Estuve preso y me viniste a visitar (cf. Mt. 25,36)


Invitación
1. Como pastores del pueblo de Dios nos dirigimos a todos los miembros de la Iglesia y a los hombres y mujeres de buena voluntad, para compartir nuestra preocupación sobre la realidad carcelaria. La presencia pastoral generosa y comprometida en las cárceles, de numerosos hijos e hijas de la Iglesia, nos permite reconocer los problemas de tantos hermanos encarcelados, en quienes está el mismo Cristo, y nos urge a no quedarnos pasivos e indiferentes. El anhelo de construir una Argentina en “paz y justicia”, exige abordar esta realidad, buscar un cambio de mentalidad y generar acciones concretas en favor de la dignidad de las personas privadas de libertad y particularmente de quienes pertenecen a los sectores sociales más vulnerables. Así también de todo el personal comprometido en esta tarea de servicio social.