Mensaje Pascual 2018 de los Obispos de la Región Patagonia-Comahue
¡Jesús resucitado nos envía a renovar la historia!
Queridos hermanos y hermanas: en este tiempo de Semana Santa y de Pascua queremos invitarlos a compartir una búsqueda y un sueño: renovar nuestro encuentro con Cristo Resucitado dejándonos encontrar por El y ¡con El renovar la historia!
1. En el llanto de María Magdalena, el llanto de todos
El evangelio de Juan, en uno de los relatos de la Resurrección (Jn. 20,11-18), nos presenta a María Magdalena inclinada y llorando junto a la tumba de Jesús. En esta jovenmujer podemos reconocer a tantos y tantas que, doblegados por los dolores de la vida, han quedado sin fuerzas para seguir adelante. Ante el fracaso de sus proyectos, ya no se atreven a soñar en otros. Identificados con María Magdalena, no sólo con su juventud sino también con su estado de ánimo, sienten profunda desilusión ante personas y caminos de vida que en algún momento les llenaron el corazón pero que, de pronto, ya no están más, quedando en soledad y llanto.
Como en cada época, los llantos en la nuestra no escasean. Todos tenemos experiencias de impotencia cuando la unidad y comunión en la familia parecen imposibles; cuando el sueldo no alcanza; cuando los derechos de ayer se “rediseñan” y desaparecen en defensa de no se sabe qué intereses económicos; cuando los ajustes para normalizar el país, la provincia o el municipio siempre empiezan y terminan en los mismos bolsillos flacos. ¡Cuánto llanto en nuestros jubilados, sin otra expectativa que la resignación! ¡Cuánto llanto en tantas familias porque un hijo ha caído en la droga, porque el padre se ha vuelto alcohólico o por la precariedad laboral! ¡Cuánto llanto en los jóvenes que quieren crecer, avanzar, aportar sus capacidades y ven cerrado su futuro! ¡Cuánto llanto en mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, o a quienes se les propone el aborto como una rápida solución a su profunda angustia por ese niño que, sin ser esperado ni directamente buscado, está vivo y creciendo en su interior! ¡Cuánto llanto reprimido en migrantes que siguen buscando un lugar digno para vivir!
Esta mujer en llanto podría ser también nuestra Patagonia, tierra nuestra que sufre y llora cuando algunos la quieren llenar de basura, cuando la expolian, cuando crece el extractivismo sin licencia social que sólo mira el presente inmediato y no mide las consecuencias trágicas de su intervención en los recursos naturales, humanos y culturales. Qué sensación de impotencia cuando percibimos que ¡se llevan todo y siempre van por más!, tentándonos con un presente un poquito mejor a fuerza de hipotecar el futuro y hacer que de“la casa común” no queden sino los escombros para las futuras generaciones!
2. Una pregunta que nos puede poner en movimiento
El lamento podría ser interminable si el llanto de María Magdalena no hubiera sido interrumpido por la aparición de Jesús que le pregunta: “Mujer ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”. Jesús la quiere sacar del lugar de la autocompasión, la quiere poner en movimiento. Y eso ya se percibe en ella con su cambio de postura corporal: “se volvió”… Jesús irrumpe también hoy en nuestra vida para que no pactemos con la resignación ni entremos en el juego que más les conviene a los que comercian con la muerte, a quienes procuran hacernos creer que ya no hay nada por hacer, que la partida está definida y que sólo nos queda una opción: darnos por vencidos. Él quiere que caminemos de su mano, siempre para adelante, ayudándonos a sanar heridas y a superar situaciones, historias, conflictos que sólo nos empantanan en rencores, tristezas o batallas irreales de guerras que no nos llevan a lugar alguno.
3. Buscar nuevos horizontes para renovar la historia
Puestos en movimiento, por y con JESÚS RESUCITADO, nos sentimos desafiados a redefinir nuestras búsquedas y explorar caminos y acciones en los que el bien común, el proyecto colectivo, ¡comunitario!, emerja con claridad y con una fuerza incontenible. No podemos ni debemos caminar solitariamente. Querer renovar la historia supone que seamos muchos los que salgamos del lugar del lamento y de los brazos caídos. Y juntos, reconociéndonos como don de Dios para este momento de la historia, vayamos al encuentro de tantos hermanos y hermanas que están esperando un aliento y una oportunidad para ponerse de pie, para arremangarse y construir con libertad una historia que tenga sentido vivirla. Hoy son tantos los jóvenes, adultos, ancianos, que precisan una nueva motivación y un espacio que los ponga en movimiento, que los haga sentirse útiles!
4. Buscamos un encuentro que dure para siempre
Al Jesús que se le acerca, María Magdalena no lo reconoce “de primera” como el Señor. Cree que es el cuidador de la huerta. Y le reclama: “Si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo”. Jesús le dice: “María!”. Al escuchar el tono afectuoso de quien la llama por su nombre identificándola, sus ojos y corazón se abren y exclama: “Maestro!”. Nuestro deseo y confianza de renovar la historia brota de esa misma fuente: JESÚS RESUCITADO que viene a nuestro encuentro. Y nos llama por nuestro nombre: Elena!, Pablo!, Martín!, Victoria!, vos, yo, él… Y nos invita, con Él, a “hacer nuevas todas las cosas”. Abramos nuestros ojos y corazón para reconocer también hoy su presencia y su estampa – ¡y sus llagas! – en personas y situaciones que, con su potencial todavía no desplegado, claman por llegar a la plenitud de la vida. Y aunque el mal nos siga rondando, no tiene fuerza de futuro porque Jesús lo venció y está dispuesto a regalarnos “los cielos nuevos y la tierra nueva” que ya conquistó en su Pascua.
5. Conclusión
Celebrar la Pascua es, entonces, celebrar el encuentro con JESÚS VIVO Y RESUCITADO que nos sostiene y le da sentido a nuestra vida. Con Él transformemos los lugares de muerte en lugares de vida. Y recuperemos la alegría y el asombro ante los frutos imprevistos de amor y de paz con que Él bendice nuestros esfuerzos sostenidos, guiando así, providentemente, la historia nueva de Salvación.
Pidamos a María, Madre de Jesús y Madre nuestra que, aún en medio de situaciones difíciles y debilidades personales, la Pascua de Jesús sea también Pascua nuestra.
Pascua de la Alegría, del Compromiso y la Esperanza.
¡MUY FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN!
Fernando M. Croxatto (Obispo de Neuquén), Marcelo A. Cuenca (Obispo de Alto Valle del Río Negro), Juan José Chaparro, cmf (Obispo de San Carlos de Bariloche), Miguel Ángel D’Annibale (Obispo de Río Gallegos), Joaquín Gimeno Lahoz (Obispo de Comodoro Rivadavia) Esteban M. Laxague, sdb (Obispo de Viedma), José Slaby, c.ss.r. (Obispo de la Prelatura de Esquel), Alejandro P. Benna y Roberto P. Álvarez (Obispos auxiliares de Comodoro Rivadavia), Miguel E. Hesayne (Obispo emérito de Viedma), Marcelo A. Melani, sdb (Obispo emérito de Neuquén), Virginio D. Bressanelli, scj (Obispo emérito de Neuquén), Néstor H. Navarro (Obispo emérito de Alto Valle del Río Negro), Fernando M. Bargalló (Obispo emérito de Merlo-Moreno).