ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE

CATEQUESIS DE ADULTOS

Comisión Episcopal de Catequesis

Junta Catequística Central

        

         Desde 1962, fecha en que se celebra el Primer Congreso Catequístico Nacional, la catequesis ha recibido un fuerte impulso en la Iglesia local y asumido una prioridad que aúna a pastores y fieles. Ese impulso es renovado en los Congresos Catequísticos diocesanos que se realizan en años posteriores y de un modo sobresaliente, en el Segundo Congreso Catequístico Nacional celebrado en Rosario en octubre de 1987. En la convocatoria del mismo el episcopado lanza el programa que enuncia de este modo: «Promover el itinerario catequístico Permanente en las comunidades eclesiales como respuesta a las exigencias de la nueva evangelización». Uno de los aspectos más novedosos de ese Congreso es la exploración en las líneas teóricas y organizativas de la llamada Catequesis de Adultos. Profundizando, a la luz de la experiencia, de la pedagogía y puesta en práctica de la misma, el Equipo de Catequesis de Adultos de la Junta Catequistica Central elabora un nuevo documento que la Comisión Episcopal de Catequesis hace propio, referido a cuestiones esenciales de esta temática catequística.

“Ha llegado la hora ... “

... en que los fieles laicos se pongan de pie en nuestra Iglesia» (LPNE,41)

Consecuentemente con el documento «Catechesi tradendae» de S.S.Juan Pablo II (1979), la formación de los laicos exige una catequesis de los adultos que es la forma principal de la catequesis porque está dirigida a las personas que tienen las mayores responsabilidades y la capacidad de vivir el mensaje cristiano bajo su forma plenamente desarrollada. (CT, 43).

En esta perspectiva, la finalidad de este breve aporte -elaborado por el equipo de Catequesis de Adultos de la Junta Catequística Central-, es:

-alentar la organización de la catequesis de adultos en todas las comunidades cristianas (diocesanas, parroquiales, etc.);

-asumir que las instituciones y los movimientos laicales de la Iglesia, son lugares obligados de catequesis: «En este sentido toda la asociación de fieles en la Iglesia debe ser, por definición educadora de la fe» (CT, 70), como lo señala el Papa, Juan PabloII;

-revalorizar la Pastoral Catequística ubicándola en su justa dimensión: que no se dirige exclusiva ni principalmente a los niños; que no se agota en la preparación para los sacramentos; que no es una mera información o introducción sobre la doctrina cristiana..., sino sobre todo, hacer un acompañamiento del adulto creyente en todas las dimensiones de su vida (familiar, cultural, social, política, económica, educativa, etc.) iluminada por la fe.

Agradecemos fraternalmente a todos los catequistas de adultos que durante estos últimos años se han reunido para buscar caminos en esta forma principal de catequesis (cf. JEP, 57-58).

Un agradecimiento especial al Equipo de Catequesis de Adultos de la Junta Catequística Central, autor del folleto que presentarnos. Y lo ponemos en las manos de la Virgen Madre, y de tantos catequistas santos para que alcance los frutos esperados.

                                                                                       +Luis H. Villalba

Obispo Auxiliar de Buenos Aires

     Presidente de la Comisión Episcopal de Catequesis

                                                                           Buenos Aires, Abril de 1991.

HOLA: ¡AQUÍ ESTAMOS OTRA VEZ!

            En los últimos años la Catequesis de Adultos ha tenido un enorme crecimiento en nuestro país. Después del I Congreso Catequístico Nacional realizado en 1962, se fueron desarrollando diversas formas de Catequesis de Adultos. Pero fue en el II Congreso Catequístico Nacional en 1987 donde la reflexión sobre Catequesis de Adultos apareció como centro de la búsqueda catequística.

.         Símultáneamente comenzaron a surgir muchos interrogantes:

              ¿A qué llamamos Catequesis de Adultos?

              ¿Qué nos trae de novedoso esta reflexión?

              ¿Qué experiencia hay en esto?

 ¿Cuáles con las distintas formas de hacer Catequesis de Adultos?

  Es por esto que el Equipo de Catequesis de Adultos de la Junta Catequística Central pensó que sería oportuno proponer algunas reflexiones que sirvieran de orientación y de estímulo para los catequistas de adultos.

Pensamos especialmente en los párrocos, en los responsables diocesanos y parroquiales de catequesis, en los que trabajan con docentes y padres en las escuelas católicas, en los dirigentes de los movimientos laicales, y en todos los que quieren que el adulto crezca en la fe.

Equipo de Catequesis de Adultos de la

                   Junta Catequística Central

1 .

EL «POR QUÉ» Y EL «PARA QUÉ» DE

LA CATEQUESIS DE ADULTOS

En los últimos 40 años, el mundo y la Iglesia han vivido cambios intensos, rápidos, con grandes tensiones y contradicciones.

Estos cambios marcaron una «nueva época», signo de nuevas necesidades y desafios que dieron lugar a distintas búsquedas.

La Iglesia, fiel a su misión, reflexiona para encontrar nuevas formas de servicios que respondan a la nueva realidad. Tiene conciencia de estar llamada a acompañar a la nueva comunidad en su proceso de maduración y actualización de la fe, durante toda su vida lo largo de las diversas etapas evolutivas y de las distintas situaciones por las que atraviesa la persona (JEP Nº 5 l).

Este acompañamiento se relaciona con la Catequesis de Adultos, considerada como «La forma principal de la catequesis», ya que se dirige a las personas que tienen las mayores responsabilidades y la capacidad de vivir el mensaje cristiano bajo su forma más desarrollada (CT Nº 43)

Es así como en la catequesis, tarea prioritaria en la misión de la Iglesia, se viene produciendo un cambio de mentalidad con respecto a la tarea catequística limitada a la infancia y a la iniciación a los sacramentos.

La catequesis es entendida no ya exclusivamente como una preparación a los sacramentos sino como una reflexión cristiana sobre la vida concreta en la que se desenvuelve el adulto, y que abarca todas las dimensiones de la cultura: familiar, social, política, económica, educativa, etcétera.

Se trata de vivir las nuevas situaciones que enfrentan los hombres y los pueblos, a la luz de la palabra de Dios para hacer de este mundo, un mundo según el corazón de Dios.

Por tanto, la catequesis no está limitada a una época de la vida; es la vida misma que continúa y en la que Dios nos llama en las nuevas circunstancias de cada uno, del mundo y de la Iglesia (DCG 21). Por eso, siempre necesitamos ser catequizados.

Somos conscientes de la necesidad y de la urgencia de una catequesis en función de una fe adulta, en comunicación y participación, en contacto y en diálogo con el mundo concreto de hoy, una catequesis que preste atención a lo que Dios ha revelado y sigue revelando en la historia (JEP 58).

Por todo ello, entendemos por «Catequesis de Adultos» toda  forma de educación de fe del adulto, ya sea ésta la preparación para un sacramento, la formación de los agentes de pastoral, la iluminación desde la fe de las distintas situaciones de vida, el acompañamiento en la fe que ofrecen los distintos movimientos laicales.

Preguntas para el diálogo:

1 .... ¿qué desafios experimentan los adultos en su fe, hoy?

2 .... ¿de qué manera ayuda nuestra catequesis a dar firmeza en la identidad cristiana?

3 .... ¿cuál es nuestro concepto de la Catequesis de Adultos?

4 .... ¿qué novedad nos trae pensar la catequesis como un itinerario permanente?

5 .... ¿qué lugar ocupa la Catequesis de Adultos en nuestra comunidad?

6 ....¿qué pasos tendríamos que ir dando para que la Catequesis de Adultos tenga el lugar              central que el Papa nos señala?

7 .... ¿cuáles son los objetivos que, de hecho, nos hemos planteado hasta ahora en nuestra Catequesis de Adultos?

2.

LA CATEQUESIS DE ADULTOS, UNA NUEVA

MANERA DE ENFOCAR LA CATEQUESIS

            En el punto anterior señalábamos el cambio de mentalidad que se está realizando acerca de la manera de enfocar la catequesis. Dicho cambio supone pasar de Catequesis de Adultos en la cual se acentuaba más lo presacramental, lo pasivo, lo obligatorio, lo no participativo, a una Catequesis de Adultos donde se marca la formación permanente, con activa participación del catequizando, en un clima de libertad, diálogo y crecimiento común. Se trata de una nueva manera de hacer catequesis.

Esta nueva manera tiene sus exigencias, pues habrá que revisar los contenidos en función de la realidad del adulto, elaborar una metología particular, crear nuevas formas de organización para realizar esta catequesis, formar catequistas para la atención de los adultos (JEP 57).

A continuación señalábamos algunos aspectos que consideramos indispensables en esta Catequesis de Adultos:

-Se trata de conocer al Dios vivo, poniendo no sólo en contacto sino  también en comunión con Cristo (CT 5-7). Es decir que no es cuestión de enseñar una cantidad de verdades teóricas solamente, sino de iniciar una relación personal de amor con Cristo. Jesús no se reveló para que «supiéramos» simplemente cosas de Él sino para darnos la vida y la vida en abundancia.

-Por eso, la palabra de Dios tendrá un lugar central en esta catequesis (CT 6). El diálogo de salvación entre Dios y los hombres continúa en la historia y nuevos aspectos son descubiertos por la acción del Espíritu Santo. Dios se revela en la permanente novedad de una Palabra que hay que interpretar para responder en la misma situación histórica.

-Una verdadera Catequesis de Adultos deberá realizar la unión entre lo que se dice, y lo que se vive. Esto que es propio de toda catequesis, adquiere especial importancia en la Catequesis de Adultos,ya que «está dirigida a las personas que tienen las mayores responsabilidades» (CT 43).

El mismo documento (CT29) insiste acerca de las exigencias de la «vida nueva», vida que comienza ya, aquí y ahora en este mundo, según las Bienaventuranzas, pero que ha de prolongarse y planificarse en el más allá. De ahí la importancia en la catequesis, de las exigencias morales personales y de las virtudes evangélicas.

              -El catequista cuidará de dar sentido cristiano a la acción del hombre por su liberación integral, a la búsqueda de una sociedad más solidaria y fraterna, a las luchas por la justicia y la construcción de la paz.

              -Esta Catequesis de Adultos se apoyará en una profundización y adecuación del Misterio de la Fe, en especial en la concepción de Jesucristo, de la Iglesia y del Hombre. EL aporte del documento de Puebla es una guía positiva para encontrar en estos temas, el enfoque adecuado a la situación y necesidades catequísticas de nuestra América Latina.

                    

                   

                       Preguntas para el diálogo

                       

                       1..... Si consideran que además de lo señalado hay otros aspectos que también son  

                               fundamentales en la Catequesis de Adultos, indicar cuáles...

                       2..... ¿En qué cosas concretas tiene que darse el cambio de mentalidad a que nos

                                 invitan nuestros Obispos?

                       3..... ¿Qué lugar ocupa la palabra de Dios en nuestra Catequesis de Adultos?

                       4..... ¿De que manera procura nuestra Catequesis poner al catequizando en

                               comunión con Cristo?

                       5..... ¿Qué aportes hace Puebla a nuestra reflexión catequista, al presentarnos la

                                verdad sobre Jesucristo (170-219), sobre la Iglesia (220-303), sobre el Hombre

                                (304-339)?

3.

CATEQUESIS DE ADULTOS Y

COMUNIDAD CRISTIANA

                Sabemos que Dios ha querido salvarnos en un pueblo. El fue dándose a conocer, progresivamente, en la historia de un pueblo que, comunitariamente, haría experiencia de la salvación.

                 La iglesia, Pueblo de Dios, es misterio de comunión. Dicha comunión viene del llamado de Cristo, Palabra de Dios. Es Él  quien reúne y congrega a la Iglesia. La comunidad cristiana recibe su ser y se mantiene en El  por la Palabra proclamada.

           Pero al mismo tiempo, la Iglesia es respuesta de los que son llamados; es la reunión de los que responden al llamado. La respuesta al llamado es la Fe. La Fe se vive en comunidad y hace comunidad.

La Iglesia es el ambiente vital, visible y concreto, donde tiene que crecer la fe. Ella es el testimonio indispensable para que la fe sea creíble.

La fe del pueblo es viva y crece en la comunidad, asumiendo la propia cultura con responsabilidad crítica y formando para actuar en las realidades de esa cultura. Cada comunidad recrea su propia fe expresándola a través de un estilo de vida particular, capaz de provocar  interrogantes a los que lo ven.

La Iglesia es signo de una comunión que salva cuando los cristianos formamos familia, en el amor mutuo.

La catequesis trata de introducir al catequizando en esta vida salvífica de la comunidad eclesial. El proceso catequístico es un proceso de iniciación y de enraizamiento en la comunidad, centrado en Cristo. La catequesis construye la comunidad y, a su vez, se apoya en su testimonio.

La Catequesis de Adultos necesita de una Iglesia adulta en la fe, libre de los poderes de este mundo, capaz de dialogar con los adultos a nivel de fe. Una Iglesia que sea lugar de encuentro, capaz de respetar las diferencias, uniendo libertad y solidaridad. Una Iglesia capaz de comprometerse, activa y responsable, con la realidad en la que  Dios se nos revela.

Y una Iglesia capaz de dialogar y jugarse, de aceptar la inseguridad y el riesgo que supone «ser con los otros», es una Iglesia que busca en común y que necesita de la autocrítica permanente para convertirse, atenta a la presencia de Dios en la historia; una Iglesia que enseña a leer los signos de los tiempos en la vida diaria donde los adultos tenemos que celebrar la Pascua.

Nuestra catequesis debe promover comunidades capaces de vivir el Evangelio de Cristo mediante gestos solidarios, capaces de servir a la sociedad en los más necesitados para que crezcan en humanidad.

             Preguntas para el diálogo:

      1 ... ¿de qué modo nuestras comunidades catequizan hoy, ayudando a vivir y a afrontar                  las experiencias nuevas e integrarlas al Evangelio .... ¿de qué modo la comunidad eclesial sostiene y da firmeza a través de la catequesis de adultos?

      3 .... ¿de qué manera la catequesis de adultos construye hoy la comunida eclesiástica?

                  4 ....  de qué manera nuestra comunidad vive su adultez en la fe y se compromete con

                           el mundo de los adultos?

4.

CON LA ORIGINALIDAD DE LA

PEDAGOGÍA DE LA FE

            La catequesis toma la pedagogía de Dios no sólo en su contenido sino también en su modo de revelarse. Ese modo forma parte, a su vez, del contenido de la revelación misma.

El amor de Dios que se da, que se mete en la historia humana para que podamos crecer como hijos suyos, es lo que distingue al cristiano. Dios no se revela simplemente para que el hombre sepa cómo es sino para entrar en un diálogo de comunión, diálogo que se da a través de acontecimientos concretos.

Dios toma nuestra manera de decir y hacer para darse a conocer; se adapta al modo de relacionarnos que tenemos los seres humanos; se «encarna» en nuestra realidad. Recurre a gestos, palabras, acciones, personas, acontecimientos, a un lenguaje humano, a «signos» capaces de ser comprendidos por aquellos a quienes están dirigidos. Es a través de esos signos que Dios nos dice quién es y que quiere de nosotros y, al mismo tiempo, nos aclara quienes somos y a qué estamos llamados.

Dios entra en diálogo con el hombre a través de Su palabra destinada a levantarlo, a devolverle su dignidad, a que pueda vivir como hombre nuevo.

Dios habla al hombre, pero lo hace después de haber escuchado el clamor de su pueblo. Su palabra es portadora de esperanza y respuesta amorosa a la urgencia de salvación.

La acción de Dios parte de la vida concreta de los hombres, aceptándolos como son, respetándolos, valorándolos como también cuestionándolos en su realidad, invitándolos a poner su vida al servicio de su pueblo.

           Es la actividad de un Dios vivo, que ama y que nunca deja solo a su pueblo. Lo acompaña,

caminando con él, de distintas maneras, a través del tiempo.

En el antiguo Testamento

Veamos en el Antiguo Testamento esa actitud de diálogo de Dios para con el hombre, diálogo en que se expresa el clamor del hombre  (Génesis 15, 1-4):

«Después de estos acontecimientos, Yhavé dirigió su palabra a Abraham y le dijo:

No temas, Abraham, yo soy para ti un escudo. Tu premio será muy grande.

Dijo Abraham:

Mi señor Yahvé ¿qué me vas a dar si me voy sin hijos?

..............

.Yalivé le dijo:

-«.. te heredará uno que saldrá de tus entrañas.»

¿Qué quiere decir que Dios habla al hombre, y que le habla en su situación histórica?

Decir que Dios le habla al hombre en su historia significa que, el hombre, al vivir los acontecimientos de su vida, puede descubrir por la fe cual es su vocación y cómo Dios va dando sentido pleno a la realización de sus aspiraciones.

En la vida se dan experiencias en las que se vive la aspiración a ser más, a  amar más, a ser más libre, aspiraciones que son comunes a cualquier hombre.

Estas experiencias profundas, esos «clamores» humanos son punto de partida para la pedagogía de la fe. Son la huella de Dios en nuestra vida.

La relación aparece así en la vida del hombre y de los hombres.

Es Dios quien toma la iniciativa de darse a conocer y lo que pide al revelarse es una respuesta de fe, una conversión que consiste en vivir  cada acontecimiento, cada circunstancia de nuestra vida con la conciencia de que ellos son manifestación de Dios.

Dios es paciente con el ritmo y el proceso de cada hombre y de cada pueblo para llegar a la fe.

Sin violencias, invita llamando a la decisión libre del hombre, sin ocuItar las exigencias del llamado. La respuesta al llamado deberá concretarse en un compromiso de toda la persona en su situación concreta. Toda actitud humana deberá ser resultado de una opción personal. Sólo en el encuentro de libertades puede nacer el diálogo de amor liberador.

El alma de la pedagogía de Dios es el AMOR que se da, amor que humaniza y promueve, que crea comunión y comunidad, amor que se entrega hasta la muerte.

La pedagogía de Dios se dirige a lo mejor que hay en cada hombre; cree en sus posibilidades de cambio, con una esperanza inagotable.

Y cuando alguien se resiste a creer, Dios no lo humilla ni lo desprecia.

En el Nuevo Testamento

En el antiguo testamento Dios se reveló en su pueblo: Israel.

En el nuevo testamento, desde Cristo, se manifiesta en un nuevo pueblo la Iglesia. La revelación crece en la Iglesia; crece la comprensión de lo que se ha vivido y transmitido, a partir de los nuevos acontecimientos.

Cristo es la plenitud de la revelación. En Cristo, Dios dijo e hizo todo lo que quería decir y hacer. Cristo es el hombre perfecto, el hombre nuevo en quien ya se ha realizado el plan de Dios. En Cristo está cumplido todo lo que el hombre debe llegar a ser. El Concilio Vaticano II dice: «El misterio del hombre se aclara sólo a la luz de Cristo, Verbo Encarnado» (GS 22).

Cristo educa al estilo de Dios. Es el Maestro que enseña, que habla, que actúa. Enseña lo que el padre le encargó. Es Su propia persona la que presenta, llamando, cuestionando, esperando con paciencia, invitando a seguir el camino. Enseña con obras y palabras, con signos y milagros. Se encarna, se hace hombre entre los hombres , en la situación concreta de su pueblo, en diálogo constante con el Padre. Comienza con la conquista del corazón, comunicando en diálogo sus sentimientos, sus deseos, sus opciones, sus pensamientos.

En el diálogo con la samaritana (Jn 4, 7-15) provoca el clamor de esta mujer:

Jesús: «Dame de beber»

Samaritana: ¿«Cómo tú, que eres judío, me pides de beber a mí que soy una mujer samaritana?»

Jesús: «Si conocieras el don de Dios y quien es el que te dice: dame de beber, tu le habrías pedido a él ... »

           Samaritana: «Señor, dame de esa agua para que no tenga más sed >>.

         

         ¿Qué consecuencias tienen estas reflexiones en nuestra catequesis de adultos?

Nuestra catequesis de adultos tendrá que comenzar por “encarnarse” en la realidad de los catequizandos:

-partiendo de la situación concreta de los mismos, tomando hechos y experiencias de sus vidas, lo cual supone atender a la cultura del grupo, a su modo particular de relacionarse con los demás, con el mundo y con Dios, en los distintos aspectos de la existencia humana: familia, sociedad, trabajo, política, economía, educación, etcétera.

-para descubrir en ellos la presencia o ausencia de Dios a través de los clamores humanos;

-dicha situación incluye a la comunidad de fe, a la que la catequesis tiene como una de sus metas;

-teniendo siempre presente a Cristo, centro de la tarea, y sabiendo que no se trata de una mera exposición doctrinal sino del desarrollo progresivo de una vida: la vida que Cristo nos consiguió con su pascua;

-siguiendo el ritmo propio del grupo, acompañándolo en su maduración de la fe, guiándolo a una actitud de continua conversión;

-en un diálogo de comunicación que llame al adulto a un encuentro en libertad, en una relación personal y como protagonista de su propia catequesis;

-confiando en el hombre, siempre capaz de cambiar, con paciencia,sin apresuramientos; aceptándolo tal cual es, valorándolo y cuestionándolo sobre el sentido de su vida;

-sabiendo que la propia experiencia de fe del catequista es fundamental, pues trata de transmitir una doctrina que no es propia, pero que ha pasado por su propia vida descubriéndole su sentido cristiano y transformándolo en testigo;

-cuidando de no caer en teorías o impresiones personales, para lo cual el catequista necesita de un diálogo constante con Cristo y su  Iglesia sabiendo que la catequesis es una búsqueda en común y que él también  cae bajo el juicio de la palabra de Dios.

             Preguntas para el diálogo:

         1..... ¿qué nos muestra el modo de dialogar de Dios con el hombre?


 

         2 .....  ¿por qué el diálogo favorece el proceso de fe del adulto?

         3 .....  ¿de qué manera nuestra catequesis de adulto incluye al diálogo y

                        el      acompañamiento del hombre en su situación concreta?

         4 .....  ¿de qué manera nuestra catequesis descubre el clamor del hombre?

         5 .....  ¿cómo preparar un encuentro catequístico tomando como modelo

                       algún encuentro de Jesús con la gente de su tiempo?

5.

EL DESTINATARIO DE LA

CATEQUESIS DE ADULTOS

La catequesis de adultos debe dar sentido trascendente al desarrollo del hombre de tal manera que sea un desarrollo integral de la persona humana para que pueda alcanzar la estatura del hombre perfecto: CRISTO, en quien Dios nos da una identidad y nos llama a participar responsablemente en la construcción del mundo según su designio.

¿Quién es el hombre adulto? Sabemos que, en la práctica es dificil encontrar el hombre adulto perfecto. No obstante vamos a hacer una presentación de lo que entendemos por adulto:

EQUILIBRIO BASICO: el hombre adulto es aquel que ha  pasado en su vida por distintas etapas de cambio hasta llegar a un equilibrio básico de su personalidad, a una síntesis e integración de aspectos físicos, psicológicos, sociales y culturales. Dicho equilibrio nunca es absoluto: hablamos de estabilidad, pero también de movilidad que posibilita la adaptación a circunstancias que van cambiando.

Alcanzar esa estabilidad supone haber vivido experiencias y haberlas organizado de una manera propia, original, a partir de las relaciones que el hombre establece consigo mismo, con los demás, con el mundo y con Dios.

Es a través de esas experiencias y relaciones que, poco a poco, va adquiriendo lo que en la adultez será fundamental: un sentido de la vida.

a) en la relación consigo mismo: la madurez del hombre adulto se manifiesta en un equilibrio afectivo capaz de superar con alegrías las tensiones propias de la vida, las frustraciones, el sentimiento de culpabilidad en armar una escala de valores, en estar abierto al cambio y al deseo de crecer continuamente; en un equilibrio emocional frente a la autoridad, a los amigos, al otro sexo; en un equilibrio de la voluntad, capaz de decidir personalmente y mantener sus decisiones en libertad y responsabilidad; en un equilibrio intelectual, capaz de reflexión personal, de reconocimiento y aceptación de las propias limitaciones, de autocrítica, capaz de fijar objetivos claros para su vida.  

b) en relación con los demás: la madurez se caracteriza por una relación respetuosa, valorativa de los otros, capaz de aceptar las diferencias en el diálogo, el servicio y la entrega personal y comunitaria; en la capacidad de establecer amistades duraderas y de formar familia.

c) en la relación con el mundo: la persona madura sabe ubicarse en el espacio y en el tiempo que le toca vivir, recibiendo los aportes del pasado, haciéndose cargo de su compromiso en la construcción del mundo presente y aceptando la responsabilidad que esto implica en el futuro.

La madurez nunca se alcanza plenamente; es la meta de un proceso en el que influye a veces positivamente, a veces negativamente (según la experiencia personal de cada adulto) la familia, la escuela la Iglesia, los medios de comunicación, etcétera.

d) en la relación con Dios: si bien reconocemos la existencia de una dimensión religiosa que no coincide exactamente con la fe cristiana , no vamos a señalar aquí sus notas sino que vamos a considerar ciertos aspectos que hacen a la fe del adulto cristiano.

La fe adulta nace y se expresa en:

-         el encuentro personal y comunitario con Cristo, en que la persona entera entra en juego y donde Cristo es fuente de unidad para su vida;

-         la opción libre por Cristo y en la comunión con Él; se trata de una decisión que se basa       

                   en experiencias profundas y no en simples corazonadas;

-         creer en la paternidad de Dios, revelada en Cristo, que me da una identidad y me llama     

      a construir responsablemente el mundo, según los criterios evangélicos;

-         en la aceptación del don de Dios tal cual se revela en los acontecimientos

-         la experiencia de la cercanía de Dios, sobre todo cuando los hombres sufren, cuando

      está amenazado el núcleo mismo de su existencia y dignidad;

            -    la experiencia del amor más fuerte que el odio, de la vida venciendo a la muerte, del

      sentido total que Cristo da a toda esperanza humana;

-         la confianza en Dios y no en los hombres o en las cosas;

-          la entrega a Dios buscando constantemente lo que Dios quiere;

-         el reconocimiento y asunción de la propia pobreza interior, afrontando la realidad con su luz y su sombra, sabiendo que para Dios nada es imposible;

-         el diálogo y la comunicación, en la comunión con los demás construyendo comunidad;

-         la experiencia de pertenecer a una historia de salvación universal con el gozo de ser un pueblo que se reúne a celebrar esa salvación;

-          en el testimonio de la salvación reeditando la experiencia de Cristo-hombre en la realidad concreta;

-         en el reconocimiento de los problemas de la comunidad como desafio, e investigación de Dios a darles una respuesta;

-         en el discernimiento de cuál es nuestra misión específica en la construcción del Reino;

-          en el compromiso cristiano, personal y comunitario, de trabajar por una sociedad más justa, humana y solidaria.

En nuestra catequesis, es necesario tener en cuenta la situación de la fe de cada adulto

para saber qué aspectos de éstos habrá que desarrollar más, ya que no se dan plenamente ni de igual manera todos.

             Preguntas para el diálogo:

         1.....   ¿Cómo tiende nuestra catequesis a la maduración humana de los catequizandos?

         2.....   ¿Qué rasgos de madurez humana son los más marcados en nuestro ambiente y

                         cuáles son los menos desarrollados?

3.....   ¿Cómo descubrimos la situación de la fe de nuestro grupo catequístico?

4.....   ¿Qué rasgos de fe adulta son los más significativos entre nuestros catequizandos? 

            ¿Cuáles son los que están más ausentes?

6.

PERO CADA UNO VIVE TODO ESTO

DESDE UNA SITUACION PERSONAL...

Cuando hablamos del adulto debemos tener en cuenta la evaluación propia de cada uno. Habrá quienes, por su experiencia de vida, tengan más desarrollados determinados aspectos, como su capacidad de amar, de dialogar, de escuchar, etc.; y habrá quienes, también por su historia personal, hayan desarrollado ciertos resentimientos, actitudes defensivas, etcétera.

Además, cada adulto ha crecido en un determinado ambiente cultural, con sus propios valores, con su particular estilo de vida.

La combinación de estos factores, vividos desde la propia libertad personal, lleva a que cada uno haya organizado su propia situación humana, desde la cual tendremos que realizar la catequesis.

Algo semejante ocurre en el campo de la fe. Cuando un adulto se acerca a la catequesis, el catequista ha de tener en cuenta que Dios ha estado actuando en él en todos estos años, lo sepa o no. Además él mismo tiene su propia experiencia de fe que, según los casos, puede ser vivida de una manera más afectiva o más intelectual, más intimista o comunitaria, como algo estático o en proceso de evolución, más relacionada con Cristo o con tintes predominantemente marianos. Puede ser una relación vaga con Dios o una fe vivida en una relación personal con Dios; vivida angustiosamente o haber experimentado Su misericordia salvadora. Puede haber costumbres religiosas profundamente arraigadas desde la infancia o una experiencia anterior muy secularizada. Puede ser una fe de tipo moralista o que le haya hecho descubrir un sentido de la vida. Y así podríamos continuar señalando distintas realidades.

Esta reflexión no la hacemos pensando sólo en aquellos que se acercan por primera vez a la catequesis, y a quienes hay que darles una formación de tipo catecumenal, sino que pensamos también en aquellos que participan habitualmente de la vida de la Iglesia, de los movimientos, de los grupos parroquiales, de las comunidades eclesiales de base, etcétera.

De aquí surgen dos conclusiones muy importantes para la catequesis de adultos:

             l)1a importancia de tener en cuenta la situación de cada catequizando, algo de lo cual ya se ha hablado mucho, pero que hasta ahora, nos ha costado darle forma propia;

2)tomar conciencia de que, cuando hablarnos de Catequesis de Adultos, estamos hablando de una amplia realidad de formas y estilos catequísticos, según la diversidad de situaciones humanas y de fe de cada persona y de cada grupo.

                 Preguntas para el diálogo:

             1.....        ¿cómo podemos hacer para conocer la situa-

             ción personal de nuestra gente?

               2.....      ¿qué consecuencias tiene para la Catequesis

                         de Adultos el tomar en cuenta la situación

                         personal de los catequizandos?

7.

...QUE EXIGE DISTINTAS

RESPUESTAS CATEQUíSTICAS

Una de las razones del desánimo de algunos catequistas de adultos es que, no siempre, han tenido en cuenta que su tarea es distinta según la situación de vida y fe del grupo con el que trabajan.

Es cierto que toda Catequesis de Adultos tiene en común el acompañar el proceso de fe del adulto, pero tengamos en cuenta:

-Hay quienes necesitan una catequesis del tipo inicial, ya que en la práctica nunca han sido iniciados en la fe. Esta catequesis estará por la necesidad de conducir al hombre a un primer encuentro profundo con Cristo. Esta necesidad es muy frecuente en nuestro pueblo, y no considerarla, es arriesgarse a construir el edificio sin haber puesto los cimientos.    

-Otro sector importante de adultos participa habitualmente de las celebraciones de la fe, pero su formación es poco ordenada y no reciben propiamente una catequesis. Habría que pensar una catequesis dirigida a estos cristianos. Ella tendría que caracterizarse por:       

·        ayudarlos a recibir una visión total y ordenada del Misterio de la Fe.

·        ayudarlos a expresar su fe con mayor fuerza a través de un compromiso en la construcción del Reino de Dios en el mundo.

-         El directorio Catequistico en general (nº96 b) invita también a que prestemos una especial atención catequística a quienes están dedicados al apostolado de los laicos. Su característica será "cuidar de un estudio más profundo en el Mensaje Cristiano".

-         Desde otro punto de vista, también debemos tener en cuenta que, a lo largo de la vida,

se nos presentan numerosas ocasiones particulares para realizar una catequesis que ilumine dichos acontecimientos.

Estas ocaciones  pueden ser personales, sociales, eclesiales.

              Preguntas para el diálogo:

1.....¿qué le exigen a la Catequesis de adultos estas reflexiones?

2.....¿qué posibilidades hay para organizar estas

       distintas respuestas catequísticas en tu co-

                    munidad eclesial?

3.....¿qué pasos habría que dar para ir concretan-

                    do este servicio a los adultos?

8.

EL PROBLEMA DEL MÉTODO

Los adultos se enfrentan cada día a situaciones nuevas que los cuestionan y los obligan a tomar decisiones dificiles. Necesitan profundizar su fe para descubrir el sentido cristiano de lo que están viviendo y responder así al proyecto de Dios: que el hombre viva como hombre a imagen de Cristo, hombre pleno.

¿Como ayudar a los adultos a crecer en la fe? ¿Qué camino seguir? ¿Qué método utilizar? El método a desarrollar surgirá a partir de la revelación de Dios a través de Su Palabra, y a través de la realidad humana donde Cristo está presente vivo y actuante, y de la finalidad que nos propongamos alcanzar: ¿ qué tipo de cristiano queremos formar? ¿qué modelo de Iglesia y de hombre va a guiar nuestros pasos? ¿qué tipo de comunidades debemos promover con nuestra tarea catequística?...

Como vemos, éstas son realidades en cambio y constituyen campo abierto a la creatividad a la que nos llaman nuestros Obispos (JEP 57).

El proceso catequístico es un camino con un punto de partida, un punto de llegada, con personas que realizan actividades avanzando por etapas hacia determinados fines. Por tanto, excluye la pasividad y exige la participación activa de quienes van haciendo el proceso. Se trata de caminar juntos haciendo una experiencia de Dios en común, donde cada uno sea protagonista de su propio crecimiento.

En este punto simplemente queremos proponer ALGUNAS PISTAS para la reflexión, algunas ideas que ya son propias de la metodología catequística, y a partir de las cuales hemos de continuar nuestra búsqueda en común.

La pedagogía de Dios consiste en hacer caminar al hombre a través del tiempo y del espacio enraizándolo, en una historia que culmina en Cristo.

Tarea de la catequesis es conectar al hombre en ese camino y acompañarlo en un proceso de conversión permanente.

Pero este hombre no es algo irreal sino que presenta una manera de ser propia, que vive en un medio cultural determinado, con una responsabilidad de construir el mundo; tiene una determinada experiencia y una idea de Dios y actitudes concretas respecto de la Iglesia; tiene una postura frente a Jesús; tiene una experiencia de oración y de compromisos cristianos concretos.

Y a este hombre llega la catequesis en un momento concreto de su vida.

Y este hombre concreto condiciona ya la tarea catequística.

El encuentro catequístico suele armarse alrededor de tres momentos:

Primer paso: analisis de la situación

La catequesis parte del encuentro de Dios con el hombre que se produce en los distintos momentos de su vida tal cual se presentan.

Su situación histórica (todo lo que el hombre es y vive) le da la posibilidad de descubrir en él, aspiraciones que lo llaman a ser hombre (amar más, ser más libre ... ), aspiraciones que son la huella de Dios en su vida.

Las situaciones concretas de la vida de cada uno y de la comunidad, y sus auténticas aspiraciones humanas son el primer lugar donde debemos buscar la manifestación de Dios.

Esto nos obliga a conocer al hombre partiendo de una determinada situación con la que se siente comprometido, afectado o identificado.

Se trata de conocer al hombre escuchando y viviendo qué es lo que dice y lo que hace, lo que piensa y lo que siente respecto de su situación, para llegar a descubrir el sentido profundo que tiene para él.

No se trata de un estudio sociológico ni de buscar aquí soluciones a sus problemas, sino de tomar conciencia de lo que se vive y cómo se vive, qué interrogantes provoca, que aspiraciones se manifiestan, qué valores surgen, por dónde pasa la iniciativa de Dios en esta situación concreta.      

A través del diálogo, abierto y respetuoso, se va profundizando en la situación pasando de lo más exterior y superficial hacia lo más interior y significativo de la misma, cuidando de no caer en anécdota.

A veces se intenta esquivar la propia responsabilidad evitando enfrentarse consigo mismo. Cuando la "culpa" de lo que nos pasa la tienen otros, dificilmente se puede hacer algo. Por esto se cuidará de no salir del tema propuesto.

Se procurará que todos hablen, sin justificarse o defenderse y sin enjuiciar. El catequista cuidará de no plantear sus propias inquietudes sino que verá cómo provocar las de los catequizandos. Tiene que brindar las interacciones necesarias para que ellos desarrollen su propio proceso.

Segundo paso : iluminacion evangelica

Es el momento central del Encuentro Catequístico. Dios sale en busca del hombre a través de Su palabra, que toma distintas modalidades =MEDIACIONES CATEQUÍSTICAS.

Es el momento en que Cristo, Palabra de Dios nos muestra el sentido total, trascendente de las aspiraciones humanas. El ha vivido y realizado todo lo que el hombre es y debe llegar a ser. 

Buscaremos ese sentido no sólo en Cristo histórico del Nuevo Testamento sino también en el Cristo Resucitado presente hoy en la comunidad cristiana que vive y celebra Su presencia en medio de ella.

Pero también podremos encontrar dicho significado en la historia de un pueblo que supo descubrir a Dios que lo salvaba en los acontecimientos que le tocó vivir: el Pueblo de Israel (Antiguo Testamento)

Es por eso que llamamos Mediaciones Catequísticas a la Biblia, a la vida de la Iglesia, a la Liturgia, al Magisterio.

Dentro de estas mediaciones la Biblia ocupa un lugar privilegiado.

En este segundo momento, se trata de relacionar la experiencia concreta sobre la que los catequizandos han reflexionado, con las experiencias concretas del hombre de la Biblia, dejándose interpelar por ella para alcanzar una comprensión más honda de la propia realidad. Esta nueva comprensión va a dar su sentido NUEVO a la vida de los catequizandos abriendo camino a un cambio: CONVERSIÓN.

Tercer paso: respuesta de fe

Cuando el hombre toma conciencia de la presencia salvadora de Dios en su vida, nace la respuesta de fe. Esta consistirá en vivir de una manera nueva buscando desarrollar la vida de Dios que está en él y transformarse en testigo.

Dicha respuesta podrá tener distintas expresiones según la situación concreta del hombre, no sólo personal sino comunitaria, eclesial y social.

Al respecto, leemos en "Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización" (Nº 20)"... En efecto, la fe cristiana nos descubre aspectos nuevos y más profundos de la dignidad humana". Podemos entender esto en dos sentidos que son complementarios.

Primero, porque la fe nos enseña que el hombre es hijo de Dios llamado a la herencia eterna. La predicación renovada deberá afirmar claramente que, el máximo de la dignidad humana, radica precisamente en el hecho de ser hijo de Dios y tener una vocación y destino eternos. Esto implica que el hombre, una vez creado por Dios, no ha quedado abandonado a sí mismo, sino que, pese al pecado continúa siendo invitado a la comunión de gracia con El y con los demás hombres, y es llamado a una creciente plenitud de solidaridad y amor.

Segundo, porque la fe es también un potencial dignificador del hombre ya en esta vida.

           Esto lleva a presentar la fe, la esperanza, la caridad y la gracia, como realidades que no solamente son acreedoras a una vida en el más allá, sino que también convocan a realizar una historia humana más digna.

Es cierto que la finalidad principal de la evangelización es abrir al hombre las puertas de la salvación eterna. Sin embargo, este objetivo únicamente podrá ser alcanzado si se inicia en el marco de la historia. Es en ella en donde de todas las realidades creadas comienzan a ser transformadas por la fuerza del Evangelio. De allí que la nueva creación, el hombre nuevo y todo lo concerniente a la dignidad humana, estén íntimamente ligados a la evangelización.

La consecuencia de tal relación es que sólo en la medida en que la fe, vivida y celebrada, alcance a impregnar toda la cultura, la presente historia secular se irá transformando también en historia santa y, por consiguiente, será más plenamente humana".

También el Nº22: "...en consecuencia, la predicación de la fe (evangelización) y la tarea de promoción de la dignidad humana (justicia, derechos, etc.) nunca han de ser presentados en forma disociada, como si configurasen dos líneas paralelas en la misión de la Iglesia. Han de ser testimoniadas y proclamadas como pertenecientes ambas a la misma y única misión evangelizadora. Ambas son formas de "evangelización", justamente por el hecho de que en el interior de la fe y de los valores teologales, está potencialmente afirmada la dignidad del hombre".

El catequista estimulará a los catequizandos, respetando la libertad y el propio proceso de cada uno, para que progresivamente vayan dando las respuestas que Dios espera de ellos.

El proceso catequístico debe realizarse de tal modo que al finalizar, el grupo, a la vez que se ha ido adentrando en el misterio de Dios , haya ido adquiriendo una concepción del hombre según el Evangelio y se haya ido iniciando en una lectura de los acontecimientos desde el sentido cristiano de la historia.

CONCLUSIÓN

Llegamos al final de nuestras reflexiones con la esperanza de que sean útiles para orientar a los catequistas y dar lugar a una búsqueda más intensa.

Quisiéramos que esta reflexión fuera ocasión de un diálogo en el que participaran todos los catequistas de adultos del país. Por eso les pedimos como un servicio a la Iglesia, que nos hagan llegar sus observaciones y experiencias, tanto sobre este trabajo como sobre otros aspectos que consideren importantes.

Tenemos una gran esperanza de que el desarrollo de la Catequesis de Adultos en la que está empeñada la Iglesia en la Argentina, traiga una renovación en la fe de nuestro pueblo.

La vida moderna, bajo muchos aspectos, está despersonalizada, y muchos cristianos, desorientados. Pensamos que la Catequesis de Adultos puede ser un lugar en que muchos no sólo profundicen su fe, sino también un lugar en el que se vaya desarrollando una nueva mentalidad, un lugar donde se puedan crear espacios de acompañamiento y solidaridad que den esperanza de un cambio en nuestra manera de vivir.

También nos llevará a una nueva forma de vivir la Iglesia como misterio de comunión en Cristo.

Ciertamente que habrá que adaptar nuestras estructuras parroquiales para que el adulto tenga un lugar de crecimiento en la fe y  de participación activa.

Sabemos que son muchos los que, de diversa manera, están haciendo esfuerzos en estas líneas. Conocemos experiencias muy valiosas en Catequesis Familiar, en los Movimientos Laicales, en el Catecumenado de Adultos, en las Comunidades Eclesiales de Base, etc. A todos los queremos alentar a que sigan adelante.

Que MARIA, MADRE DE LA IGLESIA, nos alcance de SU HIJO la luz y la fuerza necesarias para seguir en esta tarea de acompañar a los adultos a crecer en su fe.