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7 El viernes 2
de diciembre en horas de la mañana se conoce la sublevación del batallón
Albatros de la Prefectura Naval Argentina y al atardecer de ese mismo día se
pronuncia en igual sentido la Escuela de Infantería de Campo de Mayo. El
movimiento sedicioso tiene por jefe al coronel Mohamed Alí Seneildín, quien
alega que pretende “recuperar el honor del Ejército y su rol histórico” a la
vez que exige una ley de pacificación y medidas para superar el estado de
indefensión de las fuerzas militares. El Congreso, los partidos políticos y
otras agrupaciones civiles y sociales se pronuncian de inmediato a favor del
orden constitucional y democrático, en tanto el Poder Ejecutivo, luego de las
primeras disposiciones de prevención y concentración de tropas en torno a la
guarnición rebelde, ordena a la jefatura del Ejército tomar medidas de fuerza
para reprimir la sedición. El sábado 3 el Presidente de la C.E.A. hace conocer
el mensaje llamado “a quienes están más comprometidos en esta dolorosa
situación”, al diálogo reflexivo para obtener la paz y la convivencia pacífica.
Al día siguiente, tras laborioso diálogo entre el jefe rebelde y el gobierno,
aquéllos deciden rendirse.
Conferencia Episcopal Argentina
Como Arzobispo de Córdoba e interpretando el sentir de todos los Obispos de la Conferencia Episcopal Argentina, ante las difíciles circunstancias que vive el país, y confiando en la buena voluntad de los ciudadanos y en el esfuerzo por el bien común a través de los genuinos principios de la democracia, considero necesario recordar una palabra –por lo demás repetida y practicada por la Iglesia en circunstancias similares–: Todo se puede lograr por el diálogo y la participación respetuosa y responsable en la defensa de los valores de la paz, de la convivencia y del orden institucional de la sociedad.
Por lo tanto quiero exhortar a todos los ciudadanos y particularmente a quienes están más comprometidos en esta dolorosa situación, para que se pongan delante de Dios, sabiendo que es paz y amor, y quiere ayudarnos a solucionar nuestros conflictos, pero recordando también que a él deberemos dar cuenta de nuestros actos.
Pido a todos una actitud de humilde oración al Señor, para que nos ayude a servir a la patria en convivencia fraterna, por los caminos de la paz y del diálogo.
Córdoba 3 de diciembre de 1988
RAUL FRANCISCO
Card. PRIMATESTA
Arzobispo de Córdoba
Presidente de la
Conferencia Episcopal Argentina