Imagen del contenido Miércoles de Ceniza | Homilía de Monseñor Oscar Ojea

Miércoles de Ceniza | Homilía de Monseñor Oscar Ojea

Monseñor Oscar Ojea presidio la celebración de la Misa en este Miércoles de Ceniza en la Catedral de San Isidro. Mediante su homilía compartió que:

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“El tiempo de Cuaresma es tiempo en que la Iglesia nos invita a entrar en un contacto profundo con la realidad, con nuestra realidad. Por un lado la realidad de nuestra fragilidad, de nuestra pobreza, de nuestro pecado, de nuestros límites; esto va a estar reflejado en esa identificación con el polvo que somos; somos polvo, volvemos al polvo. Esto significa que nuestra naturaleza es frágil. Es débil pero al mismo tiempo tocamos otra realidad, la realidad del espíritu de Dios; estamos en camino hacia la Pascua, está es la Cuaresma y allí nos encontraremos con el espíritu de Dios que con toda la potencia de su amor va a resucitar a Jesús y por esto mismo nos va a dar a nosotros una vida nueva, como si el Señor quisiera hacer de cada uno una nueva creación, “un corazón” nuevo dice el Salmo, le pide al Señor un corazón nuevo y el corazón nuevo es la nueva creación. Dios vuelve a tomar ese barro que somos como lo tomo al comienzo de la creación, sopla sobre él y le da un aliento nuevo, el aliento del espíritu; por eso al renunciar al espíritu del mal y al hacer las promesas del bautismo en la Pascua volvemos a ser nuevos.

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Este tiempo es un tiempo para que se acrecienten las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad. La fe nos hace entrar en contacto con la realidad pero no de cualquier manera sino mirada con los ojos de Dios, es ver la realidad, aceptarla como es, acogerla y vivir a fondo la voluntad de Dios, por eso no hay ningún contacto más realista que aquel provocado por la fe. Por la fe tocamos tanto nuestro pecado, nuestra pobreza, nuestro límite como al mismo espíritu de Dios que viene a nuestro encuentro. La Iglesia nos propone como uno de los caminos este tiempo el ayuno, el ayuno en el sentido y en la medida que hacemos una privación, dejamos de consumir alguna cosa para compartir, aunque sea unos instantes, el dolor de los que sufren hambre. Es un modo que tiene la Iglesia delicado de proponernos “pongámonos en contacto con la realidad”, con esta realidad que azota una parte importantísima del mundo y también de nuestro país.

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La esperanza, la esperanza que es el ancla donde nosotros ponemos nuestro corazón después de un camino arduo, difícil, complejo; a veces parece una utopía hablar de esperanza en un tiempo tan difícil como el que vivimos y sin embargo el Señor nos propone una esperanza que no defrauda, él no nos falla; entonces para poder vivir esa esperanza y transmitirla a los hermanos como testigos de la esperanza y animar, alentar, estimular a los hermanos la Iglesia propone la oración, esta meditación de la Palabra de Dios que alimenta nuestro espíritu y aumenta en nosotros la esperanza y la caridad que a través del ejercicio de la limosna busca tocar la realidad del que verdaderamente necesita pero a través de nuestro corazón, de un “ponernos al lado de”, “de un aprender a dar”, de un modo generoso, desprendido que nos libre de cualquier atadura.

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Pidámosle al Señor al comenzar este camino que podamos crecer durante este tiempo en estas virtudes; que podamos a través del ayuno, la oración y la limosna prepararnos como nos pide la Iglesia a renovar la Pascua y poniendo nuestro barro delante del Señor en esta tarde de Miércoles de Ceniza nuestra cabeza humilde que se inclina a recibir la Ceniza, este año con motivo de la pandemia vamos a expandirla sobre la cabeza de cada uno de ustedes diciendo “conviértete y cree en el Evangelio. Esto es lo que nos propone este tiempo para transformar este polvo que somos en un corazón nuevo”.

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Buenos Aires (San Isidro), miércoles 17 de febrero de 2021, Miércoles de Ceniza.

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+Monseñor Oscar V. Ojea

Obispo de San Isidro

Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina

Documentos disponibles:
Mons.-Ojea.-Homilia-Miercoles-de-Ceniza.-170221.pdf





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