Homilía del Cardenal Bergoglio - Misa de Apertura 10º Asamblea Plenaria

María, la mujer que “está”. Está junto a la cruz de Jesús, (Ju. 19:25), está en medio de los discípulos en el cenáculo (Hech. 1: 14), así nos la presenta hoy la Iglesia como “la mujer que está”. Estuvo presente a lo largo de toda la vida de Jesús y se nos muestra ahora en el inicio mismo de la Iglesia. Los discípulos llegan al cenáculo junto a Ella e, íntimamente unidos, se dedican a la oración esperando la promesa del Padre, tal como Jesús se lo había indicado: “La promesa que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días” (Hech. 1: 4-5). La promesa que los hará adultos y les dará fuerza para ser testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta los confines de la tierra (cfr. Hech 1: 8). La promesa del Paráclito que estará siempre con ellos (cfr. Jn. 14:16), “el Espíritu de la Verdad a quien el mundo no puede recibir” (Ju: 14: 17), “el Paráclito que… les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho” (Ju 14: 26).