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Ampliando la carpa: La Iglesia busca nuevos lugares de encuentro y misión

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La Asamblea Sinodal 2024 ha reforzado aún más la idea de una Iglesia que se abre y se extiende a nuevos territorios, tanto físicos como simbólicos, para crear espacios de encuentro y cumplir su misión evangelizadora. El concepto de “ampliar la carpa" vuelve a ser desde el Aula Pablo Vl una invitación a la inclusividad y acogida, esencia del proceso sinodal, que quiere reflexionar sobre los “lugares”, pero ante todo tomando a los mismos como dinámicos y en movimiento.

En la segunda Asamblea Sinodal, uno de los temas destacados fue la evangelización desde una nueva perspectiva, que se refiere a los "lugares" como escenarios de encuentro y misión. Este concepto implica ir más allá de los espacios tradicionales y conocidos para el anuncio del Evangelio y entrar en contacto con realidades diversas, muchas veces alejadas de la Iglesia o que no forman parte de los entornos habituales de acción pastoral.

Esta visión resalta la importancia de una Iglesia en salida, término acuñado por el Papa Francisco, que hace referencia a una Iglesia que no se queda encerrada en sí misma, sino que sale a las calles para escuchar, acompañar y servir a quienes más lo necesitan, llevando el mensaje cristiano a lugares inéditos.

Desde sus inicios, la Iglesia ha tenido una relación estrecha con el territorio en el que vivía. La ciudad y sus comunidades locales siempre han sido el contexto natural para la vida de la Iglesia, la cual estaba guiada por el obispo en una conexión profunda con los lugares donde se desarrollaba la vida cotidiana.

Hoy, en un mundo que ha evolucionado considerablemente, surge una nueva necesidad que el Sínodo ha puesto como un “viento nuevo” del Espíritu y es de ir hacia estos nuevos lugares donde Jesús habita y nos espera junto a su pueblo.

Son multitudes que apretujan como las que narra la Palabra en tantas ocasiones, son descampados enormes con gente abandonada, son mares con hombres, mujeres y niños a la deriva. Son las peregrinaciones a la Virgen, son tantos espacios donde nuestros jóvenes intentan liberarse de las adicciones, los hospitales y tantos lugares que no son los “propios del territorio”. En nuestra herida Latinoamérica están las cárceles, lugares de misericordia donde el mismo Jesús es visitado, y en los cuales hoy desde un modelo alejado de toda dignidad humana se festeja un llamado al desprecio y la violencia por parte de los mismos Estados. No estamos hablando de simples ámbitos, son lugares a los cuales debemos peregrinar si queremos ser una Iglesia renovada, que se aleje de sus seguridades y viva su misión. Los nuevos lugares incluyen a los migrantes, los refugiados, los sin techo, las víctimas de trata y explotación, así como a las minorías étnicas y culturales. La clave sinodal aquí es estar al servicio de estos grupos vulnerables, promoviendo la dignidad humana y el cuidado del prójimo, con una opción primera de inclusión y respeto por la diversidad.

El Sínodo desde un comienzo ha expresado que debe considerarse como un “lugar” el continente digital. Esta realidad que ha transformado la manera en que las personas se relacionan, informan y comunican, ofrece grandes oportunidades para la evangelización, pero también implica retos y peligros que deben ser abordados con sabiduría. Es en este contexto donde se subraya la importancia de discernir cómo la Iglesia puede estar presente de manera significativa en el ámbito digital, sin perder su identidad y cuidando de los riesgos que este nuevo "lugar" puede presentar.

Especialmente teniendo una mirada inteligente sobre la manipulación de los algoritmos y los poderes económicos que están detrás de las Redes Sociales y que proponen una deshumanización inaceptable desde el Evangelio. El magisterio de Francisco tiene una riqueza que nos lleva a la reflexión sobre el origen verdadero del poder mediático y la gravedad de depender únicamente de la imagen, olvidando el sentido verdadero de la presencia de la Iglesia en el mundo digital.

Mucha gente, y ante el surgir de los “nuevos lugares” se pregunta por el lugar de la parroquia en el pensamiento del Sínodo. La asamblea nos invita a valorar el camino parroquial, pero también a pensar las comunidades cristianas en función de otros lugares, en tensión hacia la misión y el encuentro. La parroquia sinodal abre a sus miembros a otros ambientes y espacios.

Si hay algo que el proceso sinodal pide es no quedarnos en la seguridad de una parroquia que “funciona” por qué acude gente y tiene actividades, sino en discernir comunitariamente si nuestra tienda se ensancha, si la identidad misionera nos lleva a sentir como propio todo aquello que pasa en el corazón de pueblo.

Finalmente tenemos que volver a los caminos comunitarios de formación. La apertura y la salida hacia los lugares necesitan formación, son lugares donde debemos llegar primero a escuchar y mirar, y no a “llevar lo nuestro”. Perdemos mucho tiempo pensando que “debemos decir”. Creo que el Sínodo nos invita a ir hacia nuestros barrios, peregrinaciones, cárceles, lugares de pobreza y dolor, hacia nuestros jóvenes y universidades sabiendo que somos peregrinos de las preguntas y no profetas de las respuestas.

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Pbro. Máximo Jurcinovic

Director de la Oficina de Comunicación y Prensa

Conferencia Episcopal Argentina

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Documentos disponibles:
m._jurcinovic._181024_sp.pdf