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PASTORAL ABORIGEN
Documento - Base de Trabajo
El "abandono trágico de los grupos" aborígenes que en
número aproximado a los 450.000 pueblan el territorio Argentino es objeto de
una reflexión colectiva de los Obispos. Como fruto del análisis y de la visión
pastoral de esa realidad se decide la creación del Equipo Episcopal para la
Pastoral Aborigen, se fijan las finalidades y tareas a su cargo, a la vez que
se emite la primera pastoral colectiva referida a ese sector de la población
nacional.
INTRODUCCIÓN
Este documento de trabajo que presenta la Conferencia
Episcopal Argentina trata sobre la realidad de pueblos aborígenes que
pertenecen a algunas de nuestras Diócesis y Prelaturas.
Durante muchos años -ya casi 500 -, la Iglesia ha estado
de una u otra manera presente entre los indígenas llevando el Mensaje del
Evangelio. Hoy, si bien minorías, significan para nosotros una presencia real
en nuestras Iglesias particulares que nos invitan a nuevos desafíos en la tarea
evangelizadora y que queremos poner a consideración de todos.
Los esfuerzos aislados durante las últimas décadas han
convergido hoy, como una gracia del Señor, en el deseo de aunarlos y sentar
criterios que puedan responder en fidelidad a estas culturas que llevan en sí
las "semillas del Verbo" y ante quienes sentimos el deber de
responder.
Frente a esta inquietud, se reunieron informalmente
algunos Obispos durante las Asambleas de la C.E.A. tenidas el año pasado.
Luego, en la Diócesis de Formosa y con la presencia de su Obispo, hubo un encuentro
con los Obispos de Misiones, Sáenz Peña y Orán, con la participación del INCUPO
(Instituto de Cultura Popular), que por la experiencia en el tema coordinó
dicha reunión, y de agentes de pastoral que viven y trabajan con indígenas en
nuestro Norte Argentino.
Este Documento es fruto de ese Encuentro, y hoy es
asumido por la Conferencia Episcopal Argentina.
1.- REALIDAD
SITUACIONAL DE LOS PUEBLOS ABORÍGENES
Las informaciones censales del Servicio Nacional de
Asuntos Indígenas y la Asociación Indígena de la República Argentina (AIRA),
llegan a precisar una cifra cercana a los 350.000 aborígenes, aunque admiten la
existencia de numerosos individuos y grupos que probablemente no hayan sido
tenidos en cuenta, por lo que la cifra podría llegar -estiman algunos
estudiosos- a 450.000 o más personas. En América Latina el número de indígenas
se estima en 40.000.000 de individuos.
1.1. Grupos étnicos
y ubicación geográfica
1.1.1. Grupo
Guaycurú
El grupo Toba que habita el Gran Chaco argentino alberga
alrededor de 50.000.
El grupo Pilagá son aproximadamente unos 5.000 y se
localizan en la provincia de Formosa.
El grupo Mocoví ha perdido en gran parte su unidad y
características culturales, se los encuentra como peones de estancia y obreros
golondrinas en la provincia de Santa Fe y el Chaco. Se estima su número en
aproximadamente 1.500 individuos.
1.1.2. Grupo
Mataco-Mataguayo ( de origen Lingua-Macá)
Pertenecen a este grupo los Matacos (Wichi en su idioma)
que es el mayoritario -unos 60.000 individuos- que habitan el Oeste de las
provincias del Chaco, Formosa y el Este de Salta.
También los Chorotes y Chulipies pertenecen a esta gran
familia, pero se ignora el número, siquiera aproximado, de sus miembros.
Habitan las mismas zonas de los Matacos.
1.1.3. Grupo
Guarani
Los Guaraní-Caingüá en número aproximado a los 3.500
individuos, habitan la provincia de Misiones.
Los Chiriguanos viven en la zona llamada del
"Ramal" de las provincias de Salta y Jujuy y son unos 21.000
individuos. Están muy mestizados por otro grupo -los Chanés- de origen Arawak
que se encuentran en toda América, desde el Caribe a Bolivia.
1.1.4. Grupo
Pampeano-Patagonico
Los Alcalufes, Yaganes o Yagananas y Tehuélches, habitan
los dos primeros, en el extremo austral argentino-chileno. Prácticamente han
desaparecido como unidad étnica sobreviviendo contados representantes de cada
grupo. Los Yagananas argentinos se encuentran en la isla de Tierra del Fuego,
siendo menor de doce individuos sus componentes. Los Tehuélches se hallan solamente
en la provincia de Santa Cruz y parte del Chubut. El número de individuos que
sobreviven es incierto y se cree que muchos están en avanzado estado de
aculturación.
Los Mapuches o Araucanos constituyen la gran mayoría del
"Complejo Patagónico Argentino" que está compuesto por más de 35.000
habitantes en total. Hay ciertas áreas de las provincias de Neuquén y Río Negro
en que el porcentaje de esta población indígena con respecto al total de
habitantes asciende a un promedio de alrededor del 37%.
1.1.5. Grupo
Diagüito-Calchaquíes
Este es uno de los grupos de ubicación y descripción
estadística más incierta. Se cree que habitan amplias zonas de Catamarca y
Tucumán. Los datos del censo indígena nacional correspondiente a estos grupos
no llegaron a procesarse. La AIRA y el Servicio Nacional de Asuntos Indígenas
consideran una cifra superior a los 6.000 individuos.
1.1.6. Grupo
Aymará–Quechua
Existen grupos aborígenes de habla aymará y quechua o
"quichua" en las provincias de Jujuy y Salta. El Servicio Nacional de
Asuntos Indígenas considera que son alrededor de 40.000 individuos. El CIN
tampoco consiguió otorgar sistematizado los datos de estos grupos.
El proceso de mestizaje o la "ladinización" ha
permitido la aparición de otros grupos étnicamente diferenciados: Los Cholos o
Birlochas, muy numerosos en las áreas territoriales de mayor concentración
aymará y quechua. Los Kollas a diferencia de los anteriores, constituyen un
grupo autónomo más puro y numeroso, presumiblemente todos de habla aymará.
Según el relevamiento de datos del Servicio Nacional de Asuntos Indígenas y de
la AIRA de 1976, los Kollas serían el grupo más numeroso del país, alcanzando
la cifra de unos 98.000. Las estimaciones de CADAL hablan de 175.000
individuos.
Esta rápida caracterización, permite ubicarnos en la
realidad indígena de nuestro país, realidad que, como reiteradamente se ha
dicho, desconocemos la mayoría de los argentinos.
Quisiéramos en este mosaico indígena del país señalar que
la mayoría de los aborígenes argentinos, pertenecen a conformaciones tribales.
Tan sólo los Guaraníes y la gran nación Kolla, provienen de las grandes
civilizaciones indígenas de América.
También queremos señalar que hay entre los mismos
indígenas quienes no se reconocen como tales por un acelerado proceso de
aculturación.
Actualmente el fenómeno demográfico se halla en franco
crecimiento ascendente, pero es difícil obtener datos estadísticos sobre este
fenómeno que se evidencia en las comunidades donde hay una presencia de
Iglesia.
1.2. Bosquejo
histórico.
Desde los orígenes de la América española la Iglesia
mostró su preocupación y sensibilidad social por los pueblos aborígenes,
aportando a través de la fe cristiana y el Bautismo una particular penetración
en la raíz cultural de los mismos, lográndose una cierta unidad espiritual a
escala latinoamericana. La Iglesia al hacer esto reconocía a los aborígenes su
dignidad de hijos de Dios y una básica conciencia de igualdad y de posesión de
derechos comunes como el que tiene el no aborigen (I.C.N. 4-6). La Iglesia
contribuyó de esa forma a lograr una evangelización constituyente del ser
latinoamericano y argentino, a través de la obra misionera de Jesuitas y
Franciscanos, Dominicos, Mercedarios y otros tantos agentes de pastoral.
Como toda obra humana, a pesar del espíritu cristiano y
los buenos propósitos que la animaron, esta presencia y acompañamiento de la
Iglesia tuvo a veces un carácter ambiguo y contradictorio en los hechos (I.C.N.
9-14).
Durante la época de la independencia de nuestro país y
posteriormente en la llamada organización nacional, se elige para la Argentina
un modelo de desarrollo inspirado en la "modernidad" vigente en
algunos países europeos y se intenta un cambio radical en la identidad y en la
gestante cultura argentina basado en una ideología sustentada en el mero
progreso material y económico (I.C.N. 17-20).
La preocupación de promover por medio de la inmigración
el crecimiento demográfico del país y su productividad, llevó a ocupar
militarmente los territorios en poder de los pueblos aborígenes, dando lugar a
matanzas de los mismos en las llamadas "conquistas del desierto" del
Norte y del Sur del país.
En forma simultánea con la conquista militar y aún a
posteriori, el choque cultural entre el blanco y el indio, dio lugar a masivos
etnocidios que hicieron desaparecer a no menos de cincuenta étnias que poblaban
nuestro territorio nacional.
La Iglesia se encontró enfrentada a estos nuevos
problemas y simultáneamente vio disminuir sensiblemente sus fuerzas
evangelizadoras debido en parte a dificultades de relación entre el Gobierno
argentino con la Santa Sede, la falta de nombramientos de Obispos, la
intromisión estatal en la vida y régimen de Conventos y Seminarios, etc.
(I.C.N. 19).
No obstante en algunas regiones, la Iglesia permaneció y
continuó su labor.
Frente a este repliegue de la Iglesia de las misiones
aborígenes y acompañando en muchos casos a las corrientes inmigratorias
europeas, las Iglesias separadas (Metodistas, Anglicanos, Bautistas) cubrieron
en parte la acción evangelizadora de la Iglesia, sobre todo en el campo de la
salud y llevando la Palabra de Dios a algunas poblaciones.
Desde la década del setenta, hay un fuerte resurgir de la
tarea evangelizadora de la Iglesia en las comunidades indígenas y una búsqueda
de una pastoral aborigen específica adaptada a la cultura de cada una de las
étnias que componen el mundo indígena. Tarea, por cierto, muy ardua y difícil,
no sólo por lo inhóspito de las zonas donde se encuentran las comunidades
indígenas, sino también por la ausencia de una pastoral orgánica, tanto
diocesana como nacional. Lo cual dificulta la tarea de evangelización que va
realizando con aciertos y desaciertos.
Hoy estos pueblos miran, entre otros, a la Iglesia como
Sacramento de Salvación a nivel personal y como grupo cultural.
1.3. Cultura
Una consecuencia directa de todo este devenir histórico
es que muchos grupos se encuentran en un estado de fuerte indefensión cultural
frente a las demás culturas de la sociedad envolvente, lo que está provocando
en ellos una pérdida de su identidad y dignidad cultural, al encontrarse en una
trágica transición en la que no alcanzan a lograr una síntesis que incorpore
críticamente los valores de la nueva cultura, rechace sus anti-valores y
rescate simultáneamente los que pertenecen a su propia cultura. Esto plantea a
la Iglesia y a todos los que quieran hacer una tarea de evangelización en el
mundo aborigen el desafío de rescatar y reforzar la cultura de cada etnia
particular, estudiando la forma y el manejo en el aporte de los elementos
evangelizadores.
En la Argentina se da una pluralidad de culturas
especialmente en las etnias aborígenes. Estas culturas no son suficientemente
conocidas en su cosmovisión: Lenguaje, costumbres, instituciones, valores y
aspiraciones. La integración de estos grupos a la vida nacional se entendió con
frecuencia, desgraciadamente, más como una destrucción de sus culturas
-etnocidio- que como el reconocimiento de sus derechos a desarrollarse, a
enriquecer el patrimonio cultural de nuestra nación y enriquecerse con él
mediante el diálogo intercultural. La Iglesia ha abogado fuertemente, sobre
todo a partir de Puebla, por este diálogo intercultural.
1.4. Tierra
"La Cultura es una relación ontológica entre una
comunidad y su tierra..." (Juan Pablo II).
La violencia ejercida contra los pueblos indígenas, casi
siempre estuvo ligada a la tierra. Sin la garantía de tierra no hay condición
alguna de su sobrevivencia como pueblos y como etnias portadores de culturas
originales. El aborigen sin tierra, no es aborigen.
Para ellos la tierra no es una simple mercancía o un bien
de producción y lucro. Es como su espacio cultural, el lugar de sus mitos y su
historia. Es el hábitat de vida penetrada de tradiciones y valores. Es el lugar
donde reposan sus antepasados. Es la madre-tierra con quien conviven y
mantienen una relación mística y religiosa. "Los aborígenes somos de la
tierra como los árboles".
La tierra es en su concepción cultural un ámbito
comunitario donde no se comprende lo "mío" ni lo "tuyo". Es
don, y por ello para ser compartido por todos. Su relación con ella no es la
del desequilibrio depredador, sino la de la armonía. Por eso, es tan terrible
su situación actual en que se encuentran constantemente amenazados con ser expulsados
de sus tierras, condenados a encerrarse en "reservas" que semejan
verdaderos campos de concentración, o son víctimas de políticas gubernamentales
que otorgan ínfimas parcelas individuales o familiares a los aborígenes,
colaborando con ello a su etnocidio y exterminio cultural.
1.5. Indicadores
sociales
La población aborigen, vive mayoritariamente, en los
montes, pedreros, selvas o al pie de las cordilleras, aunque también existen
grupos viviendo en zonas suburbanas de pueblos y ciudades del interior.
1.5.1. Educación
El sistema educativo formal que se imparte en todo el
país, muestra un desajuste grave al ser aplicado en estas áreas de población
aborigen. Los métodos y programas oficiales imparten una educación uniforme que
deja de lado los conocimientos científicos y pedagógicos avalados por una
cultura ancestral diferente a la nuestra, pero rica en contenidos y adaptada al
medio donde se ha desarrollado. Este sistema educativo atenta contra el
concepto comunitario y produce el desarraigo familiar y cultural.
El desconocimiento de las pautas culturales propias de
las etnias, agravadas por el desconocimiento del idioma castellano, acarrea
como consecuencia la repetición en los primeros grados, el desgranamiento
escolar y un alto índice de deserción.
A esto debemos agregar la incorporación de mano de obra
infantil al mercado de trabajo en casi todas las zonas. La desnutrición que
aqueja a los niños de las agrupaciones aborígenes, es también un limitante del
rendimiento escolar que pudiesen lograr.
1.5.2. Salud
El estado de salud de la población aborigen, guarda
íntima relación con las deficientes condiciones en que viven. La precariedad de
las viviendas, la falta de agua potable, la insuficiente alimentación, etc.,
provocan la típicas enfermedades sociales tales como: tuberculosis, venéreas,
parasitosis, desnutrición, anemias y enfermedades endémicas como hidatidosis,
Chagas-Mazza, bruselosis, las que contribuyen a elevar las tasas de mortalidad,
especialmente infantil. A veces las enfermedades hereditarias ( consanguinidad
y alcoholismo) son significativas.
Este cuadro de situación se ve agravado por la falta de
control médico periódico, de campañas de vacunación, dificultades para la
adquisición de medicamentos, faltas de medios de comunicación para trasladar
enfermos en casos de urgencia.
1.5.3.
Documentación
La ubicación geográfica de muchas comunidades alejadas de
los centros poblados, hace que no se registren con frecuencia los nacimientos,
casamientos y defunciones que se producen, lo cual trae como consecuencia falta
de documentación o dificultades para su obtención
Así en la mayoría de los casos, el aborigen sin documento
no puede acceder a un empleo y gozar de los beneficios sociales, ni ser
beneficiario de la jubilación o pensión. También incide en el hecho de no
contraer responsabilidad civil, compra de bienes, y se le dificulta el libre
tránsito de una provincia a otra cuando emigran por razones de trabajo.
1.6. Economía y
recursos
En general en los pueblos aborígenes prevalece una economía
de subsistencia. El progresivo ingreso a la economía de mercado los afecta y
deteriora gravemente en su concepción cultural y en la estructura interna de
los grupos.
Los recursos naturales para la subsistencia de estos
pueblos están siendo aceleradamente destruidos -destronques irracionales,
contaminación de los ríos, eliminación de la caza, explotación del sub-suelo,
etc. - condenando a muchos individuos y grupos a incorporarse en calidad de
mano de obra barata al mercado de los trabajadores, cosecheros de caña y
algodón, hacheros o simples changarines en los cinturones marginales de las
ciudades, condenándolos a un nuevo sistema
de explotación.
1.7. Hacia el
protagonismo de los pueblos aborígenes
Dentro de todo este panorama desolador, existen sin embargo,
suficientes experiencias que exhiben resultados exitosos y nos permiten alentar
esperanzas cuando el trabajo de promoción se realiza respetando los tiempos y
la cultura de los distintos grupos. Todas estas experiencias de Iglesia nos han
permitido ver en un plazo relativamente corto que se puede revertir la
situación de quiebra cultural y abandono trágico de los grupos, lográndose un
crecimiento demográfico, una revalorización de su cultura, la recuperación de
su dignidad y el nacimiento y fortalecimiento de sus propias organizaciones
para poder participar protagónicamente en la vida nacional.
Es sintomático que en su casi mayoría, los resultados
exitosos provengan de grupos aborígenes acompañados por agentes pastorales de
la Iglesia Católica y por los de las Iglesias separadas, siendo muy escasas las
acciones positivas apoyadas desde organismos oficiales.
1.8. Organismos
indigenistas e indígenas
Son muy contadas y de accionar muy puntual las
organizaciones de personas no aborígenes ( organizaciones indigenistas) que se
comprometen con esta problemática.
En cuanto a las constituidas por los propios indígenas
(organizaciones indígenas) se empieza a ver luego de muchos años de intentos
frustrados, la formación de algunas organizaciones, tales como el Centro Kolla,
Movimiento Indígena Argentino (MIA), Asociación Indígena de la República
Argentina (AIRA), etc.
Creemos que pese a las dificultades internas debido al
desarraigo que muchas veces se produce en los dirigentes de estas asociaciones
y las externas provenientes del manipuleo e instrumentación política que a
veces se quiere ejercer sobre ellas, se debiera apoyar el nacimiento y
fortalecimiento de este tipo de organizaciones.
2.- FUNDAMENTACION
2.1. Miseria y
marginación
La lectura pastoral de la situación de los aborígenes en
nuestro país tiene características dramáticas a la vez que esperanzadoras. La
Iglesia, y en especial las Diócesis y prelaturas que cuentan con naciones
aborígenes, se encuentran con graves situaciones existenciales de miseria y
marginación, ante las cuales no pueden cerrar su corazón ni tampoco esquivarse.
" ¿De qué sirve si uno de ustedes al ver a un hermano o hermana desnudos o
sin el alimento que necesitan les dicen: 'Vayan en paz, caliéntense y coman y
no les dan lo que necesitan para su cuerpo? Lo mismo pasa con la fe si no va
acompañada de las obras, está completamente muerta " (Sant. 2,14-17).
2.2. Muerte
cultural
Pero también, y quizá aún más grave, es la tremenda
posibilidad que en pocos años más, la sociedad argentina se encuentre con la
muerte cultural de las pocas etnias que todavía subsisten. Un etnocidio de
pueblos y naciones ancestrales, ante los cuales sentirnos un desafío, no sólo
de su defensa -tradición constante de la Iglesia Católica para con los pueblos
indígenas-, sino también en la creación de una nueva mentalidad y de un
conocimiento adecuado entre los fieles respecto a estos hermanos.
El llamado de los aborígenes a la Iglesia es creciente.
Golpean a sus puertas en busca de solidaridad, de vida ..., encontrando en ella
la garantía de su supervivencia como Pueblos Indígenas. Ellos "claman por
la salvación y comunión que el Padre les ha preparado y en medio de su lucha
por vivir y encontrar el sentido profundo de la vida, esperan de nosotros el
anuncio de la Buena Noticia " (Puebla, No.340).
2.3. Opción por
los pobres
Desde Puebla, los Obispos latinoamericanos hemos hecho
una clara opción preferencial por los pobres, dentro de los cuales los
indígenas aparecen como "los más pobres de entre los pobres" (Puebla
No.34). Ellos son el "rostro sufriente del Señor, el Varón de dolores
..." "despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores y
hermanado en el sufrimiento, como alguien ante quien se aparta el rostro, tan
despreciado que lo tuvimos por nada" (Is. 53,3).
Pero sin embargo, sus culturas que aún subyacen, son
"riquezas de los pueblos, medios eficaces para transmitir la fe, testigos
vivenciales de la relación con Dios, con los hombres y con el mundo" (Juan
pablo II a los indígenas de Quezaltenango-O Rom. 20/2/83).
2.4. Continuar
con una tradición misionera
Cristo envió a sus discípulos a predicar y a anunciar su
Evangelio a todas las personas y naciones (Mt. 28, 19) dentro de las cuales
están los Pueblos indígenas. Así lo entendieron los primeros misioneros que
llegaron a nuestras tierras. "Ellos sabían muy bien cuán importante era la
cultura como vehículo para transmitir la fe, para que los hombres progresen en
el conocimiento de Dios. En esto no puede haber distinción de razas ni culturas...
No hay griego ni judío, ni esclavo ni libre, sino que Cristo es todo en
todos" (Juan Pablo II en Quezaltenango O. Rom. 20/3/83; Col. 3,9-11).
2.5.
Evangelización de las culturas
La tarea evangelizadora de la Iglesia busca penetrar no
sólo en las personas, sino también en las culturas que trata de alcanzar y
transformar con la fuerza del Evangelio, "lo que importa es evangelizar,
no de una manera decorativa, como un barniz superficial, sino de manera vital,
en profundidad -y hasta sus mismas raíces- la cultura y las culturas del
hombre" (E.N. No. 19-20).
La Evangelización es el anuncio de la Buena Nueva que se
revela preferentemente a los pequeños y sencillos y no a los sabios y prudentes
(cfr. Lc. 10,21). Los indígenas que durante años viven situaciones de
"mala noticia " con el atropello a su cultura, el despojo de sus
tierras, la discriminación racial y la humillación de su dignidad, como
personas y Pueblos, ponen su confianza en la Iglesia portadora de la Buena
Nueva, "que pasa siempre por los que 'no son nada' a los ojos del sistema
de lucro y por los que son marginados por una civilización etnocéntrica y
auto-idolátrica" (Encuentro Ecum. Panamazónico de Past. Indig.,
Manaus 11, 1980; cfr. 1 Cor. 1,27).
"La Iglesia -ha dicho Juan Pablo II- os presenta el
Mensaje salvador de Cristo en actitud de profundo respeto y amor. Ella es bien
consciente de que cuando anuncia el Evangelio debe encarnarse en los Pueblos
que acogen la fe y debe asumir sus culturas. Vuestras culturas merecen el
máximo respeto, estima, simpatía y apoyo por parte de toda la humanidad. Esas
culturas han dejado monumentos impresionantes -como los de los Mayas, Aztecas,
Incas y tantos otros- que aún hoy contemplamos asombrados" (Juan Pablo II
en Quezaltenango ,O. Rom. 20/3/83).
2.6. Compromiso
de la Iglesia
Creemos que el Magisterio de la Iglesia en la voz del
Sumo Pontífice, ha tenido palabras muy esclarecedoras y solidarias para con los
indígenas de todo el mundo y los de América Latina, en especial durante sus
peregrinaciones pastorales por nuestro Continente. Creemos que es el momento
oportuno para hacer nuestras sus palabras a los indígenas de Guatemala:
"La Iglesia conoce, queridos hijos, la marginación que sufrís, las
injusticias que soportáis, la serias dificultades que tenéis para defender
vuestras costumbres y tradiciones. Por ello, al cumplir su tarea
evangelizadora, ella quiere estar cerca de vosotros y elevar su voz de condena
cuando se viole vuestra dignidad de seres humanos e hijos de Dios; quiere
acompañaros pacíficamente como lo exige el Evangelio, pero con decisión y
energía en el logro del reconocimiento y promoción de vuestra dignidad y de
vuestros derechos como personas" (Juan Pablo II en Quezaltenango, O. Rom.
20/3/83).
3.- RESOLUCION DE
LA CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA
En base a la lectura pastoral de la situación y a los
fundamentos de la Iglesia expresados en la Palabra de Dios, el Magisterio del
Santo Padre y de los Obispos, la Conferencia Episcopal Argentina resuelve:
3.1. La Creación de un EQUIPO EPISCOPAL PARA LA PASTORAL
ABORIGEN.
3.2. La finalidad de este Equipo será:
3.2.1. Promover que la Pastoral
Aborigen del país sea asumida y respaldada por todo el Episcopado, como
responsabilidad de toda la Iglesia en la Argentina, apoyando desde allí los distintos
esfuerzos e iniciativas de las Iglesias particulares que tienen aborígenes.
3.2.2. Promover en la comunidad
nacional el conocimiento de estas minorías e impulsar una nueva mentalidad con
respecto a ellas.
3.3. Tareas concretas de este Equipo Episcopal, serán:
3.3.1. Elaborar un Proyecto
nacional de Pastoral aborigen.
3.3.2. Definir criterios desde la
perspectiva de la Iglesia y de la Evangelización respecto a la CULTURA, a la
TIERRA, a la AUTODETERMINACION, a la INTEGRACION y demás aspectos señalados en
el marco situacional con que se inicia este Documento.
Al finalizar ponemos este apremio pastoral en manos de
María Santísima, Estrella de la Evangelización.
San Miguel, 9 de noviembre de 1984.