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70ª Asamblea Plenaria / 12 - 13 de diciembre de 1995

 

Mensaje al Pueblo de Dios

 

 

 

1. Los Obispos argentinos nos hemos reunido en la 70ª Asamblea Plenaria, con el fin principal de dialogar sobre los caminos de acción pastoral para conducir al Pueblo de Dios en la preparación del Gran Jubileo de los 2000 años del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.

 

2. A lo largo de este año nos hemos sentido espiritualmente estimulados por las Visitas "Ad Limina" realizadas a las tumbas de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. Allí hemos orado y hemos cotejado nuestra vida y ministerio con la enseñanza y ejemplo de ellos. Nos hemos encontrado personalmente y en grupos con el Santo Padre que nos ha reconfortado con su testimonio y su palabra. Sus dos mensajes, que hemos recibido gozosamente, son en cada uno y en la totalidad de sus párrafos, claras orientaciones para la vida de nuestra Iglesia y para abordar los acuciantes problemas de la sociedad argentina.

 

3. En esta reunión hemos analizado exhaustivamente cuanto el Papa aconseja en la Exhortación apostólica "Mientras se aproxima el Tercer Milenio", sobre todo en lo que se refiere a la primera fase, donde pide que "la Iglesia asuma con una conciencia más viva el pecado de sus hijos..." (N° 33). Desde nuestra fe en Jesucristo, que ayer, hoy y siempre, es centro, principio y fin de nuestra vida, hemos repasado los problemas inherentes a la unidad interna de la Iglesia y a la unidad de todos los cristianos, al servicio que los pastores y fieles prestamos a la verdad y a la vida, a la vigencia de los derechos humanos y a la acogida que hemos brindados a las enseñanzas del Concilio Vaticano II.

 

Son muchos los temas que en estos dos días no pudimos tratar. Entre otros, la incidencia del secularismo en la sociedad y en la misma conciencia cristiana, con la consecuente indiferencia religiosa. También el estilo y los modos de relacionarse de la Iglesia con nuestra sociedad.

 

4. Tenemos conciencia de la responsabilidad que nos cabe de orientar al Pueblo de Dios en este peregrinar hacia el año 2000. Salimos de esta reunión enriquecidos por un diálogo fraterno que se caracterizó por la sinceridad de quienes buscan caminos serios de conversión. Sin embargo, reconocemos que nos faltó tiempo para plasmar juntos nuestro pensamiento en un documento escrito. Varios son los hechos y cuestiones, que dan lugar a una interpretación plural, sobre las cuales debemos todavía trabajar. Como lo hemos prometido en la 69ª Asamblea Plenaria, continuaremos elaborando, "con tiempo y serenidad", el Documento introductorio al Gran Jubileo, que incluya un examen de conciencia para todos los miembros de la Iglesia.

 

Invitamos a todos nuestros hermanos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos a unirse a nosotros en estos tiempos fuertes de Adviento y Cuaresma, en la súplica de una sincera conversión de toda nuestra Iglesia a Cristo el Señor.

 

5. En la inminente solemnidad de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, y cumpliendo con el pedido que nos hizo el Santo Padre, queremos estar muy cerca de "los padres de familia que no encuentran trabajo, las madres angustiadas por las necesidades del hogar, los niños que no pueden recibir la alimentación o la educación adecuadas, los jóvenes a quienes amenaza la frustración de sus esperanzas, los ancianos, los jubilados y los enfermos".

 

Igualmente, junto con el Santo Padre, expresamos nuestro “pensamiento agradecido a cuantos han respondido y responden con generosidad a nuestro llamado” de instituir una Red de Caridad y, mediante la oración y los gestos concretos, procuran paliar el sufrimiento de sus hermanos (Discurso del 11/11/1995, n° 5).

 

6. Ponemos estos propósitos en las manos de la Santísima Virgen María, Nuestra Señora de Luján, por quien nos llegó Jesucristo, el Autor de la Vida.

 

 

San Miguel, l3 de diciembre de 1995