Comunicado sobre la situación actual
Reflexiones ante la situación presente
I
Reunidos en Asamblea, los Obispos de la
República Argentina hemos considerado el gravísimo problema de los inundados y
la persistencia de las lluvias que azotan la región del litoral, lo cual nos
llena de pesadumbre y preocupación.
Deseamos expresar a nuestros hermanos que
están sufriendo este flagelo, nuestra cercanía en la oración y en los gestos
concretos de solidaridad por parte de nuestras comunidades cristianas y sus
instituciones.
Especialmente agradecemos a los afectados
la entereza manifestada en estas graves circunstancias con la que ofrecen a
todo el país, hondamente conmovido, un testimonio de fortaleza y de fe en Dios,
nuestro Padre. En esta hora de prueba y de aflicción, mantengamos la esperanza
en El, que nunca nos abandona.
Invitamos a toda la dirigencia del país a
buscar prontas soluciones a este problema, dirigiendo todo el esfuerzo hacia el
bien común. La magnitud del desastre da lugar a que revisemos la responsabilidad
de cada uno en cuanto a la imprevisión en relación a la posibilidad de mitigar
los efectos de estas emergencias, y exhortamos a que definitivamente nunca se
utilice el sufrimiento de la gente ni el socorro que se presta, para fines
personales sectoriales o políticos.
Manifestamos nuestro reconocimiento por la
inmediata y generosa respuesta de toda la sociedad frente a la apremiante
situación, respuesta que fue apoyada por la labor eficaz y constante de los
medios de comunicación. Esta solidaridad del pueblo argentino permite constatar
que existen en el país importantes reservas morales.
II
Como contrapartida, también constatamos
con dolor que este reserva corre peligro por un acelerado proceso de abandono
de los valores que fundan la persona y la sociedad, y ponen en crisis el
respeto por la familia y por la misma vida. Lo más grave es intentar que los
disvalores de estas costumbres sean constituidos en ley. De ahí que, en todo
orden, es importante el respeto a toda ley justa. Es tan malo vivir sin ley
como manipularla para intereses sectoriales o reducirla al mero consenso como
norma de vida, por que ello facilita la corrupción privada y pública, crea un
estado de incredulidad generalizada, e impide la formación de un espíritu
solidario y fraterno. Así entra en crisis la cohesión de la sociedad (cf.
C.E.A. “Reflexiones sobre la Justicia” 26-4-97, n° 4).
III
Frente a la catástrofe de las
inundaciones, convocamos a quienes tienen mayores responsabilidades y
posibilidades: gobernantes, políticos, empresarios, sindicalistas,
comunicadores, organizaciones intermedias, y muy especialmente a los miembros
de la Iglesia, a unirse a nuestros hermanos inundados en la superación de las
gravísimas secuelas de este fenómeno. Urgimos que se planifique un operativo que
permita a los damnificados rehacer su vida familiar y social, reclamando un
impulso efectivo para la realización de las obras de infraestructura que sirvan
para evitar efectos tan tremendos cuando se produzcan estos accidentes de la
naturaleza. Para ello convocamos a todo el país a realizar una campaña de
recaudación de fondos, como gesto de solidaridad, que encomendamos a Caritas.
Confiamos en la maternal protección de
María, en su advocación de nuestra Señora de Itatí, mujer de la esperanza y
Madre de nuestro pueblo que siempre nos acompaña.
San Miguel, 25 de abril de 1998
LXXV Asamblea Plenaria