Imagen del contenido 124° Asamblea Plenaria | Homilía de monseñor Oscar Ojea en la Misa de Apertura

124° Asamblea Plenaria | Homilía de monseñor Oscar Ojea en la Misa de Apertura

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Enm el primer día de encuentro de los Obispos argentinos en el marco de la 124° Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina, su presidente, monseñor Oscar Ojea presidipo la Misa de Apertura, en la cual por medio de su homilía expresó:

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“La obra de Dios es esta: que ustedes crean en aquel que Él ha enviado” (Jn 6,29).

Obra de Dios que se transforma en acción humana: creer. La fe es antes que nada una relación, no una idea. Nos recuerda el papa Benedicto, que "la fe nos libera del aislamiento del yo y nos lleva a la comunión. Todo acto de fe es en sí mismo y como tal encuentro con los hermanos" 1. Es una convocación que nos lleva a una mayor responsabilidad para con los demás. Por eso, la fe cristiana opera por la caridad, sin buscar en primer lugar un provecho personal.

Mientras la multitud busca a Jesús porque comió pan hasta saciarse (Cf Jn 6,26), el Señor nos invita a una lógica más honda. Sin fe todo es desconcierto. Con la mirada de la fe la vida tiene otra clave de interpretación. Como pastores tenemos que animar la fe de nuestras comunidades, es tiempo de hondura porque vivimos un tiempo difícil. ¡Ojalá seamos testigos de una fe viva que irradia! Como lo fue la fe de Esteban que lo configura con Jesús hasta el testimonio de la entrega de la vida, tal como lo contemplamos en la primera lectura de hoy.

Es que la fe nos lleva a hundir más profundamente nuestras raíces en el Señor. Es tiempo de reconocer nuestra identidad más profunda: Somos personas de fe, nos miramos y nos medimos desde los valores del Evangelio, con los ojos fijos en Jesús (Cf. Heb.12.1).

Sabemos que la gracia (y la fe es una gracia) supone la naturaleza y la cultura. El don de Dios se encarna en la cultura de quien lo recibe.

Nuestra agenda de trabajo de esta semana nos marca, para mañana, dos grandes desafíos del mundo en que vivimos: el narcotráfico y las dinámicas de la comunicación contemporánea.

Ambos tocan de cerca la realidad de los jóvenes que hemos reflexionado en las pasadas asambleas, pero además configuran profundamente la cultura en la que vivimos.

El día miércoles continuaremos trabajando en el proceso sinodal haciendo camino juntos, dejándonos iluminar unos a otros con este maravilloso método de la conversación en el Espíritu a fin de alcanzar consensos, no se trata de conseguir mayorías, sino de discernir juntos lo que el Espíritu nos va mostrando.

En ese clima es que comenzaremos a revisar nuestras estructuras de participación episcopal para favorecer mejor nuestra colegialidad y nuestra comunión. Sería bueno preguntarnos si los organismos de la Conferencia Episcopal funcionan adecuadamente para lograr ser una Iglesia sinodal y misionera.

En ese marco quisiera compartirles algo que me quedó resonando en la última reunión de la Comisión Permanente: Cuando determinamos nuestras responsabilidades en distintas funciones y servicios en la Conferencia Episcopal, reconocimos en el diálogo, que muchas veces, rápidamente pensamos nombres, en vez de pensar actitudes, valores y los perfiles necesarios que puedan encarnar los diversos roles al interior de nuestro cuerpo episcopal, para ser una auténtica Iglesia sinodal en salida misionera. Reconozcamos que se trata de responder al llamado que el Papa Francisco nos hizo desde el inicio de su pontificado, especialmente en Evangelii Gaudium, asumiendo el contexto particular de nuestro país.

Por eso quisiera invitarlos a hablar con franqueza acerca del modo como vivimos la sinodalidad entre nosotros, ese nivel al que hizo referencia Francisco en su discurso del 2015 cuando habló de la sinodalidad de las conferencias episcopales nacionales y regionales 2.

Como pastores somos garantes de la comunión y animadores de sinodalidad misionera en nuestras comunidades.

Sabemos bien que la comunión es para la misión. Misionamos mejor en comunión sinodal, nos hacemos más sólidos y más creíbles. Esto nos toca en primera persona: ¿Como vamos a predicar sinodalidad y corresponsabilidad, consensos y conversión de personas y cambio de estructuras si nosotros mismos no estamos dispuestos a estas reformas y no las llevamos adelante?

Animar la sinodalidad es trabajar juntos, pensar juntos y discernir juntos. Pero también es rendir cuentas, es dejarnos interpelar y cuestionar. Se trata de vivir un liderazgo humilde y servicial al estilo de Jesús. Es lo que las comunidades argentinas han pedido en el proceso de escucha plasmada en la Síntesis Nacional, de cara a la Asamblea de octubre de 2023 y, posiblemente, vuelvan a solicitarlo en la consulta que ahora mismo se está desarrollando en nuestras Diócesis.

Hermanos nos encontramos ante el desafío de cambiar. De asumir el liderazgo de una forma nueva, tal vez distinta a lo que hemos aprendido en nuestra formación… O a la que hemos vivido como obispos en nuestras Diócesis.

Esta reforma sinodal y misionera me recuerda a los cambios del Concilio Vaticano II, cambios que pusieron en crisis a muchas personas que no reconocían en esos cambios la Iglesia en la que habían sido formados. Estamos llamados a dar nuevos pasos que, tal vez, nos harán sentir menos seguros porque tardarán en cristalizarse nuevas estructuras y nuevas modalidades.

Volvemos, nuevamente a la fe de la que partimos comentando el Evangelio de hoy. Y es que solo una persona de fe se anima al cambio. El que tiene fe no le teme al cambio y, si a veces el sentimiento del miedo se asoma, igual se anima a seguir adelante porque cree que el Señor de la historia está sosteniendo ese cambio en la Iglesia, está sosteniendo a las personas y está sosteniendo a la misma Iglesia.

En este año de la oración, recemos desde nuestra pobreza, poniendo la intención del proceso sinodal de nuestra Iglesia Argentina.

El Beato Eduardo Pironio hablaba mucho de la oración que se hace desde la pobreza, de la apertura a Dios que nos da el hecho de sentirnos vulnerables. Decía: “cuando nos sentimos pobres, Dios se hace cercano e íntimo” 3. Nuestro Beato fue un hombre que supo de crisis, de cambios y de desafíos eclesiales de todo tipo, pero su fe en el Señor que conduce a la Iglesia fue inquebrantable.

La conversación en el Espíritu nos animará y nos dará luz para ver juntos qué tenemos que hacer y cómo tenemos que hacerlo. La conversión personal y la reforma de las estructuras van de la mano, no se puede dar la una sin la otra.

Que María Santísima, Madre de la Iglesia, anime este humilde cenáculo y nos ayude a pedir juntos un nuevo pentecostés para la Iglesia en Argentina.

+ Monseñor Oscar Ojea

Obispo de San Isidro

Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina

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Notas:

1. Viaje Apostólico de Benedicto XVI a Brasil (9-14 de mayo de 2007). Sesión Inaugural de los trabajos de la V Conferencia General del CELAM. Discurso del Santo Padre, Santuario de Aparecida. Domingo 13 de mayo de 2007. Disponible en https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2007/may/documents/hf_ben-xvi_spe_20070513_conference-aparecida.html (consulta: 5 de abril 2024).

2. Conmemoración del 50 Aniversario de Sínodo de los Obispos. Roma, 17 de octubre de 2015. Disponible en: https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2015/october/documents/papa-francesco_20151017_50-anniversario-sinodo.html (Consulta 5 de abril 2024)

3. En su meditación “Pobreza y Esperanza” en su libro Meditación para Tiempos Difíciles. Disponible en: https://institutopironio.org.ar/wp-content/uploads/2019/12/Meditaci%C3%B3n-para-tiempos-dif%C3%ADciles_Completo.pdf (Consulta: 5 de abril de 2024)

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Difusión a cargo de:

Pbro. Máximo Jurcinovic

Oficina de Comunicación y Prensa

Conferencia Episcopal Argentina

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Información que podría ser de su interés:

Declaración de la 124° A.P.:  «En tiempos difíciles, amar a los demás y alegrar sus vidas»

. 124° A.P: Carta al Papa Francisco

124° A.P.: Información sobre el cuatro día

124° A.P.: Información sobre el tercer día 

. 124° A.P.: Información sobre el segundo día

. 124° A.P.: Información previa

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Documentos disponibles:
124o_ap._cea._homilia_mons._ojea._150424_sp.pdf



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