Disponibilidad de la Iglesia para con los refugiados sirios en nuestro país.

En este último tiempo hemos podido conocer y tal vez tomar mayor conciencia acerca de la trágica situación que viven los refugiados, que se dirigen forzados a territorios que no son su Patria, en búsqueda de una vida mejor, lejos de la guerra, de la pobreza, del hambre, de la explotación.

Es la dramática situación de mucha gente que sufre, que no sabe dónde ir, que ha tenido que huir. Son “hermanos nuestros que están viviendo en condiciones críticas, en un  clima de ansiedad y de miedo, a veces de desesperación, por las dificultades materiales y la incertidumbre del futuro…” (Papa Francisco, 16 de abril de 2016)

Ante las noticias de público conocimiento que nos manifiestan la propuesta de recibir refugiados sirios en nuestro país, la Comisión Episcopal de Migraciones junto con la Comisión Nacional de Justicia y Paz, reitera una vez más el llamado a la responsabilidad y a la solidaridad de todo el Pueblo de Dios frente a esta difícil e inesperada situación.

La Comisión Episcopal tiene la voluntad de poner a disposición la asistencia legal y de documentación, las clases de español para ellos y para los solicitantes de asilo, el promover y coordinar la asistencia espiritual a través de los Delegados Diocesanos, de los misioneros y agentes de la pastoral migratoria.

Sentimos que es indispensable el aporte de la Iglesia a través de programas de sensibilización, movilización, asistencia, seguimiento y asesoría a través de las comunidades religiosas y parroquiales en los lugares donde lleguen estos refugiados.

Ante las tragedias que golpean a la humanidad, Dios no es indiferente, no está lejos. Él es nuestro Padre, que nos sostiene en la construcción del bien y en el rechazo del mal.

No sólo nos apoya, sino que, en Jesús, nos ha indicado el camino del servicio, invitándonos a “hacernos cargo con ternura de la carne de Cristo, que sufre en el más pequeño de los hermanos, hambriento y forastero, y que ustedes han recibido.” (cf. Mt 25,35) (Papa Francisco, Lesbos, Grecia, 16 de abril de 2016).

 

Buenos Aires, 31 de agosto de 2016