Homilía del Cardenal Jorge M. Bergoglio (100º Asamblea Plenaria, Pilar, 8-13 de noviembre)

1- La palabra de Jesús sobre el escándalo está ligada, en los Sinópticos, a la mención de los pequeños del Reino. En este texto que escuchamos recién la palabra “pequeños” señala al pueblo fiel de Dios; en la versión de San Mateo (Mt. 18: 6-7) también se relaciona con el pueblo de Dios: “los pequeños que creen en mí” (18:6) y se origina en la pregunta de los discípulos acerca de quién es el más grande en el Reino de los Cielos (18:1) y Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les aseguró que si no se hacían como niños no entrarían en el Reino, y “el que se hace pequeño como este niño será el más grande en el Reino de los cielos” (18:4). Marcos, al mencionar la misma palabra de Jesús (9:42) añade un significativo “pequeños que tienen fe”. Sin forzar el sentido podemos entender que Jesús se refiere al trato y al mal trato (el escándalo) que se puede tener para con los creyentes sencillos, como niños, a quienes el Señor pone como modelo de grandeza en el seguimiento.
Estas palabras de Jesús me evocan aquella esperanzadora promesa en medio del terrible “dies irae” de Sofonías (1: 14-18): “Yo dejaré en medio de ti a un pueblo pobre y humilde, que se refugiará en el nombre del Señor (3: 12). Ese pueblo, ciertamente pecador pero de corazón arrepentido y humilde, es precisamente el pueblo que forman los pequeños, los que se hacen como niños que claudican de toda pretensión y suficiencia y ponen su fuerza y esperanza en el Señor, y en los que confían en Él y se abandonan “como un niño en brazos de su madre” (Salmo 131: 2).