Homilía de Mons. Radrizzani - Tedeum 25 de Mayo

Queridos hermanos todos:
Estamos dando gracias a Dios ante este nuevo aniversario de la revolución de Mayo.
Invocamos a Dios porque nos reconocemos sus creaturas, obra de sus manos y sabemos, porque Jesús, Dios mismo hecho hombre, así nos lo ha enseñado, que además de “fuente de toda razón y justicia”, como lo reconocemos en nuestra Constitución, es nuestro Padre que nos ama, que quiere lo mejor para sus hijos y que nos provee los medios en nuestra naturaleza humana y nos ayuda fundamentalmente con su Gracia, con su favor, para que alcancemos lo que más conviene, lo que nos hace verdaderamente felices.
Alabamos y damos gracias a este Padre misericordioso que nos atrae siempre hacia si, por los inmensos beneficios con que ha bendecido a nuestra tierra Argentina. En primer lugar reconocemos el beneficio de la fe, que nos permite mirar más allá de las realidades materiales, muchas veces adversas. También agradecemos los donde naturales extendidos por el vasto territorio nacional, enriquecido con variedad de climas y suelos, que permiten el trabajo honrado y digno para ganar el pan cotidiano. Nuestra gratitud también se dirige al Padre por todos los habitantes de este país: distintas culturas, razas, credos que permiten una diversidad donde, si amamos verdaderamente, nos enriquecemos todos.