ALGUNAS
REFLEXIONES SOBRE
CATEQUESIS DE
ADULTOS
Comisión
Episcopal de Catequesis
Junta
Catequística Central
Desde
1962, fecha en que se celebra el Primer Congreso Catequístico Nacional, la
catequesis ha recibido un fuerte impulso en la Iglesia local y asumido una
prioridad que aúna a pastores y fieles. Ese impulso es renovado en los
Congresos Catequísticos diocesanos que se realizan en años posteriores y de un
modo sobresaliente, en el Segundo Congreso Catequístico Nacional celebrado en
Rosario en octubre de 1987. En la convocatoria del mismo el episcopado lanza el
programa que enuncia de este modo: «Promover el itinerario catequístico
Permanente en las comunidades eclesiales como respuesta a las exigencias de la
nueva evangelización». Uno de los aspectos más novedosos de ese Congreso es la
exploración en las líneas teóricas y organizativas de
Consecuentemente con el documento «Catechesi tradendae» de S.S.Juan Pablo II (1979), la formación de los laicos exige una catequesis de los adultos que es la forma principal de la catequesis porque está dirigida a las personas que tienen las mayores responsabilidades y la capacidad de vivir el mensaje cristiano bajo su forma plenamente desarrollada. (CT, 43).
En esta perspectiva, la finalidad de este breve aporte
-elaborado por el equipo de Catequesis de Adultos de
-alentar la organización de la catequesis de adultos en todas las comunidades cristianas (diocesanas, parroquiales, etc.);
-asumir que las instituciones y los movimientos laicales de la Iglesia, son lugares obligados de catequesis: «En este sentido toda la asociación de fieles en la Iglesia debe ser, por definición educadora de la fe» (CT, 70), como lo señala el Papa, Juan PabloII;
-revalorizar
Agradecemos fraternalmente a todos los catequistas de adultos que durante estos últimos años se han reunido para buscar caminos en esta forma principal de catequesis (cf. JEP, 57-58).
Un agradecimiento especial al Equipo de
Catequesis de Adultos de
+Luis H. Villalba
Obispo Auxiliar de Buenos Aires
Presidente de
Buenos Aires, Abril de 1991.
. Símultáneamente comenzaron a surgir muchos interrogantes:
¿A qué llamamos Catequesis de Adultos?
¿Qué nos trae de novedoso esta reflexión?
¿Qué experiencia hay en esto?
¿Cuáles con las distintas formas de hacer Catequesis de Adultos?
Es por esto que el Equipo de Catequesis de Adultos de
Pensamos especialmente en los párrocos,
en los responsables diocesanos y parroquiales de catequesis, en los que
trabajan con docentes y padres en las escuelas católicas, en los dirigentes de
los movimientos laicales, y en todos los que quieren que el adulto crezca en la
fe.
Junta Catequística Central
EL «POR QUÉ» Y
EL «PARA QUÉ» DE
Estos cambios marcaron una «nueva época», signo de nuevas necesidades y desafios que dieron lugar a distintas búsquedas.
La Iglesia, fiel a su misión, reflexiona
para encontrar nuevas formas de servicios que respondan a la nueva realidad.
Tiene conciencia de estar llamada a acompañar a la nueva comunidad en su
proceso de maduración y actualización de la fe, durante toda su vida lo largo
de las diversas etapas evolutivas y de las distintas situaciones por las que
atraviesa la persona (JEP Nº
Este acompañamiento se relaciona con la Catequesis de Adultos, considerada como «La forma principal de la catequesis», ya que se dirige a las personas que tienen las mayores responsabilidades y la capacidad de vivir el mensaje cristiano bajo su forma más desarrollada (CT Nº 43)
Es así como en la catequesis, tarea prioritaria en la misión de la Iglesia, se viene produciendo un cambio de mentalidad con respecto a la tarea catequística limitada a la infancia y a la iniciación a los sacramentos.
La catequesis es entendida no ya exclusivamente como una preparación a los sacramentos sino como una reflexión cristiana sobre la vida concreta en la que se desenvuelve el adulto, y que abarca todas las dimensiones de la cultura: familiar, social, política, económica, educativa, etcétera.
Se trata de vivir las nuevas situaciones que enfrentan los hombres y los pueblos, a la luz de la palabra de Dios para hacer de este mundo, un mundo según el corazón de Dios.
Por tanto, la catequesis no está
limitada a una época de la vida; es la vida misma que continúa y en
Somos conscientes de la necesidad y de la urgencia de una catequesis en función de una fe adulta, en comunicación y participación, en contacto y en diálogo con el mundo concreto de hoy, una catequesis que preste atención a lo que Dios ha revelado y sigue revelando en la historia (JEP 58).
Por todo ello, entendemos por «Catequesis de Adultos» toda forma de educación de fe del adulto, ya sea ésta la preparación para un sacramento, la formación de los agentes de pastoral, la iluminación desde la fe de las distintas situaciones de vida, el acompañamiento en la fe que ofrecen los distintos movimientos laicales.
Preguntas
para el diálogo:
1 .... ¿qué desafios experimentan los adultos en su fe, hoy?
2 .... ¿de qué manera ayuda nuestra catequesis a dar firmeza en la identidad cristiana?
3 .... ¿cuál es nuestro concepto de la Catequesis de Adultos?
4 .... ¿qué novedad nos trae pensar la catequesis como un itinerario permanente?
5 .... ¿qué lugar ocupa la Catequesis de Adultos en nuestra comunidad?
6 ....¿qué pasos tendríamos que ir dando para que la Catequesis de Adultos tenga el lugar central que el Papa nos señala?
7 .... ¿cuáles son los objetivos que, de hecho, nos
hemos planteado hasta ahora en nuestra Catequesis de Adultos?
Esta nueva manera tiene sus exigencias, pues habrá que revisar los contenidos en función de la realidad del adulto, elaborar una metología particular, crear nuevas formas de organización para realizar esta catequesis, formar catequistas para la atención de los adultos (JEP 57).
A continuación señalábamos algunos aspectos que consideramos indispensables en esta Catequesis de Adultos:
-Se trata de conocer al Dios vivo, poniendo no sólo en contacto sino también en comunión con Cristo (CT 5-7). Es decir que no es cuestión de enseñar una cantidad de verdades teóricas solamente, sino de iniciar una relación personal de amor con Cristo. Jesús no se reveló para que «supiéramos» simplemente cosas de Él sino para darnos la vida y la vida en abundancia.
-Por eso, la palabra de Dios tendrá un lugar central en esta catequesis (CT 6). El diálogo de salvación entre Dios y los hombres continúa en la historia y nuevos aspectos son descubiertos por la acción del Espíritu Santo. Dios se revela en la permanente novedad de una Palabra que hay que interpretar para responder en la misma situación histórica.
-Una verdadera Catequesis de Adultos deberá realizar la unión entre lo que se dice, y lo que se vive. Esto que es propio de toda catequesis, adquiere especial importancia en la Catequesis de Adultos,ya que «está dirigida a las personas que tienen las mayores responsabilidades» (CT 43).
El mismo documento (CT29) insiste acerca de las exigencias de la «vida nueva», vida que comienza ya, aquí y ahora en este mundo, según las Bienaventuranzas, pero que ha de prolongarse y planificarse en el más allá. De ahí la importancia en la catequesis, de las exigencias morales personales y de las virtudes evangélicas.
-El catequista cuidará de dar
sentido cristiano a la acción del hombre por su liberación integral, a la
búsqueda de una sociedad más solidaria y fraterna, a las luchas por la justicia
y la construcción de la paz.
-Esta Catequesis de Adultos se
apoyará en una profundización y adecuación del Misterio de la Fe, en especial
en la concepción de Jesucristo, de la Iglesia y del Hombre. EL aporte del
documento de Puebla es una guía positiva para encontrar en estos temas, el
enfoque adecuado a la situación y necesidades catequísticas de nuestra América
Latina.
Preguntas para el diálogo
fundamentales en
la Catequesis de Adultos, indicar cuáles...
2..... ¿En qué cosas
concretas tiene que darse el cambio de mentalidad a que nos
invitan nuestros
Obispos?
3..... ¿Qué lugar ocupa la palabra de Dios en nuestra Catequesis de
Adultos?
4..... ¿De que manera procura nuestra Catequesis poner al
catequizando en
comunión con Cristo?
5..... ¿Qué aportes hace Puebla a nuestra reflexión catequista, al
presentarnos la
verdad sobre
Jesucristo (170-219), sobre la Iglesia (220-303), sobre el Hombre
(304-339)?
CATEQUESIS
DE ADULTOS Y
COMUNIDAD
CRISTIANA
La iglesia, Pueblo de Dios, es misterio de comunión. Dicha comunión
viene del llamado de Cristo, Palabra de Dios. Es Él quien reúne y congrega a
Pero al mismo tiempo, la Iglesia es
respuesta de los que son llamados; es la reunión de los que responden al
llamado. La respuesta al llamado es
La Iglesia es el ambiente vital, visible y
concreto, donde tiene que crecer
La fe del pueblo es viva y crece en la comunidad,
asumiendo la propia cultura con responsabilidad crítica y formando para actuar
en las realidades de esa cultura. Cada comunidad recrea su propia fe
expresándola a través de un estilo de vida particular, capaz de provocar interrogantes a los que lo ven.
La Iglesia es signo de una comunión que salva
cuando los cristianos formamos familia, en el amor mutuo.
La catequesis trata de introducir al catequizando
en esta vida salvífica de la comunidad eclesial. El proceso catequístico es un
proceso de iniciación y de enraizamiento en la comunidad, centrado en Cristo.
La catequesis construye la comunidad y, a su vez, se apoya en su testimonio.
La Catequesis de Adultos necesita de una Iglesia
adulta en la fe, libre de los poderes de este mundo, capaz de dialogar con los
adultos a nivel de fe. Una Iglesia que sea lugar de encuentro, capaz de respetar
las diferencias, uniendo libertad y solidaridad. Una Iglesia capaz de
comprometerse, activa y responsable, con la realidad en
Y una Iglesia capaz de dialogar y jugarse, de aceptar
la inseguridad y el riesgo que supone «ser con los otros», es una Iglesia que
busca en común y que necesita de la autocrítica permanente para convertirse,
atenta a la presencia de Dios en la historia; una Iglesia que enseña a leer los
signos de los tiempos en la vida diaria donde los adultos tenemos que celebrar
la Pascua.
Nuestra catequesis debe promover comunidades
capaces de vivir el Evangelio de Cristo mediante gestos solidarios, capaces de
servir a la sociedad en los más necesitados para que crezcan en humanidad.
1 ... ¿de qué modo nuestras comunidades catequizan hoy, ayudando a vivir y a afrontar las experiencias nuevas e integrarlas al Evangelio .... ¿de qué modo la comunidad eclesial sostiene y da firmeza a través de la catequesis de adultos?
3 .... ¿de qué manera la catequesis de adultos construye hoy la comunida eclesiástica?
4 .... de qué manera nuestra comunidad vive su adultez en la fe y se compromete con
el mundo de los
adultos?
CON
PEDAGOGÍA DE LA
FE
El amor de Dios que se da, que se mete en la historia humana para que podamos crecer como hijos suyos, es lo que distingue al cristiano. Dios no se revela simplemente para que el hombre sepa cómo es sino para entrar en un diálogo de comunión, diálogo que se da a través de acontecimientos concretos.
Dios toma nuestra manera de decir y hacer para darse a conocer; se adapta al modo de relacionarnos que tenemos los seres humanos; se «encarna» en nuestra realidad. Recurre a gestos, palabras, acciones, personas, acontecimientos, a un lenguaje humano, a «signos» capaces de ser comprendidos por aquellos a quienes están dirigidos. Es a través de esos signos que Dios nos dice quién es y que quiere de nosotros y, al mismo tiempo, nos aclara quienes somos y a qué estamos llamados.
Dios entra en diálogo con el hombre a través de Su palabra destinada a levantarlo, a devolverle su dignidad, a que pueda vivir como hombre nuevo.
Dios habla al hombre, pero lo hace después de haber escuchado el clamor de su pueblo. Su palabra es portadora de esperanza y respuesta amorosa a la urgencia de salvación.
La acción de Dios parte de la vida concreta de los hombres, aceptándolos como son, respetándolos, valorándolos como también cuestionándolos en su realidad, invitándolos a poner su vida al servicio de su pueblo.
Es la actividad de un Dios vivo, que ama y que nunca deja solo a su pueblo. Lo acompaña,
caminando con él, de distintas maneras, a través del
tiempo.
«Después de estos acontecimientos, Yhavé dirigió su palabra a Abraham y le dijo:
No temas, Abraham, yo soy para ti un escudo. Tu premio será muy grande.
Dijo Abraham:
Mi señor Yahvé ¿qué me vas a dar si me voy sin hijos?
..............
.Yalivé le dijo:
-«.. te heredará uno que saldrá de tus entrañas.»
¿Qué quiere decir que Dios habla al hombre, y que le habla en su situación histórica?
Decir que Dios le habla al hombre en su historia significa que, el hombre, al vivir los acontecimientos de su vida, puede descubrir por la fe cual es su vocación y cómo Dios va dando sentido pleno a la realización de sus aspiraciones.
En la vida se dan experiencias en las que se vive la aspiración a ser más, a amar más, a ser más libre, aspiraciones que son comunes a cualquier hombre.
Estas experiencias profundas, esos
«clamores» humanos son punto de partida para la pedagogía de
La relación aparece así en la vida del hombre y de los hombres.
Es Dios quien toma la iniciativa de darse a conocer y lo que pide al revelarse es una respuesta de fe, una conversión que consiste en vivir cada acontecimiento, cada circunstancia de nuestra vida con la conciencia de que ellos son manifestación de Dios.
Dios es paciente con el ritmo y el proceso de cada hombre y de cada pueblo para llegar a la fe.
Sin violencias, invita llamando a la decisión libre del hombre, sin ocuItar las exigencias del llamado. La respuesta al llamado deberá concretarse en un compromiso de toda la persona en su situación concreta. Toda actitud humana deberá ser resultado de una opción personal. Sólo en el encuentro de libertades puede nacer el diálogo de amor liberador.
El alma de la pedagogía de Dios es el AMOR que se da, amor que humaniza y promueve, que crea comunión y comunidad, amor que se entrega hasta la muerte.
La pedagogía de Dios se dirige a lo mejor que hay en cada hombre; cree en sus posibilidades de cambio, con una esperanza inagotable.
Y cuando alguien se resiste a creer,
Dios no lo humilla ni lo desprecia.
En el nuevo testamento, desde Cristo, se
manifiesta en un nuevo pueblo
Cristo es la plenitud de
Cristo educa al estilo de Dios. Es el Maestro que enseña, que habla, que actúa. Enseña lo que el padre le encargó. Es Su propia persona la que presenta, llamando, cuestionando, esperando con paciencia, invitando a seguir el camino. Enseña con obras y palabras, con signos y milagros. Se encarna, se hace hombre entre los hombres , en la situación concreta de su pueblo, en diálogo constante con el Padre. Comienza con la conquista del corazón, comunicando en diálogo sus sentimientos, sus deseos, sus opciones, sus pensamientos.
En el diálogo con la samaritana (Jn 4, 7-15) provoca el clamor de esta mujer:
Jesús: «Dame de beber»
Samaritana: ¿«Cómo tú, que eres judío, me pides de beber a mí que soy una mujer samaritana?»
Jesús: «Si conocieras el don de Dios y quien es el que te dice: dame de beber, tu le habrías pedido a él ... »
Samaritana: «Señor, dame de esa agua para que no tenga más sed >>.
¿Qué consecuencias tienen estas reflexiones en nuestra catequesis de adultos?
Nuestra catequesis de adultos tendrá que comenzar por “encarnarse” en la realidad de los catequizandos:
-partiendo de la situación concreta de los mismos, tomando hechos y experiencias de sus vidas, lo cual supone atender a la cultura del grupo, a su modo particular de relacionarse con los demás, con el mundo y con Dios, en los distintos aspectos de la existencia humana: familia, sociedad, trabajo, política, economía, educación, etcétera.
-para descubrir en ellos la presencia o ausencia de Dios a través de los clamores humanos;
-dicha situación incluye a la comunidad de fe, a la que la catequesis tiene como una de sus metas;
-teniendo siempre presente a Cristo, centro de la tarea, y sabiendo que no se trata de una mera exposición doctrinal sino del desarrollo progresivo de una vida: la vida que Cristo nos consiguió con su pascua;
-siguiendo el ritmo propio del grupo, acompañándolo en su maduración de la fe, guiándolo a una actitud de continua conversión;
-en un diálogo de comunicación que llame al adulto a un encuentro en libertad, en una relación personal y como protagonista de su propia catequesis;
-confiando en el hombre, siempre capaz de cambiar, con paciencia,sin apresuramientos; aceptándolo tal cual es, valorándolo y cuestionándolo sobre el sentido de su vida;
-sabiendo que la propia experiencia de fe del catequista es fundamental, pues trata de transmitir una doctrina que no es propia, pero que ha pasado por su propia vida descubriéndole su sentido cristiano y transformándolo en testigo;
-cuidando de no caer en teorías o
impresiones personales, para lo cual el catequista necesita de un diálogo
constante con Cristo y su Iglesia
sabiendo que la catequesis es una búsqueda en común y que él también cae bajo el juicio de la palabra de Dios.
2 ..... ¿por qué el diálogo favorece el proceso de fe del adulto?
3 ..... ¿de qué manera nuestra catequesis de adulto incluye al diálogo y
el acompañamiento del hombre en su situación concreta?
4 ..... ¿de qué manera nuestra catequesis descubre el clamor del hombre?
5 ..... ¿cómo preparar un encuentro catequístico tomando como modelo
algún encuentro de Jesús con la gente de su tiempo?
CATEQUESIS DE
ADULTOS
¿Quién es el hombre adulto? Sabemos que, en la práctica es dificil encontrar el hombre adulto perfecto. No obstante vamos a hacer una presentación de lo que entendemos por adulto:
EQUILIBRIO BASICO: el hombre adulto es aquel que ha pasado en su vida por distintas etapas de cambio hasta llegar a un equilibrio básico de su personalidad, a una síntesis e integración de aspectos físicos, psicológicos, sociales y culturales. Dicho equilibrio nunca es absoluto: hablamos de estabilidad, pero también de movilidad que posibilita la adaptación a circunstancias que van cambiando.
Alcanzar esa estabilidad supone haber vivido experiencias y haberlas organizado de una manera propia, original, a partir de las relaciones que el hombre establece consigo mismo, con los demás, con el mundo y con Dios.
Es a través de esas experiencias y relaciones que, poco a poco, va adquiriendo lo que en la adultez será fundamental: un sentido de la vida.
a) en la relación consigo mismo: la madurez del hombre adulto se manifiesta en un equilibrio afectivo capaz de superar con alegrías las tensiones propias de la vida, las frustraciones, el sentimiento de culpabilidad en armar una escala de valores, en estar abierto al cambio y al deseo de crecer continuamente; en un equilibrio emocional frente a la autoridad, a los amigos, al otro sexo; en un equilibrio de la voluntad, capaz de decidir personalmente y mantener sus decisiones en libertad y responsabilidad; en un equilibrio intelectual, capaz de reflexión personal, de reconocimiento y aceptación de las propias limitaciones, de autocrítica, capaz de fijar objetivos claros para su vida.
b) en relación con los demás: la madurez se caracteriza por una relación respetuosa, valorativa de los otros, capaz de aceptar las diferencias en el diálogo, el servicio y la entrega personal y comunitaria; en la capacidad de establecer amistades duraderas y de formar familia.
c) en la relación con el mundo: la persona madura sabe ubicarse en el espacio y en el tiempo que le toca vivir, recibiendo los aportes del pasado, haciéndose cargo de su compromiso en la construcción del mundo presente y aceptando la responsabilidad que esto implica en el futuro.
La madurez nunca se alcanza plenamente; es la meta de un proceso en el que influye a veces positivamente, a veces negativamente (según la experiencia personal de cada adulto) la familia, la escuela la Iglesia, los medios de comunicación, etcétera.
d) en la relación con Dios: si bien reconocemos la existencia de una dimensión religiosa que no coincide exactamente con la fe cristiana , no vamos a señalar aquí sus notas sino que vamos a considerar ciertos aspectos que hacen a la fe del adulto cristiano.
La fe adulta nace y se expresa en:
- el encuentro personal y comunitario con Cristo, en que la persona entera entra en juego y donde Cristo es fuente de unidad para su vida;
- la opción libre por Cristo y en la comunión con Él; se trata de una decisión que se basa
en experiencias profundas y no en simples corazonadas;
- creer en la paternidad de Dios, revelada en Cristo, que me da una identidad y me llama
a construir responsablemente el mundo, según los criterios evangélicos;
- en la aceptación del don de Dios tal cual se revela en los acontecimientos
- la experiencia de la cercanía de Dios, sobre todo cuando los hombres sufren, cuando
está amenazado el núcleo mismo de su existencia y dignidad;
- la experiencia del amor más fuerte que el odio, de la vida venciendo a la muerte, del
sentido total que Cristo da a toda esperanza humana;
- la confianza en Dios y no en los hombres o en las cosas;
- la entrega a Dios buscando constantemente lo que Dios quiere;
- el reconocimiento y asunción de la propia pobreza interior, afrontando la realidad con su luz y su sombra, sabiendo que para Dios nada es imposible;
- el diálogo y la comunicación, en la comunión con los demás construyendo comunidad;
- la experiencia de pertenecer a una historia de salvación universal con el gozo de ser un pueblo que se reúne a celebrar esa salvación;
- en el testimonio de la salvación reeditando la experiencia de Cristo-hombre en la realidad concreta;
- en el reconocimiento de los problemas de la comunidad como desafio, e investigación de Dios a darles una respuesta;
- en el discernimiento de cuál es nuestra misión específica en la construcción del Reino;
- en el compromiso cristiano, personal y comunitario, de trabajar por una sociedad más justa, humana y solidaria.
En nuestra catequesis, es necesario tener en cuenta la situación de la fe de cada adulto
para saber qué aspectos de éstos habrá que desarrollar más,
ya que no se dan plenamente ni de igual manera todos.
2..... ¿Qué rasgos de madurez humana son los más marcados en nuestro ambiente y
cuáles son los menos desarrollados?
3..... ¿Cómo descubrimos la situación de la fe de nuestro grupo catequístico?
4..... ¿Qué rasgos de fe adulta son los más significativos entre nuestros catequizandos?
¿Cuáles son los que están más
ausentes?
PERO CADA UNO
VIVE TODO ESTO
DESDE UNA
SITUACION PERSONAL...
Además, cada adulto ha crecido en un determinado ambiente cultural, con sus propios valores, con su particular estilo de vida.
La combinación de estos factores, vividos desde la propia libertad personal, lleva a que cada uno haya organizado su propia situación humana, desde la cual tendremos que realizar la catequesis.
Algo semejante ocurre en el campo de
Esta reflexión no la hacemos pensando sólo en aquellos que se acercan por primera vez a la catequesis, y a quienes hay que darles una formación de tipo catecumenal, sino que pensamos también en aquellos que participan habitualmente de la vida de la Iglesia, de los movimientos, de los grupos parroquiales, de las comunidades eclesiales de base, etcétera.
De aquí surgen dos conclusiones muy importantes para la catequesis de adultos:
l)1a importancia de tener en cuenta la situación de cada catequizando, algo de lo cual ya se ha hablado mucho, pero que hasta ahora, nos ha costado darle forma propia;
2)tomar conciencia de que, cuando
hablarnos de Catequesis de Adultos, estamos hablando de una amplia realidad de
formas y estilos catequísticos, según la diversidad de situaciones humanas y de
fe de cada persona y de cada grupo.
ción personal de nuestra gente?
2..... ¿qué consecuencias tiene para la Catequesis
de Adultos el tomar en cuenta la situación
personal de los catequizandos?
RESPUESTAS
CATEQUíSTICAS
Es cierto que toda Catequesis de Adultos tiene en común el acompañar el proceso de fe del adulto, pero tengamos en cuenta:
-Hay quienes necesitan una catequesis
del tipo inicial, ya que en la práctica nunca han sido iniciados en
-Otro sector importante de adultos
participa habitualmente de las celebraciones de la fe, pero su formación es poco
ordenada y no reciben propiamente una catequesis. Habría que pensar una
catequesis dirigida a estos cristianos. Ella tendría que caracterizarse por:
· ayudarlos a expresar su fe con mayor fuerza a través de un compromiso en la construcción del Reino de Dios en el mundo.
- El directorio Catequistico en general (nº96 b) invita también a que prestemos una especial atención catequística a quienes están dedicados al apostolado de los laicos. Su característica será "cuidar de un estudio más profundo en el Mensaje Cristiano".
- Desde otro punto de vista, también debemos tener en cuenta que, a lo largo de la vida,
se nos presentan numerosas ocasiones particulares para realizar una catequesis que ilumine dichos acontecimientos.
Estas ocaciones
pueden ser personales, sociales, eclesiales.
2.....¿qué posibilidades hay para organizar estas
distintas respuestas catequísticas en tu co-
munidad eclesial?
3.....¿qué pasos habría que dar para ir concretan-
do este servicio a los adultos?
¿Como ayudar a los adultos a crecer en la fe? ¿Qué camino seguir? ¿Qué método utilizar? El método a desarrollar surgirá a partir de la revelación de Dios a través de Su Palabra, y a través de la realidad humana donde Cristo está presente vivo y actuante, y de la finalidad que nos propongamos alcanzar: ¿ qué tipo de cristiano queremos formar? ¿qué modelo de Iglesia y de hombre va a guiar nuestros pasos? ¿qué tipo de comunidades debemos promover con nuestra tarea catequística?...
Como vemos, éstas son realidades en cambio y constituyen campo abierto a la creatividad a la que nos llaman nuestros Obispos (JEP 57).
El proceso catequístico es un camino con un punto de partida, un punto de llegada, con personas que realizan actividades avanzando por etapas hacia determinados fines. Por tanto, excluye la pasividad y exige la participación activa de quienes van haciendo el proceso. Se trata de caminar juntos haciendo una experiencia de Dios en común, donde cada uno sea protagonista de su propio crecimiento.
En este punto simplemente queremos proponer ALGUNAS PISTAS para la reflexión, algunas ideas que ya son propias de la metodología catequística, y a partir de las cuales hemos de continuar nuestra búsqueda en común.
La pedagogía de Dios consiste en hacer caminar al hombre a través del tiempo y del espacio enraizándolo, en una historia que culmina en Cristo.
Tarea de la catequesis es conectar al hombre en ese camino y acompañarlo en un proceso de conversión permanente.
Pero este hombre no es algo irreal sino que presenta una manera de ser propia, que vive en un medio cultural determinado, con una responsabilidad de construir el mundo; tiene una determinada experiencia y una idea de Dios y actitudes concretas respecto de la Iglesia; tiene una postura frente a Jesús; tiene una experiencia de oración y de compromisos cristianos concretos.
Y a este hombre llega la catequesis en un momento concreto de su vida.
Y este hombre concreto condiciona ya la tarea catequística.
El encuentro catequístico suele armarse
alrededor de tres momentos:
Su situación histórica (todo lo que el hombre es y vive) le da la posibilidad de descubrir en él, aspiraciones que lo llaman a ser hombre (amar más, ser más libre ... ), aspiraciones que son la huella de Dios en su vida.
Las situaciones concretas de la vida de cada uno y de la comunidad, y sus auténticas aspiraciones humanas son el primer lugar donde debemos buscar la manifestación de Dios.
Esto nos obliga a conocer al hombre partiendo de una determinada situación con la que se siente comprometido, afectado o identificado.
Se trata de conocer al hombre escuchando y viviendo qué es lo que dice y lo que hace, lo que piensa y lo que siente respecto de su situación, para llegar a descubrir el sentido profundo que tiene para él.
No se trata de un estudio sociológico ni de buscar aquí soluciones a sus problemas, sino de tomar conciencia de lo que se vive y cómo se vive, qué interrogantes provoca, que aspiraciones se manifiestan, qué valores surgen, por dónde pasa la iniciativa de Dios en esta situación concreta.
A través del diálogo, abierto y respetuoso, se va profundizando en la situación pasando de lo más exterior y superficial hacia lo más interior y significativo de la misma, cuidando de no caer en anécdota.
A veces se intenta esquivar la propia responsabilidad evitando enfrentarse consigo mismo. Cuando la "culpa" de lo que nos pasa la tienen otros, dificilmente se puede hacer algo. Por esto se cuidará de no salir del tema propuesto.
Se procurará que todos hablen, sin
justificarse o defenderse y sin enjuiciar. El catequista cuidará de no plantear
sus propias inquietudes sino que verá cómo provocar las de los catequizandos.
Tiene que brindar las interacciones necesarias para que ellos desarrollen su
propio proceso.
Es el momento en que Cristo, Palabra de Dios nos muestra el sentido total, trascendente de las aspiraciones humanas. El ha vivido y realizado todo lo que el hombre es y debe llegar a ser.
Buscaremos ese sentido no sólo en Cristo histórico del Nuevo Testamento sino también en el Cristo Resucitado presente hoy en la comunidad cristiana que vive y celebra Su presencia en medio de ella.
Pero también podremos encontrar dicho significado en la historia de un pueblo que supo descubrir a Dios que lo salvaba en los acontecimientos que le tocó vivir: el Pueblo de Israel (Antiguo Testamento)
Es por eso que llamamos Mediaciones Catequísticas a la Biblia, a la vida de la Iglesia, a la Liturgia, al Magisterio.
Dentro de estas mediaciones la Biblia ocupa un lugar privilegiado.
En este segundo momento, se trata de
relacionar la experiencia concreta sobre la que los catequizandos han reflexionado,
con las experiencias concretas del hombre de la Biblia, dejándose interpelar
por ella para alcanzar una comprensión más honda de la propia realidad. Esta
nueva comprensión va a dar su sentido NUEVO a la vida de los catequizandos
abriendo camino a un cambio: CONVERSIÓN.
Dicha respuesta podrá tener distintas expresiones según la situación concreta del hombre, no sólo personal sino comunitaria, eclesial y social.
Al respecto, leemos en "Líneas
Pastorales para
Primero, porque la fe nos enseña que el hombre es hijo de Dios llamado a la herencia eterna. La predicación renovada deberá afirmar claramente que, el máximo de la dignidad humana, radica precisamente en el hecho de ser hijo de Dios y tener una vocación y destino eternos. Esto implica que el hombre, una vez creado por Dios, no ha quedado abandonado a sí mismo, sino que, pese al pecado continúa siendo invitado a la comunión de gracia con El y con los demás hombres, y es llamado a una creciente plenitud de solidaridad y amor.
Segundo, porque la fe es también un potencial dignificador del hombre ya en esta vida.
Esto lleva a presentar la fe, la esperanza, la caridad y la gracia, como realidades que no solamente son acreedoras a una vida en el más allá, sino que también convocan a realizar una historia humana más digna.
Es cierto que la finalidad principal de
la evangelización es abrir al hombre las puertas de la salvación eterna. Sin
embargo, este objetivo únicamente podrá ser alcanzado si se inicia en el marco
de
La consecuencia de tal relación es que sólo en la medida en que la fe, vivida y celebrada, alcance a impregnar toda la cultura, la presente historia secular se irá transformando también en historia santa y, por consiguiente, será más plenamente humana".
También el Nº22: "...en
consecuencia, la predicación de la fe (evangelización) y la tarea de promoción
de la dignidad humana (justicia, derechos, etc.) nunca han de ser presentados
en forma disociada, como si configurasen dos líneas paralelas en la misión de
El catequista estimulará a los catequizandos, respetando la libertad y el propio proceso de cada uno, para que progresivamente vayan dando las respuestas que Dios espera de ellos.
El proceso catequístico debe realizarse
de tal modo que al finalizar, el grupo, a la vez que se ha ido adentrando en el
misterio de Dios , haya ido adquiriendo una concepción del hombre según el
Evangelio y se haya ido iniciando en una lectura de los acontecimientos desde
el sentido cristiano de la historia.
Quisiéramos que esta reflexión fuera ocasión de un diálogo en el que participaran todos los catequistas de adultos del país. Por eso les pedimos como un servicio a la Iglesia, que nos hagan llegar sus observaciones y experiencias, tanto sobre este trabajo como sobre otros aspectos que consideren importantes.
Tenemos una gran esperanza de que el desarrollo de la Catequesis de Adultos en la que está empeñada la Iglesia en la Argentina, traiga una renovación en la fe de nuestro pueblo.
La vida moderna, bajo muchos aspectos, está despersonalizada, y muchos cristianos, desorientados. Pensamos que la Catequesis de Adultos puede ser un lugar en que muchos no sólo profundicen su fe, sino también un lugar en el que se vaya desarrollando una nueva mentalidad, un lugar donde se puedan crear espacios de acompañamiento y solidaridad que den esperanza de un cambio en nuestra manera de vivir.
También nos llevará a una nueva forma de vivir la Iglesia como misterio de comunión en Cristo.
Ciertamente que habrá que adaptar nuestras estructuras parroquiales para que el adulto tenga un lugar de crecimiento en la fe y de participación activa.
Sabemos que son muchos los que, de diversa manera, están haciendo esfuerzos en estas líneas. Conocemos experiencias muy valiosas en Catequesis Familiar, en los Movimientos Laicales, en el Catecumenado de Adultos, en las Comunidades Eclesiales de Base, etc. A todos los queremos alentar a que sigan adelante.
Que MARIA, MADRE DE LA IGLESIA, nos alcance de SU HIJO la luz y la fuerza necesarias para seguir en esta tarea de acompañar a los adultos a crecer en su fe.