterativos "la situación angustiosa de los familiares de los
desaparecidos (...) el problema de los que siguen detenidos sin proceso o
después de haber cumplido sus condenas, a disposición indefinida del Poder
Ejecutivo Nacional (...) el dolor de las víctimas del terrorismo y la subversión".
7 .Un pueblo digno, sobre todo en tiempo de dificultades,
estrecha sus filas por vínculos que superan las normas de justicia y es capaz
del perdón y del amor. Hoy debemos mostrar que los argentinos somos capaces de
vivir una profunda solidaridad social.
8. El bien común, razón de ser del Estado, no es un ideal
imposible ni una mera utopía, aunque su consecución sea ardua y exigente, y
siempre será el fruto de la libertad responsable de cada uno de los ciudadanos
y de todos los sectores que integran el país.
9. En mayo de este año, los Obispos expresábamos nuestra
preocupación "por las dificultades cada vez mayores que encuentra nuestro
pueblo para satisfacer sus necesidades vitales, alimentación, vivienda digna,
salud, educación". "Desde entonces, la situación se ha agravado,
alcanzando en el aumento del desempleo, un punto crítico".
CARTA DE LA COMISION PERMANENTE DE LA C.E.A.
AL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA
GRAL. BIGNONE
(20/VIII/1982)
"Dicha Comisión, cumpliendo con uno de sus deberes
pastorales "auscultar la vida del país", ha querido acudir a Vuestra
Excelencia, como las autoridades de la Iglesia lo han hecho sea con los
anteriores Presidentes de la República, sea con la Junta Militar, para
presentar uno de los problemas más acuciantes que preocupan, a nuestro ver, a
la sociedad argentina en el momento actual: la situación de muchas familias que
tienen un integrante "desaparecido", es decir, al parecer detenido
por fuerzas militares o policiales y de quien nunca se han tenido noticias, y
la situación de no pocos detenidos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional,
a veces durante largos años, sin que se le substancie proceso".
A continuación se copian pasajes de los documentos de
15.V.76, 7.VII.76, 3.XII.76, 17.III.77, 7.V.77, 26.XI.77, 14.III.78, 13.XI.78,
14.XII.78, 8.V.81.
"Excelencia, el pedido de hoy es el mismo de las
veces anteriores. Sabemos que muchos de los detenidos han alcanzado su
libertad, así sea bajo vigilancia, pero aún quedan no pocos a disposición del
Poder Ejecutivo Nacional en cuya situación llevan varios de ellos años enteros,
cosa a nuestro parecer enteramente ajena al espíritu de nuestras leyes y, por
supuesto, al derecho innato de las personas. Y permanece íntegro el problema
que viven los familiares de personas desaparecidas quienes ven transcurrir los
años sin que se les proporcione alguna explicación valedera siquiera sobre la
realización de investigaciones que el Estado ante denuncias formuladas por los
mismos familiares, sin duda debió realizar".
"Excelencia, sabemos de su preocupación por servir
al País con toda sinceridad y sacrificio; por lo mismo le confiamos esta justa
inquietud de los Obispos argentinos, que no dudamos que también sea suya, con
la más viva recomendación que como ciudadanos y como Pastores podemos presentar
a Vuestra Excelencia".
CARTA DEL PRESIDENTE DE LA C.E.A.
POR MANDATO DE LA ASAMBLEA PLENARIA,
AL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA
GRAL. BIGNONE
(28/X/1982)
El 29 de octubre de 1982 el señor Cardenal Juan Carlos
Aramburu, Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, se dirigió por nota
al Presidente de la Nación, y entre otras cosas se decía:
"Sin embargo, y cumpliendo el expreso mandato de la
Asamblea Plenaria, manifiesto a Vuestra Excelencia que, si bien comprendemos el
peligro de excepcional gravedad que para el país significó el embate
guerrillero y que exigía una justa defensa -peligro que fue por los Obispos
denunciado y su causa condenada claramente- los Obispos no compartimos la
argumentación que subyace en la carta de Vuestra Excelencia. En efecto; de su
simple lectura se deduciría que puesto que el enemigo apela a recursos arteros,
también pudieran hacerlo las fuerzas del orden, empleadas en nombre de la
Patria y de la paz. Esto implicaría la aceptación de la teoría que el fin
justifica los medios, cuya enunciación es inaceptable para el cristiano.
Es por ello que, lamentando grandemente todo lo que
pasamos a significar, manifestamos a Vuestra Excelencia que los Obispos no
podemos concordar con la explicación proporcionada"
REUNION DE OBISPOS
CON EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA
GRAL. BIGNONE
(10/XI/1982)
El 10 de noviembre de 1982 se reunieron con el Presidente
de la Conferencia Episcopal Argentina, en Roma, los Vicepresidentes 1º y 2º y
el Secretario General del Episcopado. Se tocó en general el tema de la
reconciliación Nacional. Al hablarse de sus desaparecidos, se subrayó la
necesidad de dar una respuesta según la verdad y según la justicia, que importe
el reconocimiento de los errores por parte de todos, incluso comprensión,
misericordia y perdón. Los señores Obispos reiteraron la necesidad y la
vigencia del principio: el fin no justifica los medios.