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LOS SUCESOS DE SEMANA SANTA

 

Comunicado de la Comisión Ejecutiva

de la Conferencia Episcopal Argentina

 

 

 

 

El 17 de abril tiene lugar, mientras se celebra la liturgia de Semana Santa, el estallido en las instalaciones militares de Campo de Mayo y de Córdoba, de un foco revolucionario al que se le atribuye el propósito de interrumpir el orden constitucional. La reacción del gobierno es inmediata al igual que el de la ciudadanía que, en públicas y masivas manifestaciones, pone en evidencia su respaldo al sistema democrático. Al día siguiente, mientras aún se prolongaban los sucesos, la Comisión Ejecutiva, a nombre del Episcopado, da a conocer un comunicado en el que señala y reitera a la vez, la posición sostenida por la Iglesia en favor de la ley, del orden constitucional y del sistema democrático. La ocasión es propicia también para llamar a la reflexión y ofrecer la "seguridad de nuestra solidaridad en lo que pudiera ser útil".

 

 

 

        La Comisión Ejecutiva de la C.E.A., ante los hechos que son de dominio público, y que han alterado el decurso normal de esta Semana Santa, quiere, con toda humildad, manifestar:

 

1.      Lamentamos la situación producida frente a problemas, situación que ensombreció la estabilidad del país.

 

2.      Decíamos el 7 de mayo de 1977: "La ley es el refugio y protección de los débiles y desposeídos, y metro para medir la actuación de todos".

Y el 8 de mayo de 1981: "La mayoría tiene el derecho de gobernar y decidir el rumbo político de la Nación..." "La oposición y el disenso deben ser constructivos..."

 

3.      Consecuentes con la doctrina de la Iglesia, y con la aspiración común del pueblo argentino, nos permitimos exhortar a quienes perseveren en una postura incompatible con el legítimo orden, que recapaciten y sepan encontrar el cauce para el retorno a la normalidad.

 

4.      Reiteramos nuestro apoyo al orden constitucional del país, dentro del cual se deben buscar las soluciones para las distintas situaciones que preocupan y afectan la vida de grupos, sean grandes o pequeños, o de los problemas que el país todo debe enfrentar.

 

5.      Y a las autoridades que tienen la tarea de formalizar los medios más adecuados para el cumplimiento de su difícil cometido, les ofrecemos la seguridad de nuestra solidaridad, de nuestro auxilio en lo que pudiera ser útil, y les rogamos tener la perseverancia y la paciencia que son frutos de la fortaleza y del apasionamiento por el bien común.

 

          Que la palabra del Papa Juan Pablo II, que aún resuena en los oídos de los argentinos, su llamado en nombre del Señor, nos traiga a todos en esta fiesta de la Pascua, con la esperanza fundada en el amor de Cristo, el aliento para trabajar juntos por la fraternidad y la paz.

 

       Se lo pedimos al Señor, por intercesión de María de Luján, Madre de la Patria.

       Deseamos a todos una feliz fiesta de Pascua, en tranquilidad y con el anhelo de construir una Argentina mejor.

 

Buenos Aires, 18 de abril de 1987