Imagen del contenido Santa Misa; juntos contra la Trata de Personas y nuevas formas de esclavitud

Santa Misa; juntos contra la Trata de Personas y nuevas formas de esclavitud

Homilía del Cardenal Vincent Nichols

Santa Misa; juntos contra la Trata de Personas

Catedral Metropolitana de Buenos Aires, Argentina

Viernes 8 de febrero de 2019

Cardenal Nichols en español

 

Hoy, en todo el mundo los fieles católicos celebran la fiesta de Santa Josefina Bakhita. Estoy encantado de estar aquí con ustedes para esta celebración de una mujer verdaderamente notable y santa.

 

Como ustedes saben, ella es la santa patrona de todas las víctimas del tráfico de personas y de los que luchan contra este flagelo. Pero ahora necesito ayuda.

 

Obispo local en español

 

Su historia vincula a África con Europa, pero su nombre se ha extendido por todo el mundo, con celebraciones que se llevan a cabo alrededor de su estatua en Filipinas, por ejemplo, y aquí en el hemisferio sur. Su nombre se ha extendido con la creciente conciencia del mal y vergüenza del tráfico de seres humanos, nuestros hermanos y hermanas, como si ellos no fueran más que unidades de actividad para ser comerciadas, utilizadas y luego desechadas. Hoy hay más de 40 millones de personas en el mundo que sufren esta esclavitud moderna. Se las puede encontrar en cada continente, en cada país y probablemente en la mayoría de aldeas y ciudades. Mi despertar a esta realidad comenzó con la historia de una joven mujer traficada desde Inglaterra para ejercer la prostitución en Italia. La historia de santa Josefina Bakhita la llevó desde Dafur, en Sudán occidental, a Italia. Es una historia que, en su tragedia, se repite una y otra vez.  Recemos para que su desenlace se repita una y otra vez.

 

Esta niña, que fue conocida como Josefina, comenzó su vida en una sólida familia con tres hermanos y tres hermanas. Ella nos dice que tuvo una infancia feliz. Pero ésta llegó a un abrupto final en 1877, cuando fue secuestrada y vendida como esclava cuando tenía ocho años. Fue vendida cinco veces, sufriendo grandes crueldades, soportando cada día renovados sufrimientos físicos y tales traumas que incluso su propio nombre se le borró de la memoria. Sus amos le dieron el nombre de Bakhita, que en realidad significa “afortunada”. También fue forzada a “convertirse” al Islam, a causa de la educación pagana de su familia. La crueldad que sufrió llegó a su punto culminante cuando su cuerpo fue cortado deliberadamente en 114 formas diferentes y cubierta cada herida con sal, de tal modo que se convirtieron en cicatrices permanentes.

 

Eventualmente entró en posesión de una familia italiana y fue devuelta a Italia. Allí ella logró liberarse al negarse a que la mudaran de un convento en el que había sido puesta “para mantenerla segura”. Al obtener su libertad decidió permanecer con las Hermanas Canosianas, quienes, como dijo ella más tarde, “me presentaron a Dios, a quien yo había sentido desde mi niñez en mi corazón, sin saber quién era él”. Después, con el apoyo del patriarca de Venecia, el cardenal Giuseppe Sarto -el futuro Pío X- fue bautizada con los nombres de Josefina Margarita Fortunata -el equivalente de Bakhita- y profesó eventualmente como miembro de las Hermanas Canosianas. Vivió el resto de su vida en el convento cercano a Vicenza y llegó a ser conocida por su amabilidad y felicidad inagotables en todas las circunstancias. Pero su mayor alegría fue ser cristiana.

 

Una joven alumna le preguntó una vez a Bakhita: “¿Qué haría usted si se encontrara con sus captores?”. Ella respondió sin dudar: “si me encontrara con los que me raptaron, e incluso con los que me torturaron, me arrodillaría y besaría sus manos. Porque si estas cosas no hubieran ocurrido, hoy yo no sería cristiana ni religiosa”.

 

Cardenal Nichols – El rostro actual del tráfico de personas

 

Obispo local en español

 

Dado que hoy nos enfrentamos al horror de la esclavitud, Santa Josefina nos señala siempre la persona de Jesús. En Él vemos la realidad más profunda del tráfico de personas. El papa Francisco utiliza dos frases para describirlo. Él dice: “es una herida en la carne de la humanidad”. Pero después agrega: “es una gran herida en el cuerpo de Cristo”. De este modo, nosotros vemos también al tráfico de personas no solo como una desgracia para nuestra humanidad, sino también como una desfiguración de Cristo mismo. La voz de sus víctimas, así como las de las víctimas del abuso infantil, es la voz de Jesús que nos grita. Tenemos que aprender, una y otra vez, a escuchar realmente ese grito, a permitirle entrar en nuestros corazones. Eso no es fácil, porque estamos protegiéndonos constantemente con excusas y compitiendo con demandas. Pero de nuevo, tal como ha dicho el papa Francisco, esta tragedia nunca será derrotada hasta que hayamos aprendido de nuevo a llorar.

 

Cardenal Nichols – El poder de la Resurrección

 

Obispo local en español

 

Hoy celebramos estos sagrados misterios afirmando nuevamente que el Cuerpo de Cristo herido y quebrantado se eleva de la muerte a una nueva vida, con el poder del Espíritu Santo y según la voluntad del Padre. Nunca es la intención de Dios que su carne sea descartada como restos quebrados. Más bien, su voluntad es restaurar toda la creación, en y a través del Hijo, a la dignidad por la cual fue hecha. Esta es la luz con la que emprendemos esta lucha contra el tráfico de personas, para que la profundidad de la dignidad pueda ser restaurada a los que han sido tomados como cautivos, humillados y menospreciados. Esta es la luz del Señor resucitado que deseamos que brille en este rincón oscuro de nuestra humanidad.

 

La lectura que hemos escuchado de la Carta a los Hebreos es instructiva. Esta Carta ha insistido en destacar el lugar único y esencial de Jesús en el plan de salvación. Él es el único sacerdote que ofrece constantemente el sacrificio de su cuerpo y de su sangre por nosotros, el único que ha entrado en el cielo y ahora está a la derecha del Padre, implorando incesantemente por nosotros.

 

Cardenal Nichols – Tengamos presentes a todos los que sufren

 

Obispo local en español

 

Hoy escuchamos algo sobre las consecuencias de este ministerio de nuestro único Sumo Sacerdote. El texto proclamaba que tenemos que “tener presentes a los que están en prisión, como si estuviéramos en prisión con ellos; y a los que son maltratados, dado que ellos también están en un cuerpo”. Cada víctima del tráfico de personas está en prisión, en la prisión de la esclavitud moderna en la que le es arrebatada toda autonomía, en la que se ejerce sobre ellos el control total de sus vidas, con crueldad, por los que piensan que los “poseen”, en la que todas las perspectivas de libertad han desaparecido, en la que ellos viven cada día con temor, en servidumbre y con pobreza forzada.

 

Su destino no está distante de nosotros. Tenemos que reconocer cómo también nosotros somos parte de la dinámica de vida que los llevó a su cautiverio. En una u otra forma somos parte de la cadena de oferta y demanda que lleva a su esclavitud. Queremos bienes más baratos, placeres ilegales o inmorales, servicios baratos para nuestros cuerpos o para nuestros autos. ¡Formamos parte de la demanda satisfecha por los esclavos modernos, formamos parte de los procesos por los que esta esclavitud es una de las actividades criminales más lucrativas en el mundo!

 

Cardenal Nichols – Ahora, veamos la corrupción en el corazón humano

 

Obispo local en español

 

Para mí, el evangelio de hoy es uno de los más dolorosos que hemos escuchado. Señala la corrupción que puede entrar en el corazón humano y llevar luego a la corrupción de otros, incluso dentro de la misma familia. Aquí está una madre, actuando con ira y celos corrosivos, llevando a su hija a la más horrenda de las acciones: a llevar en sus jóvenes manos la cabeza recién decapitada de Juan el Bautista. Escuchar esto hoy me recuerda que más de un tercio de las víctimas del tráfico de personas son niños, muchos de los cuales son entregados por sus familias, engañadas por la maldad de los traficantes y por las falsas esperanzas sobre las que dan vueltas frente a la pobreza y a las necesidades que padecen.

 

Cardenal Nichols – Ahora, peleando contra el tráfico de personas

 

Obispo local en español

En los próximos días, aquí en Buenos Aires, realizaremos una conferencia importante que se lleva a cabo bajo el título Encuentro Latinoamericano sobre Nuevas Esclavitudes y Trata de Personas "Juntos contra la Trata de Personas” promovida por el Grupo Santa Marta, la Conferencia Episcopal Argentina a través de la Comisión Episcopal para la Pastoral de Migrantes e Itinerantes, la Comisión Episcopal de Pastoral Social y la Comisión Nacional de Justicia y Paz; junto con el Consejo Episcopal Latinoamericano –CELAM- a través de su Departamento de Justicia y Solidaridad, la Red Clamor y el Foro Internacional de Acción Católica.  Reúne a los líderes de la Iglesia Católica en esta parte del mundo para estudiar cómo podemos luchar mejor contra este mal, y hacerlo en cooperación, miembros de la Iglesia, las organizaciones de la sociedad civil, otras confesiones y las fuerzas de Estado encargados de la aplicación de la ley, la policía federal. 

 

Agradezco a Su Eminencia el Cardenal Poli por su invitación a celebrar esta Santa Misa, a Mons. Oscar Ojea por celebrar juntos hoy y contribuir a este Encuentro, a todos los que están trabajando para que esto suceda, agradezco al Comandante Roncaglia por su compromiso inquebrantable con esta causa desde hace muchos años y a todos los que participaron de esta celebración. Por favor, oren por el éxito de este trabajo. Por favor apóyelo aumentando la conciencia de la realidad de la trata de personas en esta sociedad. Por favor, aprendan la mejor manera de responder cuando se dan cuenta de lo que está sucediendo. Solo juntos venceremos este mal. Solo juntos podemos atender estas heridas en el Cuerpo de Cristo. Solo con su fuerza y ??su gracia, que recibimos en este gran sacramento, tendremos el coraje y la determinación, el fuego del Espíritu Santo, para llevar a cabo esta misión.

 

Les doy las gracias, e imparto la bendición sobre todos ustedes y sus familias.

Amén.

Oficina de Prensa

Conferencia Episcopal Argentina



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