Hay esperanza que el Sínodo comience a renovar las estructuras de la Iglesia para un nuevo impulso misionero
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El Sínodo ha encendido grandes esperanzas en torno a la renovación de las estructuras de la Iglesia, con el fin de impulsar una nueva etapa en su misión evangelizadora. La Asamblea Sinodal, en curso este mes de octubre en Roma, representa para muchas personas una fuente de profunda esperanza. A pesar de que algunos observadores externos sugieren que los temas del Sínodo no despiertan suficiente interés, lo que se vive dentro del Aula Pablo VI muestra una realidad completamente distinta. Desde el primer momento, el Papa Francisco ha subrayado que este proceso es, ante todo, un ejercicio de escucha activa: una mirada que penetra en la profundidad de los desafíos actuales, para luego encontrarse en un diálogo renovado con el mundo.
Una parte clave del deseo del Papa es que el diálogo sinodal ofrezca una respuesta de la Iglesia a un mundo desgarrado por la violencia, invitándolo a retomar el camino de la fraternidad y el diálogo. El modelo sinodal de escucha y conversación espiritual busca ser, durante este mes, un medio para promover la fraternidad. Mirarse en la diversidad, reconocerse como hermanos y construir, desde allí, nuevas rutas hacia un entendimiento renovado que es lo que la sociedad necesita urgentemente.
En la apertura de la segunda asamblea, el Santo Padre pidió ver estos días de reunión como un "ejercicio de arte sinfónico", en el que la Iglesia camine junta, armonizando las voces y experiencias de todos.
Esta semana, los padres y madres sinodales han centrado su reflexión en el tema de los "Lugares", uno de los puntos del Instrumentum Laboris. El discernimiento se enfoca en cómo la Iglesia se hace presente en diferentes realidades sociales, culturales y geográficas, desde las parroquias tradicionales hasta los espacios digitales y los márgenes sociales. Se invita a reflexionar sobre los "Lugares" no solo como espacios físicos, sino como dimensiones existenciales en las que la Iglesia debe caminar junto a las personas, discernir y renovar su misión de acuerdo con los desafíos actuales.
El Sínodo subraya la importancia de que la Iglesia esté presente en los lugares donde ocurre el diálogo con otras culturas, religiones y visiones del mundo. Se trata de espacios donde la fe y la vida cotidiana se entrelazan, y donde aquellos que se sienten alejados o excluidos pueden encontrar acogida. Este proceso es fundamental para redescubrir el llamado de la Iglesia a renovar su misión evangelizadora y generar encuentros significativos con las realidades del mundo contemporáneo.
Este enfoque implica una revisión profunda de cómo la Iglesia se organiza y actúa en estos lugares. No se trata solo de cambiar estructuras, sino de promover un verdadero cambio de mentalidad y de corazón. La misión es clara: cada fiel, desde los laicos hasta los líderes, debe asumir su papel esencial en la misión de la Iglesia. Este llamado busca superar el clericalismo y abrir nuevos caminos para que la voz de todos, especialmente la de los laicos, resuene con fuerza en los espacios de discernimiento y acción pastoral.
Muchos ven en esta renovación una fuente de esperanza. No solo se trata de un cambio organizativo, sino de una oportunidad para revitalizar la misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo.
La renovación de las estructuras no es un simple ajuste técnico, sino un paso necesario para que la Iglesia sea más fiel a su esencia sinodal, centrada en la escucha, el diálogo y la corresponsabilidad.
Este camino de renovación no solo busca optimizar la organización interna de la Iglesia, sino también reforzar su identidad misionera, acercándola a las periferias físicas y existenciales donde su presencia es más necesaria. Es un proceso de purificación profunda de modos y actitudes, para que la Iglesia brille en el mundo de hoy como un espacio de acogida, donde nadie se sienta excluido.
La esperanza es que esta renovación, guiada por el Espíritu, no solo transforme las estructuras de la Iglesia, sino que le permita desplegar un nuevo impulso misionero que responda a las urgentes necesidades del mundo actual.
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Pbro. Máximo Jurcinovic
Director de la Oficina de Comunicación y Prensa
Conferencia Episcopal Argentina
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