Imagen del contenido Mensaje de Monseñor Oscar Ojea para la II Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores

Mensaje de Monseñor Oscar Ojea para la II Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores

Hay grandes abuelos catequistas que están sosteniendo la fe

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Monseñor Oscar Ojea compartió una reflexión para la II Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores expresando: “celebramos la segunda Jornada Mundial de los Abuelos y de las personas mayores; por un lado, debemos decir que en este tiempo gracias a Dios por los progresos de la ciencia de la técnica vivimos más tiempo, se ha prolongado la vida humana. Esto es perfectamente constatable sobre todo en nuestros países más cercanos, en occidente. Sin embargo, la sociedad es estructuralmente hostil a las personas mayores, es como si viviéramos una sociedad en la que se descarta a los abuelos; lo que no sirve se tira, se descarta; y en realidad la calidad de una sociedad se mide por la valoración, por el respeto y por el espacio que se da a los abuelos. Cuando ese espacio se da, se da verdaderamente un espacio a la vida, sin embargo, la vida de muchas personas mayores transcurre en la marginalidad y en el sufrimiento, es como si sobraran, como si no se supiera qué hacer con ellos y así abundan los lugares en que los abuelos quedan solitos, sin familia”.

El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina reflexionó: “cuando muere una persona mayor es como si se quemara una biblioteca, pensemos en toda la experiencia de vida que hay detrás, en todo aquello que puede darnos, que puede regalarnos; su mirada, su experiencia, su visión del mundo. Nosotros lo sabemos por la experiencia de contacto con nuestros abuelos. ¿Cuántas veces en las familias los abuelos son los que transmiten la fe? Ellos son quienes nos transmiten los valores más importantes de la vida. En este momento podemos decir que hay grandes abuelos catequistas que están sosteniendo la fe de tantísimos hermanos y hermanas”.

En el marco de la II Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores, monseñor Oscar Ojea profundizó sobre acontecimientos narrados en la Biblia: “en la Sagrada Biblia la vida es una bendición y hay tantísimos ejemplos de ancianos valiosísimos que nos dejan ejemplos sublimes. Abraham, Noé, Jacob, Eleazar; mujeres como Noemí y en el Nuevo Testamento los ancianos Simeón y Ana en el comienzo mismo del Evangelio, los ancianos Zacarías a Isabel, la viuda que pone su óvulo en el Templo; tantos ancianos en la Biblia; vamos a detenernos solamente en uno en Abraham, el padre de nuestra fe. Abraham ya es una persona mayor cuando el Señor en el capítulo 12 del libro del Génesis  nos dice que se dirige a él para que deje todo y en realidad había logrado todo, tenía su familia, sus bienes, su proyecto de vida más o menos cumplido, no tenía que huir a ningún lado. Tenía bienes, tenía fortuna, tenía logros, tenía tierra y sin embargo el Señor lo invita a salir de sí mismo, lo invita a caminar, lo invita a dejar su tierra, a dejar su país natal para dejarse guiar por él a una tierra nueva, una tierra bendecida y Abraham marcha pero marcha solamente sosteniéndose de la Palabra de Dios, apoyado en la Palabra de Dios sin saber claramente a dónde iba; qué maravillosa vitalidad la de este anciano que se arroja en las manos de Dios, se abandona en Dios y se pone a caminar dejando todo lo que había logrado. Después de 25 años de andar y andar, y en cada lugar por donde pasa deja un altar como testimonio de la compañía del Señor, de ese compañero de camino, de ese peregrinar de Abraham, después de 25 años, Abraham, a quien en el señor le había prometido tierra y descendencia, ve la tierra pero no la descendencia. No tiene descendiente y está anciano; allí aparece ese maravilloso texto del capítulo 18 del libro del Génesis donde él es visitado por tres visitantes misteriosos a quienes él les da hospitalidad, los recibe, justamente esta actitud de abrirse al universo en un anciano, en un anciano que nosotros generalmente decimos las personas mayores se van cerrando, al contrario, Abraham es cada vez más joven por la fe, por la esperanza y por la caridad”.

“Ello nos da la verdadera juventud. Abraham recibe a estos peregrinos misteriosos; les da de comer, los aloja y allí recibe la promesa milagrosa del hijo que tendrá con su mujer legítima, con Sara. El año próximo el Señor lo visitará después de ese gesto de hospitalidad. Digamos que por esa apertura de corazón, de haber recibido a los visitantes misteriosos, Abraham es regalado, siendo anciano, con una descendencia; creyó, se apoyó en Dios, nos dejó ese legado, padre de una muchedumbre, padre de una multitud”.

Monseñor Oscar Ojea finalizó su mensaje animando: “que en esta jornada nosotros podamos honrar a nuestros ancianos, a nuestros abuelos, a las personas mayores, y que el Señor nos dé un corazón grande para abrirles espacio en nuestra sociedad; que nuestra sociedad no sea un mundo cerrado para ellos porque sobran sino que sea un mundo verdaderamente integrado donde podamos recibir el aprendizaje de aquellos que representan nuestras raíces para poder de veras construir un mundo más humano, un mundo lleno de Esperanza; que el Señor así nos lo conceda”.


Oficina de Comunicación y Prensa

Conferencia Episcopal Argentina

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Documentos disponibles:
mons__ojea__mensaje_ii_jornada_mundial_de_los_abuelos_y_los_mayores.pdf