Palabras del Cardenal Re durante la recepción oficial
Discurso del Legado Papal, Card. Giovanni Battista Re, durante la recepción oficial en el Teatro San Martín de la ciudad de San Miguel de Tucumán en la mañana del jueves 16 de junio.
Agradezco de corazón al Señor intendente de San Miguel de Tucumán y al Señor Gobernador de la Provincia de Tucumán por las amables palabras que han querido dirigirme y por la entrega de las llaves de la Ciudad.
En el calor de las palabras y la extraordinaria cordialidad reservada a mi persona, percibo la acogida de los argentinos a Su Santidad el Papa Francisco que me ha enviado y que tengo el alto honor de representar. Él, con su ejemplo y enseñanza, está guiando a la Iglesia por las sendas del Evangelio, a través de una admirable entrega que tanto entusiasmo ha despertado en la Iglesia y en el mundo entero.
El Santo Padre está espiritualmente presente aquí con nosotros, hoy, en San Miguel de Tucumán. En cierto sentido sentimos firmemente su cercanía, porque bien conocemos su amor para con la Eucaristía y por Argentina. Y me ha encargado decir que él desde Roma va a seguir este Congreso.
El gran acontecimiento religioso del Congreso Eucarístico tiene lugar aquí en Tucumán, porque hace doscientos años esta Ciudad jugó un rol histórico a favor de la nación entera. El Congreso Eucarístico coincide con el Bicentenario de la Independencia de Argentina, aquí declarada por parte de loables hombres patrióticos, que amaban esta tierra. Ellos fueron también hombres de verdadera fe. Estos dos siglos han sido marcados en profundidad por la fe y los valores morales y espirituales: en Argentina el Evangelio ha sido la fuerza y la inspiración de la Patria.
En estos dos siglos de Independencia, las dificultades y los desafíos han sido muchos. Acontecieron épocas oscuras y dolorosas, con problemas y divisiones entre hermanos, páginas tristes y trágicas que han causado un profundo y amargo sufrimiento a muchos y cuyas heridas siguen todavía abiertas. Ahora, queridos amigos de Argentina, se necesita una verdadera reconciliación de los argentinos en la justicia, el perdón, la serenidad y la paz. Solamente el amor y la reconciliación que curan las heridas pueden conducirnos a todos hacia la meta de la justicia y el progreso pacífico. Al respecto, se siente la necesidad de fortalecer la cultura del diálogo, del encuentro -como dice Papa Francisco- en la solidaridad y la honestidad. Se necesita un compromiso común para un futuro próspero y digno para todos.
Al mismo tiempo tenemos que reconocer que no son pocos los avances que Argentina ha logrado en estos últimos años, tanto en el campo de la evangelización como en el de la promoción humana y social.
Movido por los valores humanos y cristianos, el pueblo argentino podrá mirar su futuro con esperanza y confianza. La sociedad moderna podrá sostenerse -como querían los padres de la independencia argentina- sobre principios espirituales que sepan iluminar y sostener el camino de los ciudadanos. Estos valores cristianos son importantes también para la construcción de una sociedad fuerte y unida.
En el corazón de todos hay un profundo deseo de alcanzar un progreso integral de la sociedad. Este anhelo se puede cumplir solamente si recorremos todos juntos el camino de la solidaridad, poniendo en el centro a la persona humana y mirando con privilegiada atención a los más pobres.
Les deseo de corazón que el compromiso por el progreso social y civil esté siempre unido a la celosa defensa de los valores humanos, morales y espirituales, que son parte de la tradición argentina y sin los cuales el futuro no podrá ser mejor.
Estos días del Congreso son expresión de la gran devoción eucarística de los argentinos, pero van a ser también una pública manifestación de la fe cristiana, anclada en la vida diaria y capaz de sostenernos en los desafíos de nuestro tiempo.
La Eucaristía hace parte del patrimonio de los argentinos. La humanidad necesita de la Eucaristía porque necesita saber que no estamos solos recorriendo el camino de la vida. Cristo nos hizo una inmensa promesa: "Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo" (Mt 28,20).
Cristo permanece con nosotros en la Eucaristía para ser
- nuestro compañero de viaje;
- nuestro consuelo en las tribulaciones;
- nuestra fuerza en los momentos de cansancio y desaliento;
Él es verdaderamente el Dios con nosotros, centro en la Iglesia y corazón del mundo.
Deseo de todo corazón que las jornadas del Congreso Eucarístico se desarrollen en la alegría, la fe y el amor a Jesucristo, Luz de los pueblos, vivo y presente en la Eucaristía y puerta de la misericordia abierta para todos.
Card. Giovanni Battista Re