3 Dos temas fundamentales relacionados con la
vida humana se debaten en momentos en que la Comisión Permanente hace conocer
este documento. El primero, el proyecto presentado al parlamento proponiendo
introducir la despenalización del aborto voluntario para casos determinados y,
el segundo, el proyecto remitido por el Poder Ejecutivo proponiendo la
introducción de la pena de muerte para determinados crímenes. En ambos casos
los temas han sido propuestos en forma sorpresiva, sin que hayan sido
precedidos de un debate esclarecedor que permita a la opinión pública
expresarse y contrariando la tradición del país en ambas cuestiones. Respetando
las formulaciones de quienes sostienen los dos proyectos, el documento eclesial
se pronuncia por la vida y considera que los proyectos son atentatorios a la
moral y a la vida humana, contrarios a la sensibilidad actual y pide, por el
contrario, un orden jurídico que tenga por centro la conciencia de la dignidad
del hombre. Posteriormente, el primero de los proyectos no es aprobado y el
segundo es retirado por el Poder Ejecutivo.
Comunicado de la Comisión Permanente del Episcopado Argentino
1. La vida es un don de Dios y El es su único dueño y Señor. La Iglesia, Pueblo de Dios y servidora de los hombres, defiende en la vida el derecho fundamental del ser humano, sin el cual los otros derechos no existen. Traicionaría su misión si no defendiera al hombre de todo lo que pueda lesionarlo o destruirlo.
2. A raíz de distintos proyectos legislativos, uno de los cuales acaba de ser rechazado por el Senado de la Nación, vuelve hoy a ser objeto de debate la despenalización del aborto voluntario para casos determinados. La Iglesia entera quiere, una vez más, hacer oír su voz para defender la vida desde el primer instante de la concepción y afirmar, sin ninguna vacilación, que el aborto voluntario es un homicidio. Sin duda, esa nueva vida pertenece desde la fecundación a la especie humana, por su origen, por su misma composición, por su radical autonomía biológica y por el programa ya determinado en su código genético. Y desde el primer instante es objeto particular del amor de Dios que a nadie da en vano la existencia. Dios, que es Padre misericordioso, no se arrepiente de su obra y no olvida a ninguno de los que llamó a vivir. A cada ser humano, aunque nunca llegue a su plenitud o la pierda por enfermedad, le ofrece la posibilidad de un misterioso encuentro personal y eterno con El.
Los argumentos, con frecuencia de carácter afectivo que, a costa de una vida inocente, intentan la defensa de la persona violada, no pueden hacernos vacilar en la protección de quien sin culpa alguna es llevado a la muerte.
3. El ordenamiento jurídico no puede declarar honesto aquello que se opone al primordial derecho a vivir de todo ser inocente. Ni siquiera vale el argumento de desconocer exactamente el momento de la animación, porque nadie debe atreverse a afrontar el riesgo de un homicidio. Así, la distinción entre aborto terapéutico, eugenésico o ético, carece de relevancia ante la muerte provocada del inocente, que además es absolutamente impotente para defenderse por sí mismo. Precisamente por su mayor inocencia y debilidad, no sólo requiere la ayuda de sus padres, sino también de la sociedad y sus leyes.
4. La vida es el primer derecho del ser humano y condición para todos los demás. Derecho que debe ser defendido en cualquiera de los diversos períodos del desarrollo del hombre Se adquiere en la concepción y perdura integro en todas sus etapas hasta la muerte. Así, tanto el ser que aún no nació, como el adulto y el anciano, el sano y el enfermo, aunque su enfermedad fuera incurable, reclaman respeto por su vida en razón de su propia e irrenunciable dignidad.
5. Apoyamos y alentamos la tarea de quienes desde hace ya mucho tiempo vienen realizando una acción esclarecedora sobre el valor de la vida. Y de modo muy especial pedimos a los fieles que se dejen iluminar por la doctrina constante de la Iglesia sobre este tema, ajusten su conducta a ella y la sostengan aún en la acción pública.
6.También en estos días se ha conocido por los medios masivos de comunicación el propósito de reimplantar en la Argentina la pena de muerte para crímenes aberrantes.
Respetamos las distintas y legítimas opiniones que puedan darse sobre este tema. Sin embargo como la pena capital para no convertirse en venganza debe tener principalmente carácter preventivo, pedimos encarecidamente que se busquen otros medios legales para darle a la población toda la seguridad que tiene derecho a reclamar. Hoy no parece conveniente recurrir a esta pena rechazada en general por la sensibilidad moderna. Quienes teóricamente la defienden ponen su fundamento en la necesidad de protección que tiene la sociedad; sin embargo no se ha probado suficientemente que sirva de intimidación frente a los crímenes.
Es mejor camino fortalecer las instituciones de la Nación especialmente las que deben brindar seguridad y administrar justicia a sus habitantes.
7. Con ello creemos interpretar el amplio sentir de la Iglesia que no puede ser ajena a la conciencia cada vez más madura y extendida, acerca del valor de la vida. Conciencia, sin duda influida por una profunda inspiración cristiana.
Junto a todos los hombres de buena voluntad, los cristianos pedimos a Dios por intercesión de Su Madre, que también es nuestra Madre, que ilumine a los gobernantes para que fortalezcan un orden jurídico que tenga por centro al hombre y su dignidad.
Buenos Aires, 9 de agosto de 1990