Homilía del Cardenal Jorge Bergoglio - Misa de apertura 99º Asamblea Plenaria

Quisimos comenzar la Asamblea en esta Catedral, a pocos metros del Cabildo, para rezar por la Patria en el comienzo de estos seis años de conmemoración del bicentenario de la Independencia.
Oramos por la Patria para que la reconozcamos y asumamos como un don; un don que hemos recibido, que debemos hacerlo crecer según su identidad y dejarlo como herencia a los que nos siguen;
un don que nos llega del pasado y que, con nuestra vida y nuestro trabajo, asumimos como tarea; un don a entregar, acrecentado, en su identidad fundante.
Oramos para que este don no se estanque en recuerdos estáticos ni tampoco para que, en utopías que nada tienen que ver con lo que hemos recibido, termine siendo una Patria sin raíces. Ni un pasado clausurado, ni un presente sin conexión con él, ni un futuro desarraigado.
Orar por la Patria supone una dimensión religiosa: toca a la virtud de la piedad para con nuestros mayores y nuestros hijos. Por ello, en esta oración, pensamos en nuestros ancianos y en nuestros niños de hoy. Ambos constituyen el futuro de un pueblo. Los niños porque son quienes llevarán adelante la historia; los ancianos porque nos transmiten la sabiduría de nuestra identidad.
Niños y ancianos a quienes una concepción errada de la Patria como don, deja de lado.
Hoy, al recordar el don que hemos recibido, que hemos de hacer crecer en el presente y proyectarlo al futuro, vemos con dolor que niños y ancianos no son suficientemente cuidados, respetados; son dejados de lado... porque nos tienta el funcionalismo y la eficacia de un presente sin pasado ni futuro.
Hoy, al rezar por la Patria, pedimos la gracia de saber cuidar a nuestros ancianos y a nuestros niños para que el eficientismo, el consumismo, el hedonismo no los transforme en material de experimento y de descarte de un presente egoísta. Que la Patria se sienta más Patria reconociéndoles dignidad y fomentando sus derechos.
A ella, a la Madre de Luján, se los encomendamos con filial ternura. Que los cuide porque cuidándolos a ellos cuida la herencia, el don de la Patria, lo consolida en el presente y lo hace crecer en el futuro.