El especial interés con que
los obispos se han pronunciado sobre la situación económica y social del país
no concluye con los documentos No. 4,6 y 7 precedentes. El Equipo de Pastoral
Social sigue con atención las medidas referidas al nuevo plan económico, a la
vez que, con espíritu de diálogo y de conciliación, realiza gestiones ante las
autoridades nacionales, sectoriales, patronales y obreras. Cuando se hace
público este documento ha transcurrido un mes de aplicación del nuevo plan
económico y no obstante las medidas puestas en funcionamiento, los obispos
consideran que la situación es “sumamente grave”. Guiados por una “actitud de
servicio” el Equipo de Pastoral Social ofrece el siguiente llamado a la
reflexión a toda la dirigencia de la producción y de la conducción política.
REFLEXIONES
SOBRE LA GRAVE SITUACIÓN ECONOMICA -SOCIAL
Ante la coyuntura que vive el país, el Equipo Episcopal de Pastoral Social, entiende que esta situación es sumamente grave lo cual nos obliga a estar atentos y presentes en actitud de servicio.
Siguiendo las enseñanzas constantes de la Iglesia y en particular de Su Santidad Juan Pablo II en la Encíclica “Laborem exercens”, queremos llamar a la reflexión recordando que el trabajo realiza al hombre como persona e imagen de Dios, y que también el salario es el medio concreto que l mayoría de los hombres tiene para poder alcanzar muchos bienes que, según el designio de Dios, deben ser par el beneficio de todos los hombres.
Desocupación significa no remuneración y la justa remuneración o salario debe permitir una vida digna al trabajador y a su familia, este justo salario es la clave que permite juzgar la justicia de todo sistema económico.
El hombre se realiza por su trabajo y por lo mismo la desocupación es un mal, un pecado que hay que evitar.
Urgimos a todos los sectores, empresarios, trabajadores y Estado a comprometerse en la solución solidaria de los graves problemas que se presentan, reactivando la producción en toda su capacidad y distribuyéndola con justicia social.
Buenos Aires, 23 de julio de 1985